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Chapter 4 - Capítulo 4: Mina del abismo

En busca de una manera de sobrevivir y adaptarse a la dura realidad de la mina. Tras su primera semana, aislado y debilitado, observa cómo es la convivencia de los demás, no habló con nadie y solo se dedicó a hacer el mínimo trabajo de excavación, en todo éste tiempo pudo excavar un agujero de un metro y medio de altura que no tenía más de tres metros de profundidad.

Con todo el trabajo que había logrado hacer sólo pudo extraer una bolsa de piedras de aurora, que pesaba poco más de 20 kilogramos. Sin embargo, desafortunadamente al darse cuenta de que no había encontrado piedras de buena calidad, se decepcionó; todo lo que tenía eran piedras de baja calidad, opacas y casi la mitad defectuosas, sumando todo lo obtenido, no valía mucho a la hora de completar la cuota de extracción de la mina. Aún así, era lo único que tenía para mostrar después de días de ardua labor.

El trabajo había sido agotador y frustrante, las manos le temblaban por el esfuerzo, y cada músculo de su cuerpo le dolía como si estuviera a punto de romperse. 

Se quedó mirando la pequeña bolsa con una mezcla de desilusión y rabia, sabiendo que tendría que reunir muchas más si quería obtener algo útil en la ciudad subterránea.

Arthur salió para formarse y recibir al Jefe Terry, aún estaba sin camisa, con una tez pálida y un cuerpo demasiado delgado para alguien que una vez fue considerado un noble, caminaba con pasos pesados, como si su propio cuerpo no le perteneciera.

La gran carga de trabajo y su situación de salud, le había caído como una losa en el pecho, el dolor físico de sus heridas y las pesadillas que lo acompañan todas las noches sin cesar, no lo han dejado dormir en absoluto.

Al ver a Terry entrar de manera apresurada, estaba visiblemente disgustado y de mal humor, su rostro endurecido y sus ojos como puñales que perforaban a cada trabajador. 

Por instinto, se escabulló rápidamente hacia la cueva, la cuál al no ser tan profunda, le permitía ver y escuchar claramente la situación y las palabras que Terry desbocaba con gran firmeza sin ser descubierto.

—¡Escoria! —rugió el hombre, golpeando el suelo con su látigo—. ¡No puede ser que sean tan inútiles! ¿Cómo es posible que no hayan cumplido la cuota de esta semana? ¿Qué han estado haciendo todo este tiempo? ¡Maldita sea!

Azotó el látigo en uno de los hombres, que cayó de rodillas, al mismo tiempo que de su boca salía un grito estremecedor, no duró mucho en el suelo hasta que se levantó y se paró firme como si nada hubiera pasado, aunque se podía ver claramente las dos marcas de latigazos en el pecho y una expresión de dolor en su rostro.

Arthur también se podría enfrentar a la brutalidad del jefe Terry de no haber huido a tiempo, quien castiga a los trabajadores por no cumplir las cuotas, manteniéndolo bajo el constante miedo de morir de hambre, de ser castigado o sacrificado.

No puede permitirse vacilar ni flaquear si desea cumplir la promesa de vengar la muerte de su familia, negándose a caer en la desesperanza que consume a tantos de sus compañeros.

Los otros hombres, apenas se atrevían a mirar a Terry, a pesar de su esfuerzo, no habían logrado la meta de excavación, algunos de ellos incluso chasqueando la lengua y dirigiendo la mirada en dirección a la cueva de Arthur, pensando para sí mismos que la culpa era de ese inútil que no logra nunca obtener lo suficiente como para cumplir su propia parte. El desprecio en su mirada hablaba por sí solo.

—Están aquí para trabajar por su vida y si no lo hacen, morirán de hambre —prosiguió, su voz cargada de desprecio—. O mejor aún, les daremos una muerte rápida y traeremos a alguien que sí merezca vivir.

—Hizo una pausa, paseando la mirada entre los hombres encorvados frente a él. —¡Tienen la oportunidad de vivir aquí!, así sea un infierno y estén encerrados en este lugar, si estuvieran allá arriba, ya estarían enterrados en una tumba sin nombre.

—Esta semana tendrán que hacer las cosas bien, así tengan que sacar las piedras con las uñas o tener que dejarlos trabajando doble turno hasta que puedan lograr su meta, ahora tendré que ir a traer más manos para cubrir las necesidades de todos, recuerden que de lo que ustedes extraigan depende si reciben comida o comida para perros. ¿Entendido?

