Año 256 del Reino Mercia.
Ciudad Shwarts, castillo del Duque Vincent Valens.
En una habitación iluminada por algunas piedras de aurora incrustadas en el techo. Se encontraba un hombre alto y apuesto de aproximadamente 28 años en un escritorio inmenso, sentado con las manos en la barbilla y una mirada que reflejaba preocupación.
La puerta de la habitación se abrió lentamente, dando paso a la silueta de una joven mujer, de cabello castaño claro, ojos marrones casi crema, que con mirarlos no podrías evitar sentir atracción, una figura tan esbelta y sensual que sería inolvidable para cualquier hombre que la vea pasar.
— Cariño, han llegado los informes sobre las ciudades del Norte. ¿Quieres que me haga cargo? O ¿vas a leerlos por ti mismo?
— Jahhh... suspiró. Seredine, no debes preocuparte, todavía tengo fuerzas, cómo señor de éstas tierras es mi responsabilidad encargarme de éstas cosas, pronto acabarán todos nuestros problemas y podremos salir a pasear por todo el territorio, viendo las caras llenas de alegría de nuestro pueblo.
— Seredine: Vincent, yo sé lo mucho que te preocupa tu pueblo y que haces todo lo posible por ayudarlos y solucionar todos los problemas que persisten en el territorio. Pero debes saber que ellos también se preocupan por tu estado de salud, sabiendo que has decaído por trabajar en exceso.
— Vincent: Lo sé querida, pero no puedo descansar hasta poder al menos cumplir con las necesidades básicas, es difícil ver cómo mueren de hambre, cómo los niños están en las calles buscando qué comer, además de que hay reportes de agresiones por parte de los caballeros en algunas ciudades.
Seredine caminó lentamente hacia él, colocándose en su espalda y abrazándolo.
— Seredine: necesitas desestresarte, qué te parece si nos vamos a dormir ahora y mañana terminas de revisar éstos documentos. Le dió un beso en la mejilla, mientras que lo acarició suavemente, provocando que Vincent se relajara un poco y le diera un beso en la boca.
—Vincent: está bien querida, revisaré éstos documentos mañana. Lo único que me tiene preocupado es que vivimos en la cuarta región más grande, pero también es la más pobre. El Reino es un paraíso comercial y nuestra región no refleja esa prosperidad. Debemos descubrir la corrupción que consume nuestras tierras.
—Cuando llegué a éstas tierras hace tres años, casi me rindo. Al ver el estado de la ciudad, sentí repudio hacia lo que ellos llaman vida, que no es más que una forma de vida miserable. Mi tío, era tan negligente a la hora de gobernar, que dejó todo en mis manos, tal vez como forma de redimirse.
—Si logramos reactivar la exportación de las minas de aurora y atraer comerciantes, podríamos garantizar alimentos y mercancías, convirtiendo éste lugar en un lugar digno para vivir .
— Seredine: Yo se que encontrarás alguna solución cariño, pero ya será mejor que descanses, mañana podrás leer los informes y pensar con más claridad. Dijo mientras lo llevaba de la mano a la habitación contigua.
Después de un largo tiempo, Seredine se levantó de la cama.
— Seredine: Mañana será un gran día, dulces sueños cariño. Despidiéndose con un beso y una caricia en el cabello, salió de la habitación.
Entró a la oficina, tomó las cartas sobre la mesa, pudo ver los remitentes de cada carta, tomó un par de ellas y salió de la habitación, buscando al comandante de los caballeros que estaba de turno.
— Seredine: Comandante Joseph, necesito tu ayuda con ésto. Le dijo mientras le mostraba las dos cartas.
— Joseph: Mi señora, dijo con una reverencia, permítame observar las cartas. Respondió al mismo tiempo que recibía las cartas.
Se mudaron a una sala de reuniones y después de un par de horas de analizar y descifrar el mensaje de las cartas, comenzaron a planificar los siguientes pasos de su plan.
A la mañana siguiente.
Con el sonido de las cortinas abriéndose y los rayos del sol que iluminaron su rostro, se despertó el Señor Vincent.
— Señor, el desayuno está servido, dijo un hombre mayor vestido de mayordomo, mientras lo ayudaba a levantarse de la cama y llamaba a las sirvientas para que le trajeran el cambio de ropa.
— Vincent: Alfred, gracias por despertarme, dijo mientras dirigía su mirada al lado opuesto de la cama y preguntó; Seredine, ¿sabes dónde está?
