Ling Tian observó a Lan Xue, aún inconsciente, mientras sus heridas comenzaban a sanar gracias a la medicina que le había administrado. —No es momento de revelar quién soy —susurró, colocándola suavemente sobre un improvisado lecho de hojas—. Necesitas más tiempo para recuperarte.
Antes de partir más al fondo de la cueva, sacó a su hermanita Mei Ling del horno mágico, asegurándose de que estuviera segura junto a Lan Xue. —Hermana, quédate aquí y no salgas por nada —le dijo con seriedad, sabiendo que la situación se complicaría pronto.
Se adentró en la cueva, hasta encontrar un lugar tranquilo y adecuado para comenzar el proceso de formación de la píldora. Colocó la Flor de Dragón Celestial sobre una pequeña superficie de piedra y comenzó a canalizar su energía espiritual para purificarla. El aire a su alrededor vibraba con la intensidad de su concentración mientras extraía la esencia pura de la planta.
—Necesitaré estabilizar el flujo de mi energía... —murmuró, colocando las manos sobre el talismán que colgaba de su pecho, liberando un flujo continuo de Qi que rodeó la flor. Se trataba de un proceso lento y agotador, pero era crucial si quería aprovechar todo el potencial de la planta.
Mientras purificaba la esencia, varios talismanes flotaron a su alrededor formando un círculo, y un resplandor dorado llenó la cueva. Ling Tian sentía su cuerpo calentarse, la energía era tan intensa que lo empujaba a sus límites, pero después de un tiempo, finalmente formó la píldora que necesitaba. Un destello de luz iluminó el interior de la cueva, y la píldora de fundación estaba completa.
Sin embargo, mientras se fortalecía, Ling Tian sintió cómo su cuerpo absorbía la esencia de la píldora, preparándose para avanzar al reino de Alma Naciente. Sabía que era el momento de romper el sello que ocultaba su energía espiritual, y justo cuando lo hizo, nubes oscuras comenzaron a acumularse en el cielo exterior.
—¿Una tribulación celestial…? ¿Y también un castigo celestial? —dijo sorprendido, sintiendo cómo el primer rayo descendía hacia la entrada de la cueva.
Al entender la magnitud del peligro, selló la cueva desde afuera para asegurarse de que ni Lan Xue ni Mei Ling pudieran presenciar lo que estaba por ocurrir. "No puedo dejar que nadie vea esto. Tengo que soportarlo solo," pensó mientras se preparaba.
Los rayos del cielo cayeron con una furia indescriptible, y Ling Tian apretó los dientes, soportando el primer impacto. "No importa cuántos rayos caigan… ¡no me doblegaré!" pensó, canalizando su energía espiritual para resistir.
El segundo rayo fue aún más poderoso, y su cuerpo se estremeció bajo la fuerza del ataque. Sin embargo, Ling Tian se mantuvo firme. "He enfrentado la muerte antes… ¡esto no será diferente!" gritó para sí mismo, mientras una luz dorada rodeaba su cuerpo, protegiéndolo del tercer rayo que cayó con más violencia.
Entonces, el Dao del Cielo habló: —Por alterar el orden del destino, tu existencia es una anomalía. Enfrenta el castigo celestial.
En ese momento, Ling Tian comprendió que cada vez que sus acciones cambiaban el curso del futuro, el Dao del Cielo lo castigaría. No podía evitarlo. Y mientras el cuarto rayo se preparaba para golpear, Ling Tian decidió usar una técnica que solo los cultivadores de Alma Naciente podían activar: "Cuerpo Místico Indestructible".
La técnica envolvió su cuerpo en una luz plateada, fortaleciéndolo y resistiendo el impacto. Aun así, el costo fue alto, y Ling Tian cayó de rodillas, su cuerpo herido y agotado.
"Todavía queda uno…" pensó, jadeando por el dolor. Intentó nuevamente activar el "Cuerpo Místico Indestructible", pero no tenía suficiente energía para hacerlo. La desesperación comenzó a asentarse, pero entonces, recordó su promesa: "No moriré tan fácilmente. Hay mucho que debo cambiar."
Usando la última chispa de su energía verdadera, Ling Tian activó una técnica secreta que había desarrollado en su vida pasada. Su cuerpo se desvaneció en un remolino de Qi, convirtiéndose en una nube etérea que se mezcló con el aire, esquivando el quinto rayo mientras cruzaba su camino. El rayo impactó contra la tierra, dejando un cráter humeante en su lugar.
Ling Tian cayó al suelo, exhausto y sin apenas energía. El sello que había colocado en la cueva se desintegró, y Mei Ling, al ver que su hermano estaba herido, corrió hacia él.
—¡Hermano mayor! —gritó, con lágrimas en los ojos mientras lo llevaba de vuelta a la cueva, haciéndolo recostarse junto a Lan Xue.
Mientras tanto, el inmortal que protegía la zona había estado rescatando a los equipos de los demás discípulos. Sintió los rayos caer, pero estaba demasiado lejos para intervenir a tiempo. Al llegar al área destruida y en llamas, se quedó atónito ante el caos que encontró. —¿Quién…? —murmuró, siguiendo el rastro de energía espiritual que lo llevó hacia la cueva.