Jehová, desde su trono celestial, observaba las almas que había logrado restaurar con un esfuerzo monumental. Había dedicado una cantidad incalculable de energía divina para traer de vuelta a las almas que habían sido borradas de la existencia, tanto las de los justos como las de los malvados.
Las almas, confusas y desorientadas, flotaban en el plano celestial, sin recordar completamente lo que les había sucedido. Algunas de ellas, aquellas que habían sido condenadas, experimentaban una sensación de alivio, mientras que las almas de los justos brillaban con una luz renovada.
Jehová, sabiendo que el equilibrio cósmico se había alterado con esta restauración, reflexionaba sobre las consecuencias de su acto. "La vida y la muerte, el bien y el mal... todo debe existir en equilibrio," murmuró mientras contemplaba el vasto panorama del cosmos.
A pesar del gran desafío que enfrentó al recuperar estas almas, su misión aún no había terminado. Ahora debía decidir cómo devolverlas a sus respectivos destinos sin perturbar nuevamente el orden del universo, un acto que requeriría tanto sabiduría como poder.
Jehová observó con gran atención cómo, entre las muchas almas restauradas, aparecían los padres de Victor y el alma de su ex esposa, Luci, junto con otras figuras significativas del pasado de Victor. Las almas flotaban en el plano astral, cada una rodeada por una tenue luz que reflejaba sus vidas pasadas. Algunas irradiaban paz, otras incertidumbre, y unas pocas, como la de Luci, parecían cargadas con emociones no resueltas.
Jehová reflexionaba sobre lo que significaba restaurar esas almas, especialmente las que estaban profundamente ligadas al destino de Victor. Sabía que la aparición de estos seres podría desencadenar una serie de eventos que cambiarían la vida de Victor, ya que cada alma portaba una carga emocional, un lazo roto o una historia inconclusa.
Decidiendo que no podía simplemente dejarlas en ese estado de incertidumbre, Jehová consideró intervenir directamente en la vida de Victor. La presencia de estas almas podría ser una oportunidad para Victor de sanar viejas heridas, o tal vez de enfrentarse a decisiones que había postergado durante mucho tiempo. Sin embargo, permitir que las almas regresaran sin guía también corría el riesgo de traer caos a la existencia de Victor y aquellos que lo rodeaban.
Mientras meditaba sobre qué hacer, Jehová pensó en las complejidades del perdón, el destino y las segundas oportunidades. Sabía que Victor, que había sido tanto héroe como villano, tendría que enfrentarse a estas almas tarde o temprano. "El equilibrio debe ser restaurado," murmuró, y entonces extendió su mano, trazando un sendero en el plano astral que permitiría a las almas tomar forma si así lo deseaban, y encontrar a Victor cuando llegara el momento adecuado.
El destino de esas almas, y de Victor, ahora estaba en marcha, pero aún quedaba por ver cómo se desarrollarían los eventos.
Las runas de los deseos, imbuídas con energías ancestrales y un poder incontrolable, descendieron desde el plano astral hacia la Tierra con una velocidad imposible de detener. Como meteoros, brillaban en el cielo antes de chocar violentamente contra la Academia Historia. La tierra tembló, y las energías liberadas se esparcieron por todo el recinto, penetrando las paredes y los cimientos de la academia.
En el interior, los estudiantes y maestros sintieron el impacto como una onda de energía que recorrió el lugar. Las runas no eran objetos ordinarios; estaban cargadas con los deseos más profundos de aquellos que las habían creado, mezcladas con la magia de antiguos dioses y entidades. Cuando se incrustaron en la academia, comenzaron a resonar, emitiendo un pulso brillante que afectaba a todos los que estaban cerca.
Rigor, que aún lidiaba con sus emociones tras las dificultades recientes, sintió una presión en su mente. Las runas comenzaron a alterar sus pensamientos, haciendo que viejos deseos enterrados y secretos emergieran con fuerza. El estrés y la tristeza por la distancia con Dariel y sus hijos se intensificaron, pero también comenzaron a formarse nuevas visiones. Las runas podían hacer realidad los deseos, pero a menudo a un alto costo.
