3ª. Parte:El castigo a las hermanas
Satsuki
estaba rabiosa. Esas dos… habían hecho tambalear los cimientos de su
mando. No se lo perdonaría… y tampoco olvidaría. Esas dos las habían
hecho pasar un rato terrorífico, pero se vengaría.
Cuando salieron
de la clase, después de hablar con las dos nuevas, vieron en sus
compañeras miedo. Miedo hacía ellas, las demás chicas sabían que serían
ellas la que pagarían el enfado de Satsuki y su grupo. Y miedo hacía las
dos nuevas, más bien terror… esas chicas no eran normales. Tenían algo
monstruoso en ellas.
- ¡Kaori! -llamó a su segunda- el plan contra esas dos siguen en pie. Mañana lo pondremos en práctica.
-Como usted quiera-dijo la segunda satisfecha. Estaba deseando vengarse de las dos chicas.
-No… es lo que deseamos todas.
La
inquietud que tuvieron Akane y Ranma antes de asustar a el grupo de
Satsuki no había desaparecido, sino todo lo contario, aumentó. Andaban
sin bajar la guardia… habían recibido tres o cuatro ataques, que habían
sido rechazados.
Hablaron con la directora… pero fue como hablar con la pared.
-Van
a atacarnos- advirtió Ranma a la directora- y como logren su objetivo,
nuestra familia no se contentará ni con dinero ni con amenazas. Espero
que la familia que nos ataque tenga un refugio nuclear… en la luna.
Aunque esta escuela este a kilómetros de cualquier sitio habitado, no
estará a salvo si nos pasa algo.
Las dos jóvenes salieron del despacho.
-No me gusta Ranma, creo que nos van atacar por donde menos esperamos.
-No
han logrado nada, ni nada lograran- lo había dicho para animar a su
prometida… pero ella tenía razón. El chico estaba asustado. Tenía ganas
de ir hablar con la directora y pedirle que los mandarse al Furinkan.
Era rendirse, su familia se lo echaría en cara, pero no quería que Akane
sufriese ningún daño.
Ella andaba un poco delante, él la miró y
se dio cuenta que no podía apartar su vista de ella. Le importaba más de
lo que confesaría. Se sentía atraído a ella, como una mariposa a la
luz.
-Puede que esa luz me queme… pero no puedo… ni
quiero alejarme de ella. ¡Mierda! ¿Por qué no puedo decirle que la…? Si
sigo por este camino, llegará alguien y me la quitará… y me lo tendré
bien merecido. No puedo seguir así. - pensó Ranma.
-Noto
su mirada en mí. Casi capto lo que piensa, ¿Por qué no dice lo que
siente por mí? ¿Por qué es tan tímido? Con lo bien que lo pasamos
juntos, incluso cuando nos peleamos. Ojalá pudiera confesarme la verdad…
aunque yo ya la sé. Haría cualquier cosa por mí. - pensaba la chica. No sabía que acababa de tener un pensamiento profético.
Entraron en clase y allí le espetaba la peor crisis de su estancia en esa escuela. No iban a salir bien de esa aventura.
Entraron al aula y les esperaban las cinco chicas del día anterior.
-Prepárate, la que nos viene encima no será pequeña. Van a ir por nosotros.
-Sí, ya lo sé. -contestó Akane.
-Como
intenten ponerte un dedo encima… no respondo de lo que haga… no dejaré
que se repita lo que te paso en China. No dejaré que nadie te haga daño,
lo evitaré a toda costa.
Ella lo miró. No se equivocaba… su prometido sentía algo por ella.
-Cuanto ante empiece antes acabará.
Se acercó Kaori.
-La señora Satsuki. Le vuelve a proponer que sea la prometida suya. Si no acepta, se le acusará del robo de una cadena de Emma.
- ¡Yo no he robado nada! -se defendió Akane.
Entraron la directora y la profesora de historia. Y le enseñaron la joya.
-La hemos encontrado escondida ¿Tienes algo que decir? -dijo la profesora con malicia.
-Alguien
lo ha metido allí- Akane está asustada. Por una parte, por la ruindad
de la gente de ese colegio. Y por otra por la reacción de Ranma, notaba
su furia, como algo material. Su aura se estaba haciendo visible, era de
color oscuro.