Un murmullo sin fuerzas se escuchó entre los trabajadores.

—¡¿Entendido?! —volvió a gritar, azotando el látigo contra el suelo con fuerza.

—¡Sí, señor! —respondieron al unísono, aunque sus voces carecían de entusiasmo.

—¡No me miren con esas asquerosas caras de perro! Son la escoria entre la forma de vida más baja de este lugar. No me hagan arrepentirme de darles otra oportunidad. ¡Pónganse a trabajar! ¿¡Qué esperan!?

Cada uno de ellos corrió rápidamente a sus lugares de trabajo, no tenían otra opción más que cumplir con su trabajo.

Arthur se dejó caer contra la pared de la cueva, sintiéndose desesperado. Recordando la voz del hombre que provocó su desgracia, resonaba en su mente, su ritmo cardíaco acelerado y su respiración agitada mientras alimenta su odio con cada palabra ; "—Te enviaré a un lugar del que nunca regresarás. Para que vivas un infierno y mueras miserablemente".

Sentía tanta impotencia que cada músculo de su cuerpo ejercía una fuerza de tensión que provocó que algunas heridas que ya estaban curando se abrieran de nuevo, se detuvo solamente al sentir un dolor punzante en su rostro. '—madre, tengo miedo de morir y no poder llevar a cabo mi deseo de venganza, te juro que no dejaré que los responsables de la caída de la familia vivan su vida en paz, no mientras yo viva".

Cae de rodillas por el dolor, perdiendo el conocimiento.

Se despierta no sabe después de cuánto tiempo, lleno de polvo y con algunas vendas manchadas con sangre. Se levanta, recoge el pico y comienza a excavar, tomando el dolor como motivación.

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Varios días después.

—Es imposible llegar tan profundo con herramientas de tan mala calidad, es la tercera vez en 5 días que se daña el pico—, "tendré que ir a investigar más sobre el trabajo de la mina".

Salió hacia el centro de la mina, pudo preguntar algunas cosas con respecto a ella.

—Hola, señor, ¿será que me podría ayudar con una cosa?—. Le preguntó a un hombre mayor que estaba en un rincón del centro de la mina, era uno de los pocos esclavos que tenían un conjunto de ropa completo, tenía un especie de chaleco de tela suave marrón y unos pantalones de cuero del mismo color, el cabello despeinado blanco que le llegaba a los hombros una larga barba grisácea que lo hacía parecer un cuidador de caballos.

—Mmm... Depende de cuánta ayuda necesitas—, respondió sin mirarlo a la cara y extendiendo su mano doblando sus dedos un par de veces.

—Tal vez ésto sea suficiente ayuda— decía mientras colocaba una piedra de aurora del tamaño de 2 pulgadas en la mano del anciano.

Mirando a los lados para asegurarse que nadie les prestaba atención, —sigueme, vamos a ayudarte, no te quedes atrás—. Se dió la vuelta en un pasillo oscuro mientras caminaba muy rápido, cruzando en varias desviaciones y casi haciendo que Arthur lo perdiera de vista.

Se detiene, voltea y Arthur casi se tropieza con el por detenerse sorpresivamente , —espera aquí —.

— No me iré a ningún lado—, dice mientras voltea a ver el camino por el que habían venido,—no conozco el camino de regreso—.

El anciano asintió con la cabeza y se alejó por otro camino.

No sabía cómo había llegado allí, se había dado la tarea de investigar todo sobre ese lugar, la información fluía de distintas personas, pero lo poco que sabían sólo que estaba atrapado en el Reino de Kyros, en una mina donde los prisioneros como él eran condenados a trabajar hasta la muerte.

Poco tiempo después, escuchó unos pasos y vió salir al anciano junto a otro hombre, éste hombre no parecía ser un esclavo, a pesar de que tenía una cicatriz en el lado izquierdo de su cara, también tenía una armadura ligera y una espada corta en su cintura.

A pesar del peso del miedo y la incertidumbre, no estaba dispuesto a rendirse. Había algo dentro de él que aún se aferraba a la esperanza, una chispa que se negaba a apagarse y encontrar una salida a ese infierno subterráneo. 

—¿Eres tú quién quiere información de la mina? O ¿alguien te ha enviado?.

—He venido porque escuché de un conocido que ustedes me pueden dar información importante.

