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Chapter 24 - Capítulo 24

No sé si estuvo bien o mal que pasase la noche con Carla y que incluso durmiésemos juntos.

Tampoco supe cómo afrontar los días venideros y la idea de tener una relación que superase la barrera de lo laboral, aunque tras reflexionarlo con calma, pude llegar a la conclusión de que las cosas quedarían en el recuerdo como un simple desliz emocional por parte de ambos.

A fin de cuentas, Carla me envió al día siguiente a mi departamento con su chofer y me pidió que esperase su llamada para autorizar mi retorno al trabajo. Eso me tranquilizó bastante, ya que pensé que me despediría con tal de obligarme a aceptar la oferta laboral de Sensation.

Esa mañana, cuando llegué a mi departamento y me eché un rato en el sofá de la sala de estar, recibí un mensaje de Samuel a través de WhatsApp, en el que me pidió que lo acompañase a dar un paseo.

Este alegó sentirse aburrido, y debido a que no tenía nada que hacer y no estaba cansado por el reparador sueño que tuve en el apartamento de Carla, acepté acompañarlo.

Samuel pasó por mí a las diez de la mañana, y tuvo la amabilidad de invitarme el desayuno conforme revelaba los planes que tenía; su interés era llevarme al Museo de la Pasión Boquense.

Se le notaba bastante emocionado al momento de revelarme su plan, y aunque no estaba interesado en saber más de Boca Juniors, me mostré entusiasmado al notar la pasión que caracterizaba a Samuel como aficionado.

Media hora después, mientras Samuel fungía de guía en el museo y hablaba animadamente de Boca Juniors y los mejores jugadores en la historia del club, se me vino a la mente preguntarle por el estado anímico de su hermana, pues supuse que algo debía saber al respecto.

Para indagar tuve que esperar a la hora del almuerzo, casi a las dos de la tarde, cuando Samuel, al fin, me dio la oportunidad de hablar. Al preguntarle por su hermana, su semblante cambió de lleno, pues pasó de estar sonriendo a fruncir el ceño e incluso tensar un poco la mandíbula.

Samuel reveló que su padre, el señor Marshena, había retomado su cargo como presidente de Tourist Adventure, luego de que la junta directiva mostrase su descontento con la forma que tenía Carla para presidir, aun cuando gracias a ello, la edición de abril de la revista fue un éxito.

Esta situación obligó a Carla a retomar su cargo como vicepresidenta de la editorial, aunque no fue eso lo que la afectó, si no el que su exnovio terminase con ella justo en su tercer aniversario de noviazgo, cuando pretendía pedirle matrimonio con una cena romántica que preparó durante meses.

Carla no quiso que su esfuerzo fuese en vano, y con la excusa de no dejar pasar la cena, me invitó de improviso para celebrar el éxito de Tourist Adventure en su edición de abril. Por desgracia, comencé a relatar los errores de mi pasado e hice de un momento que se suponía sería inolvidable en una noche deprimente.

La vergüenza que sentí fue tal que le pedí a Samuel que me llevase a mi departamento, alegando que me sentía mal del estómago.

Media hora después cuando estuve a solas, reproché mi comportamiento egoísta y maldije mi forma de actuar, pues en vez de hablar de mí, pude priorizarla a ella; no saber los motivos de su tristeza no era excusa.

Con el paso de unos días, supe que Carla estaba huyendo de los reclamos de su padre por haber agotado el tiraje de papel estucado en una edición a la que no le tuvo fe desde que ella le expuso mi idea. Lo arriesgó todo por mi culpa y, aun así, consideró invitarme a esa cena.

La mortificación fue una tortura desde entonces, y como no tenía otra excusa para llamarla y pedirle que nos viésemos, no tuve más alternativas que esperar a que me llamase.

Sin embargo, un impulso me llevó a llamarla, y no tenía esperanzas de que me contestase, pero al oír su voz, sentí una alegría que no dudé en manifestar.

Por desgracia, Carla rechazó mi idea de ir a cenar, pues justo ese día, se uniría a una videoconferencia con los agentes de ventas de Tourist Adventure en el resto del país.

***

No supe de Carla hasta unos días después, cuando recibí una llamada telefónica de su parte.

Su inesperada euforia me ayudó a persuadir el vacío que sentía en el pecho, esto a causa de no poder hablar con ella y verla con la frecuencia a la que me había acostumbrado. Fue mediante esa llamada que supe de mi despido en Tourist Adventure, lo cual me confundió más de lo que me preocupó.

