Kael se despertó en el suelo, aturdido por el desmayo repentino. Se sentó, frotándose los ojos, mientras la luz del sol se filtraba a través de la ventana. Sus padres lo miraban con preocupación, pero el eco de su madre aún resonaba en su mente. "Cuando seas mayor, aprenderás a usarla", había dicho, refiriéndose a la magia.
Mientras trataba de recuperar la compostura, se dio cuenta de que su cuerpo se sentía pesado, como si algo lo mantuviera anclado a la tierra. La sensación era extraña, pero rápidamente la desestimó. Se levantó del suelo, aún un poco tembloroso, y caminó hacia la ventana. Miró hacia el campo que se extendía más allá del pueblo de Virdan. La luz del sol iluminaba las hojas verdes y los cultivos florecientes. Era un paisaje hermoso, pero había algo más que quería entender.
Aún resonaba en su mente la idea de la magia que fluyó a través de él cuando logró conjurar aquella pequeña llama. "El Vitalis", murmuró para sí mismo, recordando las palabras que había leído. El Vitalis era una energía vital que todos los seres vivos poseían, y su control variaba entre las diferentes razas. Por ejemplo, los humanos eran conocidos por su conexión equilibrada con los cuatro elementos: fuego, agua, viento y tierra.
Los elfos, en cambio, se especializaban en el uso de la naturaleza y la manipulación de las plantas, mientras que los hombres bestia eran famosos por su fuerza física y su habilidad para invocar aspectos primitivos de la magia. Kael había leído sobre los poderes de los hombres bestia y cómo su Vitalis se manifestaba de maneras únicas, proporcionando una fuerza bruta que muchos humanos envidiaban.
Un nuevo fuego de determinación se encendió en su interior. "Si puedo aprender a manejar mi Vitalis, tal vez pueda volverme más fuerte y proteger a mi familia", pensó. Sin embargo, sabía que aprender la magia de los hombres bestia sería un desafío, especialmente por su cuerpo débil y su falta de habilidades innatas. Pero su mente estaba resuelta.
En ese momento, la puerta de la habitación se abrió, y su hermano Roderick entró con una expresión mezcla de curiosidad y desdén. "¿Qué haces ahí tirado, Kael? ¿Eres un bebé o qué?", dijo, tratando de ocultar la preocupación en su tono.
Kael se levantó rápidamente, limpiándose la ropa. "Solo estaba... pensando", respondió, sintiéndose algo incómodo. La relación con Roderick había sido tensa. A menudo sentía que su hermano mayor le tenía celos, algo que había notado desde que era un bebé. Sin embargo, había momentos en que lograban jugar juntos, pero esos instantes eran efímeros.
"Piensa menos y haz más", le dijo Roderick, cruzando los brazos. "No tienes idea de lo que significa ser un verdadero hombre. Necesitas más que solo leer libros para ser fuerte". Sus palabras calaron hondo en Kael. Había un dolor en su voz que reflejaba la inseguridad que sentía. Roderick siempre había sido más fuerte y más ágil, y eso pesaba sobre Kael.
"¿Y cómo se supone que debería hacerlo?", preguntó Kael, intentando no mostrar su frustración. "No todos nacen como tú".
Roderick frunció el ceño, claramente herido. "No se trata de nacer, se trata de esforzarse. Si quieres ser fuerte, tienes que practicar", replicó. En el fondo, Kael sabía que su hermano tenía razón. La debilidad de su cuerpo lo limitaba, y eso lo hacía sentir impotente.
"Está bien", dijo finalmente Kael, decidido. "Entrenaré". Roderick asintió, pero la tensión seguía latente entre ellos.
Al día siguiente, Kael decidió buscar un lugar apartado para entrenar. Se dirigió a un pequeño claro al borde del bosque, un lugar donde podría practicar su magia en secreto. Miró a su alrededor y se aseguró de que nadie lo estuviera observando antes de cerrar los ojos y concentrarse.