—Ciertamente si tenemos alguna que otra información, pero ¿qué quieres saber?—

—Quiero saber todo sobre la mina, de verdad no hay ninguna manera de salir de aquí?

—Mmm... Sigueme, buscaremos un lugar más cómodo para conversar.

Juntos entraron por el camino de dónde habían venido anteriormente.

Después de unos minutos caminando, llegaron a una pared, a simple vista parecía que ahí terminaba el camino, pero después de dar un par de golpes en un punto de la pared, ésta se abrió hacia un lado revelando una entrada a una habitación bien iluminada, era muy espaciosa y en el centro de ella había una mesa redonda de piedra con 6 asientos.

—Sientate, vamos a demorar un poco mientras te digo todo, voltea a ver al anciano y le dice,— trae té y dos vasos.— aquel hombre asintió y se dirigió a una habitación separada.

—Ésta mina, en realidad es más antigua de lo que parece, tiene alrededor de mil años, según información encontrada por nuestra organización, existían 5 entradas diferentes a la mina, aunque actualmente se supone que hay 3 entradas, nadie sabe que pasó con las otras dos, podemos suponer que debido a un desplazamiento de tierra, fueron sepultadas en algún lugar de la mina—.

—Aunque eso sucedió hace mucho tiempo, la organización a la que pertenecemos tiene casi 400 años de antiguedad y la información que poseemos está tallada en piedra alrededor de habitaciones secretas.

—Hasta hace 400 años, ésta mina pertenecía al Reino Nórdic, era una mina con una ciudadela exterior muy próspera, pero debido a un incidente desconocido, la ciudadela fue ocupada por el Reino Kayros y desde entonces la mina es utilizada como prisión y una mina de trabajo forzado—.

—¿Es verdad que perteneció al Reino Nórdic?, entonces ésto sucedió después de la gran guerra de hace 400 años. Olvídalo, es una historia muy larga, continúa.

—Si tienes razón, fue después de la gran guerra, desde ese entonces asesinos, prisioneros de guerra, nobles caídos y personas que fueron despojadas de sus tierras, todos fueron enviados aquí con el propósito de extraer minerales, para asegurarse de que nunca más vean la luz del sol y que tengan una muerte miserable—.

—Las 3 entradas a la mina tienen un nombre, todas son de diferente tamaño y se dirigen a distintos lugares de la mina. La puerta central "Puerta del Sol", es la más grande mide alrededor de 10 m de un lado a otro, es por dónde se envían los carros cargados hacia la superficie.

—La puerta del Dragón del este, es por dónde envían a los esclavos y prisioneros de guerra que deben de ser enviados a la zona mas peligrosa de la mina para que tengan mas oportunidades de morir—.

—La puerta del Fénix del Norte, es dónde envían a los condenados y nobles caídos, así cómo también se envían los suministros como agua y alimentos, aunque en muchos casos también se puede traer armas y algunos lujos de contrabando. De ahí provienen la mayoría de las cosas que son vendidas en el mercado subterráneo secreto.

—También tenemos registros de las dos puertas restantes, sus nombres eran: Puerta del tigre blanco del sur y puerta del basilisco del oeste, pero no sabemos exactamente dónde encontrarlas. Sólo podemos intuir que se encuentran entre los caminos más peligrosos de la mina, dónde envían a los esclavos y prisioneros de guerra a morir.

Mencionaste un mercado secreto, me podrías hablar de él?—

—Señor, aquí traigo el té, con su permiso.

—Bien, ya se me estaba secando la garganta, Bebé, ¿Cuál era tu nombre?

—Mi nombre es Arthur, ¿su nombre es?—

Llámame Soul, Soy un oficial de Supremacy.

—Permítame servirle, joven.

Ya te puedes retirar Klaus.

—Gracias, con permiso, Señor... joven Arthur.

—¿Qué es Supremacy?—

—Una pregunta a la vez joven, te hablaré del mercado secreto, respecto a Supremacy, no hará falta que te lo diga, tarde o temprano lo sabrás,

El mercado secreto está ubicado en el camino oeste de la mina, tiene un túnel que lo conecta directamente a la salida norte, por dónde traen todo tipo de contrabando de mercancías.

La mayoría de los que trabajan ahí son esclavos que asesinaron a sus jefes de área o a todos sus compañeros y huyeron, todos pertenecen a la organización Supremacy, por eso los encargados de la mina no se atreven a interferir con el asunto del mercado secreto, en cambio son los que nos venden la mercancía, así se mantiene el equilibrio de la mina.

