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Chapter 6 - Consejos de un Viejo Guerrero

El sol apenas se asomaba por el horizonte, tiñendo el cielo de un suave tono dorado. En el claro del bosque, el sonido del metal chocando contra el metal resonaba como un canto en la mañana. Kael Varun, con su espada de entrenamiento en mano, golpeaba con determinación, su mente concentrada en cada movimiento. Sin embargo, a pesar de su esfuerzo, sentía que cada corte y estocada carecían de la potencia que anhelaba. Su cuerpo, débil y sin experiencia, lo traicionaba, y el sudor comenzaba a empapar su frente.

Mientras ensayaba un movimiento de esgrima, una sombra se alargó sobre él. Kael levantó la vista y se encontró con un anciano que observaba desde el borde del claro. Su cabello canoso caía desordenado sobre sus hombros, y su piel, curtida por el tiempo, mostraba la huella de muchas batallas pasadas. Era un guerrero conocido en el pueblo por sus hazañas en tiempos de guerra, pero también por su sabiduría. A pesar de su edad, la mirada del anciano era intensa y penetrante, como si pudiera ver más allá de la superficie.

—Eres joven y tienes fuego en tus ojos —dijo el anciano, acercándose con paso firme—. Pero la fuerza bruta no es lo único que necesitas en la batalla. La técnica y la precisión son igual de importantes, muchacho.

Kael, sorprendido y emocionado, dejó su espada a un lado y se puso de pie. Sentía que esta era una oportunidad que no podía dejar pasar.

—¿Me enseñará? —preguntó con un tono lleno de esperanza.

El anciano asintió y comenzó a guiarlo a través de algunos movimientos básicos de esgrima. Le mostró cómo posicionar sus pies correctamente, cómo mantener el equilibrio y cómo usar su cuerpo para ejecutar cortes más precisos y efectivos. Cada consejo era una revelación, y Kael se sumergió en el aprendizaje, absorbiendo cada palabra como si fueran preciadas gotas de conocimiento.

—Recuerda, Kael —dijo el anciano mientras mostraba un movimiento fluido—, el objetivo no es simplemente golpear con fuerza. Debes ser capaz de anticipar los movimientos de tu oponente. La mente y el cuerpo deben trabajar en armonía.

Con cada lección, Kael comenzó a sentirse más seguro. Se dio cuenta de que, aunque su cuerpo era débil, su mente era aguda. Se dedicó a practicar la técnica que le habían enseñado, cada corte y cada parry llenándolo de un renovado sentido de propósito. La esgrima se convirtió en un baile, donde cada paso era una conversación entre su mente y su cuerpo, una que estaba aprendiendo a manejar.

A medida que avanzaba la tarde, Kael sintió que el sudor no solo representaba su esfuerzo, sino que también era una manifestación de su crecimiento. Con cada consejo del anciano, empezaba a ver una nueva luz en su camino. La fuerza de voluntad que había decidido cultivar en su vida anterior estaba comenzando a despertar una chispa en su nuevo yo. Estaba decidido a no ser un simple espectador en su propia historia.

Con el tiempo, el anciano notó el cambio en Kael y sonrió con aprobación. Al final de la sesión, se sentaron bajo la sombra de un árbol, disfrutando del aire fresco de la mañana.

—Nunca subestimes la mente, muchacho. La inteligencia en el combate es un recurso valioso —dijo el anciano—. Estás en un camino de aprendizaje, y tienes un potencial que quizás aún no comprendas.

Kael asintió, sintiendo el peso de sus palabras. La idea de que su agudeza mental podía ser su mayor fortaleza resonó en él. A medida que reflexionaba sobre su propia historia, se dio cuenta de que había estado obsesionado con su debilidad física, pero en su interior había algo más poderoso: su determinación y su capacidad para aprender.

Mientras se despedían, el anciano le dio un último consejo:

—No temas a tus limitaciones. Úsalas como un trampolín para saltar más alto. La estrategia puede superar a la fuerza si se aplica correctamente.

Kael agradeció al anciano por su sabiduría y se quedó solo, inmerso en sus pensamientos. Mientras se preparaba para continuar su entrenamiento, empezó a recordar las historias que había oído sobre el Vitalis y las distintas razas del mundo. Las leyendas de cómo los elfos podían manipular la energía vital con gracia y cómo los semi-humanos la utilizaban de maneras únicas resonaban en su mente. Si bien su hermano había logrado avanzar al rango D, él se sentía atrapado en el nivel F.

