La conversación entre Liu Fang y Yan Ling había aligerado su alma, pero no por completo. El peso de sus confesiones permanecía en su mente, como un eco persistente de algo más oscuro y profundo. Aunque el secreto de su reencarnación y su pasado como tirano ahora era compartido, había otro temor que aún no había mencionado. Algo que lo mantenía en vilo desde que los recuerdos de su antigua vida resurgieron.Mientras las brasas del pequeño fuego brillaban tenuemente, Liu Fang observaba las llamas con la mirada fija, como si intentara encontrar respuestas en su danza errática. Había algo más que debía decir, algo que se aferraba a él como una sombra oscura.Yan Ling: (notando la tensión que aún persistía) Hay más, ¿verdad? Lo puedo sentir. Algo más te atormenta.Liu Fang cerró los ojos por un momento, inhalando profundamente. El vínculo que compartía con Yan Ling había crecido tanto que ella podía percibir incluso sus emociones más reprimidas. No podía seguir ocultándole este último temor.Liu Fang: (en voz baja, casi como un susurro) Sí... hay algo más.El silencio se extendió entre ellos mientras Yan Ling esperaba pacientemente. Liu Fang sabía que, si realmente quería liberarse de las cadenas de su pasado, debía ser completamente sincero. Esta parte de su historia no era solo sobre quién había sido, sino sobre aquellos que todavía estaban allí, aquellos que seguían existiendo en el presente.Liu Fang: (con la voz temblorosa) En mi vida anterior, como tirano, tenía a mi lado dos generales... no, más que eso. Eran mis guerreras más leales, mis protectoras, y también las más temibles. Se llamaban Bai Wei y Yue Lan. Ambas eran increíbles, más fuertes que cualquier ejército, más leales que cualquiera de mis súbditos. Fueron ellas quienes me ayudaron a conquistar la mayor parte del continente. Siempre estaban a mi lado, dispuestas a dar su vida por mí, a seguirme incluso en mi locura.Yan Ling: (sorprendida, pero manteniendo la calma) Y... ¿qué les pasó?Liu Fang tragó saliva, sintiendo el peso de los recuerdos aplastarlo por un momento. Podía verlas claramente en su mente: Bai Wei, con su cabello blanco como la nieve y su presencia imponente, y Yue Lan, con su mirada calculadora y fría, como la luna en una noche sin estrellas.Liu Fang: (con voz quebrada) Siguen vivas. Lo sé. Puedo sentirlo. No murieron cuando caí. Sobrevivieron, y lo peor es que... sé que están buscándome. Después de mi muerte, prometieron vengar mi caída, prometieron que restaurarían mi imperio. Pero no quiero que me encuentren. No quiero que vuelvan a mi vida. Si lo hacen... me temen tanto como me aman. Y sé que si me encuentran, no solo me recordarán como su emperador, sino también como el hombre despiadado que fui.Yan Ling percibió la mezcla de miedo y arrepentimiento en su voz. Esta no era solo una confesión sobre el poder; era un grito de auxilio desde lo más profundo del alma de Liu Fang.Yan Ling: (con suavidad, tratando de tranquilizarlo) ¿Y temes que, si te encuentran, no puedas resistir volver a ser lo que fuiste?Liu Fang: (asintiendo lentamente) Exactamente. Ellas... eran mi sombra, mis manos ejecutoras. Siempre obedecieron mis órdenes, sin cuestionarlas. Si vuelven a mí, temo que me arrastren de nuevo a ese abismo. Porque cuando era aquel tirano, una parte de mí disfrutaba del poder, de la sensación de ser invencible. Y ahora, aunque he intentado olvidarlo y cambiar, no puedo negar que ese poder sigue latente en mí. Que esa oscuridad... aún me llama.Yan Ling permaneció en silencio por unos momentos, asimilando la gravedad de lo que Liu Fang acababa de decirle. Había vivido con ese miedo por tanto tiempo, solo, aislado en su propia lucha interna. Y ahora, al compartirlo con ella, Yan Ling entendía cuán profundo era su temor de perderse nuevamente.Yan Ling: (firme, con una mezcla de comprensión y resolución) Liu Fang, nadie puede obligarte a ser lo que fuiste, ni siquiera ellas. Tienes el control sobre quién eres ahora. No