-Todas las ladronas dicen los mismos. Serás
castigada, se te darán diez azotes con una barra delante de toda la
escuela… Que frio hace en esta aula. No es normal…-se giró hacia dónde
venía ese helor… Y vio a Ranma. Algo oscuro rodeaba la chica. Juraría
que la miraba con ojos rojos, llenos de odio. Era una mirada de asesina,
no parecía una chica… tenía aspecto de demonio.
-No ha sido
Akane… he sido yo. - su voz no era normal., era un tono frio y cruel. A
todas se les heló la sangre. No habían oído jamás un tono tan lleno de
crueldad. La directora entendió la amenaza. Si Akane recibía
injustamente un castigo, Ranma se vengaría de los causantes- yo recibiré
el castigo… yo, y solamente yo. Si alguien toca a Akane, nadie en esta
sucia escuela se salvará de mi ira.
Que Ranma se acusase no se lo esperaban las cincas chicas… y tampoco la directora.
-No dejaré que sufras por mí
-Akane-
dijo la chica pelirroja. Y la chica del pelo azulado tuvo una visión
vio y oyó a su prometido, no a la versión chica. - es un castigo
injusto. No sufrirás daño por eso… No lo permitiré, - y le acarició el
pelo.
-Yo tampoco dejaré que tus sufras. - le contestó su
prometida. Akane se giró a la directora. -Si Ranma recibe un golpe más
de lo debido mataré al verdugo -su tono era tan frio y cruel como él de
su prometido.
-Kaori lleva a Ranma a la prisión, estará allí hasta que reciba el castigo… esta tarde.
La chica fue a coger a Ranma.
-Ponme
un dedo encima y te arranco las manos y me hago un collar con ellas.
-Kaori retiró las manos, sabía que la chica cumpliría su amenaza.
- ¡Ranma! -gritó Akane y se abrazó a ella- no me rendiré. Desde que te conozco siempre me has dado fuerza para seguir adelante.
-A mí me ocurre lo mismo, eres tú quien me das fuerzas. Pasaremos esto, y volveremos a ir al cine juntos.
-Parecéis
novias. Una pareja de lesbia… - empezó Emma y se cortó, las dos chicas
la miraban con unos ojos siniestros que la aterrorizaban.
Ranma se volvió a la directora.
-No
quiero que nadie toque a Akane. Ni que se acerquen a ella. Si alguien
lo hace… su prometido aparecerá y cuando se vaya…Se ira con Akane. Y
este colegio será una ruina, y no quedará nadie que cuente lo que paso.
Y salió seguida de Kaori.
-Emma lleva a Akane a su habitación.
Emma se adelantó. Y cogió a Akane con fuerza… dos segundos después estaba incrustada en una pared.
-Sé
el camino. No necesito que nadie me acompañe. Ni me coja- estaba
amenazado a las chicas. Y salió con destino a su habitación. Nadie se
atrevió a contradecirla, sabían lo que podía hacer esa chica cuando se
enfadaba.
Satsuki estaba en su habitación. Su plan no había salido
como esperaba… pero al final, Ranma recibiría su castigo. Lo de acusar a
la chica de robo, había sido un plan maestro, se había confabulado con
la maestra de historia, la mujer se quería vengar de las dos chicas.
Le
sorprendía la relación de las dos chicas. Estaban enamoradas, eso era
evidente. El prometido de Akane o bien estaba siendo engañado por sus
dos personas más queridas o bien no existía. Cosa que dudaba, ya que
Akane hablaba de él casi con devoción… y a veces cuando Akane miraba a
Ranma...
Se le ocurrió que Ranma fuese un chico disfrazado…
imposible… aunque su padre le contaba historia sobre unas misteriosas
lagunas, cercanas a donde él nació…
Ranma estaba acostado en el
camastro de la celda de la denominada prisión. Miraba el techo, tenía
los brazos detrás de la cabeza.
Había hecho lo que debía. No iba a
dejar que golpeasen a su prometida. Incluso Akane sabía que lo haría.
No dejaría que nadie le hiciese daño.
Le habían dicho que toda la
escuela vería el castigo, incluso su prometida. No quería eso, Akane
sufriría mucho, a la joven no le gustaba ver sufrir a los demás.
Miró
la hora en el reloj de la pared, quedaban minutos para que viniesen a
buscarla. Notó que quería ver a Akane, estar un rato con ella…
necesitaba abrazarla y que ella lo abrazarse.
En medio de sus cavilaciones la puerta se abrió y entraron cinco chicas.
