Posada Luz de medianoche.
En un callejón cerca de la muralla que divide la zona central y sur de la ciudad blanca, en medio de la oscuridad, una pequeña lámpara iluminaba una puerta de madera desgastada.
Era una entrada clandestina de la posada Luz de medianoche, a través de ella se podía ingresar a la sección aislada de la taberna, una habitación oculta en el segundo piso que solo personas influyentes de la ciudad conocían.
Seis sombras se podían ver alrededor de una mesa redonda de madera, estaban observando lo que parecía ser un mapa de la región, dónde se representaban en colores las propiedades de los distintos jefes de familia.
La tensión era palpable, y las miradas se cruzaban con un aire de conspiración.
— Baronet Cavil: Esta noche presenciarán la caída de esa familia arrogante y altanera -dijo uno de ellos, su voz impregnada de malicia.
— Barón Lewing: Debo decir que Sir Cavil me ha abierto los ojos -respondió inclinándose ligeramente-. Jamás pensé que encontraría la manera de deshacerse de los Ashki.
— Baronet Groth: No sea modesto, señor Lewing, todo esto ha sido posible gracias a usted y su familia. Su conexión con el mensajero de la luna sangrienta ha sido clave. Sin su intervención, nada de esto hubiera sido posible.
— Baronet Cavil: Agradezco sus palabras, pero no olvidemos que esto es resultado del esfuerzo conjunto de todos.
— Barón Snow: Muy bien, señores, dejemos los halagos para otro momento. Es hora de discutir los pasos finales. Habló con tono impaciente.
— Barón Lewing: Lo veo impaciente, cabeza de familia Snow. Habló observando a su compañero con una sonrisa ladina.
— Barón Snow: No se trata de impaciencia, respondió mirando hacia la puerta-. Tengo otros asuntos que atender, no pienso quedarme aquí mucho tiempo.
— No creo que alguno de ustedes planee quedarse mucho tiempo aquí -dijo Snow con un tono serio-. Sería un error ser descubiertos.
Sonidos de pasos se escucharon desde afuera, la puerta de la pequeña sala crujió al abrirse lentamente, interrumpiendo la conversación.
Todos los presentes giraron la cabeza al unísono, sus miradas cargadas de desconfianza y precaución. Un hombre bajo y de aspecto descuidado, su mirada sombría recorrió toda la habitación, algunos de los hombres sonrieron al verlo, por otra parte el jefe de familia Snow se tornó nervioso de repente.
El hombre que había salido del Umbral, era el dueño de la posada, caminó lentamente, aunque estaba frente a los jefes de las familias más importantes de la ciudad blanca, se mostró firme, aunque un poco nervioso y permaneciendo cortéz al asentir agachando su cabeza ante ellos cuando pasó cerca.
Lewing pudo ver que traía entre sus manos una carta sellada.
— Dueño de la posada: Mis señores... Ha llegado una carta para ustedes.
Caminó lentamente y se detuvo a un paso de la mesa, extendió sus manos y colocó la carta sobre la mesa suavemente, asintió levemente para luego dar la vuelta y caminar hacia la puerta.
El señor Lewing alzó una ceja, intrigado, y extendió la mano para tomar la carta.
El silencio se apoderó de la habitación y el ambiente se volvió tenso, el leve crujido de la puerta se escuchó anormalmente fuerte al cerrarse, mientras los ojos llenos de nervios de todos en la mesa observaban atentamente la carta.
Lewing tomó la carta en sus manos, en ella se podía ver un sello que contenía la forma de la luna naciente junto a tres gotas que salían de ella como si estuviera sangrando. Rasgó el sobre lentamente, revelando el papel lleno de escritura doblado en 3 partes, desdobló la carta y sus ojos recorrieron línea tras línea con rapidez.
— Barón Lewing: Ha llegado el momento, Todo va de acuerdo al plan. Dijo finalmente, rompiendo el silencio, su voz impregnada de frialdad al mismo tiempo que una sonrisa siniestra figuraba en su rostro.
Los demás lo miraron expectantes, hasta que uno de ellos fue el primero en romper el silencio.
— Barón Snow: ¿Qué dice la carta? Preguntó impaciente.
Dejó la carta sobre la mesa y la giró levemente hacia el centro, uno por uno se acercaron, pero antes de siquiera poder agarrar el papel, fueron interrumpidos por una voz.
— Barón Lewing: El señor de la ciudad y el jefe de la familia Ashki se han retirado de la frontera durante la batalla decisiva.