Victor, que había estado caminando por los pasillos en ese momento, también sintió el poder de las runas. Al tocarlas, las imágenes de su ex esposa Luci y su mejor amigo Nine Sharon invadieron su mente, como si las runas estuvieran empujándolo a revivir y confrontar su pasado. Las cicatrices emocionales que llevaba dentro parecían palpitar, mientras las runas parecían prometerle una resolución... pero solo si se arriesgaba a desear algo.
Mientras tanto, otros en la academia también comenzaron a sentir el poder de las runas. Algunos estudiantes, sin comprender su peligro, comenzaron a hacer deseos al azar, y pequeños milagros y desastres se desencadenaron en diferentes rincones del edificio. Joel, recuperándose de su último encuentro con Victor, estaba entre ellos, su deseo de volverse más fuerte y ganar respeto despertaba, mientras las runas absorbían sus palabras.
El caos y el poder colisionaban en la academia, y todos aquellos presentes tendrían que decidir si usaban las runas para obtener lo que más deseaban... o si debían resistir la tentación antes de que las runas los consumieran por completo.
Victor, con el corazón acelerado y una mezcla de dolor y esperanza, se acercó a las runas que brillaban intensamente en el suelo de la Academia Historia. Sabía que las runas eran peligrosas, pero su deseo superaba cualquier temor. Había sido testigo de demasiadas muertes, demasiada destrucción causada por Xal'Azar, y la sombra de su ex amigo, Nine Sharon, aún pesaba sobre su conciencia. Ahora, con la oportunidad frente a él, no iba a dejarla pasar.
Se arrodilló frente a las runas, sus ojos cansados pero determinados, mientras murmuraba:
"Quiero que revivas a todos los que murieron por Xal'Azar y también a Nine Sharon."
Las runas comenzaron a vibrar con una energía abrumadora, absorbiendo el deseo de Victor. La luz que emitían se intensificó, creando un resplandor cegador que envolvió todo a su alrededor. En ese instante, el tiempo pareció detenerse, mientras las fuerzas más allá de la comprensión mortal comenzaban a actuar.
Los ecos de las almas perdidas, aquellas destruidas por Xal'Azar, empezaron a resonar en el aire. Victor sintió una presión en su pecho mientras las runas luchaban por cumplir su deseo. Revivir a tantas almas no era un simple capricho; implicaba deshacer la voluntad de una entidad tan poderosa como Xal'Azar, y las runas estaban alcanzando su límite.
De repente, un grito de energía desgarró el espacio, y una grieta oscura apareció frente a Victor. De la grieta comenzaron a surgir figuras difusas, rostros familiares que habían sido arrancados de la existencia por el caos de Xal'Azar. Entre ellas, Luci, la ex esposa de Victor, apareció por un breve momento, con su expresión suave y serena. Otras almas comenzaron a materializarse a su alrededor.
Y entonces, del fondo de la grieta, emergió Nine Sharon, su rostro inexpresivo, pero su presencia inconfundible. El antiguo amigo de Victor, ahora revivido por su deseo, se plantó frente a él. Sus ojos oscuros reflejaban el peso de todo lo que había ocurrido entre ellos, de todas las traiciones y tragedias.
"Victor..." murmuró Nine Sharon, su voz cargada de historia y arrepentimiento, mientras ambos se quedaban en silencio, sintiendo el peso de todo lo que acababa de suceder.
Las runas habían cumplido el deseo de Victor, pero el costo emocional de lo que había pedido apenas comenzaba a revelarse.
Victor no podía contener una sonrisa cuando vio aparecer ante él las figuras de tantas personas que habían sido parte de su vida, ahora revividas gracias a las runas. Era un milagro que no había esperado, y la magnitud del momento lo abrumó. Frente a él, Luci, su ex esposa, estaba con una expresión cálida, sus ojos llenos de reconocimiento. A su lado, estaban José del futuro, José niño, y la versión de José del presente. Tres versiones de su amigo, cada una reflejando un momento distinto en el tiempo, pero todas con una presencia palpable.
Entre la multitud de almas resucitadas estaban también sus antiguos aliados y amigos, personas que habían luchado a su lado o compartido momentos significativos. Lointo, Kazela, Katter, Shiro, Vicente, Rob, Tomi, Martin, Luna, Mahin, Marcos, Tino, Maira, Colin, Franklin, Karla, Akaba, Necross, Javier, Ushibaa, Palitogood, Trapecio, Amsel, Lixy, Normado, Elisa, Assath, Alpaca, Shyki, Fran, Asagi, Sungonkun, Javier, Mariwiwi, y María.
