El regreso al asentamiento fue silencioso, pero no por la paz que normalmente se asocia con los retornos triunfales. El aire estaba cargado de una tensión palpable, como si la atmósfera misma presagiara lo que estaba por venir. Kael y Rothar caminaban lado a lado, aunque el joven se sentía más inquieto que nunca. Aunque la misión había sido un éxito y su cuerpo se sentía más fuerte gracias a lo que había aprendido en el santuario de Silence, había algo en el aire del asentamiento que no podía ignorar.
La gente los observaba desde sus viviendas improvisadas, algunos con miradas agradecidas, otros con una leve desconfianza. No era el tipo de recepción que Kael había anticipado, pero entendía que los sobrevivientes de un mundo como el de Silence no confiaban fácilmente en los extraños. Aún así, su corazón latía más rápido al acercarse al centro del asentamiento, donde se reunían los líderes.
"Así que, ¿crees que has hecho lo suficiente como para ganarte su confianza?" le preguntó Rothar sin volverse, su voz grave pero curiosa.
Kael asintió, aunque su mente estaba llena de incertidumbre. "¿Qué pasa si no lo he hecho? ¿Qué pasa si la gente sigue viéndome como una amenaza?"
Rothar miró al joven de reojo y se detuvo un momento, sus ojos escrutando la escena a su alrededor. "Vas a enfrentarte a esos miedos, Kael. Aquí, no importa lo que hagas. Lo que importa es lo que te ven hacer. El mundo no se detiene por tus inseguridades. Lo que debe ser hecho, se hace. Y si lo haces bien, encontrarás aliados, aunque te odien al principio."
Kael meditó sobre las palabras de su mentor mientras continuaban su camino hacia el centro del asentamiento. A medida que se acercaban a los líderes, Kael pudo ver cómo las conversaciones se silenciaban. La presencia de Rothar parecía infundir respeto, pero también cierta aprehensión. No era un líder por naturaleza, sino alguien que había ganado su lugar a través de la fuerza y el conocimiento. Y eso era algo que Kael comenzaba a comprender: el respeto se ganaba, no se heredaba.
Los líderes del asentamiento ya estaban reunidos, un pequeño círculo de hombres y mujeres que miraban con cautela hacia la llegada de Rothar y Kael. Al frente de ellos, un hombre de rostro endurecido y cabello canoso los observaba con ojos penetrantes. Su postura recta y su expresión seria indicaban que no era alguien fácil de impresionar.
"Rothar," dijo el hombre con voz áspera. "Te habíamos dicho que no te esperábamos tan pronto. Pero parece que has traído algo más que respuestas esta vez."
"Una misión cumplida," respondió Rothar, con su tono habitual de poca emoción. "Y alguien que podría ayudarnos a salir de aquí. Si no nos dejamos consumir por nuestras paranoias, claro."
Kael observó la interacción con cautela, sus dedos ligeramente tensos sobre el mango de su espada, aunque sabía que no era el momento para mostrar inseguridad. Sin embargo, fue difícil no sentirse vulnerable. La presencia del hombre canoso, cuyo nombre Kael pronto aprendería era Arvid, no era la única que cargaba con una energía intimidante. Las miradas de los demás líderes también parecían analizarlo, evaluarlo, como si él fuera una pieza de ajedrez que no encajara en su tablero.
"¿Este joven es el que traes?" preguntó Arvid, su tono crítico, casi desdeñoso. "¿El que ha estado por ahí buscando restos de poder en los rincones del continente? ¿De verdad es digno de confianza?"
Kael dio un paso al frente, sintiendo que debía defenderse por sí mismo. "Soy Kael," dijo con voz firme, manteniendo la mirada de Arvid. "No estoy aquí para causar problemas. Vengo de un lugar similar al de ustedes, luchando por sobrevivir, y ahora que estoy aquí, mi único objetivo es ayudar. No tengo nada que ver con el Culto de las Llamas Eternas."
Un murmullo recorrió el círculo de los líderes al mencionar el nombre del culto. Kael podía ver que su acusación no había caído en saco roto. El Culto de las Llamas Eternas era un enemigo común para todos ellos, una amenaza que había destrozado vidas y dejado cicatrices profundas en cada rincón del continente. Las miradas se volvieron aún más inquisitivas, y Kael podía sentir cómo la desconfianza se multiplicaba.