Akane
estaba pensando en su prometido. Desde el momento de que la acusaron
falsamente de ladrona y la quisieron castigar, sabía que Ranma saldría
en su defensa, siempre lo había hecho.
El chico entró en su vida
casi un año antes, y entre peleas y todas clases de tropiezos, el chico
se había ido adueñando de su corazón. Le importaba demasiado, no quería
perderlo.
También sabía que él sentía lo mismo. Toda negación era síntomas de una timidez extrema.
Se abrió la puerta de su cuarto y entraron cinco chicas.
-Señorita Satsuki es la hora-dijo Kaori. No entró del todo a la habitación. Desde la puerta se lo comunicó.
- ¿Se sabe quién será el verdugo?
-Si… yo- contestó con satisfacción.
Satsuki
miró a su compañera. No comprendía la vena sádica de la chica. Entendía
que se quisiera vengar de las dos chicas… pero que sintiese
satisfacción torturando a sus víctimas. Y algo le decía que no era bueno
torturar a esas dos, las consecuencias serían fatales
Se empezaba a arrepentir del plan creado por ella misma.
- ¿A que habéis venido? -preguntó la chica pelirroja.
-Somos
el Comité de Disciplina de la escuela. Tenemos que llevarte ante la
Junta de castigo, donde se procederá a infligirte el castigo pertinente.
-
¿El Comité de Disciplina de la escuela? - preguntó Ranma con ironía.
-pues brilláis por vuestra presencia… si no me entendéis, quiero decir
que estáis haciendo un buen trabajo.
Las chicas no entendieron la
ironía de Ranma. Se creyeron alabadas cuando en realidad las insultaba.
Les echaba en cara su falta de profesionalidad, para atajar los
problemas del colegio.
-Habláis de forma muy pomposa y con
petulancia y superioridad… seguro que es una especie de norma. Y lo
aprendéis de memoria sin saber lo que quiere decir… ¿el Comité de
Disciplina? ¡Puah! Dais asco. No os seguiré.
-Levántate y síguenos- chilló la que parecía la líder- debes acompañarnos, esposada y sin hablar, y sin resistirte.
-Pues
parece que no os voy hacer caso. Iré al lugar de la citasin vuestra
molesta compañía… y vosotras, mis señoritas pomposas os quedareis aquí
descansando. -y las miró de forma siniestra y nada amistosa.
- ¿A que habéis venido? No os necesito-preguntó Akane.
-Somos
el Comité de Disciplina de la escuela. Tenemos que llevarte ante la
Junta de castigo, donde se procederá a infligir a tu cómplice el castigo
pertinente.
-Eso lo tenéis aprendido… seguro que le habéis dicho a Ranma lo mismo. Y él os ha llamado pomposas.
Las
chicas estaban estupefactas. Normalmente las chicas se asustaban cuando
recibían al Comité, pero esta chica demostraba no tenerles ningún
miedo. Y no tenían noticias del otro grupo, algo había pasado.
-Pienso ir sola. Me podéis seguir… pero no me molestéis.
-Vendrás
con nosotras por las buenas o por las malas… tú eliges. - dijo la líder
de las cinco chicas y cogió a Akane por el brazo para obligarla a
seguirla.
Akane miró la mano de la otra chica y a después a la
chica y sonrió. La chica se dio demasiado tarde que esta sonrisa era…
una advertencia.
-Llegan tarde- dijo una impaciente directora.
-No podemos ponernos en contacto con los dos grupos del Comité.
- ¿Qué ha debido pasar? - dijo Kaori a una chica- da orden que se busque a esas dos… no escaparan...
La
directora no opinaba lo mismo. Cuando se iban a entrenar y se sabían
perseguidas, desaparecían sin dejar rastro. Si querían huirían, y cuando
volviesen a saber de ellas ya estarían de nuevo en el Furinkan. Y allí
escaparían a la venganza del grupo de Satsuki… es más demostrarían que
eran inocentes y que ella estaba implicada en la falsa acusación y…
-… han huido y por qué nos tienen miedo- dijo convencida Kaori.
- ¿Huido? ¿De ti…? ¿De vosotras? -dijo Ranma sarcásticamente- ¡ni en sueños!
Entraba al recinto por una puerta.
-
¿Miedo? ¿De ti? Sé lo que es tener miedo de alguien... y tú no me
inspiras ni el más mínimo. -Akane entraba por la otra puerta.
- ¿Y las del Comité de...? -preguntó la directora.
