Mina de Kayros de vuelta al presente.
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En la entrada de la cueva se puede observar como ingresan algunos de los hombres del encargado Terry.
— Guardia: ¡Atención todos! ¡Salgan de sus cuevas, el encargado Terry va a ingresar a la cueva!
En ese momento ingresa Terry, portando una armadura diferente a la poca tela que vestía con anterioridad.
Portaba una armadura gris brillante, que cubría su pecho y unas muñequeras del mismo color, también una capa de color gris en la parte posterior y un color rojo por dentro de ella que hacía contrastar de manera elegante la armadura.
— Terry: ¡Tú! Ve a buscar a los que faltan, tienes 5 minutos para traerlos a todos. Dijo mientras señalaba al que parecía más rápido entre los esclavos, Justo.
—Justo: ¡Señor Lee! Despierte, ya tenemos que irnos.
— Lee: Aigh, ¿que pasa? ¿Por qué tanto ruido?
— Justo: Ha llegado el encargado Terry, ha venido a llevarnos, es hora de mudarnos al parecer.
— Lee: Shhh, no hables tan fuerte, Arthur todavía está dormido y si se despierta comenzará a ensuciar todo, no creo que mi estómago pueda aguantar al ver eso nuevamente.
— Lee: Despiertalo después de que me haya ido.
— Jaah, no tengo opción. Pensó para si mismo Justo.
— Terry: ¿Dónde está el chico? ¿Cómo se llama...?
— Guardia de la cueva: Arthur, señor.
— Terry: Sí, Arthur ¿Dónde está ese debilucho? Tráelo ahora mismo.
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—Justo: Sacudiendo a Arthur. ¡Arthur! ¡Despierta!
— Arthur: Gruñendo mientras abre los ojos. ¿Qué sucede? ¿Por qué tanto escándalo?
— Justo: Levántate, el encargado ya está aquí. Nos vamos ahora.
— Arthur: Confuso. ¿Dónde está el maestro?
— Justo: Afuera, me envió por ti. Dijo que te
asegures de vomitar en una esquina antes de salir... no quiere que lo hagas frente al encargado.
— Arthur: Incrédulo. ¿Qué? ¿Por qué...? Uww... Uw...
— Justo: Con una sonrisa burlona. Porque es desagradable y no podemos dar esa impresión. Vamos, hazlo rápido.
(Arthur corre a un rincón mientras Justo lo observa con los brazos cruzados.) Waaag....
— Arthur: Espera un momento, ya casi ter... Waaag...
— Justo: Vaya, no deberíamos dejarte beber nada la próxima vez.
— Arthur: Te juro que esto no me había pasado nunca. Limpiándose la boca.
— Justo: Sí, sí. Vámonos.
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— Terry: Uno, Dos, Tres... Ocho, faltan 2.
— Rubén: señor Terry, ya vienen, he enviado a Justo para que traiga inmediatamente a Arthur.
—Justo: ¡Rubén! Aquí traigo al chico.
— Terry: Observando a Arthur seriamente. Oh, es el joven Arthur.
— Justo: Así es, señor.
— Terry: Chasqueando la lengua. ¿Tanto tardaron? Vamos rápido, no tengo todo el día.
— Guardia de la cueva: ¡Vamos todos! Recojan sus cosas, dejen todas las herramientas y las tiendas de dormir, les entregaremos nuevas al llegar.
¡Todos hagan una fila, sigan muy de cerca a la persona que tienen adelante y no se queden atrás!
¡Los más fuertes irán adelante llevando las cosas y los más débiles atrás!
— Arthur: Tss... Tsss... Maestro, qué hacemos, vamos a otra cueva y no hemos podido resolver lo del Cora...
— Lee: Silencio, no vuelvas a mencionar nada. Al llegar a la próxima cueva hablaremos al respecto. Respondió mientras le tapaba la boca a Arthur impidiendo que hablara.
— Arthur: Tutubinmmstro, ntndo. Dijo aún teniendo la mano de su maestro en la boca.
— Lee: perfecto, entonces camina, no debemos quedarnos atrás.
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(Horas después, llegan a una nueva cueva.)
— Terry: Bienvenidos a su nuevo hogar: la última cueva del sur. Durante un recorrido reciente, encontramos una nueva veta de cristales aquí.
(Pausa, mientras examina a los mineros.)
— No hay tiendas en esta zona, así que tendrán que buscar nuevas en el centro de abastecimiento más cercano, allí les entregaran nuevas.
Tienen dos días para acomodarse. Volveré a revisar cómo se están adaptando.
Terry sale de la cueva y al ingresar al pasillo, se dirige hacia sus guardias mientras murmura.
— Asegúrense de enviar inspectores a la cueva anterior. En la cueva anterior descubrimos de hay 11 cuevas en lugar de 10, hay algo extraño con eso.
— Guardias: ¡Si, Señor!
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Dentro de la cueva, Arthur conversa con el maestro Lee.
— Arthur: Maestro...