Con el corazón lleno de determinación, Kael decidió que debía entender mejor cómo funcionaba el Vitalis. Se sentó bajo el mismo árbol, sacó un cuaderno desgastado y comenzó a escribir sobre los diferentes rangos que había escuchado.

—F, D, C, B, A y S —murmuró para sí mismo, anotando cada letra en su cuaderno—. F es el nivel más bajo y S el más alto. ¿Dónde encajo yo? ¿Qué tengo que hacer para avanzar?

Se dio cuenta de que, aunque su hermano había alcanzado un rango que lo hacía fuerte, él apenas había comenzado su camino. ¿Qué técnicas podía aprender de los demás? ¿Podía algún día igualar o incluso superar a su hermano?

Esa noche, Kael se sumergió en su investigación. Recordó cómo las diferentes razas utilizaban el Vitalis. Los elfos, con su conexión profunda con la naturaleza, parecían tener una forma de armonizar su Vitalis a través de la meditación. Los semi-humanos eran más intuitivos, confiando en sus instintos y potenciando su fuerza física para manejar la energía. Y los demonios, aunque eran poderosos, tenían un enfoque más destructivo.

Mientras escribía, su mente comenzó a divagar. ¿Y si pudiera combinar esas técnicas más la de los hombres-bestia en su entrenamiento? ¿Qué pasaría si pudiera adaptarlas a su propia forma de usar el Vitalis? Esa idea lo entusiasmó, pero también lo llenó de ansiedad. Sabía que no sería fácil, y que podría necesitar tiempo para experimentar. Sin embargo, su deseo de mejorar lo impulsaba a seguir adelante.

En su búsqueda de respuestas, Kael comenzó a practicar técnicas de enfoque del Vitalis. Se sentó en el suelo, cerró los ojos y trató de conectar con la energía que fluía a través de su cuerpo. Al principio, solo sintió un ligero cosquilleo, pero a medida que se concentraba más, comenzó a sentir una corriente más fuerte. La energía vital palpitaba en él, pero pronto también se dio cuenta de que su cuerpo no estaba preparado para manejarla.

De repente, un dolor agudo atravesó su pecho y se sintió mareado. El exceso de Vitalis que había intentado canalizar lo abrumó, y casi perdió el conocimiento. Se obligó a abrir los ojos, y en ese momento, el miedo lo invadió. ¿Había algo extraño en él? ¿Por qué su cuerpo no podía soportar la energía que parecía fluir con facilidad en los demás?

Aterrorizado, se recostó en el suelo, respirando profundamente mientras trataba de calmarse. No podía permitir que el miedo lo detuviera. La frustración burbujeaba dentro de él, pero recordó las palabras del anciano guerrero sobre la mente y la estrategia. Necesitaba encontrar un método que no solo aumentara su Vitalis, sino que también protegiera su cuerpo de los efectos adversos de la sobrecarga.

A medida que las horas se deslizaban, Kael tomó la decisión de investigar más sobre el Vitalis. Se preguntó si había técnicas prohibidas que pudieran ayudarlo, pero sabía que esas prácticas podían ser peligrosas. Sin embargo, en su desesperación por mejorar, la idea comenzó a seducirlo.

Con cada día que pasaba, se sumía más en su deseo de aprender, y el rayo de esperanza que había sentido tras el encuentro con el anciano guerrero se tornó en una llama ardiente. No podía quedarse de brazos cruzados, tenía que ser proactivo en su entrenamiento. Sabía que la búsqueda de poder, aunque arriesgada, podría ofrecerle la clave para superar sus limitaciones.

Al final de la noche, mientras miraba las estrellas que brillaban en el cielo, se sintió más decidido que nunca. Kael Varun estaba dispuesto a enfrentar cualquier desafío, incluso si eso significaba arriesgarse a lo prohibido. Con el conocimiento adquirido del anciano y su creciente comprensión del Vitalis, estaba listo para forjar su propio destino.

El camino por delante no sería fácil, pero tenía la mente y el corazón dispuestos a luchar. Con esa determinación, Kael se durmió, soñando con un futuro donde su fuerza y su astucia lo llevarían a la grandeza.