Cada uno de ellos aparecía con su propia historia y conexión a Victor, sus rostros reflejando tanto la sorpresa de haber sido traídos de vuelta como la gratitud por la segunda oportunidad. La atmósfera estaba cargada de emociones: reencuentros, lágrimas de alegría y la palpable energía de un nuevo comienzo.
A pesar del peso de lo que acababa de hacer, Victor sintió alivio. Todo lo que había deseado se había cumplido. Sus amigos y seres queridos estaban aquí, vivos y presentes. Se tomó un momento para absorber la escena, las conversaciones animadas a su alrededor, los abrazos y las miradas de asombro.
Pero detrás de esa alegría, sabía que no todos los problemas estaban resueltos. A lo lejos, la figura de Nine Sharon se mantenía apartada, observándolo, un recordatorio silencioso de las tensiones no resueltas y los desafíos que aún estaban por venir.
Victor se acercó a Nine Sharon con paso decidido, su corazón palpitando con una mezcla de furia y tristeza. A medida que se acercaba, sus emociones se intensificaban; quería respuestas, quería entender por qué su mejor amigo lo había traicionado de manera tan devastadora. Al estar frente a él, con lágrimas en los ojos y una expresión de profundo dolor, Victor habló con una voz temblorosa pero cargada de ira.
— Nine Sharon, ¿por qué? — preguntó Victor, conteniendo las lágrimas que amenazaban con salir. — ¿Por qué destruiste todo? ¿Por qué me traicionaste? ¡Éramos como hermanos! Mataste a nuestra gente, a tu propia raza… — Su voz se quebró por un momento mientras daba un paso hacia su antiguo amigo. — ¿Fue por el poder? ¿Por dinero? ¿Realmente valió la pena todo lo que hiciste?
Nine Sharon permanecía en silencio, sus ojos, que alguna vez compartieron camaradería con Victor, ahora estaban sombríos, casi impenetrables. Había una frialdad en su expresión, pero también algo que indicaba que, tal vez, él también cargaba con un peso sobre sus hombros. Victor respiró hondo, tratando de controlar su enojo.
— Yo… yo confié en ti — continuó Victor, sus lágrimas finalmente cayendo por sus mejillas. — Vivimos tantas cosas juntos, luchamos por lo mismo… ¡y me quitaste todo! — Victor golpeó el suelo con su puño, incapaz de contener su dolor. — ¿Por qué nunca me diste una explicación? ¿Cómo pudiste convertirte en eso? ¡En un monstruo!
El viento soplaba suavemente, y el silencio entre ellos parecía eterno. Nine Sharon finalmente levantó la mirada, con una mezcla de pesar y algo que no se podía leer fácilmente en sus ojos.
— No era solo por el poder o el dinero, Victor — dijo Nine Sharon con voz baja, pero firme. — Era más complicado que eso. Tú nunca lo entenderías… pero, tal vez, fue por algo más grande que ambos.
Victor lo miró con incredulidad, una sensación de vacío invadiéndolo. La explicación no era suficiente. Nunca lo sería.
— ¿Más grande que destruir todo lo que teníamos? — replicó Victor, su voz llena de amargura. — No, Nine… No lo entiendo. Y no sé si alguna vez lo haré.
La tensión entre los dos hombres llenaba el aire, los recuerdos compartidos pesaban sobre ellos como una carga insoportable. Victor no sabía si alguna vez podría perdonar a Nine Sharon, pero sabía que necesitaba esta conversación para poder continuar.
Nine Sharon observó a Victor en silencio, notando cada detalle en el rostro de su antiguo amigo: las lágrimas, el dolor en sus ojos, la frustración que lo consumía. Por un breve momento, algo dentro de Nine Sharon se removió. Sentía una mezcla de culpa y nostalgia, pero esos sentimientos estaban atrapados bajo una pesada capa de orgullo que había construido a lo largo de los años.
— Victor... — murmuró, con un tono más suave del que había usado en mucho tiempo. — Lo que hice… no fue algo que puedas entender fácilmente. — Hizo una pausa, como si sopesara sus palabras. — No te estoy pidiendo perdón, ni siquiera espero que lo aceptes, pero había cosas en juego que… iban más allá de nuestra amistad.
