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Chapter 19 - episodio 16: visitando

Evil Victor se sentó a la mesa, disfrutando de un desayuno opulento en su elegante hogar en el planeta que habitaba con Victoria. La luz de la mañana se filtraba a través de grandes ventanales, iluminando el ambiente.

—¿Te gustaría un poco más de café? —preguntó Victor, sirviendo una taza humeante. Su tono era suave, casi cortés, a pesar de la oscuridad que habitaba en él.

Victoria, elegantemente vestida, sonrió mientras acomodaba su cabello.

—Gracias, pero creo que ya he tenido suficiente. —Tomó un sorbo de su taza—. El desayuno está delicioso, como siempre.

Victor la observó con atención, disfrutando de la conversación.

—Siempre he creído que la buena comida es un arte. —dijo, mientras cortaba un trozo de un jugoso filete—. Me gusta pensar que cada comida compartida fortalece nuestra conexión.

Victoria lo miró, sintiendo la sinceridad en sus palabras, aunque sabía que había más bajo la superficie.

—¿Has pensado en lo que haremos hoy? —preguntó, intentando dirigir la conversación hacia un tema más ligero.

Victor sonrió, sus ojos brillando con una mezcla de diversión y astucia.

—Oh, tengo algunos planes en mente. Quizás una visita a los mercados locales, o un recorrido por los paisajes. Pero, claro, todo depende de lo que tú desees.

Ella asintió, sintiéndose atraída por su disposición a complacerla, aunque el recuerdo de sus impulsos oscuros siempre estaba presente en su mente.

—Me encantaría explorar, aunque con un poco de precaución, sabes cómo son algunas de las personas aquí.

Victor levantó una ceja, su expresión tornándose más seria.

—No te preocupes. —dijo con un tono casi amenazador—. Cuidaré de ti. Nadie se atrevería a cruzar nuestra línea.

Victoria sintió un escalofrío, pero también una extraña sensación de seguridad. Sabía que había complejidades en su relación, pero en esos momentos, todo parecía posible.

Después de terminar su desayuno, Evil Victor se levantó de la mesa, limpiándose las manos con elegancia. Antes de partir, se acercó a Victoria, quien lo observaba con una mezcla de confianza y curiosidad.

—Voy a visitar a mi antiguo recipiente, ver cómo está... —murmuró Evil Victor, inclinándose hacia ella.

Victoria lo miró con un destello de comprensión en sus ojos. Aunque sabía que la oscuridad aún habitaba en él, había aprendido a confiar en sus decisiones, siempre y cuando lo mantuviera bajo control.

—Está bien, ve —respondió ella con una sonrisa ligera, mientras le daba un pequeño toque en el hombro—. Pero recuerda, no dejes que te controle ese lado de ti.

Evil Victor asintió, su rostro sombrío pero determinado.

—Lo sé, querida. Esto es solo... un cierre necesario.

Sin más palabras, desapareció en un destello oscuro, viajando rápidamente al planeta donde vivía Victor. Al llegar, se encontró de pie en las afueras de la academia, observando de lejos. El lugar estaba tranquilo, casi demasiado, y el ambiente familiar lo llenaba de una extraña mezcla de nostalgia y resentimiento.

Evil Victor se quedó unos minutos en silencio, contemplando si debía acercarse o simplemente observar. Las emociones que albergaba hacia su antiguo recipiente, Victor, siempre habían sido complejas. Ahora, en esta visita inesperada, no estaba del todo seguro de qué buscaba encontrar.

Victor, mientras estaba concentrado en su trabajo, sintió una energía familiar, oscura y poderosa que le provocó un escalofrío. Sin perder tiempo, se teletransportó al lugar de donde provenía esa sensación. Al aparecer afuera de la academia, lo vio: Evil Victor estaba allí, de pie, como una sombra de su propio pasado.

Ambos se quedaron en silencio por un momento, mirándose fijamente. Los recuerdos de sus encuentros anteriores pesaban en el aire, cargados de tensión y antiguos resentimientos.

—No puedo creer que estés aquí —dijo Victor, con voz firme, pero sin mostrar hostilidad inmediata.

Evil Victor sonrió de lado, su presencia emanando una energía oscura, pero más controlada de lo que Victor recordaba.

—Tampoco yo puedo creerlo —respondió Evil Victor—. Pero ya era hora de que volviera a verte, aunque solo sea para cerrar ciertos capítulos.

Victor frunció el ceño, todavía sin saber exactamente cuál era la intención de su contraparte.