— Alfred: Señor, la duquesa salió muy temprano hacía la Ciudad Memphis, dijo que tenía asuntos importantes.
— Vincent: Que extraño, no me dijo nada de salir de la ciudad, ¿Sabes quién ha ido con ella?
— Alfred: Si señor, salió junto al primer comandante de los caballeros de Shwarts y sus hombres.
— Vincent: Si es así, podré estar tranquilo, vamos, todavía me queda trabajo por hacer, trae a Phillipe, tengo una tarea muy importante para él.
— Alfred: De inmediato señor. Con una reverencia se despidió y salió de la habitación.
— Vincent: Ah, Alfred.
— Alfred: ¿Señor?
— Vincent: No hables con nadie sobre Seredine.
— Alfred: Es mi deber señor, no tiene que preocuparse, con su permiso. Dijo mientras cerraba las puertas de la habitación.
Al acercarse al escritorio, Vincent pudo notar algo diferente, las cartas de los informes sobre el estado de las ciudades en su territorio y los poblados pequeños estaban abiertas.
Inmediatamente tomó el fajo de cartas y comenzó a leerlas de manera apresurada.
—Phillipe: Señor, he venido, ¿En qué puedo servirle?
— Vincent: Excelente Phillipe, tengo una tarea muy importante para ti, necesito que seas lo más discreto posible, debes de salir de la ciudad, prepara a tus hombres, sientate, te contaré sobre el plan de Seredine.
Unas horas después...
— Vincent: ¿Entendiste? Preguntó, después de haberle dado toda la información de la misión.
— Phillipe: señor, confíe en mí, tenga seguridad que la misión será un éxito. Decía de manera apresurada pero con un tono de seriedad fuerte, para luego salir de la habitación.
— Vincent: haaa... Seredine… sé que tomas tus decisiones pensando en el bien de este territorio, pero, ¿Qué planeas hacer? No puedo detenerte, pero te pido que tengas cuidado... no quiero perderte. Su mirada se perdió en el horizonte más allá de la ventana, como si esas palabras pudieran atravesar la distancia y alcanzar los oídos de su amada.
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Ciudad Memphis 6 días después.
Desde la distancia se puede ver una ciudad castillo, en la parte baja de un valle, con más de 100 hectáreas de superficie, al norte terminaba en el cauce y encuentro de dos ríos provenientes del Norte, formando una frontera natural con los reinos de Nórdic y Kayros.
Mientras el carruaje avanzaba por las calles empedradas de Memphis, Seredine observaba atentamente ambos lados del camino, hombres con rostros hundidos y cuerpos encorvados caminaban sin fuerzas, algunas mujeres sostenían a sus hijos en brazos, intentando protegerlos del frío con telas desgastadas. Niños descalzos corrían entre los callejones, con la ropa sucia y el cabello descuidado, buscando las sobras que alguien deje al comer.
Al llegar frente a la mansión principal, el contraste era abrumador. La entrada estaba impecable, flanqueada por caballeros con armaduras brillantes con el emblema del señor de la ciudad.
Los jardines lucían cuidados, con los arbustos perfectamente podados, como si este lugar existiera en un mundo aparte, ajeno al hambre y la desesperación que se extendían más allá de sus muros.
Seredine descendió del carruaje con elegancia, ajustando su vestido, mientras los guardias inclinaban la cabeza en señal de respeto.
— ???: Duquesa Valens, bienvenida a mi ciudad. No esperaba su visita, disculpe por no haberla recibido como se merece.
— Seredine: No se preocupe, señor Mathew. Discúlpeme por llegar sin previo aviso.
— Mathew: Está en su casa, duquesa. No hacen falta tantas formalidades. Por favor, adelante, la acompaño al gran salón. Hizo una leve reverencia y señaló la puerta para guiarla.
— Seredine: Muy amable, señor Mathew. Por favor, guíe el camino. Respondió con una sonrisa cortés.
Mientras caminaban, se podía sentir el ambiente pesado, cuando un silencio incómodo llegó a la escena.
Hasta que alguien habló, rompiendo temporalmente la situación incómoda.
— Mathew: Disculpe mi atrevimiento, señora, pero, ¿a qué se debe el honor de su visita?
— Seredine: He venido a supervisar los negocios familiares aquí en Memphis. Es la primera ciudad que visito; planeo recorrer otros territorios. Sabe cómo están las cosas últimamente, ¿cierto? Es nuestro deber como señores de estas tierras ayudar al pueblo.