-Las mías durmiendo. Les ha entrado sueño de golpe. Están tumbadas en mi celda descansando.
-A las mías le ha entrado ganas de volar. – dijo Akane.
-Ja, Ja, Ja. Esa es mi Akane-contestó Ranma.
-De esta os acordáis- gritó una histérica Emma.
- ¿Cómo estás? -preguntó Ranma a su prometida, notó que la chica había llorado- no te preocupes hemos salido de cosas peores.
- ¿Cómo qué? - preguntó Akane.
-El
maldito Saffron, no me vuelvas a preguntar sobre eso. Sabes que no me
gusta. - estaba rabioso. Cada vez que salía ese tema el chico se
enfadaba… con él mismo.
Ella lo abrazó y lo miró y volvió a tener
la sensación de estar viendo al chico. No fue la única en ver a un chico
de pelo negro, en lugar de la chica pelirroja. Tanto Satsuki como la
directora lo vieron.
-Te tengo que decir algo Akane. - y le habló
al oído, ella abrió muchos los ojos sorprendida. Y se le escaparon las
lágrimas- ¿Te pasa algo Akane?
Ella negó con la cabeza y le sonrió, y le dijo algo en voz baja. Él se quedó un momento parado y cuando reaccionó la abrazó
-Saldremos de esta. Y nadie podrá… -lo que dijo a continuación solo lo oyó su prometida.
Se separaron y la ilusión de estar viendo a Ranma chico desapareció y delante de ella había su mejor amiga, una chica pelirroja.
Se acercó adonde lo iban azotar y se apoyó en los dos postes.
-Como intentes atarme a los postes, usaré la mejor técnica de Akane, y saldrás volando de aquí.
Kaori miró a la chica y se acercó. Pero antes de poder tocar a Ranma, este se volvió para atrás y se puso delante de Akane.
-Akane… vete. No quiero que veas como me golpean.
-
¡No quiero! ¡Me niego! - dijo llorando- no soportaría pensar que te
están torturando y yo no poder estar contigo. Imaginando tu dolor.
Se volvió a abrazar al chico llorando.
-Y
yo no quiero que veas como me castigan. No quiero que sufras por el
dolor que me causaran. No quiero que tengas que volver a sufrir por mi
culpa. Te tengo demasiado apreció para que sufras innecesariamente.
Entonces notó una mano que lo estiraba.
- ¡Venga! ¡Ponte en posición! Que no tenemos todo el día-era Emma que tenía prisa por humillar a Ranma.
Ranma
la miró y sonrió diabólicamente. Y lanzó su aura contra la incauta. La
chica empujada por la energía voló hasta chocar contra una pared y
quedar desmayada.
-Akane voy a que me castiguen… ¡Volveré! – y la besó en la mejilla.
Se acercó a los dos postes y se apoyó con las dos manos y esperó a recibir el castigo.
Mientras,
un coche de caballos corría a toda velocidad hacía una antigua
construcción, una escuela de estilo occidental, en medio de un páramo.
El coche parecía sacado de una película de terror gótico. La
construcción también parecía sacada de una película del mismo estilo.
Los
conductores, un panda con cara de desequilibrado y un hombre de pelo
largo, parecían sacados también de una película de terror. Para
redondear la atmosfera opresiva y la expresa niebla, que no alejaba la
incertidumbre de las tres ocupantes, que creían que estaban dentro de un
escenario terrorífico.
En el percate iban una gárgola que miraba
con lujurioso interés a la construcción a la que se acercaban. Allí
conseguiría un buen botín.
Nunca supieron como la hermana mediana consiguió alquilar el coche, pero la chica le sacó partido al viaje.
Ranma
se tuvo que quitar la camisa y quedarse en sujetador. Akane lo miró,
notaba su rabia. Era un chico y tenía que llevar ropa de chica a toda
hora. Sabía que estaba allí por ella, pero eso no significaba que le
gustaba vestirse de mujer… lo odiaba. Y que lo viesen así, lo ponía de
mala leche.
-Kaori, cuando acabe esto…-dijo Ranma y cargando su voz con una maldad increíble- te mataré.
-No creo que te recuperes de esta-dijo Kaori riendo.
-Me
recuperaré… aunque pasen veinte años. Tú… tu amiga… y la directora…- se
giró hacía esta y se la quedó mirando. De repente abrió mucho los ojos
sorprendido. - ya decía que me parecía haber visto esa cara… ya sé que
vinculación tiene con la familia Kuno.