—Bueno, creo que debe ser suficiente información para el pago, vamos, te acompaño a la salida.

—Klaus, llévalo de regreso.

—Como diga, señor. Voltea a mirar a Arthur —sígame joven.

—Gracias por la información.- dice Arthur mientras al mismo tiempo inclina su cabeza levemente.

—No hay por qué agradecer, los negocios son negocios. Dijo Soul, mientras entraba lentamente agitando su brazo a la habitación.

—Arthur llegó nuevamente al centro de abastecimiento, regresó la mirada, pero ya no había nadie detrás de él, quiso seguir indagando alguna información más, así que decidió preguntar a otras personas.

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—Señor, por qué le dió información tan importante a ese chico. Podría traer problemas con los jefes si se enteran.

—Klaus, sabes la razón por la que estoy en éste lugar, ¿cierto?

—Por supuesto señor, se que usted era un oficial de alto rango en la Ciudad de Fioren del Reino Oriental, pero ¿qué tiene que ver eso con él?

—La persona que ocasionó la destrucción de mi unidad, me capturó cómo esclavo yo me envió a este lugar, es conocido como "Llanto de sol" y su marca es un son con un ojo y una gota de lágrima que cae de él.

—Observa bien—, decía mientras retiraba la máscara que cubría la mitad de su cara, revelando su marca de esclavo.

—Esa persona fue enviada aquí por él.

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Centro de abastecimiento.

Arthur había recorrido la mayoria de puestos y ya estaba a punto de irse, sabía que entre ellos había quienes sólo estaban esperando la oportunidad para aprovecharse de los débiles, aún así descubrió que a pesar de las diferencias, la mayoría compartía un enemigo común, le contaron sobre la jerarquía en la mina, de cómo los encargados más viejos tenían ciertos privilegios y de los intercambios que se realizaban en la clandestinidad. La mina no era solo un lugar de trabajo forzado, sino que, en las sombras, existía una especie de sociedad subterránea.

Algunos esclavos parecían extrañamente despreocupados, casi como si tuvieran algún tipo de secreto. Estos hombres solían terminar su trabajo antes que los demás y desaparecen por horas, al regresar, traen nuevas ropas o comida que no provenía de los supervisores. Fue así como se dio cuenta de que esos hombres habían encontrado una manera de obtener más beneficios.

Poco a poco, fue descubriendo que más allá del trabajo agotador en las cavernas. Los esclavos habían organizado un sistema de intercambio, un mercado secreto donde podían conseguir desde alimentos hasta ropa y herramientas. Este mercado clandestino no estaba controlado por los jefes de mina o los soldados del Reino, sino que era producto de la corrupción de soldados del Reino de Kayros, conjunto a una organización creada por los propios prisioneros llamada "Supremacy". Funcionaba a través de un sistema de trueque, pero no con cualquier objeto; la única moneda que tenía valor allí eran las piedras de aurora de baja calidad o más alta calidad.

Si quería sobrevivir y algún día escapar, necesitaría acumular piedras de aurora y esconderlas. Cuantas más tuviera, tendría más información y oportunidades de salir de ese lugar, y quizá incluso pudiera sobornar a alguien para que lo ayudara a salir de allí.

Mientras recolectaba pequeños fragmentos de información, no podía evitar que su mente volviera, una y otra vez, a la fatídica noche en que su vida cambió para siempre.

El recuerdo de su familia, masacrada frente a sus ojos, lo perseguía como una sombra constante.

Tenía que salir de allí y encontrar a Sophia, dándole una razón para seguir adelante. Si iba a honrar el último deseo de su madre, no podía permitir que el dolor lo derrotara.

Aunque la vida en la mina sea una pesadilla, iba a sobrevivir.

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Cuatro meses transcurrieron en un instante...

Entraron varios hombres acompañados por terry, todos salieron de sus cuevas, la mayoria de los hombres allí eran caras nuevas, el ambiente se podía sentir menos tenso de lo habitual. El encargado entró, su figura imponente proyectando un aura de autoridad absoluta e imponente.

—¡Vengan aquí! —gritó con su voz habitual, como si no pudiera hablar de otra forma. Los trabajadores se apresuraron a formar filas desordenados frente a él.

—Al parecer —dijo con desdén—, han mejorado un poco. Todavía no es suficiente, pero supongo que es algo. Esta semana fueron la cuadrilla con más aportaciones. ¡Me han felicitado por eso! Así que sigan así.