—¿Capítulos? —repitió con cautela—. ¿Qué es lo que buscas aquí, después de todo este tiempo?

Evil Victor lo observó, como si estuviera evaluando cada movimiento, cada palabra.

—No vengo a pelear, si es lo que te preocupa. Solo... quería verte, comprobar lo que has logrado y lo que has perdido.

Victor apretó los puños. Aunque podía sentir que Evil Victor no mentía, su simple presencia le recordaba demasiadas cosas oscuras.

—¿Y qué es lo que ves? —le preguntó Victor, serio y directo, preparado para cualquier cosa.

Evil Victor lo miró por unos segundos, y luego, su expresión cambió a una mezcla de comprensión y desaprobación.

—Veo a alguien que aún está atrapado en las cadenas del deber, mientras yo me he liberado de las mías.

Evil Victor miró a Victor con un tono serio, dejando de lado cualquier intento de provocación.

—¿Sabes? A veces pienso en Luci —dijo, su voz baja pero cargada de significado—. La mujer que todavía te pesa. Quizás no ha aparecido porque Xal'Azar se encargó de ella. Y de José también. No sé qué esperabas, Victor.

Las palabras de Evil Victor resonaron en el aire, y Victor sintió una punzada de dolor. La mención de Luci era un recordatorio doloroso de su pasado y de las decisiones que lo habían llevado hasta allí.

—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó Victor, tratando de mantener la calma, aunque su voz temblaba ligeramente.

—Que a veces, aferrarse a un recuerdo no te lleva a ningún lado. Solo te encadena a un dolor que no puedes cambiar —respondió Evil Victor, su mirada intensa.

Victor sintió que la rabia y la tristeza se entrelazaban en su interior. Aunque sabía que Evil Victor estaba hablando desde un lugar de experiencia, no podía evitar sentirse atacado.

—No necesito tus lecciones sobre el dolor —replicó Victor, aunque su tono estaba cargado de incertidumbre.

Evil Victor levantó una mano, intentando calmar la tensión.

—No estoy aquí para pelear, Victor. Estoy aquí para ofrecerte una perspectiva. Has vivido demasiado tiempo en la sombra de tu pasado. Quizás deberías considerar dejarlo ir.

Victor lo observó, sintiendo la lucha interna que siempre había enfrentado. La verdad en las palabras de Evil Victor lo hizo cuestionar su propio camino, pero la idea de rendirse a su dolor era algo que aún no podía aceptar.

Evil Victor dio un paso adelante, el aire entre ellos lleno de tensión, sus palabras cargadas de un tono serio, casi compasivo.

—Dime, Victor... ¿vas a seguir permitiendo que tu pasado te mantenga en el suelo? —su voz tenía una intensidad que perforaba el silencio—. He estado atrapado dentro de ti durante siete años. Lo vi todo. Cada duda, cada lamento, cada recuerdo que te destruye. Ahora que estoy libre, lo entiendo un poco mejor. Pero dime… ¿realmente crees que puedes vivir así para siempre?

Victor lo miró, su rostro endurecido por la mezcla de emociones, el dolor antiguo que Evil Victor acababa de desenterrar. Su cuerpo se tensó, pero permaneció en silencio, escuchando.

—Tu amigo, Nine Sharon, te traicionó —continuó Evil Victor, con una sonrisa amarga, sus palabras como veneno—. ¿Y para qué? Para dinero. ¡Dinero! Un objeto vacío, sin vida. Y, sin embargo, arrasó con tu raza, destruyó tu hogar, acabó con todo lo que amabas… Y aún sigues vivo. ¿Por qué? Porque en el fondo, sigues esperando. Sigues creyendo que, de alguna forma, cuando lo veas en el más allá, podrán tener una conversación. Quizás te dará una explicación. ¿Eso es lo que quieres?

La rabia y la tristeza hervían en el pecho de Victor, sus manos temblaban ligeramente, sus ojos buscando algo, cualquier cosa que pudiera contradecir esas palabras. Pero no lo encontraba.

—Él me traicionó… por ambición —dijo al fin, su voz rota, casi inaudible—. Y aunque lo sé, no puedo evitar preguntarme… si alguna vez lo veo… si él me dirá por qué. Necesito saber por qué.

Evil Victor lo miró fijamente, sus ojos llenos de una combinación de decepción y lástima.

—¿Por qué? —repitió con desprecio—. ¿De qué te servirá, Victor? No te devolverá nada. No te devolverá a tu gente, ni a tu hogar, ni borrará la sangre que ha sido derramada. Estás encadenado a una traición que no tiene sentido, a una búsqueda de respuestas que nunca llenará el vacío que sientes.