Han sido gravemente heridos, y no se espera que regresen pronto hasta recuperarse de las heridas más graves, tenemos unas cuatro o cinco semanas para elaborar un plan y emboscarlos cuando estén de regreso, para deshacernos de ellos. Mientras hablaba sus ojos se llenaron con un brillo de satisfacción.
Los murmullos comenzaron entre los presentes, pero levantó una mano para silenciarlos.
— Barón Lewing: Además, el comandante de la luna sangrienta ha iniciado la invasión a la casa Ashki. Hasta el momento han acabado con la mayoría de nuestros problemas.
Así que, ha dado la orden de acabar con todos los miembros restantes de la familia Ashki que se encuentran dispersos por la ciudad. Quiere que terminemos con todos ellos lo antes posible.
Hubo un silencio tenso en la sala, hasta que Rich se inclinó hacia adelante, visiblemente incómodo.
— Baronet Rich: ¿Órdenes de ese extranjero? -dijo con desdén-. No estoy dispuesto a seguir ordenes de un extranjero, aunque nos haya sido útil hasta ahora, no es quién para tomar decisiones por nosotros.
Snow asintió, sus ojos entrecerrados en señal de desconfianza.
— Barón Snow: Deberíamos tomarlo en consideración, pero no estamos obligados a tomar sus órdenes, después de todo nosotros somos quienes hemos ayudado a que sus tropas hayan pasado desapercibidas por los controles del Reino. Hemos hecho este trabajo por nuestras propias razones, no por cumplir con las órdenes de un noble de Kayros.
Antes de que la conversación pudiera escalar, Cavil intervino, su tono sereno y calculador.
— Baronet Cavil: No es cuestión de aceptar órdenes. Eliminar los restos de los Ashki es un asunto que nos preocupa a todos. No podemos dejar cabos sueltos.
Lewing asintió, apoyando a Cavil.
— Barón Lewing: Estoy de acuerdo, Si queremos asegurarnos de que la familia Ashki no se recupere jamás, debemos encargarnos de esta tarea. Yo tomaré ésta tarea personalmente.
Snow y Rich intercambiaron una mirada, pero finalmente, tras unos segundos de reflexión, asintieron, aunque sin mucho entusiasmo.
— Barón Snow: De acuerdo, pero asegúrense de que esto termine rápido. No quiero que esta misión se prolongue más de lo necesario.
Todavía debemos lidiar con el señor de la ciudad y el líder Ashki antes de que regresen a la ciudad.
— Baronet Cavil: pienso lo mismo, debemos terminar ésto rápido.
— Barón Snow: De acuerdo. Decidamos cómo será la división de las propiedades de los Ashki.
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Mansión de la familia Ashki.
El caos se apoderó completamente de la mansión, los edificios comenzaron a arder, caballeros de armadura negra se paseaban con sus espadas atravesando a los pocos sobrevivientes que quedaban, la sangre cubrió el suelo, tiñendo las piedras de un rojo profundo bajo la luz de la luna.
Los cuerpos sin vida de los hombres yacían por doquier, mientras los gritos de mujeres y niños, arrastrados por los invasores, resonaban en la oscuridad.
Todos los caballeros que seguían luchando por Ashki, se encontraban en la plaza posterior de la mansión, cubriendo el escape de las mujeres, ancianos y niños que lograron evacuar anteriormente. Arthur luchaba desesperadamente con menos de 50 caballeros a su lado, aunque heridos, aún le quedaban fuerzas.
Eran sólo una o dos docenas de caballeros que podían estar de pie, el resto estaban heridos y agotados, rodeados por cientos de guerreros enemigos.
Desde las sombras, se escucharon órdenes de detenerse, las filas de los asesinos comenzaron a dividirse y entre ellos surgió un grupo de seis jinetes, abriéndose paso entre los cuerpos.
Dos de ellos portaban banderas negras con una luna blanca con un lago rojizo debajo de ella y tres gotas rojas en la parte inferior de la que caían como sangre.
— Joven Mouda: Te he buscado por mucho tiempo, Ashki. Su voz es grave y despectiva. Han pasado diez meses desde la última vez que me viste. Al principio no sabía ni quién eras. Fue muy difícil conseguir información, pero al final te encontré. Eres peor que una cucaracha, difícil de encontrar, pero cuándo se descubre tu nido, sólo con un poco de veneno mueren todas.
— Arthur entrecerró los ojos, reconociendo al hombre. ¡Tú! gritó, con una mezcla de sorpresa y furia. ¡Maldito!
— El joven Mouda sonrió, complacido.
