Chereads / El Camino del Renacimiento / Chapter 42 - La Luz del Último Respiro

Chapter 42 - La Luz del Último Respiro

La niebla espesa de Silence envolvía el camino como una prisión invisible, sofocando la última chispa de esperanza que Kael había logrado encender en su interior. Cada paso que daba lo acercaba más al abismo de la desesperación. El Vitalis que aún quedaba en su cuerpo ya no era suficiente para mantenerlo en pie, y la energía vital de su ser parecía desvanecerse con cada latido de su corazón. Sabía que, en cualquier momento, su cuerpo se rendiría, que sus fuerzas lo abandonarían por completo.

El viento frío cortaba su piel, pero el calor de su desesperación era aún más intenso, como una ardiente llama que lo consumía desde el interior. El sonido de los pasos de Rothar y los prisioneros a su alrededor era lejano, distorsionado, como si todo estuviera sucediendo a través de una espesa capa de agua. La conciencia de Kael se deslizaba entre la niebla de la confusión y la oscuridad que lo rodeaba. El dolor en su pecho era insoportable. El agotamiento, la fatiga, el colapso de su Vitalis lo había llevado a un estado de sufrimiento absoluto.

En su mente, los recuerdos de su hermana, de sus padres, de su vida anterior, se desvanecían como imágenes borrosas, como ecos que se extinguían lentamente. No sabía cuánto tiempo había pasado desde su última conversación con Rothar, ni cuántos pasos más podría dar. Cada instante se sentía como una eternidad, y Kael sintió que estaba acercándose al final.

Y entonces, en el rincón más profundo de su ser, cuando la oscuridad parecía engullirlo por completo, algo ocurrió.

Un destello de luz, tenue pero intenso, iluminó el vacío que lo rodeaba. La luz no era del sol, ni de las estrellas. Era algo más. Algo mucho más grande que él, que su lucha, que todo lo que había conocido. Era la sensación de una presencia incomprensible, un poder tan antiguo como el propio flujo de Vitalis. Y esa presencia, que parecía fluir a través de las fibras de su ser, lo rodeó, envolviéndolo como un manto de calor y consuelo.

Kael no sabía si estaba soñando o si su mente se estaba desmoronando. Pero algo lo sacó de la oscuridad, una fuerza que lo levantó, lo rodeó y lo transportó más allá del límite de su resistencia. Intentó aferrarse a la realidad, intentó comprender lo que estaba sucediendo, pero su cuerpo ya no respondía. Lo único que podía hacer era dejarse llevar, como una hoja arrastrada por un río turbulento.

Un destello cegador de luz apareció ante él, un resplandor tan brillante que parecía deshacer la oscuridad misma. Y en ese brillo, Kael vio sombras que se movían con elegancia y velocidad. No eran figuras humanas, no eran como nada que hubiera visto antes. Eran seres altos, envueltos en una luz pura, casi etérea, que fluía a su alrededor como si fueran parte del propio aire. Sus rostros eran incomprensibles, cubiertos por una neblina brillante, pero sus ojos… esos ojos eran como espejos, reflejando algo antiguo y profundo. Eran los Aetheris.

Con un solo movimiento, esos seres poderosos lo rodearon, y Kael sintió cómo su cuerpo era levantado del suelo. La sensación de estar siendo elevado era como estar suspendido en el aire, flotando sin peso, sin dolor. El mundo se desvaneció a su alrededor mientras la luz de los Aetheris lo envolvía, transportándolo a través de un espacio sin límites, un espacio que no parecía tener fin ni principio.

"**Él está cerca del final**, pero aún no es su momento," una voz resonó en la mente de Kael, profunda y llena de un poder inimaginable. La voz no provenía de ninguna figura visible, sino de un susurro cósmico que parecía provenir de todo el universo.

A través de esa conexión, Kael pudo sentir la profundidad de esa presencia. No era solo una entidad; era la manifestación de la voluntad de los Aetheris, seres con un control absoluto sobre el Vitalis. Los Aetheris, con su conexión con el flujo vital primordial, no solo existían en una dimensión separada, sino que eran una extensión misma del Vitalis. Su poder no tenía comparación, y Kael, en su estado vulnerable, apenas era consciente de lo que estaba sucediendo.

"**Él no está listo. Pero será.**"

Antes de que pudiera comprender completamente lo que estaba sucediendo, Kael sintió cómo su cuerpo se desvanecía de la misma manera que su conciencia lo había hecho poco antes. La última imagen que vio antes de perder el conocimiento fue un círculo de luz, de figuras luminosas que lo rodeaban, y una sensación de infinita paz que reemplazó el caos y el sufrimiento.

Cuando Kael despertó, no estaba en el frío suelo de Silence. No estaba en la oscuridad de la huida, ni en la agonía de su batalla. Se encontraba en una sala amplia, casi cavernosa, pero todo a su alrededor era brillante, como si la misma luz del cielo estuviera contenida en las paredes. La temperatura era perfecta, ni caliente ni fría, y la calma era absoluta. No había viento, ni sonidos, solo una profunda quietud.

Con dificultad, Kael abrió los ojos, su cuerpo aún dolorido y exhausto. El recuerdo de la última lucha, de la sobrecarga de Vitalis y la desesperación, se deslizó por su mente como un eco distante. Pero estaba vivo. Su Vitalis, aunque débil, seguía fluyendo, y con eso, su esperanza se reavivaba, aunque de forma titubeante. Intentó levantarse, pero su cuerpo aún no respondía como deseaba. Entonces, una figura apareció ante él.

Era un ser alto, cubierto con una capa fluida que reflejaba la luz de una manera casi etérea. Sus ojos, o lo que parecía ser sus ojos, brillaban con una intensidad profunda. La figura no tenía rostro humano, pero había algo en su presencia que resultaba inconfundiblemente consciente y cálido.

"**Te hemos traído aquí, Kael Varun,**" dijo la figura, su voz resonando en su mente de una manera que hizo que Kael se sintiera como si todo su ser fuera tocado por un solo pensamiento. "**Has llegado a un lugar donde el Vitalis no se limita a la existencia material. Aquí, en este lugar, puedes sanar, aprender, y entender lo que eres realmente.**"

Kael parpadeó, aún desconcertado. Las palabras no encajaban por completo en su mente, pero de alguna forma, sentía que las entendía, que había algo profundo en ellas. No solo lo habían salvado; lo habían llevado a un lugar que no era de este mundo.

"**¿Qué… qué es este lugar?**" preguntó Kael con voz débil, su mente nublada, pero llena de una curiosidad indescriptible.

"**Este es Aetheris,**" respondió la figura con calma. "**Es el hogar de aquellos que comprenden los secretos más profundos del Vitalis. Aquellos que hemos existido en armonía con la vida durante eones. Tú, Kael, has tocado los límites de tu mortalidad. Pero tus acciones, tus deseos y tu vínculo con este flujo vital te han traído aquí. A ti, un humano, te damos la oportunidad de ver más allá de lo que conoces.**"

Kael luchó por comprender. ¿Él, un simple ser humano, había tocado los límites de algo tan vasto y poderoso? ¿Los Aetheris lo habían traído aquí para algo más que sanar sus heridas? ¿Qué significaba todo esto para él?

"**Lo entenderás pronto. Ahora, descansa,**" dijo la figura, y Kael sintió cómo la fatiga lo invadía una vez más. La luz y la calma lo envolvieron, llevándolo de nuevo al umbral de la inconsciencia.

Pero esta vez, no fue la oscuridad lo que lo reclamó.

Fue la luz. Y con ella, una nueva oportunidad.