Recordó lo que había leído: "Imagina el flujo de Vitalis". Se concentró y visualizó la energía fluyendo a través de su cuerpo. Sentía cómo el Vitalis se movía desde su pecho hacia sus brazos, y, con un esfuerzo, logró manifestar otra pequeña llama en su mano. Esta vez, el fuego era un poco más grande que antes.
"¡Lo estoy haciendo!" gritó con emoción, pero esa alegría fue rápidamente apagada por la sensación de pesadez que regresaba a su cuerpo. Kael sintió que el calor de la magia le drenaba la energía, como si cada pequeño avance lo dejara más exhausto que antes. Pero no iba a rendirse. Si quería aprender la magia de los hombres bestia, necesitaría encontrar una manera de fortalecer su cuerpo.
"¿Y si pudiera aprender la magia de los hombres bestia?", se preguntó, mientras la llama se desvanecía lentamente. Había leído que esta magia era más física, una extensión del poder interno que los hombres bestia poseían. Tal vez combinar el Vitalis con el entrenamiento de esgrima lo haría más fuerte. "La fuerza sin control es inútil", pensó, recordando las palabras de su padre. "Necesito encontrar un equilibrio".
A partir de ese día, Kael dedicó horas a la práctica. Se entrenaba en la esgrima y también en la manipulación del Vitalis. Con cada intento, notaba que su cuerpo se sentía más pesado, pero su determinación no disminuyó. Aunque la fatiga comenzaba a acumularse en sus músculos, se obligó a seguir. "Debo poder soportar más", se decía una y otra vez, a pesar de las punzadas de dolor que sentía.
Su hermano, a menudo, lo veía practicar desde la distancia. Roderick no podía evitar sentirse impresionado. Aunque no lo admitiría, había algo admirable en la determinación de Kael. Sin embargo, la celosía aún lo mantenía alejado, y optaba por no involucrarse.
Con el tiempo, la relación entre los hermanos se volvió más complicada. Roderick empezaba a notar que Kael no era el niño que había visto como una amenaza. Había algo más en él, un fuego que no podía ignorar. Pero en lugar de acercarse, se llenaba de dudas y celos.
Un día, mientras Kael entrenaba en el claro, Roderick finalmente se acercó. "¿Qué crees que estás haciendo?", preguntó, sus palabras cargadas de ironía.
"Estoy entrenando", respondió Kael sin mirar. "¿Tienes un problema con eso?"
"Siempre eres tan patético. No puedes simplemente dejar de intentar ser especial. Nunca lo serás", dijo Roderick, con una risa burlona.
Kael sintió que una punzada de dolor atravesaba su pecho. "Tal vez no soy especial", respondió, "pero estoy trabajando en ser más fuerte. Más fuerte que tú".
Roderick se detuvo, sorprendido por la respuesta. Kael, sintiendo que había cruzado una línea, decidió concentrarse nuevamente en su entrenamiento. "No necesito tu aprobación", murmuró, mientras levantaba su espada de práctica.
Esa tarde, mientras practicaba la esgrima, sintió que su cuerpo estaba pesado y su mente nublada. La fatiga se acumulaba, y aunque estaba decidido a seguir adelante, no podía evitar sentir que su esfuerzo era en vano. Sin embargo, continuó cortando y bloqueando, buscando mejorar su técnica.
Con cada golpe, se recordaba a sí mismo que cada paso en su entrenamiento lo acercaba a su objetivo. "Debo encontrar la manera de desbloquear mi Vitalis y combinarlo con la esgrima", pensó. "Si puedo hacer eso, tal vez pueda superar a Roderick y proteger a mi familia".
El sol comenzó a ponerse, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y morados. Kael sabía que debía regresar a casa antes de que se oscureciera. Sin embargo, no podía sacudirse la sensación de que había una fuerza oscura acechando en su interior. Una sombra que, aunque no podía identificar, sabía que debía enfrentar si quería lograr su objetivo.
**Continuará...**
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