— Joven Mouda: qué satisfacción siento al ver tu expresión. ¿Qué se siente ver a tus hombres masacrados? Estás perdido y lo que te espera ahora es una vida miserable, o podría decir, 'muerte miserable'. Ha llegado la hora de cobrarme todo lo que me has hecho. Hoy, tu destino está decidido.
— Arthur: ¿Todo ésto fue planeado por ti?, ¿Cómo es que no estás muerto? Gritó observando al hombre frente a él con una mezcla de incredulidad y odio profundo.
— Que pregunta tan tonta, ¿Yo, planeado? te equivocas, todo ésto es obra tuya, yo solo interpreto mi papel al pie de la letra en ésta magnífica obra maestra, ¡Tu eres el protagonista! Respondió levantando cada vez más el tono de voz a medida que se dibujaba una sonrisa siniestra en su rostro, mientras el brillo de la luna se veía reflejado en sus ojos
— Ya todo está hecho, Debías asegurarte de que estaba muerto cuando caí por aquél acantilado. Ahora, es demasiado tarde para arrepentirte.
Arthur apretó los dientes, su ira contenida apenas por el peso de la desesperación.
— Arthur: ¿Cómo eres capaz de manchar la Ciudad Blanca con la sangre de mi familia? ¿Acaso no temes a las consecuencias? Mi padre y el señor de la ciudad no se quedarán de brazos cruzados, las otras familias tampo...
El jinete estalló en una risa desquiciada. Interrumpiendo los gritos de Arthur.
— Joven Mouda: ¡Ja, ja, ja, Nadie vendrá a salvarte! Tu padre en éstos momentos debe de estar moribundo en algún campamento de guerra.
— El señor de la ciudad está ocupado en la frontera, también ha sido herido. Una vez vuelvan, ya no existirá más la familia Ashki, en cuanto a las otras familias... todas codician lo que tú y los tuyos poseen. Al final de todo ésto, será tomado por ellos como pago ¡Ja ja ja!
Arthur bajó la mirada, la pérdida de sangre estaba provocando ya mareos y síntomas de náuseas. Aquellas palabras resonaron en su mente, casi cómo un canto hipnótico.
— Arthur: Eso... no puede ser. Dijo mientras se recuperaba de los mareos un poco
— Joven Mouda: Oh, pero lo es. hizo una señal con la mano-. ¡Maten a todos! Menos a él. Ese es mío.
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Posada Luz de medianoche.
— Barón Snow: Señores, ¿todos están de acuerdo con los términos? Preguntó con tono desafiante.
— Barón Lewing: Señor Snow, su avaricia es superada sólo por su avaricia. Si bien por mi parte estoy de acuerdo con lo que me ha sido entregado en la distribución, pero... ¿no cree que debería mostrar un poco más de consideración hacia las demás familias?
— Barón Snow: No me malinterpreten. Expresó cruzándose de brazos. No estoy atribuyéndome las propiedades por haber participado en el plan, es mi pago por no haber hecho algo por impedirlo. Si me hubiera unido a los Ashki y revelado todo el asunto de la traición, las cabezas de algunos estarían expuestas en estacas a las afueras del castillo.
Los jefes de las familias guardaron silencio, asimilando sus palabras. Mientras Snow continuó hablando enérgicamente.
— Lo que reclamo son los bienes que, en su mayoría son negocios en común entre los Ashki y los Snow. No pueden negarse cuándo solo tomo lo que me pertenece. Continuó, imperturbable. Dentro de la ciudad Blanca, las propiedades de los Ashki, incluidos sus palacios, fábricas y comercios, serán ahora mías.
Uno de los presentes, el señor Groth, asintió.
— Baronet Groth: No tengo objeciones. Las tierras de cultivo y ganadería que me han sido asignadas me interesan. También algunas de sus minas al sur del territorio.
— Barón Snow: Eso está dentro de lo esperado, nadie podrá aprovechar esas tierras mejor que usted.
— Baronet Cavil: por mi parte mi familia absorberá los cuarteles y centros de entrenamiento militar. Aclaró con voz emocionada mientras miraba a todos esperando aprobación.
— Barón Lewing: Bien, eso fue lo que hablamos anteriormente, pero es tu responsabilidad encargarte del personal militar y los miembros restantes de la familia Ashki. Habló con tono serio mientras lo miraba a los ojos.
— Barón Snow: Tienes que someter o deshacerte de los profesores del centro de entrenamiento militar, que piensan que su lealtad vale más que su vida - menciono en un tono suave mientras lo miraba a los ojos fijamente.