Victor, todavía tembloroso, lo miró fijamente, esperando una respuesta más concreta, algo que pudiera darle paz o, al menos, algo de claridad.
Nine Sharon respiró hondo, pero en lugar de disculparse, reforzó su muro de orgullo. No podía permitirse mostrarse vulnerable, no ahora, no frente a Victor, no después de todo lo que había sucedido.
— Hice lo que creí necesario — dijo, más frío de lo que pretendía. — En el momento, pensé que era la única manera de… avanzar. De sobrevivir.
Victor apretó los puños, sus lágrimas cayendo sin control. — ¿Sobrevivir? — exclamó con incredulidad. — ¿Destruir a nuestra gente era tu manera de sobrevivir?
— No lo entiendes, Victor — replicó Nine Sharon, su tono endureciéndose. — No lo entenderás porque nunca tuviste que hacer lo que yo hice. Siempre fuiste el héroe, el que cargaba con la luz, mientras yo... tuve que hacer sacrificios que tú nunca habrías sido capaz de soportar.
El silencio se hizo más pesado entre ellos, como una barrera impenetrable. Victor lo miró, tratando de encontrar alguna señal de remordimiento o arrepentimiento en los ojos de Nine Sharon, pero lo único que veía era ese orgullo impenetrable, esa capa que lo protegía de cualquier vulnerabilidad.
Nine Sharon, por dentro, sabía que había sentimientos encontrados, que una parte de él quería reconocer lo que había perdido. Pero el orgullo seguía siendo más fuerte, impidiéndole mostrarlo. Lo que quedaba entre ellos era un abismo de decisiones, cicatrices y palabras no dichas.
Finalmente, Nine Sharon dio un paso atrás.
— Si estás buscando un cierre, no te lo puedo dar, Victor. Pero si te sirve de algo… no lo he olvidado. Nada de lo que pasó se ha borrado para mí.
Con eso, se dio la vuelta, incapaz de enfrentar el conflicto emocional que lo invadía, y se alejó.
Victor, lleno de una rabia que lo consumía desde lo más profundo, apretó los dientes mientras las lágrimas caían por su rostro. Su voz temblaba con una mezcla de dolor y furia cuando gritó:
— ¡Te odio! ¡Te odio, Nine Sharon! — Las palabras salieron como un rugido, resonando con una intensidad que hacía eco en el espacio alrededor de ellos.
El aire comenzó a vibrar con la energía que emanaba de Victor. La frustración, la traición y el dolor acumulado por años finalmente encontraban su liberación. Mientras sus emociones se desbordaban, algo antiguo y profundo dentro de él despertó. Una brillante "Y" apareció en su frente, y su cabello oscuro se volvió blanco en un instante. Sus ojos adquirieron el mismo tono, una blancura casi cegadora, mientras su musculatura se tensaba con un poder inmenso.
La transformación, una leyenda oculta de su raza, que solo se mencionaba en antiguos mitos, se manifestaba ahora a través de Victor.
— ¡Esta es la leyenda de la transformación de nuestra raza! — gritó con una voz que resonaba como un trueno, su cuerpo irradiando una energía tan poderosa que todo a su alrededor comenzó a desmoronarse.
La explosión de poder fue tan intensa que Nine Sharon, junto con cualquier otra persona cercana, fue lanzado violentamente a gran distancia, golpeados por la pura fuerza desatada por Victor.
El suelo se resquebrajó bajo sus pies, y las montañas lejanas temblaron ante la magnitud de su poder. El cielo mismo parecía oscurecerse, como si respondiera al poder que había sido liberado.
Victor, en ese estado de furia divina, ya no era el mismo hombre. La traición de Nine Sharon y el dolor acumulado lo habían llevado a desbloquear un poder que pocos habían soñado. Pero junto con esa fuerza, el costo emocional también era devastador. Mientras la tierra temblaba bajo su poder, dentro de él una voz se preguntaba si alguna vez podría recuperar lo que había perdido.
Nine Sharon, con los ojos abiertos de par en par, observaba a Victor con una mezcla de incredulidad y miedo. Nunca había visto una transformación tan poderosa, y mucho menos imaginado que su antiguo amigo pudiera alcanzar tal nivel. Los vientos a su alrededor rugían con la intensidad de la energía desatada, mientras Victor comenzaba a cargar un ataque en ambas manos, concentrando una energía devastadora que hacía vibrar el aire con un estruendo ensordecedor.
