La oscuridad de la noche fue abruptamente rasgada por un grito desgarrador que provenía de fuera de la casa. Kael despertó sobresaltado, su corazón golpeando con fuerza contra su pecho, como si algo o alguien intentara escapar de su interior. El aire estaba pesado, como si el mundo mismo hubiera dejado de respirar. No hubo tiempo para pensar. El grito fue seguido por otro, y luego por el rugido ensordecedor de las llamas. El pueblo estaba bajo ataque.
Su primer instinto fue saltar de la cama, pero su cuerpo, aún aturdido por el sueño, no respondió de inmediato. Cuando finalmente se puso de pie, la puerta de su habitación se abrió de golpe, y la figura de su madre apareció en el umbral. "¡Kael, ven! ¡Rápido!" La voz de su madre era urgente, teñida de pánico. "¡Nos atacan! ¡El culto de las Llamas Eternas ha llegado!"
Kael no necesitó más palabras. El miedo que había experimentado en su vida anterior se sintió diferente esta vez. Ya no era el miedo de un hombre que había perdido todo. Este miedo era más personal, más profundo. Ahora tenía algo que proteger. Su madre, su padre, su hermana… y su hermano.
Con rapidez, salió de la habitación, apenas escuchando las instrucciones de su madre. Se dirigió hacia el pasillo, y a lo lejos, pudo escuchar el sonido de los cultistas irrumpiendo en otras casas. Los gritos y el caos llenaban el aire. Su mente comenzó a procesar lo que sucedía, pero una parte de él aún no podía creerlo. La amenaza estaba aquí, en su propio hogar.
Kael corrió hacia la sala, donde su madre y su hermana se encontraban, paralizadas por el miedo. La pequeña lloraba en los brazos de su madre, quien intentaba calmarla, pero la desesperación era palpable. Kael vio que su padre no estaba. No había tiempo para preguntarse por qué, pero algo le decía que debía ir en su búsqueda.
"¡Madre, qué pasa con papá?" Kael gritó mientras se acercaba a ellas.
"Está afuera, intentando contener a los atacantes," dijo su madre, con la voz temblorosa. "¡Ve, Kael! ¡Tienes que ayudarlo!"
Pero antes de que pudiera responder, un estruendoso sonido sacudió la casa. La puerta principal explotó en mil pedazos, y en la oscuridad del umbral, una figura con una máscara de hierro apareció, empuñando una espada de aspecto grotesco. Era uno de ellos. Uno de los miembros del Culto de las Llamas Eternas.
Kael no dudó. Corrió hacia la entrada, empujando a su madre y hermana hacia el interior de la casa. En ese momento, la figura del cultista dio un paso al frente, sonriendo con una maldad evidente en sus ojos. "Ah, el joven Kael. El hijo del herrero. He oído mucho sobre ti."
El instinto de Kael lo hizo desenfundar su espada rápidamente. La hoja brilló débilmente a la luz de las llamas que iluminaban la noche. A pesar del miedo que sentía, una claridad extraña comenzó a invadir su mente. Había entrenado, había practicado las técnicas de esgrima que su padre le había enseñado, y ahora era el momento de ponerlas en práctica.
El cultista se adelantó, con su espada ardiendo en un resplandor rojo oscuro. Kael adoptó la postura básica de esgrima, su pierna izquierda adelantada, el brazo que sostenía la espada ligeramente extendido hacia adelante. Con una rapidez sorprendente, el cultista lanzó un corte diagonal hacia su pecho. La técnica era directa, eficiente, pero Kael la esquivó con agilidad. Dio un paso atrás, levantando su espada para bloquear un segundo golpe, que venía directo a su cabeza.
**¡Ching!**
El choque del metal resonó en el aire, y la espada de Kael vibró en sus manos. Usó su fuerza para empujar el arma del cultista hacia un lado y aprovechó el momento para atacar, realizando un corte horizontal con su espada. La técnica de esgrima que su padre le había enseñado fluía a través de su cuerpo, los movimientos precisos y medidos. Sin embargo, el cultista reaccionó a tiempo, parando el golpe con una habilidad sorprendente. Sonrió con desdén.