— Barón Lewing: El resto ya lo habíamos acordado con el sr Rich y Groth - no hace falta repetirlo una vez más.
— Barón Snow: ya es hora de partir y encargarnos cada uno de nuestros propios asuntos. Respondió mientras tomaba la carta que estaba sobre la mesa y se dirigía a la puerta.
La habitación se quedó en silencio hasta el momento en que la puerta se cerraba mientras desaparecía la silueta grande e imponente de Sir Snow, El Guardián de Ciudad Blanca.
— Baronet Cavil: Nunca he confiado en ese prepotente hombre - decía con tono de desprecio mientras se preparaba para irse.
— Baronet Groth: todo sea por lograr nuestros objetivos, no le des importancia a sus palabras.
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Mansión principal de la familia Ashki.
Arthur estaba siendo acorralado, sus caballeros estaban siendo derrotados muy rápidamente, habían muerto más de la mitad y sólo un puñado habían logrado resistir hasta ahora.
Se podían escuchar gritos de desesperación entre los caballeros.
— No vendrá ningún refuerzo, ¡hemos sido abandonados!
— ¡Ésto ha sido obra de conspiradores! ¡Ni una sola familia ha enviado tropas aunque ha pasado tanto tiempo desde que invadieron!
— ¡Joven amo! ¡Huya! Nosotros abriremos un camino para que usted pueda escapar.
— Arthur: No se preocupen, lucharemos hasta el final, si es el destino de morir aquí, moriremos todos juntos.
— Joven Mouda: ¡qué conmovedor! Lástima que nada saldrá cómo tú esperas, ¿Por qué luchas? ya no tiene sentido luchar, si te rindes ahora, puede que muestre piedad con los pocos hombres a tu lado y los mate sin dolor.
— Arthur: ¿Lástima? ¿Por qué?. ¿Por qué atacaste a mi familia? Ellos no tenían nada que ver con nuestro rencor. Cuando mi padre regrese, te buscará y te destruirá.
— Joven Mouda: Yo también tenía a parte de mi familia a mi lado cuando tú y tus hombres atacaron y los asesinaron a todos, si yo no hubiera saltado de aquél acantilado, estaría enterrado en una tumba sin nombre.
— No esperes que tú padre pueda hacer algo contra mí, primero tiene que sobrevivir a la guerra.
Mientras hablaba, interrumpió la conversación al voltear y soltar un grito que resonó por toda la mansión; ¡¡Shadow!! Para luego continuar hablando.
— Tu familia ya no significa nada. Ya no eres nadie, te marcaré como lo que eres: un esclavo.
Se comenzaron a escuchar pasos apresurados y cadenas arrastrándose por el camino de piedras de cuarzo que adornaba toda la mansión. Al mismo tiempo se podía ver como se estaba dividiendo en 2 el ejército de asesinos.
Arthur sintió una electricidad escalofriante recorriendo toda su médula hasta que pudo ver a cierta distancia un carro cargado con cadenas y grilletes.
Un hombre gigantesco, con armadura ligera, manchas de Sangre por todo su cuerpo, tirando de un carro pequeño con un horno de barro parecido a una calabaza, el humo salía sobre el con olor a carne quemada, otras 2 personas salieron desde atrás, llevando consigo las cadenas, se acercaron al Comandante de las tropas que acompañaba a el joven Mouda.
— Louisse: Joven amo, los miembros de "Luna de sangre" han llegado y está todo listo para completar el trabajo en cuánto usted ordene.
— Joven Mouda: ¡Perfecto! Han llegado justo a tiempo, Señor 4to bienvenido a la mansión Ashki, estos hombres que ves aquí son un producto de primera, espero sea suficiente para satisfacer tus estándares de calidad.
— Señor 4to: hablas cómo si fuera muy exigente por pedir que me entregues a todos con el cuerpo completo. Deberías de enseñarle a tus hombres a tratar mejor la mercancía, decía en tono de disgusto un hombre pálido con cicatrices en la cara mientras caminaba detrás del hombre gigantesco y se acercaba a Louisse.
— Éste hombre tenía una túnica blanca con muchas marcas de color rojo sangre y joyas incrustadas, una mascara de cabra con distintos colores y en su mano un bastón blanco con una figura de oro de una mujer desde los pies que apoyaban en el piso y cuya cabeza era la empuñadura.
— Joven Mouda: No debes preocuparte, éstos hombres que vez aquí, son el producto principal, en especial ese, habló mientras reía señalando a Arthur con una sonrisa macabra.