Kael no sabía cuánto tiempo había pasado desde que comenzó la lucha, pero en ese momento no importaba. Su cuerpo estaba agotado, las piernas temblorosas, y su respiración era entrecortada. Los vestigios de Vitalis que sentía en el aire ya no eran una fuente de poder, sino una carga que le drenaba la energía, y el sudor cubría su rostro con la sensación de un peso imposible de quitar. La última criatura había caído, pero Kael no podía dejar de temer que otras aparecieran. Este continente, Silence, estaba lleno de sorpresas mortales.
Con esfuerzo, se levantó, tambaleándose hacia las ruinas donde había encontrado la plataforma de piedra. La niebla a su alrededor parecía más densa de lo que recordaba, como si la oscuridad misma estuviera al acecho, esperando devorar lo que quedaba de él. Tenía que salir de allí, encontrar un refugio, pero el suelo temblaba cada vez más bajo sus pies, y las criaturas caídas no eran las únicas que podrían acecharlo en la niebla.
Casi como si el destino tuviera otros planes para él, Kael escuchó un crujido a su espalda. No podía moverse más rápido, pero su instinto le hizo girarse. En la bruma, una figura apareció, alta y delgada, con una capa rota que ondeaba ligeramente en el viento. El hombre se movía con una agilidad que contrastaba con la pesadez del ambiente. Sin mediar palabra, se acercó a Kael con pasos firmes pero cautelosos.
"¿Estás bien?" La voz del hombre era profunda, grave, como si cada palabra tuviera un peso propio.
Kael, todavía en guardia, se tensó. No podía confiar en un extraño, mucho menos en este extraño que parecía haber estado observando su lucha. Con un movimiento rápido, su mano buscó la empuñadura de la espada, pero algo en la mirada del hombre lo detuvo. Había una calma en sus ojos, una experiencia palpable que lo hizo sentir que este hombre no era una amenaza. Al menos no por ahora.
"¿Quién eres?" La voz de Kael salió áspera, su cansancio evidente en sus palabras.
"Rothar." El hombre dio un paso más hacia él, sin ningún gesto de agresión. "Soy un superviviente de Silence, como tú ahora."
La afirmación de Rothar no solo era sorprendente, sino inquietante. ¿Un superviviente? ¿De qué? Kael había entendido que este continente estaba desolado, marcado por el olvido y la muerte. ¿Cómo había logrado Rothar sobrevivir tantos años aquí, rodeado de criaturas mortales y tierras inhóspitas? La respuesta le llegaba lentamente, pero sus preguntas se quedaron atoradas en su garganta.
"¿Cómo sabes que soy un... superviviente?" Kael se dio cuenta de lo absurdo de su pregunta apenas la formuló. Los rastros de Vitalis, la brutalidad de las criaturas, el conocimiento de la región… Claro que Rothar sabía que él no era de por allí.
"Tu cuerpo lo dice", respondió Rothar sin rodeos. "Te movías como alguien recién llegado, todavía intentando entender cómo funciona este lugar. He visto suficientes de los tuyos para saberlo."
Kael frunció el ceño, sintiendo la incomodidad de su situación. A pesar de lo que acababa de pasar, Rothar no parecía tener miedo de las criaturas, ni de él mismo. Era una presencia segura en un lugar tan peligroso, y Kael no podía evitar sentirse intrigado por ello.
"¿Y qué sabes tú de este lugar?" Kael preguntó, su voz más calmada ahora. Había algo en Rothar que le decía que este hombre no solo era un sobreviviente: tenía conocimientos, experiencia, tal vez incluso respuestas.
Rothar lo miró por un momento antes de responder, como si estuviera evaluando si valía la pena compartir su historia. Finalmente, habló:
"Silence no es como otros lugares. Aquí no solo luchamos por sobrevivir, luchamos para entender. Este continente está marcado por una historia oscura, y aquellos que lo exploran descubren secretos que muchos desearían que se quedaran enterrados. Pero algunos de nosotros, los que hemos estado aquí mucho tiempo, aprendemos a adaptarnos, a entender la niebla, a cazar y… a evitar las cosas que acechan en la oscuridad."
