Chereads / El Camino del Renacimiento / Chapter 1 - Capítulo I: El inicio de mi nueva vida

El Camino del Renacimiento

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Synopsis

Chapter 1 - Capítulo I: El inicio de mi nueva vida

Me rodeaba un mar de llamas mientras todo a mi alrededor se consumía en el fuego.

**¿Yo? ¿La encarnación del mal moriré así?**, pensé con incredulidad.

**Sin embargo… me arrepiento…** El pensamiento apenas cruzó mi mente antes de que lo rechazara. **Es patético que alguien como yo piense en estas cosas al borde de la muerte.**

Mi cuerpo se desintegraba, reducido a cenizas. La habitación lujosa que una vez representó mi poder no era más que ruinas devoradas por las llamas.

**¿Es esta la oscuridad que aguarda a los muertos…?**

La negrura, densa e interminable, pronto se disolvió. Dos figuras borrosas emergieron ante mí: una mujer de cabello rojo y sonrisa amable, y un hombre corpulento, con ojos verdes llenos de determinación.

—Tiene tu cabello, Melina —dijo el hombre.

—E igual que tus ojos, Elias —respondió la mujer, sosteniendo un bebé entre sus brazos.

La tenue luz de una vela iluminaba la habitación, proyectando sombras sobre la rústica cuna del bebé.

**¿Qué está pasando? No puedo hablar ni moverme…** Mis pensamientos corrían desbocados. **¿Reencarné?**

—Te llamarás Kael —dijo la mujer, su voz suave pero firme.

**¿Kael…? ¿Soy un bebé…?** La confusión me abrumaba, pero una chispa de resolución brilló en mi interior. **¿He recibido una segunda oportunidad? Esta vez, no la desperdiciaré.**

Semanas transcurrieron. Aunque apenas podía moverme, observaba el mundo a mi alrededor con atención.

**Este lugar… parece medieval. Todo es rústico. ¿He viajado atrás en el tiempo?** Mi mente seguía siendo la de un hombre adulto, pero mi cuerpo… mi cuerpo era tan frágil. **No sé cómo ni por qué, pero esta vez, viviré como siempre quise.**

Mis diminutas manos se cerraron en un puño, un gesto de determinación.

—¡Qué tierno, Elias! Míralo, cerrando su puñito —exclamó Melina con una sonrisa radiante.

**Pero qué frustrante es que mis días se reduzcan a dormir, comer y ser mimado…**, pensé con cansancio.

Kael miraba por la ventana, observando el tranquilo paisaje de Virdan. Los días pasaban sin mayores preocupaciones, algo que contrastaba con su vida pasada.

Recordaba los gritos, la traición, y el poder que había acumulado a costa de su humanidad. En esta vida, todo parecía más simple, más puro. Pero, a pesar de todo, su mente no dejaba de atormentarlo.

**¿Cómo puedo vivir de manera tan pacífica ahora, cuando en mi vida pasada causé tanta destrucción?** – pensaba Kael, cerrando los puños con fuerza. El deseo de proteger a su familia y vivir de manera diferente lo llenaba de determinación, pero a veces las sombras de su pasado eran demasiado densas para ignorarlas.

Había sido un villano en su vida anterior, alguien que había despreciado la bondad de los demás. Miró a sus padres adoptivos desde la distancia. Su madre le dedicó una sonrisa tierna, mientras su padre se preparaba para trabajar en la herrería.

**Ellos no tienen idea de quién soy realmente**, pensaba Kael. **Si supieran el monstruo que fui, tal vez ni siquiera me querrían aquí**.

El conflicto en su interior era constante. Quería ser digno de esta nueva oportunidad, pero la culpa lo consumía. **¿Puedo realmente cambiar?** – se preguntaba una y otra vez. El miedo a repetir los mismos errores, a ser consumido nuevamente por el poder, lo mantenía alerta. Cada pequeña decisión lo hacía dudar.

Pero también había esperanza. En esta vida, no tenía el poder que antes había buscado. Tal vez, al no destacar tanto, podría realmente aprender a ser alguien mejor, a proteger en lugar de destruir. Cerró los ojos, permitiéndose un respiro.

Pasaron los meses, y poco a poco, me acostumbré a mi nueva vida. Mi hermano mayor, Roderick, apenas me dirigía la palabra. Tenía cinco años y parecía celoso de la atención que recibía.

Kael intentaba acercarse a su hermano mayor, Roderick, quien estaba jugando fuera de la casa. Era raro ver a Roderick solo, pues generalmente prefería la compañía de los demás niños del pueblo. A Kael le costaba entender la distancia que su hermano mantenía con él, pero quería arreglar las cosas.

—Roderick, ¿puedo jugar contigo? —preguntó Kael tímidamente, acercándose con cautela.

Roderick lo miró de reojo, sin detenerse en su juego. Su expresión estaba cargada de una mezcla de indiferencia y algo más oscuro. Celos, tal vez.

