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Chapter 14 - Capítulo 13: La bruja del abismo

— Gerom: Oh, has venido al lugar ideal, está tienda es la más antigua de toda la mina, de hecho fue la primera de todas, al principio fue creada para ofrecerle mejores cosas a los encargados de la mina, desde mucho antes de que la mina perteneciera a Kayros y aún era parte del territorio de Seredine.

— Arthur: Mmm, ya que lo dice, tenía dudas de que ésta mina pudo haber sido parte de Seredine anteriormente, por algunas historias que he escuchado hace poco, pero no entiendo, cómo es que el Reino con el ejército más fuerte, pudo perder territorio ante el reino más salvaje y lleno de hambrunas.

— Gerom: Mmm, pues se debió a algo muy curioso, se podría decir que el Rey de Seredine en ese entonces falleció en el año 10 después de su fundación y el aún joven Reino no era tan imponente cómo lo es ahora. Kayros había atacado al Reino de Mercia, la guerra terminó en una lucha sangrienta sin sentido.

Después de eso el trato contra Seredine fue muy hostil, por parte del Reino de Mercia, atacó constantemente por dos años hasta que se dijeron cuenta que no podían competir con las crecientes fuerzas de Seredine.

El principe de Kayros, Delinger, Visitaba a los pueblos de la frontera constantemente para ver a todas las jóvenes mujeres y llevarse a las más hermosas para su propio placer, aprovechando su visita para charlar con los lords del norte.

—Debido a la disconformidad de los señores de distintas ciudades, inició una revuelta confabulado con algunos señores de las dos ciudades pilares del norte. Así comenzó una guerra civil, aprovechando la guerra interna de Seredine, el reino de Kayros decidió invadir y tomaron las dos ciudades al sur del río Nord cómo parte de su reino.

— Después de eso los ciudadanos que no adoptaban las nuevas normas eran traídos a la mina para trabajar como esclavos el resto de su vida.

— Éstas son todas las cosas que aún quedan de aquellos años, ¿Puedes ver esa tablilla de madera que se encuentra en ese lugar? Era una identificación usada por los caballeros que custodiaban la mina para poder abrir y cerrar las puertas mágicas.

— Aunque no sirve de nada, es una tablilla de la antigua puerta sur, la puerta del tigre, aunque está muy bien conservada, se necesita de alguien que haya liberado su núcleo de Aurora para poder usarla.

—Arthur: Woow, ¿De verdad existe una salida sur?

¿Me podría vender esa tablilla? Quiero observarla.

— Gerom: Mmm, lastimosamente no puedo, en realidad hay una regla con respecto a esa tablilla, sólo aquella persona que pueda ser reconocida como su dueño por la tablilla podrá quedarse con ella, sin tener que pagar algún precio.

— Arthur: ¿Reconocer? Pero si es una simple tablilla.

— Gerom: Fuuh, sigueme. Agregó mientras abría una puerta trasera de la tienda, del otro lado había una escalera, el hombre subió y tomó la tablilla , bajó y se sentó en un banco de madera, haciendo un gesto a Arthur para que se acercara.

— Arthur: ¿Qué debo hacer ahora?

— Gerom: simplemente tómala en tus manos, cierra los ojos y siente su energía.

En el momento en que Arthur tocó la tablilla, la misma irradiaba una luz intensa y calida por toda la habitación, incluso provocando la perdida de visión de ambos por un minuto.

— Arthur: Aagh, ¿qué está pasando?

— Gerom: observa. Dijo asombrado.

La tablilla, que anteriormente parecía hacerse pedazos por el deterioro de los años, se había despedazado, cómo si se tratara de una serpiente mudando de piel.

Después de unos momentos, la misma redujo su luz hasta el punto de que parecía estar hecha de cristal brillante.

Un rayo de luz salió disparado de ella, para desaparecer en la frente de Arthur.

Quién inmediatamente se sorprendió y trato de entender lo que estaba pasando.

— Arthur: ¿Qué ha sido eso?

— Gerom: Tú, has sido elegido, rápido, debes irte, los observadores de la mina deben haber sentido las fluctuaciones mágicas, no deben encontrarte bajo ningúna circunstancia. Dijo aquel hombre mientras lo empujaba hacia la salida sin dar ninguna otra explicación.

Arthur se dirigió rápidamente al barril donde se supone iba a estar sentado el joven Dilan.

— Arthur: ¡Dilan! ¿Dónde estás?

— Dilan: Shhh, no hagas ruido, aquí estoy. Vamos a la casa de la bruja.

En ese momento Dilan salió desde atrás de una viga de soporte que estaba a un costado del barril.

— Arthur: desde que lo dijo el Sr. Franco tengo una duda ¿Porqué bruja? ¿Hay mujeres viviendo en éste lugar?