Con la mirada fija en Nine Sharon, Victor habló, su voz profunda y llena de un dolor reprimido por años:
— ¡Esto es por todo lo que nos hiciste perder! Por mi raza, por nuestra amistad, y por todos los que murieron por tu culpa! — gritó, su voz resonando como un trueno en medio del caos que lo rodeaba.
El brillo de la energía en sus manos se intensificaba, formando dos esferas de pura destrucción. El suelo bajo él se quebraba, y la atmósfera parecía ceder ante la magnitud del poder que estaba por desatar. Nine Sharon, aunque era poderoso, nunca había imaginado que su traición lo llevaría a esto: enfrentarse a un Victor más allá de cualquier límite.
— ¡Te lo di todo, Nine Sharon! — continuó Victor, su tono cargado de furia y desesperación, las lágrimas aún rodando por sus mejillas. — ¡Y tú destruiste todo lo que importaba! ¡Nos vendiste por algo tan insignificante como el dinero! ¡Todo por ambición!
Nine Sharon tragó saliva, sintiendo por primera vez el verdadero miedo. Intentaba hablar, responder, justificar sus acciones, pero las palabras parecían inútiles frente a la montaña de ira y poder que Victor se había convertido. Finalmente, con una voz temblorosa, Nine Sharon murmuró:
— Victor, no... No sabía que te afectaría tanto...
Pero era demasiado tarde. El ataque de Victor estaba listo. Las dos esferas de energía en sus manos giraban con una intensidad cegadora. La tierra bajo ellos ya no podía soportar más, y el espacio mismo parecía distorsionarse alrededor de Victor.
— ¡Prepárate, Nine Sharon! Este es el fin... — concluyó Victor, sin detenerse ni una vez a pensar en las consecuencias. El peso de la traición, los años de sufrimiento, y la verdad de lo que se había perdido, todo colapsaba en un único momento de catarsis.
Victor, con una furia incontrolable, lanzó el ataque hacia el cielo. El poder descomunal se disparó al espacio, atravesando las estrellas, y en un instante lejano, una galaxia entera fue destruida en una explosión cegadora. El eco de la devastación resonó a lo largo del cosmos, como un grito desesperado que reflejaba el dolor y la rabia acumulada dentro de Victor.
Al observar la destrucción, su rostro se ensombreció aún más. La luz de la explosión en el cielo desaparecía lentamente, pero en su interior solo quedaba un vacío abrumador. Se giró lentamente hacia Nine Sharon, quien seguía paralizado por el miedo y la sorpresa.
— Ya no vale la pena nada... — murmuró Victor, su voz cargada de desesperanza.
El brillo en sus ojos, que antes había sido impulsado por la ira, ahora estaba apagado. Lo que alguna vez fue una llama ardiente de justicia y venganza, se extinguía en una desolación implacable. Victor bajó los brazos, su cuerpo temblando, no de poder, sino de agotamiento emocional.
— Nada de esto puede cambiar lo que se perdió... ni el dolor... ni la traición. — susurró, las lágrimas cayendo nuevamente. Nine Sharon, aún sin palabras, observaba el abismo en el que su antiguo amigo se había sumido. Sabía que las heridas que había causado no podían sanarse fácilmente, y aunque intentara hablar, sabía que no había nada que pudiera decir para enmendar lo que había hecho.
El silencio entre ellos era abrumador. La explosión en el espacio, que había sido una manifestación de la ira de Victor, solo había dejado una sensación de vacío, como si todo lo que alguna vez importara, ya no tuviera sentido.
— No puedo seguir luchando... no contra ti, no contra este destino... — concluyó Victor, dejando que el peso de sus palabras cayera sobre ambos, mientras el cielo, ahora sin estrellas, parecía llorar con él.
A medida que la luz de su transformación comenzaba a desvanecerse, Victor sintió una oleada de energía fluir de su cuerpo. La presión de su poder se disipaba, y en su lugar, un abrumador sentimiento de agotamiento lo envolvía. Fue entonces cuando Luci, José niño y José del futuro se acercaron a él, sus rostros radiantes y llenos de amor.