Arvid no tardó en responder, su voz grave como un trueno. "¿No tienes nada que ver con ellos, dices? ¿Cómo explicas tu origen? ¿O tal vez te crees que nosotros somos tontos y no vemos los mismos signos que el resto de este continente? La conexión de tu familia con esa maldita secta no se olvida fácilmente. ¿Cómo podemos confiar en ti?"
Kael apretó los dientes, su mente corriendo a toda velocidad. No podía negar lo que Arvid decía. Su familia había estado vinculada al Culto de las Llamas Eternas, pero él no era responsable de las acciones de su pasado. No era ese Kael, el joven impulsivo y sediento de poder que había buscado ascender a través de la oscuridad. Ahora solo deseaba proteger lo que había ganado, las personas que había llegado a considerar su nueva familia.
"Soy Kael Varun," repitió, manteniendo la calma. "No tengo nada que ver con el culto, pero los he enfrentado. Ellos son los responsables de la masacre en mi pueblo, y no me detendré hasta hacerles pagar por lo que han hecho. Quiero detenerlos tanto como ustedes."
Rothar, que había estado observando la conversación en silencio, intervino antes de que la situación escalara. "No hay necesidad de más acusaciones, Arvid. Kael ha demostrado ser más valioso de lo que crees. Ayer, enfrentó a una criatura en Silence y salió victorioso. Está más cerca de ser un aliado que una amenaza."
A pesar de las palabras de Rothar, Arvid no pareció convencido. Se cruzó de brazos y miró a Kael con una desconfianza evidente, como si esperara que el joven cometiera el más mínimo error para poder descartarlo.
"No sé si confiar en este muchacho," dijo Arvid, mirando a los demás líderes. "No es solo su pasado lo que me inquieta, sino también el hecho de que está demasiado cerca de Rothar. ¿Qué pasa si es solo una sombra que viene a manipularnos?"
Kael sintió cómo la sangre se le acumulaba en las sienes, pero mantuvo la compostura. Sabía que en ese momento no podía demostrar que las palabras de Arvid lo habían afectado. Lo único que podía hacer era esperar, observar cómo se desarrollaba la situación. La tensión se cortaba en el aire, y parecía que la reunión se desviaría hacia un enfrentamiento más abierto si no se encontraba una solución.
Finalmente, fue una mujer de cabello oscuro y mirada seria quien habló. "Ya hemos tenido suficientes enemigos atacándonos desde afuera," dijo, su voz cargada de determinación. "No necesitamos pelearnos entre nosotros. Kael ha demostrado tener valor, y si su vínculo con Rothar es real, entonces quizás tenemos más que ganar que perder. Pero, Arvid, si realmente tienes dudas, puedes poner a Kael a prueba. Esta comunidad no puede permitirse un líder débil, ni un aliado falso."
Arvid se quedó en silencio por un largo momento, contemplando la propuesta. Finalmente, tras lo que pareció una eternidad, asintió lentamente.
"Está bien," dijo en voz baja, pero aún con una chispa de desconfianza. "Haremos esto a nuestra manera. Si el chico puede ayudar a defender este asentamiento como dice Rothar, entonces le daremos una oportunidad. Pero si demuestra que es una amenaza... no dudaré en echarlo."
Kael no pudo evitar sentir un ligero alivio al escuchar la decisión de Arvid, aunque sabía que esto no era un triunfo completo. Todavía le quedaba mucho por demostrar, y tendría que enfrentarse a los desafíos que vendrían, no solo de los enemigos exteriores, sino también de los que lo observaban con recelo desde dentro.
Rothar, al ver que la reunión había terminado, dio un paso atrás y le hizo una señal a Kael. "Ven," dijo en tono bajo. "Lo has logrado, por ahora. Pero la verdadera prueba está por venir."
Kael asintió, con la mente llena de dudas y resoluciones. Sabía que las dificultades no habían hecho más que comenzar, y que tendría que luchar no solo contra los enemigos visibles, sino también contra las sombras de su propio pasado y las que lo acechaban dentro del asentamiento. Pero estaba dispuesto a enfrentarlas, por su familia, por su nueva vida. Y esta vez, no dejaría que el miedo lo detuviera.
El destino lo esperaba, y Kael Varun estaba listo para afrontarlo.