La fortaleza de Garhul se encontraba sumida en una oscuridad aún más profunda, como si el propio cielo hubiera cerrado sus ojos ante el enfrentamiento que se estaba llevando a cabo en su interior. Los muros temblaban, resonando con el impacto de la batalla, pero el lugar permanecía implacable, como un monstruo dormido esperando su despertar. La lucha había llegado a su punto culminante, y Kael se encontraba al borde de la desesperación.
A su alrededor, la energía del Vitalis, tanto la pura como la oscura, se entrelazaba en una danza mortal. El campo de batalla era un caos de luz y sombra, con la vibración de cada golpe lanzado por Kael y Garhul reverberando en su ser. Kael ya no sentía la intensidad de la lucha como antes. Cada músculo de su cuerpo ardía, su energía vital drenada hasta los límites. El Vitalis que utilizaba estaba comenzando a consumirlo por completo, pero no podía ceder. No podía rendirse ahora.
Garhul, por su parte, estaba casi intacto. Aunque Kael le había dado pelea, el líder de Silence aún mantenía el control absoluto sobre su flujo de Vitalis, manipulando la energía oscura con una habilidad aterradora. Kael lo miraba, sintiendo el peso de la derrota pesando sobre sus hombros, y la figura de Garhul parecía crecer más imponente con cada segundo.
"Es inútil, Kael," dijo Garhul, su voz resonando con una mezcla de burla y desdén. "Tu Vitalis puro no es rival para la oscuridad que manejo. Ya estás agotado. Tu lucha ha terminado."
El líder de Silence levantó su mano, liberando una marea de sombras que se precipitaron hacia Kael. La presión de la oscuridad lo aplastó, y Kael se desplomó de rodillas, sintiendo cómo la vida se le escapaba. Su respiración era agónica, sus pensamientos dispersos, pero había algo dentro de él que se negaba a ceder, algo que no podía permitir que se extinguiera.
Entonces, en medio de esa desesperación, una figura apareció junto a él. Rothar. El viejo guerrero de Silence, siempre imperturbable, siempre dispuesto a luchar por lo que era justo, apareció de repente ante él. Su rostro estaba marcado por el cansancio, pero sus ojos brillaban con una determinación feroz.
"Kael," dijo Rothar con voz grave, pero llena de autoridad. "Esto no termina aquí."
Rothar se adelantó sin vacilar, su espada brillando con la luz del Vitalis que había dominado durante tanto tiempo. La energía del Vitalis fluía con fuerza a través de su cuerpo, y aunque parecía más envejecido y cansado, su habilidad para manejar el flujo de la vida era inquebrantable.
"No… Rothar, no puedes," dijo Kael, tratando de levantarse. Su voz temblaba por el agotamiento. "No tienes por qué hacer esto."
Rothar lo miró fijamente, una leve sonrisa en su rostro. "Tienes el poder, Kael. Tienes lo que se necesita para detenerlo. Pero hay algo más que no puedes entender. Hay momentos en los que no es suficiente con solo luchar por ti mismo. A veces, debemos luchar por los demás. Por todos los que no pueden luchar."
Rothar se adelantó aún más, enfrentándose a Garhul con una valentía que Kael no había visto antes. Con un movimiento ágil, Rothar se lanzó hacia el líder de Silence, su espada brillando con la intensidad de su propio Vitalis. Garhul, sorprendido por la furia del ataque, se vio obligado a defenderse, pero Rothar no le dio tregua. Cada golpe era un mensaje claro: el sacrificio valía la pena, y nada lo detendría.
Sin embargo, Garhul no tardó en reaccionar. Con una onda de oscuridad, desvió el ataque de Rothar y lo golpeó con una fuerza devastadora. El impacto lanzó a Rothar hacia atrás, pero el guerrero no cayó. Aunque herido, se levantó nuevamente, esta vez con una energía diferente. No era solo la fuerza de su Vitalis lo que lo impulsaba, sino algo mucho más profundo: el deseo de dar a Kael la oportunidad que necesitaba.
"Kael, ahora," gritó Rothar, mirando a su amigo con una intensidad inquebrantable. "Hazlo. Es tu momento."
En ese instante, Kael comprendió. Todo lo que había aprendido, todas las luchas, todos los sacrificios que había soportado, no eran solo para él. Estaban destinados a algo más grande. Su cuerpo estaba al límite, su Vitalis casi agotado, pero algo dentro de él, en lo más profundo de su ser, comenzó a despertar. El sacrificio de Rothar no podía ser en vano.
Kael cerró los ojos, dejando que la conexión con su Vitalis fluyera más allá de lo que jamás había logrado. El Vitalis puro que residía dentro de él se expandió, una explosión de energía que llenó su ser. En ese momento, Kael no solo era un hombre, un guerrero que buscaba venganza. Era la culminación de todo lo que había aprendido, todo lo que había perdido. Su cuerpo era un receptáculo de pura energía, y mientras la oscuridad lo envolvía, encontró la luz que Rothar le había enseñado a buscar.
Con una fuerza renovada, Kael se levantó. Cada fibra de su ser estaba vibrando con una energía más allá de lo que había imaginado posible. Su espada, bañada en el resplandor de su Vitalis, brillaba con una intensidad cegadora. Y en ese mismo instante, Kael lanzó su ataque final.
Un rayo de energía pura atravesó la sala, desintegrando la oscuridad que rodeaba la fortaleza. El choque de energías fue indescriptible, como si el propio mundo hubiera dejado de existir por un momento. El suelo tembló bajo sus pies, y las paredes se agrietaron. El ataque de Kael fue la culminación de todo lo que había sufrido, todo lo que había aprendido y perdido. Era su grito de guerra, su última esperanza.
Garhul intentó contrarrestar el ataque con su propia oscuridad, pero el poder de Kael era abrumador. La espada de Kael cortó a través de la barrera de Vitalis oscuro de Garhul, atravesando su defensa y golpeando al líder de Silence con una fuerza que lo lanzó contra la pared de la fortaleza.
La sala se sumió en un silencio absoluto. Kael, exhausto, cayó de rodillas, su espada temblando en su mano. El esfuerzo lo había dejado completamente devastado. Su cuerpo no podía soportar el peso de tanta energía, y la oscuridad lo rodeaba, invadiendo su visión. Pero antes de que su mente se apagara por completo, vio a Rothar caer junto a él, una sonrisa serena en su rostro, su sacrificio completo.
"Rothar…" susurró Kael, su voz quebrada por el dolor y la fatiga.
El guerrero de Silence, quien había dado su vida para darle una oportunidad a Kael, ya no respondía. Su sacrificio había marcado el fin de una era, el cierre de un capítulo en la vida de Kael.
Con un último esfuerzo, Kael levantó su mirada hacia las ruinas de la fortaleza. Garhul yacía derrotado, su cuerpo no era más que una sombra de lo que había sido. La base de operaciones de Silence estaba destruida, y con ella, las esperanzas de Garhul de traer el caos al mundo.
Pero todo había tenido un precio. Kael había ganado la batalla, pero lo había perdido todo.