Sin palabras, se lanzaron hacia Victor, abrazándolo con fuerza. Luci, con su cálido aliento y su risa suave, le susurró:
— Siempre estaré contigo, Victor. Nunca te dejaremos.
José niño, con su mirada inocente, lo miró a los ojos y dijo:
— No llores, papá. Estamos aquí.
Y José del futuro, con la madurez de años vividos, le añadió:
— Es momento de sanar. Estás rodeado de quienes te aman.
La conexión entre ellos fue instantánea, como si el tiempo y el dolor se desvanecieran por un momento. Victor sintió cómo el peso de su ira y sufrimiento comenzaba a aligerarse, inundándolo de amor y esperanza. Se permitió llorar de nuevo, pero esta vez no era solo por el dolor del pasado; era también por el alivio de tener a su familia a su lado.
Mientras los abrazos se intensificaban, Victor se dio cuenta de que la vida continuaba, incluso después de la traición y la pérdida. Su familia había vuelto, y con ellos, una chispa de redención.
Con un susurro entrecortado, Victor dijo:
— No sé cómo seguir, pero con ustedes a mi lado, quizás pueda encontrar el camino.
Las lágrimas de Victor se mezclaron con las sonrisas de sus seres queridos, creando un momento de pura conexión. Aunque el pasado siempre estaría presente, ahora tenía la oportunidad de construir un futuro. En ese instante, sintió que la ira se transformaba en una determinación renovada, impulsándolo a seguir adelante, no solo por sí mismo, sino también por su familia.
Nine Sharon observaba la escena desde la distancia, sintiendo un torbellino de emociones que lo abrumaba. A pesar de la traición que había marcado su relación con Victor, no pudo evitar sentir una punzada de nostalgia al ver a su viejo amigo rodeado de su familia, de amor y apoyo.
La imagen de Luci y los niños abrazando a Victor resonaba en su mente, recordándole momentos pasados, cuando también compartieron risas y esperanzas. Sin embargo, el orgullo y el resentimiento mantenían a Nine Sharon en su lugar, como si un invisible muro lo separara de ellos.
Con un suspiro profundo, Nine Sharon reflexionó sobre las decisiones que lo habían llevado hasta este punto. Había elegido el camino de la ambición y el poder, dejando atrás la conexión que alguna vez había significado tanto para él. Al ver la alegría y la paz que emanaban de Victor y su familia, se dio cuenta de que había perdido más de lo que había ganado.
Finalmente, Nine Sharon se acercó un poco, aunque mantuvo su distancia, incapaz de cruzar el último umbral que lo separaba de ellos. Con una voz temblorosa y cargada de emociones, murmuró:
— Victor...
La palabra se quedó en el aire, un eco de un pasado compartido, lleno de amistades, sueños y traiciones. Su mirada se centró en el abrazo entre Victor y sus seres queridos, sintiendo un profundo anhelo de redención, pero también de una paz que parecía inalcanzable.
Mientras observaba, Nine Sharon empezó a cuestionarse si habría alguna forma de enmendar el dolor que había causado, si el tiempo podría sanar las heridas, y si había espacio para el perdón en un corazón tan dañado como el suyo. Sin embargo, el miedo a acercarse y ser rechazado lo mantenía inmóvil, en un estado de incertidumbre.
Nine Sharon, tomando una respiración profunda, finalmente reunió el valor para expresar lo que había estado guardando en su interior. Sus palabras, cargadas de peso y sinceridad, resonaron en el aire entre él y Victor.
— Victor, sé que he hecho cosas terribles. No hay excusas para mis acciones, para la traición que te hice. Pensé que el poder lo era todo, que la ambición me haría feliz. Pero al mirar lo que has construido aquí... — hizo una pausa, señalando a Luci y los niños — ...veo lo que realmente importa.
Su voz temblaba, un eco de arrepentimiento y dolor.
— Te he visto sufrir, y sé que fui una parte importante de ese sufrimiento. En mi búsqueda de poder, olvidé lo que significaba ser un amigo, un hermano. Lo que tenía contigo... lo perdí por mi egoísmo. — Su mirada se llenó de lágrimas mientras la rabia se desvanecía en vulnerabilidad.