Las palabras golpearon a Victor como un puñetazo directo al estómago. Su respiración era pesada, cada palabra de Evil Victor desgarraba las cicatrices que nunca habían sanado del todo.

—Aún… aún así —respondió, con una voz quebrada—. No puedo evitar querer una razón. Algo, lo que sea, que me explique por qué perdí todo lo que amaba. Necesito… necesito que todo esto tenga un propósito.

Evil Victor suspiró profundamente, una mezcla de frustración y resignación en su rostro.

—¿Un propósito? —dijo, con una risa amarga—. No siempre hay un propósito, Victor. Y cuando lo hay, nunca es suficiente para reparar el daño hecho. Pero aquí sigues, atrapado en esa ilusión.

Victor cerró los ojos, su cuerpo temblando ligeramente mientras luchaba contra las lágrimas. Sabía que Evil Victor tenía razón, pero enfrentar esa realidad lo destrozaba. Dejaba caer la cabeza hacia abajo, agotado.

—¿Y entonces… qué me queda? —preguntó en un susurro, su voz llena de desesperación.

Evil Victor lo observó en silencio durante un largo momento, y finalmente, en un tono más suave, respondió:

—Lo que te queda, Victor… es dejar ir.

Evil Victor lo observaba con una mezcla de vergüenza y decepción en su mirada, viendo cómo Victor luchaba por contener las lágrimas. Su expresión endurecida se suavizó apenas, aunque el juicio seguía presente en su tono.

—Dime, Victor... —comenzó, su voz cargada de un reproche que no podía ocultar—. ¿Eres fuerte porque eres Victor? ¿O Victor es fuerte porque tú lo eres?

Las palabras cayeron como un peso pesado sobre Victor, quien apenas podía mirarlo a los ojos. Su mente giraba, tratando de encontrar una respuesta, una verdad que lo hiciera sentir digno. Sabía que Evil Victor lo estaba desafiando, pero la confusión interna que sentía lo mantenía prisionero.

—No sé… —respondió finalmente Victor, su voz apenas un susurro, rota y frágil—. ¿Qué significa ser Victor? ¿Ser el guerrero, el héroe… o el hombre que carga con todo este dolor?

Evil Victor suspiró profundamente, visiblemente frustrado por la vacilación de Victor. Dio un paso más cerca, sus ojos fijos en los de su contraparte.

—Sigues sin entenderlo, ¿verdad? —dijo, su tono lleno de incredulidad—. No se trata del nombre, ni de lo que has hecho. Se trata de lo que te define. Has luchado, has caído y te has levantado... pero sigues siendo débil porque te aferras a la idea de que todo tiene que tener una razón.

Victor apretó los puños, sintiendo la presión emocional aumentando, pero no lograba encontrar las palabras para responder.

Evil Victor continuó, inclinándose hacia él, sus palabras ahora más suaves, casi hirientes en su honestidad.

—Ser fuerte no es solo pelear contra tus enemigos. Es aprender a vivir con lo que no puedes cambiar. Así que dime, Victor… ¿Eres fuerte por ser tú, o solo porque alguna vez te dijeron que debías serlo?

Victor alzó la mirada, sus ojos cargados de emociones no expresadas. Por un momento, la duda lo consumía, pero dentro de esa incertidumbre había una chispa. Una pequeña llama que aún se resistía a apagarse.

Dariel entró a la academia cargando una bandeja de comida, buscando a Rigor mientras los primeros rayos de sol iluminaban los pasillos. Con una sonrisa distraída, se preparaba mentalmente para otro día de clases, pero cuando se acercó a la entrada del salón principal, su mirada se encontró con una escena desconcertante.

Allí estaba Victor, su maestro, con la cabeza gacha, visiblemente quebrado. Y junto a él, otro hombre, alguien que se le parecía, pero había algo oscuro y ominoso en su presencia. Evil Victor lo observaba con una expresión seria y distante, como si su sola existencia pesara sobre los hombros de Victor. El aire entre ellos era tenso, cargado de emociones que Dariel no lograba descifrar de inmediato.

Preocupada, dejó la bandeja de comida a un lado y caminó hacia ellos, sin quitarle los ojos de encima a Evil Victor, que no parecía ni sorprenderse ni molestarse por su presencia. Él simplemente la observaba con la misma calma fría, como si hubiera estado esperando su llegada.

