Kael despertó de nuevo, pero esta vez no fue el dolor o la confusión lo que dominaba sus sentidos. En lugar de eso, fue una extraña sensación de calma, como si su cuerpo estuviera flotando en un mar de paz. No había rugidos de batalla, ni el crujir de huesos rotos, ni el ardor del Vitalis desbordado. Todo lo que sentía era... silencio. Un silencio profundo que llenaba su ser de una serenidad que ni siquiera sabía que necesitaba.
Sus ojos se abrieron lentamente, y lo primero que notó fue la luz. No una luz normal, ni un brillo que viniera de una fuente visible, sino una luminosidad omnipresente, suave y envolvente. Era como si estuviera rodeado por una atmósfera creada de pura energía, una atmósfera que no tenía ni principio ni fin. Cada partícula que tocaba su piel parecía llenar su ser de calor, sin quemarlo, sin incomodarlo. Era... la sensación más pura que había experimentado en toda su vida.
Cuando intentó mover sus manos, notó que su cuerpo, aunque aún cansado, no estaba destrozado como lo había estado al final de su huida de Silence. Se sentía restaurado, como si las heridas de su alma, no solo las físicas, también hubieran comenzado a sanar. Podía sentir cómo su Vitalis, el flujo vital que había sido su tormento en tantas ocasiones, fluía por sus venas de manera más limpia y armónica, como si estuviera sincronizado con algo mucho más grande que él.
Se levantó lentamente, y al hacerlo, notó que no estaba solo. Alrededor de él, observándolo con curiosidad, había figuras que se movían en silencio. No eran humanos, no completamente. Sus siluetas eran elegantes, fluidas, y brillaban con una intensidad indescriptible. No era una luz directa, sino una emanación suave que les rodeaba, que parecía ser parte de ellos. Eran los Aetheris, pero esta vez no estaban alejados, no eran solo sombras misteriosas. Estaban ahí, frente a él, observándolo.
Una de las figuras, más alta que las demás, dio un paso al frente. Su presencia no era agresiva, pero había algo en ella que irradiaba poder, una sensación de dominio absoluto sobre el Vitalis que hizo que Kael, por un momento, se sintiera diminuto a su lado. No era intimidante, sino más bien la manifestación misma del conocimiento y la paz.
"**Despiertas, Kael Varun,**" dijo la figura con una voz que resonó en su mente como una ola. No era una voz proveniente de su garganta, sino una vibración que parecía nacer desde el centro del cosmos, filtrada a través de una comprensión profunda y trascendental.
Kael, aún atónito, intentó responder, pero sus palabras se quedaron atoradas en su garganta. Era como si el peso de todo lo que había vivido hasta ese momento se hubiera desvanecido, como si todo lo que había conocido estuviera ahora más allá de su alcance.
"**¿Dónde estoy?**" murmuró finalmente, su voz débil y quebrada. No podía dejar de mirar a los Aetheris. Era como si los estuviera viendo por primera vez, sin la incomodidad de la ignorancia, pero tampoco con la claridad que podría haber esperado.
"**Estás en el centro de Aetheris,**" respondió la figura sin moverse. "**Este es el reino de aquellos que han entendido las raíces más profundas del Vitalis, de la vida misma. Aquí, tu viaje comienza a transformarse. Has sido llevado a este lugar porque algo en tu ser resonó con las energías del Vitalis puro.**"
Kael frunció el ceño, aún procesando las palabras, buscando un significado en ellas. Algo en su interior había sentido que esto podría ser la respuesta, pero no entendía lo suficiente como para saber qué significaba exactamente. Su conexión con el Vitalis puro... eso era lo que lo había llevado hasta aquí.
"**¿Mi conexión con el Vitalis puro?**" repitió Kael, sus pensamientos desordenados, pero la curiosidad comenzaba a ganar terreno. "**¿Qué significa eso? ¿Por qué... por qué yo?**"
La figura hizo un leve movimiento con su mano, y la energía alrededor de Kael se condensó un momento, creando una imagen en el aire, una visión de algo que Kael no había visto nunca. La imagen representaba un flujo de energía, un entrelazamiento de hilos dorados y plateados que danzaban como si fueran vivos. Aquello era... Vitalis, pero no el Vitalis normal que él conocía, sino algo mucho más profundo, mucho más vasto.