— Nunca dejé de pensar en ti, en las aventuras que compartimos. Siempre deseé que pudieras perdonarme, que pudieras ver más allá de mi traición. A veces, me pregunto si la vida que elegí valió la pena, y siempre llego a la misma conclusión: no, no lo hizo.
Nine Sharon dio un paso adelante, rompiendo un poco la distancia que había mantenido entre ellos.
— No estoy aquí para pedirte que me perdones, ni para buscar redención. Solo quiero que sepas que siento un profundo arrepentimiento por lo que hice y que te he extrañado. Si hay alguna forma de que puedas dejar atrás el odio, te lo ruego que lo consideres. Quiero aprender, quiero cambiar, y si hay una oportunidad de reconstruir lo que rompí, haré lo que sea necesario.
Mirando a Victor con sinceridad, continuó:
— Nunca es demasiado tarde para encontrar el camino de vuelta, ¿verdad? Quizás podamos comenzar a sanar, aunque solo sea un pequeño paso. Por favor, dame una oportunidad.
Las palabras de Nine Sharon flotaron en el aire, un puente de vulnerabilidad tendido hacia Victor, esperando ser aceptado.
Victor, sintiendo la sinceridad en las palabras de Nine Sharon, dio un paso adelante y lo abrazó con fuerza. Era un abrazo que contenía años de dolor, traición, y una lucha constante entre el amor y el odio. En ese momento, el tiempo pareció detenerse, y todo lo que había pasado entre ellos se desvaneció, dejando solo el deseo de sanar y reconstruir lo que se había perdido.
— Te he extrañado, — murmuró Victor, su voz temblando con la emoción. — No sé si puedo olvidar lo que pasó, pero estoy dispuesto a intentarlo. No puedo prometer que será fácil, pero quiero creer que aún hay esperanza para nosotros.
Nine Sharon, sorprendido por la calidez del abrazo, sintió un peso levantarse de sus hombros. Las lágrimas comenzaron a rodar por su rostro, pero esta vez, eran lágrimas de alivio y reconciliación.
— Gracias, Victor. No sé qué haré sin tu perdón. Prometo que haré lo necesario para demostrarte que he cambiado.
Al separarse, ambos hombres se miraron a los ojos, entendiendo que ese momento era solo el comienzo de un nuevo capítulo en su relación.
Victor asintió, su corazón aún latiendo con fuerza, pero con un renovado sentido de esperanza. Sabía que la senda hacia la redención sería larga y complicada, pero al menos ahora no estaba solo.
— Vamos a trabajar en esto juntos, — dijo Victor, sonriendo levemente. — Pero recuerda, hay muchas heridas que sanar y mucho trabajo por delante.
Nine Sharon sonrió con gratitud, sabiendo que había dado el primer paso hacia la redención. A medida que ambos se alejaban, el aire a su alrededor se llenaba de una sensación de paz, un nuevo comienzo que prometía sanar viejas heridas y reconstruir un lazo que nunca debió romperse.
Victor, Nine Sharon, y María se agrupan para una foto, el ambiente lleno de un aire nostálgico y renovado. El sol brillaba suavemente sobre ellos, y la calidez del momento contrastaba con las sombras de su historia compartida.
María, emocionada, ajusta su cabello y sonríe, sintiendo la energía positiva que emanaba de ambos hombres.
— Vamos, sonriamos! —dice con alegría, alzando su teléfono para capturar el instante.
Victor, aún con su espíritu de lucha, se esforzó por sonreír genuinamente, mientras Nine Sharon, algo más relajado, se acomodó junto a él. La química entre los tres era palpable; representaban un nuevo capítulo, lleno de esperanza y reconciliación.
— ¡Uno, dos, tres! —anuncia María, y el obturador captura el momento.
La foto congeló no solo sus rostros sonrientes, sino también la promesa de un futuro en el que podrían superar su pasado y construir algo nuevo. Cuando revisaron la imagen, no vieron solo un recuerdo; vieron un símbolo de su fortaleza, de su capacidad de perdonar y seguir adelante.
Victor exclamó, al mirar la foto en la pantalla:
— Miren esto, un nuevo comienzo!
Nine Sharon asintió, sintiéndose por primera vez en mucho tiempo como parte de algo importante. María, entre ellos, era el puente que unía sus historias pasadas con la esperanza del futuro.