Akane se giró y la miró, no
le veía nada extraño… de golpe la vio más joven y supo a quien le
recordaba y se asustó. Esto no acabaría bien.
-Que empiece el castigo.
El primer golpe cayó sobre Ranma y el segundo…
- ¿Ya ha empezado? No he sentido nada, la mascota de Akane me haría más daño- dijo con ironía Ranma y bostezó aburrido.
-No me desafíes-dijo Kaori.
Y siguió pegando con más fuerza y rabia. Y llegaron al décimo golpe… y Kaori continuó.
-Eran
diez golpes. Te estás pasando, ¡para ya! -intentó atacar a Kaori, pero
fue detenida por varías chicas, que no podían contenerla. Cada vez
llegaban más chicas para detener a una furiosa Akane… y cada vez le
costaba más pararla. Del motón de chicas, empezaron a salir volando
algunas, impulsadas por una fuerza enorme.
Kaori seguía pegándole a Ranma, este había caído al suelo de cuatro patas. Pero no había gritado ni se había quejado.
- ¿Sabes una cosa? -dijo Kaori con una voz sádica-le he puesto sal a la barra para que te produzca más dolor en las heridas.
-Eres una sádica y tú amiga una lesbiana. - ¡qué pareja!
- Tú no eres nadie para acusar de lesbiana a nadie… tú y tu amiga estáis liadas. Se ve como os miráis.
¡YO SOY UN…! – grito Ranma y cayó inconsciente. Llevaba recibidos más de treinta golpes.
-Sólo queda el golpe de gracia- e intentó darlo en la cabeza de la caída.
Ranma cerró los ojos, había recuperado la conciencia, sabía que lo vengarían… esa sádica no quedaría sin castigo.
Fue
entonces cuando notó un peso encima de él. Supo quién era al instante.
El olor que desprendía ese cuerpo, lo conocía y lo adoraba.
- ¡Akane! ¡Nooo! - gritó.
Y fue Akane quien se llevó el golpe en la espalda.
-Hoy
es sido yo quien te ha salvado… no dejaré que nadie… te haga daño. No
lo permitiré. Eres mi…- cayó inconsciente encima de su prometido, él la
abrazó.
¡Akane!, ¡Akane!, ¡Akane!,-la llamó sin obtener respuesta. Le comprobó el pulso. Lo encontró y respiró aliviado.
-Te
mataré, te voy a hacer sufrir todo el daño que le has hecho a mi
prometida. Me va da igual que seas una mujer. Voy acabar contigo. Yo
siempre cumplo mis… promesas. - y se desmayó.
Kaori se rió. No
había segunda oportunidad. Esas chicas desaparecerían. Las encontrarían
muertas, se dispuso a rematarlas, nadie la delataría.
Se preparó
para dar el golpe de gracia. Sus ojos adquirieron una matriz de locura
y… se detuvo asustada. Alguien le apuntaba con una Katana.
-Un
golpe más y te atravieso como se atraviesa una oliva. -dijo la mujer con
kimono. - No vuelvas a tocar a… mi hija, ni a la prometida de mi hijo.
-No
puedes hacer esto… no puedes entrar aquí sin permiso. Puedo llamar a la
policía. - dijo la directora, esa extraña mujer la inquietaba, juraría
que…
- ¿De verdad quieres que vengan? ¿De verdad que quieres eso,
Akemi? -la directora se sorprendió, esa mujer la conocía- ¿Que dirás
cuando vean a Ranma y Akane? ¿Cómo contaras que te subvencionan
asesinos, milicianos…? O ¿Cómo contarás lo castigos que das? No has
cambiado en nada, sigues siendo una manipuladora.
-No tienes pruebas… -dijo la mujer- nadie te hará caso… las chicas se cayeron por las escaleras.
-
¿Por la escalera? ¿Ranma y Akane? - dijo Nabiki-Nadie se creerá eso.
Tal vez sea que tengas las escaleras en mal estado. Ranma y Akane te
pueden desmandar.
La directora la miró asustada, esa excusa para contar el estado de las chicas no servía.
-Tampoco vale que fueron apalizadas por sus compañeras, eso hubiese ocurrido al revés.
-
¿Has grabado todo? -preguntó la madre de Ranma a Nabiki -veo que no has
cambiado nada Akemi. Sigues igual de manipuladora que cuando nos
conocimos.
