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Chapter 2 - El Renacimiento del Cultivador

Ling Tian se despertó de golpe, su cuerpo cubierto de sudor frío. Sus ojos se abrieron de par en par y durante unos segundos, permaneció inmóvil, tratando de procesar lo que acababa de experimentar. La imagen de su secta destruida, el ejército demoníaco, y la muerte de sus amigos seguían grabadas en su mente como si fuera un recuerdo vívido. Pero, al parpadear, se dio cuenta de que estaba en su habitación, en la pequeña y sencilla cabaña que compartía con su maestro.

La luz del sol de la mañana se filtraba a través de la ventana de papel de arroz, bañando la habitación con un suave resplandor dorado. Ling Tian parpadeó, tratando de sacudirse la sensación de pesadez que lo invadía. "¿Un sueño...? ¿O fue real?" Se llevó una mano a la cabeza, todavía sintiendo el dolor y la desesperación que lo habían consumido. Justo cuando intentaba encontrar una respuesta, la puerta de la cabaña se abrió de golpe.

—¡Ling Tian, levántate de una vez! ¡Eres incluso más lento que un cultivador promedio! —gritó una voz ronca y autoritaria.

Ling Tian se giró y vio a su maestro, el anciano Maestro Gu, de pie en la puerta, con una mirada de exasperación. El hombre era de estatura media, cabello gris desordenado y una barba descuidada, pero sus ojos eran agudos y llenos de sabiduría.

—¡No me digas que te quedaste dormido otra vez! Hoy es el día de las inscripciones para cada montaña, y aún no has hecho nada de tu vida como cultivador —dijo el Maestro Gu, caminando hacia la cama de Ling Tian y dándole un golpe suave en la cabeza—. Eres peor que un cultivador normal, ni siquiera puedes considerarte un genio.

Ling Tian sonrió. Cuántas veces había escuchado esas mismas palabras antes de su regreso en el tiempo. Pero ahora, sabía lo valiosas que eran. Se levantó con rapidez y se inclinó respetuosamente.

—Lo siento, Maestro Gu. Hoy no me retrasaré.

—Hmph. Más te vale —gruñó el maestro, aunque un pequeño destello de orgullo apareció en sus ojos antes de darse la vuelta—. No olvides que, aunque pertenezcamos a la Montaña de los Talismanes, aún somos miembros de la Secta Celestial Tianyan. Y hoy es un día importante. Tal vez consigamos a alguien más que venga a esta olvidada montaña.

Ling Tian asintió, recordando cómo la Montaña de los Talismanes siempre había sido la más débil y menos respetada de las nueve montañas de la secta. Mientras que las otras montañas, como la de Armas, Refinadores de Píldoras, Veneno, Poder Espiritual y más, tenían decenas, si no cientos, de discípulos talentosos, la Montaña de los Talismanes era solo un refugio para aquellos que no tenían lugar en otro sitio. En su tiempo, Ling Tian había sido el único discípulo de esta montaña, y a menudo era objeto de burlas y desprecio.

Salieron juntos hacia la explanada principal de la secta, donde las otras ocho montañas ya habían erigido sus estandartes, y los discípulos más jóvenes y nuevos se amontonaban para las inscripciones. La atmósfera estaba llena de emoción y expectativa. Los jóvenes cultivadores aspirantes observaban con admiración a los expertos de cada montaña, deseando formar parte de algo grandioso.

—¡Esos son los discípulos de la Montaña de las Armas! ¡Mira sus espadas, son tan afiladas como sus habilidades! —susurró uno de los jóvenes.

—Y ahí están los refinadores de píldoras... se dice que cualquiera que domine ese arte nunca tendrá que preocuparse por la falta de recursos para cultivación —añadió otro.

Ling Tian observó en silencio. Recordaba esta escena perfectamente, pero ahora su mirada era diferente. En ese momento, su maestro se aclaró la garganta y desató un pergamino antiguo, y con un toque de energía espiritual, desplegó el estandarte de la Montaña de los Talismanes. Un murmullo de sorpresa y risas burlonas se extendió por la multitud.

—¿Esa montaña todavía existe? —comentó un joven cultivador.

—¡Es inútil! Nadie se inscribiría en ese lugar. ¡Ni siquiera es digno de ser llamado una montaña de la secta! —dijo otro, riéndose.

El Maestro Gu no les prestó atención. Simplemente se quedó de pie, erguido, con su estandarte ondeando al viento. Ling Tian también se mantuvo firme, sin dejar que los comentarios lo afectaran. Después de todo, había escuchado cosas mucho peores en su vida anterior.

—Me quedaré aquí contigo, maestro —murmuró Ling Tian con determinación.

—Hmph. Ya veremos si alguien se inscribe —dijo el Maestro Gu, aunque una sonrisa pequeña y orgullosa se formó en sus labios.

De repente, entre la multitud, una figura se destacó. Una niña pequeña, de no más de 13 años, con cabello largo y oscuro que brillaba bajo la luz del sol, se abrió paso entre los aspirantes. Sus ojos eran grandes y expresivos, y llevaban un destello de curiosidad y admiración. Caminó directamente hacia el estandarte de la Montaña de los Talismanes y se detuvo frente a Ling Tian y el Maestro Gu.

—Quiero unirme a la Montaña de los Talismanes —dijo con voz clara y decidida.

La multitud quedó en silencio. Todos miraban a la niña como si hubiera perdido la cabeza. El Maestro Gu la observó, sorprendido.

—¿Estás segura, pequeña? —preguntó con una voz suave—. Esta montaña no tiene los recursos que las demás pueden ofrecer, y no es... prestigiosa.

La niña asintió con vehemencia.

—Lo sé, pero... cuando todos se burlaban de la Montaña de los Talismanes, vi cómo este hermano mayor no se inmutaba. Vi la forma en que mantuvo la cabeza en alto y me di cuenta de que... él tiene algo especial. Quiero aprender de alguien así.

Ling Tian la miró con asombro. No recordaba a esta niña en su vida anterior. Pero algo en su mirada lo conmovió. La niña, al parecer, vio en él algo que ni siquiera él había logrado entender por completo.

—Muy bien, entonces —dijo el Maestro Gu, riendo suavemente—. ¡La Montaña de los Talismanes tiene un nuevo miembro! Que este día sea recordado como el día en que renacimos.

Y así, la pequeña Montaña de los Talismanes dio su primer paso hacia un futuro que nadie habría esperado.