"¿Eso es todo, niño? ¿Creías que podrías detenerme con tan poca habilidad?"
Kael apretó los dientes. Este hombre era más fuerte de lo que pensaba. Su cuerpo estaba cansado y su mente aún abrumada por el miedo, pero no podía permitirse perder ahora. No podía fallar.
Aprovechando la oportunidad, Kael activó su técnica de **flujo de Vitalis**. Sintió cómo la energía vital comenzó a acumularse en su cuerpo, dándole una rapidez y agilidad superiores a las de antes. El Vitalis lo envolvió como una corriente eléctrica, y sus movimientos adquirieron una fluidez que nunca había experimentado. Su espada cortó el aire con una velocidad letal. Usó el flujo de Vitalis para potenciar su reflejo, y con un giro rápido, ejecutó una estocada directa al torso del cultista.
El golpe alcanzó su objetivo, pero la espada del cultista se deslizó hacia abajo y desvió el golpe hacia un costado. El cultista se movió con una destreza impresionante. Kael respiraba con dificultad, pero no se detuvo. Sabía que solo tenía una oportunidad.
En un suspiro, Kael activó su magia de **potenciación**, aumentando aún más su Vitalis. La energía vital comenzó a arder en su interior, y la espada se iluminó con una brillante aura azulada. Sintió su fuerza incrementarse, y sus reflejos fueron aún más rápidos. La magia de potenciación aceleró su capacidad de pensar y reaccionar. Kael dio un paso hacia el frente y, con un rápido movimiento, atacó nuevamente, esta vez con más fuerza y control. Un corte descendente, seguido de una estocada lateral.
**¡Cling!**
La espada del cultista fue desviada una vez más, pero Kael no se detuvo. Con una rapidez feroz, giró sobre sus talones, saltando hacia un costado para evitar un nuevo ataque del cultista. El flujo de Vitalis lo ayudó a anticipar los movimientos del enemigo. Apenas tocó el suelo, atacó de nuevo, esta vez con un ataque en espiral.
Finalmente, Kael encontró una abertura. Con un grito de esfuerzo, utilizó todo el Vitalis que había reunido en su cuerpo y dio un golpe directo al costado del cultista. La espada de Kael atravesó la carne del enemigo, y este cayó al suelo con un grito de sorpresa.
Kael no tuvo tiempo para celebrar. Vió cómo el cultista caía, pero otro más apareció en la puerta, seguido de varios más. No quedaba tiempo para luchar, pero Kael no podía retroceder. Su familia estaba en peligro, y él iba a hacer todo lo posible para salvarlos.
Con el cuerpo agotado y el Vitalis comenzando a sobrecargar su sistema, Kael dio un paso atrás, observando a sus nuevos enemigos. Eran más de los que esperaba, y no podía permitirse perder el control. Pero su resolución era firme. No iba a dejar que estos monstruos destruyeran su vida.
"¡Tú! ¡Niño!" gritó otro cultista, avanzando con furia. "Eres más resistente de lo que esperábamos, pero no sobrevivirás mucho más en este estado."
Kael miró al cultista, respirando con pesadez. A su alrededor, las casas seguían ardiendo. Los gritos de su pueblo resonaban en sus oídos, y, a pesar de la desesperación, algo dentro de él se despertó. Sabía que esta no era su última pelea. Tenía que resistir. Tenía que ganar.
Antes de que el cultista pudiera atacar, Kael dio un paso hacia adelante y lanzó un corte certero hacia su oponente, quien apenas tuvo tiempo de defenderse. El impacto fue suficiente para desarmarlo y empujarlo hacia atrás, pero el daño que Kael había sufrido era evidente. Sentía como si el Vitalis estuviera a punto de colapsar dentro de su cuerpo.
"¡No… puedo dejarlo así!" pensó Kael, viendo cómo el culto avanzaba. Mientras tanto, las sombras de la muerte se cernían sobre él, y las llamas lo rodeaban.
Pero aún en la oscuridad, Kael encontró una chispa de esperanza: su lucha apenas había comenzado.