— Lee: Interrumpiendo con calma. Sí, lo sé, chico. No te preocupes, ya me encargué de todo. Pero no hables de eso con nadie, además, procura no beber tanto cuando no esté cerca; hablas demás cuándo estás ebrio.
— Arthur: Apurado. ¡No es por eso, maestro! Confío en usted, por eso me siento libre de hablar.
— Lee: Suspirando. Arthur, tu confianza es noble, pero peligrosa. En un lugar como este, confiar en quien aparenta ser amistoso solo te traerá problemas.
(Se detiene, observando la cueva.)
— El mundo está lleno de seres humanos que son maestros del engaño. Aquí nadie quiere ser tu amigo; todos buscan lo que tú tienes o puedes ofrecer. Aprende a cuidarte. Serás grande algún día, por ahora eres solo un brote, que necesita cuidado. Crecerás con esfuerzo y sabiduría, pero si dejas que alguien más pase sobre tí, tarde o temprano te pisará, cuándo eso pase, sólo estarás buscando tu ruina.
— Arthur: Lo entiendo, maestro. A partir de ahora confiaré solo en usted.
— Lee: Con una leve sonrisa. Habrá otros en los que puedas confiar, pero este no es el lugar ni el momento. La mina está llena de personas que han cometido atrocidades y facciones que no dudarían en destruirnos.
— Arthur: Alarmado. ¿Espías en nuestra cueva...?
— Lee: Con gravedad. Estoy casi seguro de que hay al menos dos o tres trabajando para las demás facciones. Pero no te inquietes demasiado. Concéntrate en lo que debemos hacer.
(Ambos observan cómo algunos ya comienzan a marcar áreas para sus tiendas.)
— Arthur: Maestro, algunos ya eligieron sus lugares.
— Lee: No importa, ya elegí el nuestro.
— Arthur: Señalando con confusión. Pero está lejos de la veta.
— Lee: Exacto, estaremos solos y seguros, justo donde debemos trabajar. Ese lugar podría esconder algo valioso, pero no podemos levantar sospechas, en ese lugar colocaremos nuestra tienda y desde allí cavaremos en secreto.
Señala hacia dónde se encuentra la veta.
—Mientras que allí, abriremos una cueva para extraer el resto del tiempo y no llamar la atención.
(Se inclina hacia Arthur, bajando la voz.)
—Lee: Es por eso que vamos a trabajar en dos cuevas. Ve y elige un lugar para excavar, pero asegúrate de cumplir con lo necesario para la tarifa de entrega. Luego vuelve y comenzaremos a instalar nuestra tienda aquí, pegada a la pared. Nadie debe saber qué hacemos.
— Arthur: Entendido, maestro.
(Mientras Arthur se aleja, el maestro Lee lo observa con un suspiro.)
— Lee: Para sí mismo. Ese chico todavía es muy ingenuo. Pensé que el trabajo lo haría madurar un poco...
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Cinco meses después...
— Arthur: Maestro, me dirijo al mercado, voy a registrar mis piedras y comprar algunas cosas para mejorar nuestra tienda y algunas herramientas para poder hacer más rápido el trabajo.
— Lee: está bien, procura no meterte en problemas. Respondió mientras agitaba su mano en señal de aprobación.
— Arthur: Gracias maestro. Se inclinó levemente asintiendo.
En la entrada de la cueva.
— Jean: ¡Arthur! ¿A dónde vas?
— Arthur: Me dirijo al mercado a comprar algunas herramientas.
— Jean: Oh, perfecto, dejame ir contigo, quiero conseguir un buen barril de vino.
— Arthur: Bien, vamos juntos, pero tendremos que separarnos al llegar, pues voy a ver algunas cosas antes de comprar.
— Jean: no hay problema, vamos.
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Centro de abastecimiento.
— Jean: Chico, aquí nos separamos, ten cuidado con los otros esclavos, hay muchos ladrones y asesinos sueltos por todas partes.
— Arthur: gracias por preocuparte, tengo todo bajo control, por ahora.
— Jean: Hasta luego.
Jean se dirigió al camino que lleva al mercado y después de dar algunos pasos, desapareció entre la multitud.
Arthur no dudó de las palabras de Jean, sin embargo, algo no estaba bien con su actitud y forma de hablar. Pensó en ello un par de segundos antes de simplemente no prestar atención a eso y concentrarse en lo que tenía que hacer.
— Supervisor George: Oh chico, eres tú nuevamente, ¿vienes a registrar tus créditos?
— Arthur: despistado por un momento, voltea con un ¿ah? Señor George, es correcto, pero necesito que envíe a alguien a recoger los carros de piedras. No los pude traer yo mismo, disculpe las molestias.
— George: ¿sabes que te descontamos 20% por costos de traslado cierto?
— Arthur: si, no se preocupe señor, incluso si intento traerlo yo mismo me tomaría todo el día ir y venir con cada carro de piedras me tomaría 1 o 2 horas. Mejor que alguien más lo haga por mi, ¿no cree?