"**Este es el Vitalis Original,**" explicó la figura, señalando la imagen flotante. "**Es la esencia pura del Vitalis, la que fluye en la base de todo ser, más allá de las limitaciones de los humanos, de los semi humanos, incluso de los Aetheris. Aquellos que dominan este Vitalis pueden conectar con el flujo primordial, algo que pocos han tocado. Tú, Kael, has sido tocado por esta fuerza sin entender completamente lo que es. Pero eso ha traído consigo un gran poder, y con él, una gran responsabilidad.**"
La palabra "responsabilidad" golpeó a Kael como una bofetada. ¿Responsabilidad? Había sobrevivido a una guerra, había perdido a Rothar, había perdido tanto que apenas quedaba algo de él mismo. ¿Cómo podía tener ahora una responsabilidad que ni siquiera entendía?
"**¿Responsabilidad?**" repitió, esta vez con más fuerza. "**¿Qué clase de responsabilidad puede recaer sobre mí? Todo lo que he hecho ha sido por sobrevivir. He luchado por encontrar un propósito, pero no...**" Kael se detuvo, porque sabía que sus palabras eran vagas. Sabía que había algo mucho más grande que él en juego. "**No entiendo. ¿Cómo puedo enfrentar algo como esto?**"
La figura lo observó con una calma infinita. El tiempo parecía detenerse por un momento, y Kael, con su agotada mente, no podía dejar de mirar. Entonces, una nueva visión apareció ante él, una visión más oscura, más amenazante. Era el rostro de Garhul, con su mirada fría y sus labios curvados en una sonrisa malévola, rodeado de sombras que se retorcían como si fueran de pura oscuridad. La imagen flotó frente a Kael, distorsionándose lentamente hasta que, por un instante, pareció cobrar vida.
"**Ese es el rostro de tu enemigo,**" dijo la figura. "**Un ser que ha buscado corromper el Vitalis, manipularlo para sus propios fines. Lo que él quiere es destruir lo que ha sido creado, destruir la paz que aún puede existir en los corazones de los seres vivientes.**"
Kael sintió una ola de ira recorrer su ser. Garhul, el hombre que había masacrado a su pueblo, que había arruinado la vida de tantas personas. El dolor de esa pérdida, el vacío que había quedado en su pecho, resurgió como una llama ardiente. Sin embargo, sabía que no era el momento para actuar de manera impulsiva. Algo en su interior le decía que aún le quedaba mucho por aprender antes de que pudiera enfrentarse a Garhul en igualdad de condiciones.
"**¿Qué debo hacer?**" preguntó Kael, su voz ahora firme, aunque su corazón palpitaba con la ansiedad de lo desconocido.
La figura de los Aetheris se acercó un paso más, y con una sola mirada, Kael sintió una respuesta profunda en su ser. No era una respuesta clara ni simple. Era una sensación, una convicción, como si todo en su vida hubiera llevado a este momento. La figura no habló, pero en su silencio había algo que resonaba en lo más profundo de Kael.
"**Tú eres la clave para la supervivencia de tu mundo.**"
Kael no sabía si entendía completamente lo que eso significaba, pero algo en su interior le decía que el viaje que había comenzado no terminaría fácilmente. Había sobrevivido, sí, pero en ese momento entendió que no era solo la supervivencia lo que importaba. Su propósito era más grande. El destino de todo lo que conocía, y de lo que aún no conocía, dependía de lo que haría en los próximos pasos que tomara.
El camino hacia ese propósito aún estaba lleno de desafíos, de oscuridad y luz. Pero Kael no podía retroceder. No podía abandonar lo que estaba por venir.
En su corazón, sabía que esta era solo una nueva etapa de su lucha, una lucha que no solo sería por su vida, sino por el equilibrio mismo de su mundo.
Y cuando levantó la vista hacia la figura que lo observaba, entendió que, aunque había sobrevivido, su verdadera batalla aún estaba por comenzar.