Los hombres intercambiaron miradas confundidas, con una mezcla de alivio y miedo.

—En unos días los llevaré a un nuevo sitio de excavación, hemos encontrado una veta, una de grado alto. Pero si no trabajan como es debido, se la darán a otros. La próxima semana me deben entregar un 20% más. Y no quiero excusas.

Arthur había pasado tanto tiempo cavando, cargando piedras y extrayendo piedras de aurora, aunque ya se ataba acostumbrando al trabajo de fuerza, su cuerpo por las noches sentía como si estuviera por colapsar en cualquier momento.

Terry siguió explicando 

—Los mejores resultados tendrán beneficios. Para mí, claro está. Pero lo que es bueno para mí, también es bueno para ustedes. Traeré mejor comida, una cama más cómoda... incluso herramientas de calidad decente. Recuerden que los mejores de la semana obtendrán 100 créditos en sus anillos de trabajo.

Los créditos, ya les he explicado anteriormente, deben ir al registro central para que a través de los anillos que todos llevan en sus manos depositen las piedras defectuosas en el libro de crédito.

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De la información que había recaudado anteriormente, pudo investigar sobre cómo funcionaba el mundo, cosas que durante su vida cómo joven señor de la familia Ashki, nunca habían tenido importancia para él.

En el continente de Aurora, bajo la superficie de la tierra, existen afluentes de energía pura conocidos como el Afluente Celestial. De estas corrientes surge la Aurora Celestial, una energía tan poderosa que, cuando se filtra lentamente a través de ciertas formaciones rocosas, las transforma en lo que se conoce como piedras de aurora. Estas piedras, al absorber la Aurora Celestial, se convierten en acumuladores de energía, adquiriendo distintos grados de valor según la cantidad de energía que contengan.

Tipos de Piedras de Aurora:

1. Piedras de aurora de baja calidad: Pequeñas del tamaño de una semilla de girasol, con una capacidad mínima de energía.

2. Piedras de aurora normales: del tamaño de un botón de Rosa, con una cantidad moderada de energía.

3. Piedras de aurora de calidad media: piedras del tamaño de una pulgada de diámetro, bastante codiciadas por su eficiencia energética. Capaces de alimentar lámparas de iluminación durante semanas, para crear artefactos mágicos, armas mágicas y otros diferentes usos.

4. Piedras de aurora de calidad alta: Muy raras de hasta 4 pulgadas de diámetro, capaces de almacenar grandes cantidades de Aurora Celestial. Son tan valiosas que con una sola piedra cualquiera pudiera comprarse una mansión pequeña.

5. Piedras de aurora de calidad superior: Piedras que casi se convierten en "auroras" pero no lograron almacenar suficiente energía. Piedras del mismo tamaño de una de alta calidad, pero con una concentración de energía mas grande y pura.

6. Mineral de Aurora ("Auroras"): Cristales casi puros, de un color cyan brillante con una forma indeterminada, más parecido a la aguamarina, tiene un valor altamente energético, la fuente más poderosa y buscada. Usado para crear magia poderosa, los artefactos de más alta calidad pero su mayor uso es en el ámbito militar.

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Aparte de estas, también circulaban piedras defectuosas, comúnmente conocidas como "piedras fallidas". Estas piedras, aunque alguna vez contuvieron energía, se habían desgastado con el tiempo o simplemente habían desarrollado grietas, lo que les impedía seguir acumulando Aurora Celestial. Las piedras defectuosas venían en tres calidades: baja, media y alta, pero todas compartían el mismo destino: se utilizaban únicamente como moneda de cambio dentro de la mina. Aunque no servían para propósitos mágicos o energéticos, en el mundo subterráneo para los esclavos eran esenciales para conseguir comida, ropa o herramientas.

Aún estaba procesando toda esta información cuando vio al señor Lee acercarse lentamente hacia él. El hombre, curtido por los años, tenía una expresión serena pero cargada de autoridad.

—¿Qué has recolectado hoy, muchacho? —preguntó el señor Lee con voz grave.

Arthur abrió la bolsa y le mostró las piedras defectuosas que había sacado. El señor Lee las miró con desdén, pero sin sorpresa.