— Usted también debe estar enfrentando dificultades con la falta de alimento y mano de obra. Comentó mientras escaneaba la reacción del hombre.
— Mathew: Por supuesto, mi señora, no tiene idea de lo difícil que es para mí ver a mi pueblo sufrir por la escasez. Respondió con evidente incomodidad, que ella notó de inmediato.
—Ya llegamos. Por favor, pase adelante.
— Seredine: Gracias. El camino me ha dejado un poco agotada. Pida algo de beber para mí, por favor.
— Mathew: De inmediato. Hizo un gesto con la mano y unas sirvientas se acercaron. Vayan con el chef y díganle que envíe los mejores aperitivos y el mejor té que tenemos.
Pasó algo de tiempo y regresaron con un carro lleno de dulces, tazas y jarras de té.
— Mathew: Permítame servirle. Este té viene del sur de Dantes, un lujo incluso allí. Si gusta, le podría obsequiar un poco. Estoy seguro de que el duque lo apreciará.
— Seredine: ¡Qué interesante! Debe ser un té exquisito si es tan apreciado entre los nobles. Comentó con un tono coqueto, acercándose con sensualidad. ¿Qué tendría que hacer para conseguir algo así?
— Mathew: No se preocupe. Tengo contactos en el gremio que estarían encantados de hacer negocios con usted. Hizo una pausa, desviando la mirada hacia ella. Sin embargo, son difíciles de localizar. Tendría que viajar al sur para encontrarlos, lo que me tomaría al menos dos meses para viajar y regresar al ducado. No puedo abandonar mi posición por tanto tiempo.
— Mathew la miró fijamente, su expresión aguda cómo un ave analizando los movimientos de su presa. A menos que nos sentemos a hablar y hagamos un trato donde todos podamos beneficiarnos. Dijo, alargando intencionalmente las últimas palabras.
— Seredine asintió mientras se acercaba un poco más, casi pudiendo escuchar la respiración del hombre frente a ella. ¿Qué beneficios?, ¿Podrías especificar un poco?, le dijo casi al oído al mismo tiempo que revelaba un poco de la piel de sus pechos al inclinarse.
— Mathew: pues, yo creo que.... El hombre un poco nervioso e impresionado por la manera en que estaba progresando la conversación. Eso lo podemos conversar en privado, ¿No cree? Si gusta, podemos ir a una habitación más acorde.
— Seredine: Me encantaría, dijo mientras hacía una mueca con la boca, pero tengo una cita muy importante, que le parece si nos encontramos un poco más tarde, así podemos seguir con nuestra conversación más tranquilos.
Así le da tiempo de preparar algo mucho más sorprendente, ¿No cree? Decía de manera pícara mientras se alejaba lentamente hasta llegar a la ventana y posarse con sus manos en ella en una pose sensual, mientras miraba hacia el exterior.
— Mathew: Grandioso, si lo dice de esa manera, le aseguro que no la defraudaré y cumpliré con todas sus expectativas. Me muero por verla a primera hora después de la caida el sol, ya estoy anhelando que llegue ese momento.
— Seredine: *suspiró profundo*, yo tampoco puedo esperar más, pero me temo que ya me tengo que ir, regresaré ésta noche con la expectativa muy alta. Respondió de manera coqueta, para luego desaparecer por la puerta principal.
Una hora antes, en el centro de la ciudad Memphis.
— ???: Mi señora, ¿Está segura que estará bien sola en la mansión de ese hombre?
— Seredine: No te preocupes, tengo mis planes para tratar con ese hombre, el trabajo más importante lo tienes tú, no olvides tu misión, tenemos que averiguar todo lo que sabe ese hombre.
— ???: No la defraudaré.
— Seredine: Gracias Ronan, sé que puedo confiar en tí como comandante de los caballeros.
— Seredine: debes ir por tu cuenta, tienes que partir algunas manzanas antes de llegar a la mansión, no quiero ocasionar sospechas, sigue el camino hasta nuestra oficina comercial, asegúrate de organizar las cosas por mi.
— Ronan: A sus órdenes, mi señora, le deseo lo mejor, enviaré a dos hombres expertos en habilidades mágicas para protegerla en secreto.
El carruaje se detuvo un momento en medio de una calle comercial abarrotada, de él salieron 2 personas, una entró en una tienda de ropa para damas y la otra desapareció entre la multitud, sin dejar ningún rastro.