—No lo sé, Kael —dijo Roderick mientras pateaba una piedra—. Tú siempre tienes la atención de mamá y papá. Ellos nunca me miran como te miran a ti.

Kael se sorprendió ante esa declaración. No había notado que Roderick se sentía así. Para él, sus padres habían sido siempre justos y amorosos con ambos. Pero quizás, desde la perspectiva de un niño de cinco años, las cosas parecían diferentes.

—No quiero quitarte su atención, Roderick. Solo quiero… —Kael buscó las palabras, algo torpe—. Solo quiero ser tu hermano.

Roderick soltó una risa amarga.

—¿Hermano? No necesito un hermano que siempre esté haciendo que mamá y papá se preocupen por él. Eres débil, Kael. Y por tu culpa, papá siempre está ocupado cuidándote en lugar de enseñarme a usar las herramientas en la herrería.

Kael sintió un nudo en el estómago. Las palabras de su hermano le dolían más de lo que esperaba. Sabía que, en su vida anterior, había buscado poder a costa de otros, pero aquí, lo único que deseaba era la aceptación de su familia.

—Lo siento —dijo Kael, bajando la mirada—. Yo… estoy haciendo lo mejor que puedo.

Roderick lo miró por un momento, y aunque no respondió, Kael pudo notar que algo había cambiado. Tal vez no estaba listo para aceptarlo como su hermano, pero al menos, ese pequeño intercambio había abierto una puerta hacia una posible reconciliación en el futuro.

**Este pueblo se llama… Virdan, dicen mis padres. Estamos en un continente llamado Terravita, en un pequeño pueblo agrícola. Todos aquí parecen felices…**. Era un contraste abismal con el caos y la ambición que marcaban mi vida anterior. **Este paisaje hubiera sido hermoso de contemplar entonces.**

Al año y medio, comencé a acompañar a mi padre en la herrería. No podía hacer mucho más que observar.

**Tengo que aprender a leer. Aunque es extraño… puedo entender el idioma que hablan, aunque es diferente al que conocía.**

Un día, mientras intentaba gatear hacia las herramientas, me caí estrepitosamente, arrastrando varias de ellas conmigo.

—¡Kael! —exclamó Elias, levantándome rápidamente del suelo.

**Ay… Eso dolió más de lo que esperaba. Este cuerpo es demasiado frágil.**

Poco después, Melina apareció con algunas hierbas y agua.

—Déjamelo a mí, Elias —dijo ella, envolviendo sus manos en una suave luz mientras aplicaba la mezcla en mi herida. El dolor desapareció casi de inmediato, y una sensación de alivio recorrió mi cuerpo.

**¿Magia?** Observé la luz que envolvía sus manos. **Esto… me recuerda algo de mi vida pasada, pero es diferente.**

—Cuando seas mayor, Kael, aprenderás a usar magia —dijo Melina, acariciándome la mejilla con ternura.

Dos años pasaron. Ya podía moverme y hablar con soltura. Mi hermano seguía distante, pero eso no me preocupaba demasiado. Pasaba mis días leyendo sobre la historia y la geografía de este mundo, además de los fundamentos de la magia.

**La magia aquí se basa en el Vitalis… una energía vital que fluye a través de todos los seres vivos. Si alguien se queda sin ella, muere.** Leí una y otra vez, tratando de entender los conceptos básicos. **Fuego, agua, viento, tierra… elementos que puedo reconocer, pero el uso del Vitalis va más allá. Está ligado a las emociones…**

Un día, con el libro aún en mis manos, me acerqué a mi madre, quien miraba por la ventana.

—Mamá, ¿cómo puedo usar magia? —pregunté, con la emoción evidente en mi voz.

—¡Ja, ja! Paciencia, Kael. Cada persona necesita esperar a que su Vitalis madure. Lo sabrás cuando sea el momento —respondió ella, sonriendo.

**No me rindo tan fácilmente…** Pensé mientras regresaba a mi habitación, decidido a intentarlo por mi cuenta.

**Según el libro, solo necesito visualizar el flujo de Vitalis…**

Coloqué mi mano frente a mí, tratando de imaginar la energía moviéndose desde mi pecho hacia mi palma. Concentrado, intenté canalizarla.

Para mi sorpresa, una pequeña llama apareció en mi mano.

—¡Lo logré! —susurré emocionado. Aunque la llama era pequeña, el avance era enorme para mí.

Intenté lanzarla hacia una pared cercana, tal como el libro describía. La llama se desplazó, pero apenas hizo contacto, desapareció sin dejar rastro.

**Esto es… sencillo…**, pensé, pero la euforia pronto fue reemplazada por un agotamiento abrumador. **¿Por qué me siento… tan cansado…?**

El mundo se desvaneció mientras caía al suelo.

**Continuará…**