-Sí, ha quedado bien grabado. Con esto no podrán negar que han apalizado a nuestros dos familiares.
-Dame esa cinta- exigió la directora.
-Si me da un millón de Yens.
-Te lo puedo arrancar por la fuerza. -dijo la directora.
Todas las alumnas se lanzaron sobre las dos mujeres y…
Apareció un oso panda gigante con cara de loco.
- ¡Que os como niñas! -decía un cartel, que tenía el panda y el animal gruñó con furia.
Todas las chicas huyeron menos dos o tres.
También apareció un ser bajito.
- ¡Que buena cosecha he hecho hoy! -dijo Happosai- Había robado la ropa íntima de las chicas.
La directora lo vio con horror.
- ¿Aún estas vivo, viejo? No puedo olvidar como me destrozó la vida- gritó la directora.
-Pero
si es la pequeña Akemi… con lo bien que lo pasábamos tú y yo. Debajo de
ese vestido tan formal, sigues teniendo un bellísimo cuerpo.
La
directora se asustó. Primero la madre de Ranma la llamaba por su nombre y
por lo que dijo se habían conocido. Y después aparece ese viejo verde
volvía aparecer en su vida, con el daño que le hizo. Y no había cambiado
a pesar que habían pasado más de veinte años.
Happosai saltó sobre los pechos de Satsuki.
-
¡Eres una mentirosa…! Los tiene postizos… los tuyos reales son los más
pequeños que he visto en años. -Satsuki quiso quitarse de encima al
viejo, pero este se movía muy rápido por todo el cuerpo de la chica-al
menos tienes un buen cuerpo y no digamos tu culo.
Satsuki le quiso pegar, pero el viejo saltó sobre Kaori, y se horrorizó.
-Tu… tú no eres una...- dijo el viejo con una sonrisa- eres un… al menos Ranma cuando… es una… normal… tú solo eres una…
Kaori no escuchó todo. Pero el viejo supo algo que no debía saberse. Intentó pegarle, pero el viejo la mandó a una pared.
-
¡Akemi! - Voy a llevarme a…mi hija, y a la prometida de mi hijo a su
habitación. No quiero más ataques o la gente sabrá que pasa aquí.
- ¡Se merecían ese castigo…! -empezó la directora. Pero se calló. Nodoka la apuntaba con su Katana.
-Y
tú mereces uno. Vuelve a tocar a uno de esos dos, un nuevo ataque y
acabaré contigo. -se giró- ¡Genma! ¡Señor Tendo! Llevad a las dos chicas
a su habitación.
Los dos hombres cogieron a las dos chicas desmayadas y la llevaron a su habitación.
-Sabe que su hija es en realidad un chico. Que escandalo puede ocurrir si se sabe´-amenazó la directora.
-Si.
Sé que es mi hijo. Pero ¿Sabes por qué está aquí? ¿No? - se giró y
señaló Akane en brazos de su padre-por ella, está aquí por ella. Sólo
por ella, para protegerla, para que no esté sola. Para ayudarla. Por qué
temía por ella. Por qué ya no sabe vivir sin ella. Por ella haría
cualquier cosa, incluso moriría para salvarla. ¿Sabe cómo se llama eso?
La
directora la miraba asombrada. Ella había olvidado como se llamaba eso,
lo odiaba con toda su alma. No podía olvidar como le destrozaron la
vida.
- ¿Sabes por qué ella lo protegió a cuenta de su vida? Por
qué siente lo mismo que mi hijo siente por ella. Akane lo protegerá de
la misma forma que él la protegerá a ella. - se giró- Mándame a la
doctora del centro. No me hagas llamar a un médico externo, habría
consecuencias para este centro.
La madre de Ranma la amenazaba.
Con esta familia no valían ni amenazas ni sobornos. Kaori sufriría la
venganza de los dos jóvenes. Ni su padre la salvaría.
Las familias Tendo y Saotome estaban reunidas en la habitación de las chicas.
La
doctora de la escuela había curado a las chicas. La pobre estaba
partida, por una parte, por las amenazas de la directora de que no
curase bien a las chicas. Y por otra las de las familias de las chicas
de denunciarla si no hacía todo lo posible. En el primer caso perdería
el empleo, pero podía volver a la clínica familiar, no quería volver
allí, se fue para hacerse un nombre.
En el segundo caso no
volvería nunca ejercer. Y tomó la decisión adecuada. Tenía la carta de
renuncia escrita hacía tiempo, no le gustaba la política de la escuela.