—tienes mala suerte chico la mayoría de las piedras son defectuosas —dijo mientras revisaba una de las piedras con grietas visibles—. No son gran cosa, pero al menos te servirán para sobrevivir aquí abajo. Entrega las de baja calidad para tu cuota diaria y el resto de ellas al libro de créditos en el registro central.

—¿El libro de créditos? —preguntó Arthur, un tanto confundido. Arthur no estaba presente en el momento en que el jefe Terry dió su explicación del llamado libro de crédito, motivo por el cuál no conocía nada de lo que se conocía con respecto a ésto.

—Sí, allí se lleva el control de todas las piedras que extraes. Aunque estas sean defectuosas, puedes intercambiarlas por créditos. Son nuestra única moneda en esta cueva, y si quieres comer o tener un lugar más decente donde descansar, necesitarás bastantes de ellas. —El señor Lee hizo una pausa y añadió—. Solo asegúrate de no acumular demasiadas de estas sin intercambiarlas, siempre hay ojos mirando por todos lados las cosas ajenas, es la principal razón de los saqueos y muertes en toda la mina, 

Las piedras de baja calidad como estas se consumen rápido, esa es la razón por la que hay quienes buscan la manera más fácil de obtenerlas, matar y robar.

Asintió lentamente. Sabía que necesitaba entender mejor cómo funcionaba este sistema si quería sobrevivir. El libro de créditos era un registro que llevaba cuenta de las piedras de aurora defectuosas que cada esclavo entregaba. Aunque las piedras ya no tuvieran energía, su valor como moneda estaba asegurado a través de este sistema. Los esclavos llevaban anillos especiales, llamados anillos de trabajo, con pequeños cristales incrustados, que funcionaban como un registro personal de sus créditos. Cada vez que entregaban piedras en el registro, el anillo se actualizaba automáticamente, mostrando la cantidad de "créditos" que poseían.

El sistema fue creado con la intención de disminuir la cantidad de muertes por asaltantes o peleas internas entre esclavos. Asegurando un intercambio seguro y estabilizando grandemente la situación de la mina.

—Gracias, señor Lee —dijo Arthur,—Haré lo mejor que pueda.

—Bien, se que lo harás, yo cubriré tus espaldas, así que no te preocupes, dedícate a excavar y yo cuidaré que nadie se aproveche de tu ausencia para llevarse algo.

Arthur asintió en silencio. Mientras cargaba su saco de piedras hacia el registro central, entendió que las piedras defectuosas eran su mayor recurso en aquel lugar. Esa comprensión era clave para su supervivencia en la mina.

El registro central estaba abarrotado de mineros, todos entregando sus cargas bajo la estricta vigilancia de los guardias. Arthur se movió entre ellos, cuidando de no llamar la atención, pero no pudo evitar sentir la presencia de ojos observándolo desde las sombras. No era paranoia; claramente alguien estaba viendo lo que hacía y lo estaba siguiendo.

—Arthur, ¿verdad? —preguntó un hombre corpulento detrás de la mesa de registro, consultando una lista.

— Primera vez aquí ¡Eh!, — Buen trabajo. Pero no te confíes. Aquí, un día puedes ser el mejor y al siguiente desaparecer sin dejar rastro.

Arthur apenas murmuró una respuesta, entregó su saco de piedras, le dieron un anillo especial que almacenaba datos de lo que había entregado, se desvió al almacen de distribución de comida, recogió las escasas raciones que le correspondían.

Mientras se alejaba del área central de la mina, una sensación de inquietud lo recorrió. Sentía que algo grande se avecinaba, y tendría que estar preparado para lo que fuera.

Cuando regresaba a la cueva pudo sentir una sensación de que alguien estaba a sus espaldas, de inmediato volteó y con un —¡¿ Quién anda ahí?! Pido ver una sombra moverse inmediatamente.

—Vaya, tienes buenos sentidos, no imaginé que sería descubierto por ti. Se escuchaba desde las sombras al mismo tiempo que desde ella salía poco a poco la silueta de una persona que lo miraba fijamente y le dice— tiempo sin vernos, mi señor quiere verte otra vez, tiene algunas preguntas que hacerte.

Tu eres...

Horas más tarde en la cueva

—Lo hiciste bien, chico. Pero ahora empieza lo difícil —le dijo Lee, apoyándose en un pico mientras observaba la salida oscura de la habitación—. No solo se trata de excavar, sino de sobrevivir a lo que no puedes ver.

Arthur asintió, pero en su interior sabía que las cosas se complicarían mucho más de lo que su maestro pensaba.