— Dilan: ¿qué no sabes? Las mujeres son enviadas a éste lugar, pero no ingresan por la misma entrada, ellas son traídas por la salida Norte, son tratadas como esclavas sexuales en su mayoría o cómo recompensas para los primeros puestos de recolección de los esclavos, incluso pueden ser vendidas en algunas subastas secretas. Pero la mayoría son utilizadas por los encargados como objetos sexuales, incluso teniendo hijos aquí dentro de la mina.

— Arthur: pero, yo no he visto mujeres por ninguna parte, ¿cómo es eso posible?

— Dilan: puede que no lo sepas, pero todos los encargados tienen un buen lugar donde quedarse y tener sus cosas seguras, la mitad del área norte de la mina es casi cómo un cuartel para ellos, allí tienen a sus mujeres e hijos, aunque cuando ya las mujeres no les son útiles, las desechan o venden a otros.

— Dilan: estoy seguro que has visto muchos niños y adolescentes que actúan como asistentes de los guardias de los encargados o que incluso les ordenan hacer cosas, ellos son los hijos de los 10 encargados o hijos de los guardias.

— Arthur: entonces, ¿Tú también naciste aquí?

— Dilan: desgraciadamente, yo nací aquí en la mina, aunque no recuerdo quiénes son mis padres, desde que tengo uso de razón, vivo con el tío Franco y la bruja Sharon, justo a hora vamos a verla, ella me trata como a su propio nieto, pero la verdad es molesto pensar que solamente me quiere estar abrazando y apretando toda la cara.

— Mi tío me envía a su casa siempre que necesita algo de ella, sabe que si soy yo quién voy, ella aceptará la mayoría de las cosas, con la condición de quedarme tomando el té y conversar por un par de horas.

— Arthur: entonces, es cómo una abuela para ti.

— Dilan: Jaaah, lamentablemente sería familia de esa vieja.

— Arthur: pero si tú mismo lo has dicho.

— Dilan: haa, olvídalo, no menciones nada de lo que te he dicho frente a ella. Parece que ya llegamos.

— Guerrero Misterioso: ¡Ya te lo he dicho antes, vieja! ¡Si no haces lo que decimos, tendrás que asumir las consecuencias! ¡Es la última vez que te pedimos que colabores, la próxima vez no esperes conservar tu vida por más tiempo!

En ese momento, salió desde la puerta de una pequeña cabaña, una mujer mayor, elegante y caminando con clase, tenía un abanico en su mano y mientras lo agitaba lentamente miraba a aquel hombre con determinación. Vestía con un vestido de color verde olivo, un cinturón de color amarillo y con una capa de color negra con detalles en dorado que cubria desde sus hombros hasta sus pies.

— Mujer: Yofrey, Dile a tu jefe, que si no le es suficiente el trato que hemos hecho anteriormente, que se olvidé de seguir recibiendo las medicinas preparadas por mí, ¡no volveré a hacer ningún trato con ustedes! Y si se atreven a venir a causar problemas otra vez, ¡no esperen salir con vida de éste lugar!

En ese momento la mujer agitó su abanico y un fuerte viento resopló en dirección al hombre, quién cerró los ojos fuertemente y se cubrió de miedo, algunos cortes surgieron en sus brazos, hilos de sangre salían de ellos y caían por su piel hasta llegar a sus codos y gotear al suelo. Un grito de dolor se escuchó en ese momento.

— Yofrey: ¡Bruja loca! ¡Te arrepentirás de ésto!

El hombre tomó unas cosas del suelo cerca de él y salió apresuradamente de aquél lugar.

¡¿Crees que le tengo miedo a tu jefe?! ¡La próxima vez dile que si quiere algo de mi, que venga personalmente y no me esté enviando a perros rabiosos que sólo vienen a ladrar a mi puerta! Gritó la mujer mientras veía la figura del hombre desaparecer en la entrada de la cueva.

La mujer se dió la vuelta observando hacia una entrada pequeña detrás de unas cajas de madera.

_ Mujer: Quién sea que esté allí, ¡salga! No estoy de buen humor.

— Dilan: Abuela Sharon, cuántas veces te he dicho que ya estás vieja para estar buscando problemas en la mina.

La mujer volteó, sus ojos se iluminaron y su postura anteriormente agresiva, se transformó inmediatamente en un salto de alegría.

— Sharon: ¡Dilan! ¡Mi pequeño! Hace tanto tiempo que no vienes a visitar a tu abuela preferida, te he extrañado mucho, ¡ven aquí dame un fuerte abrazo!

La mujer se lanzó sobre el joven Dilan, enterrando su cara en su pecho, casi al punto de la asfixia.

— Sharon: Owww, mi pequeño cuánto has crecido. Parece que fue ayer cuando te orinabas la ropa y ensuciabas tus pantalones y venías a mi corriendo para que te ayudara.

— Dilan: ¡No digas eso! Es vergonzoso que lo digas, eso fue hace mucho tiempo, ahora ya soy un hombre fuerte y pronto me verás escapar de ese lugar apestoso.