La forma en que Rothar hablaba no dejaba dudas. Había algo más en este hombre que solo supervivencia. Había sabiduría en su voz, una serenidad que Kael envidiaba en ese momento. En su interior, Kael sabía que este hombre no solo había sobrevivido, sino que había dominado las reglas de Silence de una manera que él no podría lograr por sí mismo, al menos no todavía.
"¿Cómo has hecho para sobrevivir todo este tiempo?" Kael no pudo evitar preguntar, la curiosidad superando su desconfianza.
Rothar sonrió ligeramente, como si se estuviera anticipando a la pregunta. "Caza. El sigilo. El conocimiento del terreno. Y la paciencia. Silence te castiga si no entiendes cómo jugar sus reglas."
En ese momento, Kael sintió una punzada de dolor en su costado. El corte de la criatura aún le ardía, y su cuerpo ya no podía mantenerse de pie por mucho más tiempo. Intentó mantenerse firme, pero sus piernas flaquearon y cayó al suelo. Rothar se adelantó rápidamente, sujetándolo antes de que se desplomara por completo.
"Te lo dije. Estás lejos de estar bien", dijo Rothar con un tono que parecía ligeramente divertido, pero al mismo tiempo, preocupado. "Ven. Te llevaré a un lugar seguro. Este no es el mejor sitio para recuperar fuerzas."
Kael, demasiado exhausto para protestar, asintió con la cabeza. Rothar lo ayudó a levantarse, y juntos comenzaron a caminar hacia un área que Kael no había notado antes. Un pequeño claro entre los árboles que no parecía estar tan afectado por la niebla. Apenas unos pasos después, Kael notó una estructura rudimentaria, una cueva que Rothar había convertido en refugio. Había fuego, y en la entrada, algunos utensilios de caza: trampas, cuchillos y otros instrumentos que Kael no reconocía, pero que claramente servían para sobrevivir en ese entorno hostil.
"Este es mi hogar, por así decirlo", explicó Rothar mientras se sentaba junto al fuego. "He estado aquí mucho tiempo, aprendiendo a vivir con lo que Silence me da. Y tomando lo que la tierra me permite."
Kael, finalmente dejando caer su cuerpo al suelo junto al fuego, observó en silencio el entorno de Rothar. La cueva estaba llena de pequeñas astillas de madera, algunas ropas viejas pero útiles, y lo que parecía ser una red de pesca hecha a mano. Todo en ella hablaba de la necesidad de adaptarse y sobrevivir, de entender el lugar en el que uno estaba. No era lujo ni comodidad, pero para alguien como Kael, en ese momento era todo lo que necesitaba.
"¿Por qué me ayudas?" Kael preguntó, aún escéptico, pero con el dolor físico nublando sus dudas.
"Porque si no lo hiciera, ¿qué sería de ti? Estás tan perdido aquí como cualquier otro recién llegado. Y no me interesa ver a otro más caer por ignorancia", Rothar respondió con calma. "Además, te he visto luchar. Tienes la tenacidad, pero necesitas aprender a sobrevivir. Y en Silence, si no aprendes, mueres."
Kael dejó escapar un suspiro cansado, pero en sus ojos había algo más. A pesar de la desconfianza inicial, algo en las palabras de Rothar resonó en él. Tal vez este hombre no era solo un superviviente. Tal vez era su única esperanza para descubrir la verdad sobre Silence y cómo salir de allí.
"Bien", dijo Kael después de unos segundos de reflexión. "Enseñame entonces. Necesito aprender a sobrevivir aquí."
Rothar asintió lentamente, una ligera sonrisa curvando sus labios.
"Lo que tienes que entender, Kael, es que Silence no perdona. Pero si eres lo suficientemente inteligente, puedes aprender a vivir en su abrazo mortal."
Con eso, la conversación terminó, pero el entendimiento entre los dos se formó. Kael sabía que aún quedaba mucho por aprender, pero con Rothar a su lado, quizás había una oportunidad, un camino hacia la verdad.