Kael y Rothar avanzaban lentamente a través de un denso bosque, cuyas sombras parecían engullir cada rastro de luz. El aire estaba más pesado que nunca, cargado con una energía oscura que provenía de las profundidades del continente. Las palabras de Rothar seguían resonando en la mente de Kael, recordándole que estaban cerca de la base de operaciones de Garhul, el líder brutal del Culto de las Llamas Eternas. El destino final de su misión estaba al alcance de sus manos, pero con cada paso que daban, la sensación de peligro crecía, como un presagio de lo que les esperaba.
"La base de Garhul no está lejos de aquí," dijo Rothar en voz baja, su tono grave. "Los informes que hemos recibido apuntan a que está en una antigua ciudad, ahora convertida en un nido de oscuridad. Su ejército se ha estado preparando para algo grande."
Kael asintió, su mente centrada en los detalles de lo que podría estar sucediendo en ese lugar. Aunque había ganado algunas batallas y mejorado en el control de su Vitalis, la idea de enfrentarse a Garhul seguía nublando su juicio. Sabía que este sería el último obstáculo antes de que todo lo que había luchado por conseguir se desmoronara o, en el mejor de los casos, se cimentara en algo más grande de lo que había imaginado.
De repente, una intensa presión recorrió el aire, y Kael sintió cómo el Vitalis a su alrededor comenzaba a volverse más denso, casi tangible. Los árboles a su alrededor parecían vibrar, como si la energía que emanaba de la base de Garhul estuviera afectando al mismo entorno.
Rothar, percibiendo la misma sensación, detuvo su paso. "Este es el umbral," dijo con firmeza, sus ojos fijos en el horizonte. "Estamos entrando en su territorio. No hay vuelta atrás."
Ambos avanzaron con más cautela, cada paso resonando en el suelo cubierto de hojas secas. La oscuridad parecía aumentar a medida que se acercaban, y la niebla que emergía del suelo envolvía todo a su alrededor, dificultando la visión. Kael intentaba mantenerse alerta, pero el peso de la situación se hacía más difícil de ignorar. Podía sentir la presencia de Garhul, no en forma física, sino en el aire, en el ambiente que se volvía más espeso a cada segundo.
Finalmente, al llegar a una pequeña colina, ambos se detuvieron, observando desde una distancia segura la fortaleza de Garhul. Era aún más imponente de lo que habían imaginado. La estructura se erguía sobre las ruinas de lo que había sido una antigua ciudad, sus paredes de piedra oscura y torres rotas proyectaban sombras grotescas sobre el paisaje. En la base, se podía ver un movimiento constante, tropas de soldados marchando de un lado a otro, mientras unos extraños artefactos brillaban con una luz oscura en el centro de la fortaleza.
"¿Qué son esos artefactos?" preguntó Kael, observando los brillantes pilares de energía en el centro de la fortaleza.
Rothar frunció el ceño al mirar hacia la estructura. "Parece que Garhul ha estado manipulando el Vitalis de una manera que nunca antes había visto. Esa es la clave para entender lo que está haciendo. Sus experimentos no solo buscan el control del Vitalis, sino que también parecen estar destinados a destruir cualquier rastro de conexión con los Aetheris."
Kael giró hacia Rothar, sorprendido por la revelación. "¿Qué significa eso?"
Rothar suspiró, dejando escapar una ligera frustración. "Los Aetheris son los guardianes del verdadero poder del Vitalis. Si Garhul elimina cualquier conexión con ellos, podría cerrar el único camino que tenemos para escapar de este continente, lo que nos deja atrapados aquí, a merced de su poder. No solo destruye la fuente de nuestra magia, sino que nos priva de toda esperanza de encontrar un futuro más allá de Silence."
Las palabras de Rothar golpearon a Kael con fuerza. Durante todo su viaje, había estado pensando en cómo liberar a su gente, cómo conseguir respuestas y tal vez, en algún momento, una salida de este lugar. Pero la idea de que Garhul pudiera cortarles la única vía hacia la libertad lo llenó de una rabia intensa. Este no era solo un líder cruel. Era un hombre dispuesto a destruir las posibilidades de un futuro mejor, de un futuro fuera de la oscuridad de Silence.
"No puedo dejar que eso pase," dijo Kael, apretando los puños con fuerza. "No dejaré que Garhul destruya la única esperanza que tenemos."
Rothar lo miró, y por un momento, Kael vio la preocupación en sus ojos. "No será fácil, Kael. Lo que estamos enfrentando no es solo a un líder tiránico. Es algo mucho más grande. Garhul ha pasado años perfeccionando su control sobre el Vitalis. Si no somos cuidadosos, podríamos ser absorbidos por su propio poder."
Kael asintió, sabiendo que su compañero tenía razón. Pero la decisión estaba tomada. Sabía que no podían esperar más, no podían retroceder. Garhul debía ser detenido, no solo por la amenaza que representaba, sino por el futuro que sus acciones estaban poniendo en peligro.
Los dos hombres avanzaron con más determinación, escondiéndose entre las sombras de los árboles y moviéndose con sigilo hacia la fortaleza. Mientras más se acercaban, más evidente se volvía la presencia de los artefactos de Vitalis. Eran pilares de piedra gigantescos, rodeados por un resplandor morado que parecía resonar en el aire, emanando una energía que se sentía peligrosa. Era como si cada pulso de energía tuviera el poder de desgarrar el mundo a su alrededor.
Kael no podía dejar de preguntarse cómo Garhul había logrado crear algo tan monstruoso. Las leyendas hablaban de la magia original de los Aetheris, de su conexión profunda con el Vitalis puro, pero nunca había imaginado que alguien fuera capaz de usar ese poder con fines tan oscuros.
"No es solo el poder lo que busca," murmuró Rothar, como si leyera los pensamientos de Kael. "Garhul está tratando de eliminar cualquier vestigio de los Aetheris. Si tiene éxito, no solo destruye una parte crucial de la magia de este continente, sino que cambia el equilibrio de todo lo que sabemos sobre el Vitalis. No dejará ni un rastro de esperanza."
Un escalofrío recorrió la columna de Kael al escuchar esas palabras. El futuro, la única posibilidad de escapar, se estaba desmoronando ante ellos. No podía permitir que Garhul se saliera con la suya.
Finalmente, llegaron al borde de la fortaleza, y Kael pudo ver con más claridad los movimientos de los soldados. La base de Garhul estaba fuertemente custodiada, pero entre las sombras de los edificios, Kael y Rothar pudieron infiltrarse, utilizando su conocimiento del terreno y las habilidades adquiridas durante su entrenamiento.
Con cada paso que daban, la ansiedad de Kael aumentaba. Sabía que el tiempo se agotaba. Cada segundo que pasaba era una oportunidad más para que Garhul implementara su plan, y cada rincón de la fortaleza era una trampa potencial.
A medida que avanzaban más hacia el centro, encontraron un acceso subterráneo, un túnel estrecho que conducía directamente a lo más profundo de la fortaleza. Kael miró a Rothar, quien asintió con determinación. No había vuelta atrás. La batalla por el futuro del continente estaba a punto de comenzar.
El último paso de su misión los llevaría directamente al corazón del mal que Garhul había sembrado, y Kael sabía que no podía fallar. No solo su vida, sino el destino de todos los que dependían de él, estaban en juego. Sin vacilar, entraron en el túnel, sabiendo que lo que les esperaba abajo sería más oscuro y peligroso que todo lo que habían enfrentado hasta ahora.
El umbral final se había cruzado.