—¿Victor? —llamó Dariel, suavemente, mientras tocaba el hombro de su maestro. Victor no respondió de inmediato; parecía perdido en su propio mar de pensamientos y emociones. Dariel se inclinó un poco más, intentando ver su rostro—. ¿Está todo bien?

Victor no contestó, sus ojos permanecían en el suelo, brillando con lágrimas contenidas. Dariel, sin entender qué estaba sucediendo, lo revisó con la mirada, buscando alguna herida, algún signo de daño físico, pero no había nada. No había sangre, ni golpes visibles. Entonces, ¿por qué lloraba?

Evil Victor rompió el silencio con una voz baja, pero clara.

—No es algo que puedas ver, Dariel —dijo, mirándola con una leve sonrisa que no alcanzaba sus ojos—. A veces, las peores heridas no son físicas.

Dariel frunció el ceño, sus ojos alternando entre Victor y su oscuro reflejo. Sabía que había algo profundo que desconocía, algo que había ocurrido entre ellos dos que estaba fuera de su comprensión. Pero por ahora, todo lo que podía hacer era consolar a Victor.

—Tranquilo, maestro —susurró, abrazándolo suavemente—. Estoy aquí.

Victor finalmente reaccionó al toque de Dariel, aunque seguía sin poder hablar. Sus manos temblaban ligeramente, pero a medida que Dariel lo abrazaba, algo de esa tensión comenzó a disiparse, aunque solo fuera un poco.

Evil Victor permaneció en silencio por un momento más, observando la escena antes de dar un paso hacia atrás, dándoles espacio.

—Tienes suerte, Victor —murmuró antes de desaparecer en la sombra—. No todos tienen a alguien que los levante cuando caen.

Con esas palabras, se desvaneció, dejando a Victor y Dariel solos en el salón.

Evil Victor regresó a su hogar, un planeta lejano y tranquilo donde él y Victoria habían construido una vida juntos. Aunque su naturaleza oscura seguía presente, con ella, siempre se sentía algo diferente, un poco más humano, más en paz. Al entrar, sintió la cálida atmósfera del hogar que habían creado juntos.

Hoy era su turno de cocinar, y sabía que Victoria tenía ciertos antojos debido a su embarazo. La idea de ser padre lo desconcertaba a veces, pero había algo emocionante en la idea de traer una nueva vida al universo, una vida que sería diferente, sin la sombra de la oscuridad que había envuelto su existencia.

Cuando Victoria apareció en la cocina, con una mano acariciando suavemente su vientre, él ya estaba preparando los ingredientes. La observó de reojo mientras cortaba verduras, y no pudo evitar sentir una mezcla de emociones contradictorias: por un lado, el temor de no estar a la altura, y por el otro, un cariño profundo por esa mujer que lo había cambiado tanto.

—¿Qué te apetece hoy? —preguntó Evil Victor, su tono más suave de lo que usualmente era.

Victoria sonrió, dejando que el peso de la rutina diaria se desvaneciera un poco.

—Estoy pensando en algo salado… pero con un toque dulce —dijo ella, con una risa ligera—. Ya sabes, esos antojos que me han vuelto loca últimamente.

Evil Victor asintió, concentrándose en lo que podía preparar para satisfacer esos deseos específicos. El embarazo de Victoria había sido una sorpresa, pero también un cambio que él nunca había previsto. A medida que cortaba y preparaba los alimentos, su mente vagaba por los pensamientos del futuro, de cómo sería la vida con un hijo. ¿Sería capaz de protegerlo? ¿De enseñarle algo más que la oscuridad y el poder?

De vez en cuando, Victoria le lanzaba miradas afectuosas, como si leyera sus pensamientos. Sabía que él cargaba con una historia complicada y oscura, pero aun así, confiaba en que sería un buen padre.

—Lo harás bien —dijo de repente Victoria, interrumpiendo sus pensamientos.

Evil Victor la miró, sorprendido por la precisión de sus palabras.

—¿Cómo puedes estar tan segura? —preguntó, dejando el cuchillo sobre la mesa por un momento.

Victoria se acercó a él, colocando su mano sobre la suya.

—Porque no importa cuán oscuro haya sido tu pasado, el hombre que estás eligiendo ser ahora es lo que cuenta. Y ese hombre es el que quiero para nuestra familia.

Evil Victor no respondió de inmediato, pero las palabras de Victoria lo llenaron de una calidez que no solía experimentar. Se giró y continuó cocinando, sabiendo que, con ella a su lado, tal vez, solo tal vez, podía encontrar redención en esta nueva vida que estaban construyendo juntos.

Fin.