Ling Tian y Mei Ling se dirigieron directamente hacia una montaña cercana donde crecía una rara hierba mística conocida como Flor de Dragón Celestial. Según los antiguos textos, esta planta tenía la capacidad de ayudar a los cultivadores a romper la barrera del reino Núcleo Espiritual y avanzar al reino Alma Naciente. Ling Tian, sin perder tiempo, comenzó a recolectar la hierba con la intención de hacer una píldora de fundación para sí mismo, mientras pensaba en cómo preparar una versión más pequeña para que su hermanita pudiera mejorar su nivel de cultivación.
—Con esto, ambos podremos fortalecernos mucho más rápido —murmuró Ling Tian, sonriendo mientras guardaba la hierba en su bolsa de almacenamiento.
Sin embargo, justo cuando estaban a punto de regresar a su cueva improvisada, un temblor sacudió la tierra. Ling Tian frunció el ceño y agudizó sus sentidos, extendiendo su energía espiritual para detectar lo que estaba ocurriendo. Fue entonces cuando sintió la perturbación en el Qi y comprendió que algo andaba terriblemente mal.
—Parece que el asesino hizo más de lo que pensaba… —dijo en voz baja. A pesar de haberlo eliminado, había dejado un rastro de humo demoníaco que enloqueció a las bestias de la zona, haciendo que se volvieran violentas y atacaran a los cultivadores.
Sin perder más tiempo, Ling Tian usó su habilidad sensorial para detectar si algún grupo estaba en problemas. Su energía se extendió como un hilo invisible, y en cuestión de segundos, percibió el caos que se desataba en todas direcciones.
Mientras tanto, el inmortal que los vigilaba también sintió el desorden de las bestias. Las pulseras que les había dado a los discípulos principales comenzaron a emitir señales de auxilio, y él se apresuró a buscar y rescatar a aquellos que estaban en peligro.
En otra parte, Lan Xue y su grupo habían ingresado en una cueva para recoger un mineral especial que necesitaban para forjar un arma. Sin embargo, mientras estaban dentro, no se percataron del caos que se desató afuera. Fue solo cuando sintieron los temblores y escucharon los rugidos de las bestias que comprendieron que algo andaba mal.
—¡Tenemos que salir de aquí! —exclamó Lan Xue, corriendo hacia la entrada. Pero al salir, vieron que ya era demasiado tarde. Las bestias estaban corriendo por todos lados, enloquecidas y furiosas.
—¡Espera, Lan Xue! —gritó uno de sus hermanos menores.
Pero ella no se detuvo. Rápidamente, sacó un artefacto en forma de lazo que se transformó en un imponente Halcón de Hierro, una técnica única que su tío le había regalado del Reino del Fénix Carmesí. La energía espiritual de Lan Xue comenzó a fluir hacia el artefacto, activándolo, y ella colocó a sus dos hermanos menores sobre el Halcón.
—Váyanse ahora, ¡no hay tiempo! —ordenó mientras los empujaba hacia el aire. El Halcón los llevó a un lugar seguro, alejándose rápidamente de la zona de peligro.
Ling Tian, que observaba la escena desde la distancia, no pudo evitar admirar el acto de sacrificio de Lan Xue. "Es una persona digna de respeto", pensó. Aunque era cauteloso y prefería no involucrarse demasiado para evitar mostrar sus habilidades, decidió que valía la pena salvarla.
Antes de actuar, puso a Mei Ling en un horno mágico que había preparado previamente, el cual serviría como protección ante cualquier ataque externo. Luego, utilizando una técnica de transformación, cambió su apariencia para que nadie pudiera reconocerlo.
Mientras tanto, Lan Xue trataba de sobrevivir entre la estampida de bestias. Su cuerpo ya estaba al límite y había comenzado a sentir el agotamiento. Las heridas de los enfrentamientos anteriores empezaban a pasar factura, y fue entonces cuando un rinoceronte de dos cabezas emergió de la multitud y la embistió en el hombro, haciéndola caer al suelo con un dolor desgarrador. La sangre brotaba de su herida, y la oscuridad comenzó a nublar su visión.
Justo cuando estaba a punto de perder la consciencia, vio una figura que se movía a través de las bestias con una agilidad y destreza sobrehumanas. Un cultivador que parecía una sombra, se acercó a ella y la levantó en sus brazos, llevándola a un lugar seguro.
Lan Xue intentó hablar, pero las palabras no salieron de su boca. Antes de que pudiera decir algo, su conciencia se desvaneció, y lo último que vio fue la mirada serena y decidida de su salvador, que no se parecía a nadie que hubiera conocido.
Ling Tian llevó a Lan Xue a una cueva cercana, colocándola cuidadosamente sobre una cama improvisada hecha de hojas y hierba. Luego selló la entrada con un talismán para asegurarse de que las bestias no pudieran entrar.
—Lo hiciste bien, Lan Xue —susurró Ling Tian mientras la miraba. A pesar de su exterior frío, había demostrado ser alguien de gran corazón y coraje. —Pero ahora, la pregunta es… ¿qué voy a hacer contigo?
Mientras se sentaba a su lado, comenzó a preparar una pequeña píldora de curación para aliviar la herida en su hombro. Sabía que no podía quedarse mucho tiempo allí, pero algo en él le decía que no podía simplemente dejarla a su suerte.
Así, la noche avanzó, y la decisión que tomaría Ling Tian en los próximos momentos podría cambiar el destino de ambos para siempre.