eres el mismo hombre que gobernaba con crueldad y temor. Has aprendido a ser más que eso. Y aunque ellas te encuentren, no tienen por qué determinar tu destino.Liu Fang: (suspirando) No lo sé, Yan Ling. Ellas son poderosas, y su devoción por mí era absoluta. Me buscarán para devolverme al trono, para restaurar el imperio que destruí. Y temo que, en algún momento de debilidad… podría caer en sus manos. No sé si soy lo suficientemente fuerte para resistirlas. Han pasado años, pero el recuerdo de ellas… siempre está presente, como una amenaza que se cierne sobre mí.Yan Ling: (con ternura) No tienes que enfrentarlo solo. No mientras yo esté aquí. No dejaré que te arrastren de nuevo a ese pasado. Ya has hecho un largo camino para cambiar, para redimirte. Yo estaré contigo, pase lo que pase.Liu Fang la miró, sintiendo el calor de sus palabras calmar la tormenta en su interior. Sabía que Yan Ling hablaba con sinceridad. Pero la duda aún lo carcomía. A veces, los fantasmas del pasado eran más fuertes de lo que cualquiera podía enfrentar solo, y Bai Wei y Yue Lan no eran simples guerreras. Ellas eran símbolos de lo que había sido, y de lo que podía volver a ser.Liu Fang: (con la voz rota) No sabes lo poderosas que son, Yan Ling. No sé si tú o yo podemos detenerlas si me encuentran. Ellas… destruirían cualquier cosa en su camino si significa devolverme al poder.Yan Ling: (con suavidad, pero con determinación) Liu Fang, sé que hay sombras en tu pasado, pero también hay luz en tu presente. No subestimes el poder que tienes ahora, no solo en términos de cultivación, sino en tu corazón. Has cambiado, y eso es más fuerte que cualquier fuerza oscura que intente arrastrarte de vuelta.Liu Fang: (murmurando) Ojalá pudiera creerlo tan fácilmente…Yan Ling: (seria) Tienes que hacerlo. Porque si no confías en ti mismo, si no crees en lo que eres ahora, será mucho más fácil para esas sombras controlarte. Bai Wei y Yue Lan pueden ser fuertes, pero tú tienes algo que no tenías en tu vida pasada: el deseo de redención, y el deseo de ser mejor. Eso es lo que te hace diferente ahora. Eso es lo que te dará la fuerza para enfrentarlas.Liu Fang bajó la cabeza, procesando lo que Yan Ling había dicho. Ella tenía razón, en parte. Ya no era el mismo hombre. Pero, al mismo tiempo, sabía que el poder y la sed de control aún permanecían en su interior, como una llama esperando ser avivada.Liu Fang: (susurrando) Solo espero que, si alguna vez me encuentran, pueda mantenerme firme. No quiero perderme otra vez.Yan Ling: (con una sonrisa en su voz) No lo harás. Yo estaré contigo, Liu Fang. No importa lo que venga, no estarás solo. Enfrentaremos lo que sea juntos.Liu Fang sintió un pequeño alivio al escuchar esas palabras. Aunque el temor a Bai Wei y Yue Lan seguía latente, por primera vez en mucho tiempo, no sentía que tendría que enfrentarlo solo. Yan Ling era más que una simple guía; era su ancla, su faro en la tormenta. Mientras ella estuviera a su lado, quizás tendría una oportunidad de resistir las sombras que lo acechaban.Liu Fang: (mirando el anillo con gratitud) Gracias, Yan Ling. No sé qué haría sin ti.Yan Ling: (con dulzura) No tienes que agradecerme, Liu Fang. Estoy aquí porque quiero estarlo. Este es nuestro viaje, y mientras estemos juntos, no hay nada que no podamos superar.La noche se volvió aún más profunda, pero el corazón de Liu Fang se sentía un poco más ligero. Aunque sabía que el peligro acechaba en las sombras de su pasado, también sabía que no estaba solo para enfrentarlo. Con Yan Ling a su lado, sentía que quizás, solo quizás, podría vencer los fantasmas de su antigua vida y construir un futuro mejor.Y mientras el fuego seguía crepitando, iluminando sus rostros, Liu Fang no pudo evitar pensar en cómo su destino, marcado por el poder y la tragedia, ahora estaba entrelazado con el de Yan Ling. Juntos, tal vez podrían enfrentarlo todo, incluso a aquellas que alguna vez le habían sido más leales que nadie.