Pasaron
unas horas, las dos chicas no mejoraban pese a todos los cuidados de la
doctora. A Ranma le supuraban las heridas. Los dos chicos deliraban y
tenían mucha fiebre. Se llamaban él uno al otro en sueños.
Todo
parecía ir a peor. Hasta Kasumi se acordó que el doctor Tofu, antes de
desaparecer, le dio la formula, de un ungüento y la mayor de las Tendo
siempre tenía un tarro en casa. Viviendo allí los dos jóvenes más
fuertes de Nerima, lo creía necesario. Y mandó a su padre, que volvió
con el ungüento en menos de una hora.
A partir de entonces los dos
jóvenes se recuperaron. Y al cabo de las pocas horas despertaron.
Cuando pasaron tres días desde el momento del castigo ya se levantaban, y
las heridas se fueron curando.
Al cabo de una semana del castigo,
ya estaban totalmente restablecidos y con ganas de volver a clase.
Debían ajustar cuentas, pero su familia no opinaba lo mismo.
-Debéis volver al Furinkan- dijo Kasumi- al final acabaran con vosotros.
-¡Nooo! Ranma y yo hemos decidido quedarnos. No nos iremos con el rabo entre las piernas.
-Pero estos rivales no son como los otros que tenéis. No podéis atacar con la fuerza. Estos utilizan la astucia.
-Ya lo sabemos… pero no nos podemos rendir-dijo Ranma- nuestro orgullo nos lo impide.
Se
llevó un golpe flojo y cariñoso de Akane. Los dos se rieron y se
pelearon en broma sin hacerse daño. Kasumi los miró y sonrió. Se había
dado cuenta lo que dos no ocultaban lo que sentían el uno por el otro.
Pero ellos dos eran los únicos que no se habían dado cuenta… y los dos
viejos tampoco.
Los dos chicos se quedaron mirando y sonrieron y asistieron con la cabeza.
- ¿Estas seguras? Akane- preguntó Ranma.
-Sí, lo estoy- contestó ella convencida. - ¿Y tú?
-No
hace falta preguntarlo- contestó el chico- se giró a su madre- Kasumi,
madre nos quedamos. Nada que digáis nos convencerá. Ya sabéis que somos
las personas más tercas de Nerima.
-Haced lo que querías. -dijo Kasumi- No me hace falta decirlo, ¡no os rindáis!
Los chicos se miraron y sonrieron a Kasumi.
-Nunca
lo haremos, nunca lo hemos hecho-dijeron los dos a la vez. Se miraron
sorprendidos y se rieron. De repente Ranma se puso serio.
- ¿Y Nabiki?
Nabiki estaba hablando con la directora.
Le había enseñado un video muy interesante.
-Si mi hermana o Ranma reciben un daño más o no le quita acusación de robo a los dos, el video llegará a cierta gente.
-No puedes hacer eso.
-Y
tanto que si, Ranma y Akane son inocentes. Usted sabe quién metió la
cadena en la habitación de mi hermana. Quiero que les pida perdón, y que
le sean devueltos lo que se les robó a los dos. Tiene hasta la
medianoche de hoy. Por cierto, la madre de Ranma y Happosai no son los
únicos que saben quién es usted realmente. Yo lo sé y Ranma y Akane lo
saben.
La chica salió del despacho, dejando a la directora furiosa.
Habían
grabado cuando escondieron la joya en la habitación. La familia Tendo
conocía la culpable. Eso les costaría caro. Mandaría a sicarios al dojo
Tendo. Eran un grupo del pueblo del padre de Satsuki.
- ¿Dónde te habías metido? - preguntó Kasumi a su hermana. La estaban esperando en la puerta del colegio
-Haciendo negocios con la directora-dijo Nabiki con una risa perversa. Y toda la familia volvió al dojo.
Dos
días después la directora recibió, a medianoche, una llamada. Los
sicarios que mandó al dojo. Habían entrado… y fracasaron, fueron
reducidos por sus residentes. Los cinco mercenarios acabaron en prisión.
La noticia la recibió de la familia Tendo, concretamente de la hija
mediana… el precio por no decir nada se había multiplicado. Y encima
tendría que dar la noticia a las hijas de esos sicarios... que estaban
internas allí.
El chillido que dio al colgar el teléfono despertó a
todas alumnas. De una habitación se oyó reír a dos chicas, la directora
había fracasado otra vez.