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Momentos después de la reunión de Seredine con Mathew.
A las afueras de la mansión del señor de la ciudad, un carruaje lujoso esperaba a su pasajera, una mujer esbelta de gran estatura y con paso firme que sale de la entrada principal hasta llegar al carruaje, observa al conductor y éste asiente mientras le sonríe.
¡Arre! Se escuchaba, mientras los sonidos de los cascos del caballo se alejaban de la mansión.
— ???: ¿Señor? En qué le puedo servir, dijo un mayordomo al responder al llamado de su señor.
— Mathew: Felipe, necesito que me prepares la mejor habitación para ésta noche, con las mejores flores, los mejores dulces de la ciudad y algunos juegos de mi habitación secreta, ésta noche será inolvidable. Pronunciando esas palabras con un tono de euforia, mientras observaba aquel carruaje alejarse poco a poco entre la multitud.
— Felipe: De inmediato señor, respondió al mismo tiempo que salía de la habitación.
Mientras tanto en el carruaje.
Se abrió una puerta desde abajo de los asientos, de él sale un hombre vestido totalmente como sirviente.
Se escuchó un suspiro profundo al mismo tiempo que se escuchaba la voz de la mujer.
— Seredine: Dame tu zapato, rápido. Decía desesperada.
— Joseph: Aquí tiene, mi señora.
— uwg..uwaag, no me permitas hacer algo así la próxima v... Waaag...
— Joseph: ¿Se encuentra bien? Le dijo inmediatamente con tono de preocupación.
— Seredine: Si, no es nada, sólo que no podía soportar un segundo más frente a tan desagradable y apestoso hombre, es increíble lo horrible que es solamente tenerlo al frente, que ser tan repugnante.
— Joseph: Le dije que no era necesario verlo ahora mi señora, pudimos haber esperado ir en la noche, me podría haber infiltrado fácilmente y lograr nuestro objetivo.
— Seredine: No seas arrogante, esa mansión está llena de guardias, no sabemos si tienen a alguien fuerte contra quién no podríamos hacer nada, es muy probable que , en cambio a plena luz del día, procurará tenerlos donde le sea más fácil de encontrar. Olvida eso, dime ¿Tuviste éxito?
— Joseph Encontré algunos documentos, hice una copia de la información en éste anillo de almacenamiento, pero no pude obtener información que lo vincule con el Reino Nórdic o sobre la extracción de minerales, ni la ubicación de las minas.
— Seredine: Parece que tendré que volver ésta noche. Que desagradable.
— Joseph: No tiene por qué arriesgar tanto, mi señora, déjeme encargarme del resto.
— Seredine: Tengo que hacerlo, sólo así estaré segura de que no dejará que nadie entre a su mansión mientras está conmigo, ni siquiera sus guardias estarán cerca.
— Joseph: Señora, me encargaré de encontrar toda la información y la buscaré antes de que ese miserable le ponga un dedo encima.
— Seredine: haaa.. suspiró. Vamos, quiero terminar rápido con los negocios y descansar después de un baño.
— Joseph: Entendido, saldré para asegurarme de que no suceda algo inesperado.
— Seredine: Espera, te olvidas de ésto. Dijo apresuradamente señalando el zapato en su mano.
— Joseph: Parece que ya no lo necesito mi señora, pero con gusto me desharé de eso por usted.
— Seredine: Je je je, gracias.
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Momentos más tarde.
— Conductor: Duquesa, hemos llegado.
— Seredine: Muy bien, abre el carruaje.
— ???: Bienvenida mi señora, es un verdadero placer recibirla, nos honra con su presencia, Estamos para servirle en todo lo que usted demande.
— Seredine: Gracias, llama al encargado y dile que lo espero en la oficina principal, pero antes envía a alguien a traerme algo dulce de comer, ah, también trae algunos vestidos de noche y un sastre.
— ???: Si señora, de inmediato. Respondió, mientras salía rápidamente por una puerta pequeña en la parte posterior de la habitación.
Poco después se escucharon algunos pasos en dirección a la habitación, la puerta rechinó al abrir y por ella entró un hombre mayor de cabello blanco, la barba cortada en forma circular, vestido con una túnica azul con detalles en dorado y blanco, con un bordado de diseño extravagante alrededor del cuello, de gran estatura y con gran postura.