— George: Ja ja ja, interesante chico, valoras mucho tu tiempo. Ten, escribe aquí en el mapa tu ubicación, cantidad de carros, piedras por carro y acerca tu anillo al libro mágico para hacer el registro.
— Arthur: ¿aquí? Listo, entonces ya el asunto de las piedras está resuelto, gracias.
— George: no hay de qué, vuelve cuando quieras joven.
— Arthur: Ok, nos vemos pronto.
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En algún lugar de la cueva principal de la mina.
Tap tap, sonó una puerta de madera humeda, golpeada con algún tipo de metal.
¡Creek! Sonó una rendija de la puerta al abrirse.
— Hombre misterioso: No tenemos cómida para vagabundos.
— Encapuchado: Traigo conmigo la comida para los vagabundos.
— Hombre misterioso: ¿De dónde nos traes comida?
— Encapuchado: del sur, de muy alta calidad.
¡Clac, clac! ¡Eeeek! ¡Crack! Se abrió la puerta revelando al hombre detrás de ella.
— Hombre misterioso: Entra.
El encapuchado entró sin decir una palabra, bajó por unos escalones y entró a un pasillo oscuro.
Al final del pasillo se encontró en una cueva de aproximadamente diez metros cuadrados con un pilar en el centro de madera tallada con marcas de hierro caliente, tenía formas desde letras hasta animales y criaturas mágicas.
Detrás de él se acercó el hombre misterioso revelando su cara, era un hombre mayor, alto y delgado, su cara llena de marcas.
— Mi nombre es Darwin, soy el portero, antes de dejarte ver al señor Sarion, di quién eres y cuál es tu código.
— Mi nombre es Jean, el caballero de la sangre de hielo.
— Darwin: el caballero de la sangre de hielo. Mmm, correcto, aquí estás. Habló mientras leía un libro mágico, similar al libro de créditos.
— Sigueme, te llevaré con el líder.
Ambos caminaron durante algún tiempo, llegaron a una puerta negra de aspecto descuidado.
¡Eeeeeek! ¡Pum! Se abrió la puerta.
— Darwin: entra.
— Jean: ¿No hay iluminación?
Darwin sin decir una palabra volteó. ¡Eeeek! ¡Clac! Cerró la puerta, provocando que la oscuridad sea aún más inquietante.
— Sarion: Así que, qué es tan importante cómo para venir a interrumpir mi descanso.
— Jean: señor, recientemente nos han cambiado a una nueva veta en la parte sur de la mina, pero hay algo fuera de lugar.
— Sarion: vienes a mi, ¿sólo por algo que al parecer puede ser útil?
— Jean: no señor, de las palabras del carnicero, recientemente han descubierto la veta, pero lo que es extraño es que la cueva es antigua, solamente el pasillo para ingresar a ella tiene indicios de ser cavado recientemente.
— Sarion: eso quiere decir que la cueva es parte del área sur, la que se derrumbó y de la que no se sabe nada desde hace más de 100 años. Mmmm, ¿quién más sabe de ésto?
— Jean: al parecer no soy el único que se ha dado cuenta de ésto, sospecho de dos personas más, podrían ser espías de Supremacy o de los oficiales.
— Sarion: Mmm, resulta ser así, sigue vigilando, no vuelvas aquí a menos que sea información relativamente importante, no puedes exponer que eres parte de nosotros.
— Jean: entendido señor. Respondió mientras se inclinaba levemente.
— Sarion: ya es hora de que te vayas.
¡Eeeeeek! ¡Pum! Chilló la puerta al abrir y chocar con la pared.
— Sarion: Jean, ¿cierto?
— Jean: si señor.
—Sarion: ten ésto antes de irte. Dijo mientras se iluminó una piedra de aurora en la mesa, con una luz muy tenue, suficiente sólo para imuminar parte de la mesa.
Una mano vendada y con los dedos desfigurados, con signos de quemaduras graves en ellos. Sosteniendo una daga, con incrustaciones en la empuñadura de cristal de aurora y una hoja negra con un dragón tallado de color azul.
— Jean: ¡Un arma mágica!
— Sarion: ¡Shhh! Solo tómala y ocultala muy bien, si algo grave llega a suceder, úsala.
—Jean: ¡gracias señor! Respondió mientras tomaba la daga y luego salía de la habitación rápidamente.
¡CriIiik! Una puerta de madera se abrió en algún rincón del centro de abastecimiento, de ella salió una persona encapuchada que se camufló entre los esclavos, imposible de rastrear.
— Darwin: Señor, no entiendo, ¿por qué le entregó la daga frost wyvern?
— Sarion: ésta información, es muy importante, si es correcto, dentro de uno o dos años se encontrará la salida sur de la mina, cuándo eso pase, tendremos que ir y asegurar la posesión de toda esa zona. Cuándo eso pase, Jean será el pilar de nuestra misión. Su deber será eliminar todos los obstáculos por nosotros.