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Chapter 12 - Nuevos Lazos y Pequeños Logros

El sol se alzaba lentamente sobre el horizonte, tiñendo el cielo de un cálido naranja y rosa. Kael se encontraba en un claro del bosque, alejado del bullicio del pueblo. Este lugar se había convertido en su refugio secreto, donde podía entrenar sin distracciones ni miradas curiosas. La naturaleza lo rodeaba, y el canto de los pájaros le proporcionaba una banda sonora tranquilizadora.

Con la espada en mano, Kael repetía los movimientos que había aprendido, sintiendo el peso del metal en sus manos. Su técnica de esgrima aún era torpe, pero podía notar pequeñas mejoras. Al alzar su espada, visualizó su objetivo: la protección de su familia y amigos. Esa motivación lo impulsaba a seguir adelante, aunque a menudo se encontraba con la frustración de no poder dominar su flujo de Vitalis como deseaba.

Se detuvo un momento para recuperar el aliento, el sudor perlaba su frente. Miró al horizonte, pensando en lo que había logrado hasta ahora. Sus progresos eran pequeños, pero cada corte más preciso y cada expulsión de Vitalis más controlada le daban la esperanza de que algún día podría defender a su familia de cualquier amenaza.

Kael continuó su entrenamiento, cerrando los ojos para concentrarse. Sentía el Vitalis fluyendo dentro de él, una energía cálida que esperaba aprender a controlar. Se imaginó como un río, buscando un cauce por el que fluir.

Mientras practicaba, intentó visualizar la forma en que el Vitalis se manifestaba en su cuerpo. En un intento de canalizarlo, hizo un corte rápido en el aire, sintiendo cómo la energía se concentraba en su brazo. Logró un pequeño destello de luz al final de su espada, un signo de que estaba comenzando a entender cómo manipular su Vitalis.

—¡Eso es! —exclamó Kael para sí mismo, sintiendo una ola de alegría por el pequeño logro. Sin embargo, la frustración no tardó en regresar. El corte no era tan limpio como había imaginado, y la luz apenas había durado un segundo. Se sentó en el suelo, tratando de recobrar el aliento y calmar su mente. Recordó las palabras de su padre: "La paciencia es clave, hijo". Con determinación, se levantó de nuevo y volvió a intentarlo.

Fue durante uno de esos entrenamientos que escuchó un suave crujido entre los arbustos. Se volvió para ver a su amigo, Darian, un chico de su edad que había sido su compañero de juegos y aventuras desde la infancia. Darian siempre había admirado la determinación de Kael, y su presencia en el claro le alegró el día.

—¡Ey! No sabía que te gustaba entrenar aquí! —dijo Darian, sonriendo ampliamente mientras se acercaba.

—Es un lugar tranquilo —respondió Kael, sintiéndose aliviado de tener compañía. —Además, necesito mejorar. La competición se acerca, y no puedo quedarme atrás.

Darian se acercó, observando los movimientos de Kael. —He estado viéndote entrenar. Te admiro, amigo. Nunca dejas que nada te detenga.

Kael sintió que sus mejillas se sonrojaban. —No es nada. Solo quiero proteger a todos.

Ambos comenzaron a practicar juntos. Darian, que era más ágil que fuerte, se movía rápidamente, mostrando su destreza. Mientras entrenaban, intercambiaban bromas y se animaban mutuamente. La amistad entre ellos se fortalecía, y Kael se dio cuenta de que la camaradería era una fuente de motivación poderosa. Darian lo veía como un hermano menor, y esa conexión lo hacía sentir más fuerte.

Sin embargo, no todo era armonía. Después de una de sus sesiones de entrenamiento, Kael regresó a casa y se encontró con su hermano mayor, Cedric. La mirada de Cedric era crítica, y la tensión se podía sentir en el aire.

—¿Qué estás haciendo, Kael? He estado escuchando rumores de que entrenas en secreto. ¿Por qué no me lo dijiste? —preguntó Cedric, su tono duro.

Kael sintió cómo su estómago se retorcía. —Porque... no quería que te preocuparas. Solo quiero ser más fuerte.

Cedric frunció el ceño, cruzando los brazos. —Eres un tonto. Siempre estás tratando de demostrar algo. No eres lo suficientemente fuerte para esto. —Las palabras de Cedric golpearon a Kael como una bofetada. Su hermano siempre había sido una figura imponente, y las comparaciones dolían.

—Pero estoy tratando... —comenzó a decir Kael, pero Cedric lo interrumpió.

—Intentar no es suficiente, Kael. Si realmente quieres proteger a nuestra familia, debes esforzarte más. —Las palabras de su hermano resonaron en su mente, y la ira y la tristeza se entrelazaron en su interior.

Kael se sintió herido, pero también motivado. —Lo haré. Me esforzaré más. No te decepcionaré —respondió con determinación.

Tras esa confrontación, Kael se retiró a su habitación, sintiéndose abrumado. Se sentó en su cama, recordando momentos de su infancia con Cedric: sus risas, sus juegos, y cómo siempre había admirado la fuerza de su hermano. Pero esos recuerdos parecían lejanos. Ahora, todo lo que sentía era la presión de no estar a la altura.

Mirando por la ventana, Kael se preguntó cómo había llegado a este punto. Cedric siempre había sido un ejemplo para él, pero sus palabras ahora lo llenaban de dudas. Deseaba tener la aprobación de su hermano y ser considerado igual. La frustración burbujeaba dentro de él, pero sabía que debía utilizar ese dolor como combustible para mejorar.

—Necesito demostrar que puedo ser fuerte también —murmuró para sí mismo, decidido a no rendirse.

Al día siguiente, regresó al claro para continuar su entrenamiento. Esta vez, estaba más decidido que nunca a superar sus limitaciones. Sin embargo, mientras intentaba realizar un corte más complejo, perdió el equilibrio y cayó, torciendo el tobillo. El dolor lo hizo gritar, pero antes de que pudiera hacer algo, sintió una mano en su hombro.

Era Darian, que había llegado justo a tiempo. —¡Kael! ¿Estás bien? —preguntó, preocupado.

—Solo... un pequeño accidente —respondió Kael, intentando sonreír a pesar del dolor.

Darian se agachó a su lado, ayudándole a levantarse. —Vamos, necesito que me digas cómo hacer un movimiento de Vitalis sin caerme también —bromeó, intentando aligerar el ambiente.

El gesto de su amigo fue reconfortante. Kael sintió que su vínculo con Darian se fortalecía en ese momento, sabiendo que podía contar con él incluso en los momentos más difíciles.

—Gracias, amigo —dijo Kael, sintiéndose agradecido por tener a alguien en quien apoyarse.

Al final del día, Kael regresa a casa con una mezcla de emociones. Su tobillo dolía, pero su espíritu estaba más fuerte que nunca. Había aprendido que no estaba solo en su lucha y que tenía amigos que lo respaldaban.

Se sentó en su cama, sintiéndose más seguro de sí mismo. Había logrado avances en su entrenamiento, pero lo más importante era que había comenzado a construir relaciones significativas. Mientras pensaba en Cedric y en su crítica, una nueva resolución se formó en su interior.

—Voy a demostrar que puedo ser fuerte. No solo para mí, sino para todos —susurró, convencido de que un día se ganaría el respeto de su hermano.

Con esos pensamientos en mente, Kael se durmió, soñando con un futuro en el que pudiera proteger a su familia y encontrar su lugar en el mundo. Era un pequeño paso, pero cada pequeño logro contaba, y él estaba decidido a seguir adelante.