Su caminar reflejaba clase, con una sonrisa amable y su mirada fija en Seredine, hizo una reverencia de rodillas.
— ???: Mi señora, perdóneme por no haberla recibido personalmente, debe saber que las cosas en la ciudad no están tan bien como se vé. He estado muy ocupado tratando de mantener los negocios a flote.
— Seredine: No te preocupes por eso Harold, discúlpame tú, por no haber informado mi llegada. Dejando eso a un lado, estoy aquí por otra cosa.
Vincent y yo hemos leído los informes que nos han enviado, estamos preocupados por la situación del territorio, por eso, quiero que me expliques que es lo que está pasando realmente.
— Harold: Pensé que no recibirían los informes, hemos enviado a muchos mensajeros pero han sido interceptados sin exito. La cantidad de espías que hay en la ciudad no es normal.
Estábamos planeando secretamente mover nuestras instalaciones a la ciudad de Tryon al sur de aquí.
— Harold: la información ha sido de gran importancia, pero aún así sólo pude enviar parte de la información encriptada y esperar a que el Duque la interprete correctamente, Gracias a los dioses la tarea ha sido completada perfectamente.
— Seredine: quiero oir el resto de la información, sé que tiene que ver con la interferencia de personas externas al reino, provocando la desestabilización de nuestro territorio, no sabemos lo que estan haciendo o cuáles son sus planes, Memphis es un traidor. Esa es la información que recibí. Ahora toca organizar la información completamente ¡Joseph!.. entrega los papeles.
— Joseph: De inmediato.
— Seredine: Él es el comandante de la primera orden de caballeros Shwarts. Te hará entrega de toda la información que hemos recibido de otras ciudades del norte del territorio, además, información obtenida recientemente de la oficina principal del Señor Mathew.
— Harold: Reina, Folt, reciban los documentos,¡Tengan cuidado de dañar algo!
— Joseph: Señora, estos son los documentos que me encargó.
En ese momento ingresó un joven caballero, aparentemente de 20 años de edad, con una cicatriz en su mejilla izquierda con unos ojos verdes que en ellos reflejaban seriedad y entrega total por su deber, con una estatura imponente de alrededor de 1.90, observó toda la habitación, indicando a los guardias que dejaran los documentos en el centro de la habitación, caminó hasta que llegó a los pies de Harold y dejó unos paquetes de documentos en sus manos.
— ???: Aquí está toda la información, ya mi trabajo está hecho, la esperaré afuera, Duquesa. Dijo el hombre con tono respetuoso y haciendo una pequeña reverencia.
— Seredine: Harold tienes la tarea más importante ahora, Verifica si hay alguna información útil que nos ayude a descifrar lo que tienen planeado hacer en nuestro territorio. Ahora, quiero que me expliques lo que redactaste en los informes. Luego de eso me iré a descansar, el viaje ha sido muy largo.
— Harold Como ordene, le hablaré desde que comenzó todo.
Anteriormente la ciudad Memphis, se caracterizaba por ser el punto comercial e intermediario entre Nórdic y Kayros, hasta hace un año, el comercio en la ciudad era próspero, aunque no era una red comercial tan grande, al menos servía para dar sustento a la población.
La situación comenzó a decaer luego de que el señor de la ciudad, por alguna razón desconocida, cerró el comercio con el reino Kayros.
No teníamos información hasta hace poco más de 2 meses, cuando hemos descubierto una cierta cantidad de carruajes encubiertos, que han estado saliendo de manera irregular hacia el norte, por el río Nord frontera con el Reino Nórdic. Quisimos averiguar que estaba sucediendo y enviamos a algunos espías a investigar.
Desafortunadamente no recibimos noticias por un mes, hasta que un día, uno de nuestros espías más confiable nos trajo información muy delicada. Después le daré más detalles sobre ello.
Actualmente somos pocos comerciantes los que hemos logrado sobrevivir al constante ataque por parte del señor de la ciudad, pero muchos ya han abandonado sus negocios o los han cambiado de ciudad.
— Harold: Puede ir a descansar, mi Señora, Yo me encargaré de revisar estos documentos, si encuentro algo enviaré a un sirviente a encontrarla.
— Seredine: No es necesario, vendré ésta noche después de la novena campanada. Dijo Seredine antes de levantarse y salir de la habitación, su cara reflejaba una gran determinación y sus pasos eran firmes. Todos en la sala la vieron cómo su salvadora, con un aura radiante que les da confianza y seguridad.