— Sharon: Dejando eso a un lado, ¿Quién es el joven que te acompaña?

— Dilan: Es un cliente elegido, mi tío Franco me envió a que lo conocieras y le ofrecieras alguno de tus productos especiales. ¿Ya puedes soltarme?

— Sharon: Ohhh, chico acércate. La mujer abrió los ojos de sorpresa al ver a Arthur.

llegó en un instante frente a Arthur, agarró su mejilla con su mano y movió su cara de un lado a otro, observando todo su cuerpo

— Sharon: Eres tan delgado, ¿que le sucedió a tu cuerpo?, ¿Quién ha sido tan miserable cómo para mansillar una cara tan preciosa con tan aberrante marca desagradable?

— Arthur: Ésta marca, es un recuerdo que me dejó la persona que me envió aquí y también es el objetivo de mi venganza.

— Sharon: haaa, resopló profundamente, no puedo creer que ese hombre todavía esté libre, haciendo maldades por el mundo.

— Arthur: ¿lo conoce?

— Sharon: Mmm, no quiero hablar de esas cosas, entra, te invitaré una tasa de té.

— Arthur: jmm. Está bien, con su permiso.

— Sharon: Tú también Dilan, entra, hace mucho tiempo que no conversamos.

Dilan, quién ya se encontraba a 10 pasos atrás, intentaba escapar y se alejaba en silencio, bajó su cabeza y suspiró profundamente, aceptando su destino.

— Dilan: Abuela Sharon yo no tengo relación con lo que sea que él necesite. Lo puedo esperar aquí.

— Sharon: ¿de verdad? Pero aunque no tengas nada que ver con él, ¿no te parece que conmigo tienes cosas pendientes? Hace meses que no venías a verme, cof cof, he estado muy enferma, necesito que me ayu... Cof cof, ven dame tu hombro, no quiero tropezar y hacerme daño al caer.

Dilan nego con la cabeza, mientras se acercaba a Sharon, quién aprovecho el acercamiento para abrazarlo desde la espalda clavando sus pechos en su nuca.

Dilan no pudo evitar sonrojarse e incomodarse, ambos caminaron juntos hasta entrar en la pequeña cabaña.

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Momentos más tarde en la cabaña.

— Sharon: entonces, dices que has venido a buscar algunos objetos y medicinas que te puedan ayudar a mejorar tus capacidades, te ayuden con el entrenamiento de tus músculos o que te sirva para defenderte.

— No tengo muchas cosas aquí que puedan ayudarte a defenderte. Mmm, pero si tengo algo que te puede ayudar a mejorar tu fuerza y agilidad. Sigueme.

Los tres pasaron por una cortina que dividía la cabaña de la pared de la cueva, al cruzar Arthur vió algo que lo dejó perplejo, no podía creer que algo así existía en la mina.

— Sharon: bienvenido a mi patio medicinal.

Era una cueva enorme, en el centro se hallaban raíces de un árbol que caían desde el techo de la cueva a cada cierta distancia y llegaban al suelo, parecían pilares que sostenían todo en su lugar. En el centro del techo, un mineral de aurora de la más alta calidad, era un cristal que Arthur nunca antes había visto. El suelo repleto de hierba llena de vida, algo increíble, tomando en cuenta que se encontraban bajo tierra.

— Sharon: es un cristal de aurora elemental de vida, es tan raro, que uno de cada 10 millones de cristales de la más alta calidad obtiene la energía elemental. Son 6 los elementos que pueden obtener los cristales de aurora: fuego, agua, tierra, viento, luz y vida. Su valor es solamente superado por el de un corazón de Aurora.

— Arthur: nunca había escuchado algo como eso.

— Sharon: no me extraña, pues no muchas personas en el mundo conocen éste tipo de cristales, ya que los más poderosos se encargan de eliminar a todos los que sepan de ellos.

— Arthur: pero, ¿cómo es que está aquí?

— Sharon: déjame mostrarte algo.

Sharon cerró los ojos, de su piel emergió un aura casi visible que la rodeó completamente, un leve viento se extendió por todo el lugar. Luego se le escuchó decir una palabra, ¡SILPHIE!

Una energía visible se extendió desde Sharon por toda la cueva, de inmediato toda la hierba floreció, cientos de margaritas amarillas adornaron el suelo y debajo del cristal de aurora, apareció una flor del tamaño de una sandía, que se abría pétalo por pétalo.

Al abrir el último pétalo, se podía ver un pequeño ser, parecido a un hada en posición fetal, que despertó rápidamente, subió lentamente hasta llegar al cristal de aurora, el hada se iluminó intensamente provocando que Arthur se cegara, tuvo que apartar la mirada por unos momentos para recomponerse, hasta que todo volvió a la normalidad.

Al voltear en dirección al cristal, el hada volaba hacia su dirección, ésta vez pudo ver claramente que tenía una corona de flores en su cabeza y su cuerpo estaba cubierto por hojas y hermosas flores.