A Carla se le escuchaba emocionada cuando me dijo que el noventa por ciento de los ejemplares de la revista se habían vendido y el margen de devoluciones rondaba entre el dos y tres por ciento.

—Pero ya me habías dicho que la edición de abril era un éxito —dije.

Creo que me adelanté un poco a los acontecimientos, pero así lo intuía —alegó.

—Entiendo, que envidia tener una intuición como la tuya —respondí con sarcasmo.

Te dije que mi intuición nunca falla, por eso confié en ti desde el principio —dijo.

—Aprecio que hayas confiado en mí, pero ahora, ¿qué se supone que haga? Ya no tengo empleo… ¿Será buena idea que regrese a mi país? ¿Qué opinas al respecto? —pregunté.

A veces me asombra lo pelotudo que sos —respondió, aunque en su voz se seguía escuchando una genuina alegría.

Entonces, Carla me pidió que estuviese listo a las ocho de la noche para ir a cenar, revelando que iríamos al mismo lugar que en nuestra primera y deprimente reunión.

En esa ocasión, tuve la oportunidad de vestir con una apariencia más relajada y poco formal, con las prendas que, según mi criterio, ameritaban la situación.

Carla optó por un estilo casual. Uno que acostumbraba a usar en sus días laborales en la oficina y que, a mi parecer, la hacía lucir hermosa.

Don Teodoro nos recibió igual que en aquella ocasión, muy atento y servicial, aunque comentó que el menú solo constaba de comida francesa, cuyos platillos no lucían apetitosos y en los que me limité a comer lo poco que conocía.

La aptitud de Carla fue lo que más disfruté esa noche; se le notaba alegre, atenta y espontánea. Cuando reía lo hacía con gracia, y verla así de emocionada fue realmente reconfortante.

—No te imaginas cuan feliz me siento de compartir mi alegría con vos —dijo, tan pronto terminamos de cenar.

—Bueno, brindemos por tu confianza e intuición y porque tu papá aprenda a valorar tus decisiones —contesté.

—Mi papá es un hombre de negocios. Él solo pensó como empresario. Más bien, tuve suerte de dar en el clavo contigo —alegó, conforme daba un sorbo a su vino tinto.

—Entonces, ¿celebramos que tuvimos suerte? —inquirí.

—No, la celebración no tiene nada que ver con la compañía de mi padre —respondió.

Carla hizo una pausa y buscó en su cartera de diseñador una revista que colocó sobre la mesa, y en cuya cubierta aparecía ella luciendo ese conjunto veraniego que utilizó durante la sesión fotográfica en el estudio de Sensation.

—Celebramos esto —dijo con emoción.

—Vaya —musité apenas, pues no podía creer que estuviese ahí en primera plana.

—Felicidades, Carla… Felicidades otra vez, no sé qué decir —respondí.

—Sos un pelotudo cuando te lo propones —alegó, esbozando una sonrisa encantadora.

—¿Disculpa? —repliqué confundido.

—Paúl, ¿quién tomó esta fotografía? —preguntó, señalando la cubierta de la revista.

—Pues yo, pero… ¡Dios mío! No puede ser. ¡Esto es increíble! —exclamé emocionado.

Mi fotografía, el trabajo que ella me confió, aparecía en la portada de una revista cuyo alcance cubría toda Latinoamérica.

Fue, sin lugar a dudas, uno de los mayores logros que tuve como fotógrafo, y de todo corazón le quise agradecer a Carla por la oportunidad, aunque antes de hacerlo, me pidió que me tranquilizase.

—Y esto es solo el comienzo —dijo con repentina seriedad.

Carla dio un sorbo a su vino y esbozó una sonrisa triunfal.

Se le notaba que estaba orgullosa de sí misma, y tal vez de mí, aunque no estuve seguro de ello.

—Carla…

—No digas nada, por favor, no es necesario —me interrumpió—, solo disfrutemos de este momento e intenta no estropearlo con tus pelotudeces.

Fue así, como en una segunda velada, pudimos compensar los vacíos emocionales que se generaron tras la primera reunión. En otras palabras, pude persuadir la vergüenza y el sentimiento de culpa que tanto me afectó desde que me enteré de su ruptura con su exnovio.