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Chapter 19 - Despertar en el Abismo

El frío era lo primero que Kael sintió antes de abrir los ojos. Un frío que no se parecía a nada que hubiera experimentado antes, como si penetrara en su carne y se asentara en sus huesos. El suelo bajo él estaba duro y rugoso, y cuando trató de moverse, un dolor punzante recorrió su costado. Lentamente, abrió los ojos.

El cielo sobre él era un gris uniforme, pesado y opaco, como una sábana de ceniza que bloqueaba cualquier rastro de luz solar. El aire estaba cargado de una especie de polvo fino que raspaba su garganta cada vez que respiraba. **Todo a su alrededor era muerte y desolación.**

Kael intentó sentarse, apoyándose en un brazo tembloroso, pero el movimiento hizo que una punzada de dolor le arrancara un gruñido. Miró hacia abajo y vio su costado derecho cubierto de sangre seca. La herida no era mortal, pero claramente no había recibido atención desde que fue infligida.

Los recuerdos de lo ocurrido volvieron lentamente: el Culto de las Llamas Eternas, su oferta de sacrificio, el rugido del portal, el calor abrasador... y luego la nada. Ahora estaba aquí, en un lugar desconocido y hostil.

"¿Esto es Silence?" pensó, mirando a su alrededor con ojos entrecerrados. Las historias que había oído sobre el continente eran pocas y vagas, pero todas coincidían en un punto: **era un lugar donde nadie podía sobrevivir por mucho tiempo.**

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### **Explorando el Desconocido**

Kael se obligó a ponerse de pie, apoyándose en su espada como si fuera un bastón. Cada músculo de su cuerpo protestaba con un dolor sordo, pero sabía que quedarse allí no era una opción. Miró a su alrededor en busca de algo, cualquier cosa que pudiera darle una idea de dónde estaba o qué dirección debía tomar.

El paisaje era desolador. Árboles carbonizados se alzaban como dedos esqueléticos contra el cielo gris, y el suelo estaba cubierto de una fina capa de ceniza que se levantaba con cada paso. No había rastro de vegetación, agua o vida animal. **Todo estaba muerto.**

El cristal de Vitalis en su muñeca brillaba débilmente con un tono azulado, lo que le indicó que aún tenía energía suficiente, pero eso no aliviaba su creciente sensación de inquietud. "Debo encontrar un refugio... y agua", pensó, mientras comenzaba a caminar.

Las horas pasaron lentamente mientras Kael vagaba por el terreno inhóspito. El silencio era absoluto, tan opresivo que podía escuchar el sonido de su propia respiración y los latidos de su corazón. Cada paso se sentía más pesado que el anterior, y la ceniza se le pegaba a la piel, irritándole los ojos y la garganta.

Finalmente, un débil sonido rompió la monotonía: **un murmullo distante, como agua corriendo.** Kael siguió el ruido con renovada determinación hasta encontrar un pequeño riachuelo. El agua era oscura y tenía un olor metálico, pero Kael estaba demasiado sediento como para preocuparse por su pureza. Se arrodilló, bebió un sorbo, y de inmediato sintió náuseas, pero al menos había aliviado un poco la sequedad de su garganta.

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### **El Primer Encuentro: Los Nullum**

Kael apenas había recuperado el aliento cuando sintió algo extraño. **Un cambio en el aire, una presencia que no podía explicar.**

El ataque fue repentino. Un gruñido gutural rompió el silencio, y Kael giró justo a tiempo para ver una criatura emergiendo de la neblina. Era una figura humanoide, pero de proporciones distorsionadas. Su piel estaba cubierta de grietas negras, y por esas grietas emanaba un resplandor rojo que pulsaba débilmente.

Lo más aterrador era su rostro, o la falta de él. **No tenía ojos, nariz ni boca; solo una superficie lisa y vacía que parecía observarlo con un odio inexplicable.**

Kael desenfundó su espada de inmediato, a pesar del temblor en sus manos. La criatura avanzó hacia él con movimientos torpes, pero rápidos, levantando pequeñas nubes de ceniza con cada paso.

—¿Qué demonios...? —murmuró Kael, retrocediendo mientras evaluaba a su oponente.

El Nullum no esperó. Con un movimiento sorprendentemente veloz, se lanzó hacia él, sus garras apuntando directamente a su pecho. Kael apenas tuvo tiempo de levantar su espada para bloquear el ataque, pero el impacto lo hizo retroceder varios pasos.

—¡Vitalis, fluye! —gritó, canalizando su energía para reforzar su cuerpo.

Un destello de luz azul recorrió su piel mientras la técnica del flujo de Vitalis se activaba, dándole un impulso temporal de fuerza y velocidad. Contraatacó con un tajo horizontal, pero la criatura esquivó con una agilidad inhumana.

Kael estaba jadeando después de solo unos segundos de combate. **La técnica aún era inestable; cada uso dejaba su cuerpo más pesado y torpe.**

El Nullum atacó de nuevo, y esta vez Kael logró cortar su torso. Para su horror, la herida no produjo sangre. En su lugar, la criatura se desmoronó en un montón de ceniza negra que se dispersó con el viento.

Kael se quedó inmóvil, respirando con dificultad mientras trataba de procesar lo que acababa de ocurrir.

—¿Qué eran esas cosas...? No tienen Vitalis...

El pensamiento lo inquietó profundamente. Toda criatura viva tenía Vitalis, incluso las plantas y los animales. Pero esa cosa no. Era como si no perteneciera a este mundo.

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### **Reflexión y Desesperación**

Kael se dejó caer al suelo, dejando que su espada descansara junto a él. Su cuerpo temblaba, tanto por el esfuerzo físico como por el impacto emocional de lo que acababa de experimentar.

Miró el cristal de Vitalis en su muñeca, que ahora brillaba débilmente. Había usado demasiado de su energía en ese breve enfrentamiento, y sabía que no podría seguir así por mucho tiempo.

—Si estas cosas están por todas partes, no duraré ni un día aquí —murmuró, mirando al horizonte cubierto de neblina.

Por un momento, la desesperación amenazó con consumirlo. Estaba solo, herido, y rodeado de peligros que ni siquiera entendía. Pero entonces recordó a su familia, a su hermana pequeña y a sus padres, y el motivo por el que estaba allí.

—No puedo rendirme... No ahora.

Con renovada determinación, se puso de pie y comenzó a caminar de nuevo, buscando algún tipo de refugio antes de que anocheciera.

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### **El Asentamiento Abandonado**

Cuando el sol comenzó a descender —o al menos eso supuso Kael, ya que el cielo gris no cambiaba mucho—, divisó una estructura en la distancia. Al acercarse, se dio cuenta de que era un pequeño asentamiento en ruinas, compuesto por varias casas de piedra negra y madera podrida.

La mayoría de las estructuras estaban derrumbadas, pero una de ellas todavía tenía suficiente techo como para ofrecerle protección contra el frío de la noche. Kael entró con cautela, asegurándose de que no hubiera más de esas criaturas.

El interior estaba lleno de escombros y polvo, pero Kael encontró un rincón donde podía sentarse y descansar. Encendió una pequeña fogata con los restos de madera que encontró, agradeciendo que su habilidad con el fuego aún funcionara en ese lugar extraño.

Mientras el calor de las llamas le devolvía algo de fuerza, Kael reflexionó sobre lo que sabía hasta ahora.

—Esas criaturas... ¿Son lo único que vive aquí? ¿O hay algo peor? —murmuró, mirando su espada.

Cerró los ojos, pero no encontró descanso. **El peso del continente Silence ya comenzaba a apoderarse de él.**