Juntos, compartieron risas y sueños, sabiendo que su camino no sería fácil, pero estaban dispuestos a enfrentarlo juntos, como una familia.
La atmósfera se llenó de una mezcla de nostalgia y calidez mientras Victor, Nine Sharon, y María se sumergían en recuerdos de tiempos más sencillos. En sus mentes, evocaban aquellos días en que eran solo jóvenes guerreros, luchando juntos, riendo y creciendo en la academia.
María, con una sonrisa melancólica, empezó a contar anécdotas de sus entrenamientos:
— ¿Recuerdan aquella vez que Victor intentó levantar más peso del que podía y terminó en el suelo?
Victor soltó una risa nerviosa, su mirada iluminándose al recordar.
— ¡No era mi culpa! ¡Era un desafío!
Nine Sharon se unió a la risa, recordando cómo los tres se esforzaban al máximo, empujándose mutuamente a ser más fuertes.
— Sí, y yo fui el único que terminó levantando la carga correcta. —dijo con un tono de burla amistosa.
La conversación fluyó naturalmente, y pronto las risas llenaron el aire mientras recordaban momentos de camaradería y aventuras. A pesar de los giros oscuros que habían tomado sus vidas, esos recuerdos eran un refugio, un recordatorio de que su vínculo había resistido la prueba del tiempo.
Victor miró a María y luego a Nine Sharon, sintiendo que la conexión entre ellos era más fuerte que nunca.
— A veces me pregunto cómo sería si no hubiéramos pasado por todo esto.
María asintió, su mirada seria, pero al mismo tiempo comprensiva.
— Podríamos haber tenido una vida diferente, pero cada experiencia nos ha llevado a este momento.
Nine Sharon se cruzó de brazos, pensativo.
— Tal vez hemos cambiado, pero también hemos aprendido a valorar lo que realmente importa.
La conversación continuó, con historias de batallas, aprendizajes, y momentos de alegría que unieron a la trio. Se dieron cuenta de que, a pesar de las complicaciones de sus vidas, el amor y la amistad siempre los guiarían de vuelta a la luz.
Sintiendo la vibración en el aire, Victor, Nine Sharon y María intercambiaron miradas de determinación. La presencia del monstruo se hacía más evidente, un aura oscura que amenazaba con consumir la ciudad. Sin perder tiempo, el trío se preparó para actuar.
— ¡Vamos! —gritó Victor, impulsado por un sentido de urgencia y la necesidad de proteger a los inocentes.
Al unísono, comenzaron a correr hacia la fuente del caos, sintiendo cómo la energía del monstruo reverberaba a través del suelo. María se adelantó un poco, su instinto protector despertado por la inminente amenaza.
— ¡Recuerden! Trabajemos en equipo! —exclamó Nine Sharon, sintiendo el peso de la responsabilidad que llevaban en sus hombros.
Llegaron rápidamente al centro de la ciudad, donde la criatura se alzaba imponente, devastando todo a su paso. Sus garras eran afiladas como cuchillas, y sus ojos ardían con una furia incontrolable. Las calles estaban llenas de escombros y gritos de desesperación resonaban en el aire.
— ¿Cuál es el plan? —preguntó María, su mirada fija en el monstruo, dispuesta a proteger a quienes pudiera.
Victor, sintiendo la adrenalina, analizó la situación.
— Distracción y ataque. Necesitamos separar su atención.
Nine Sharon asintió, mientras la energía comenzaba a acumularse en sus manos.
— ¡Yo me encargaré de distraerlo!
Victor miró a su viejo amigo, la confianza brillando en sus ojos.
— ¡Tú y yo lo rodearemos! María, busca a los civiles y asegúrate de que estén a salvo!
Sin dudar, María se movió rápidamente hacia la zona más cercana de peligro, guiando a la gente hacia lugares seguros.
Mientras tanto, Nine Sharon se lanzó al frente, utilizando su velocidad para evadir los ataques del monstruo. Con movimientos ágiles, comenzó a lanzar energía, chocando contra la criatura con fuerza, haciendo que se tambaleara.
Victor, aprovechando la distracción, se unió a su ataque, lanzando una poderosa ráfaga de energía desde sus manos. El impacto resonó por toda la zona, pero el monstruo no iba a rendirse tan fácilmente.
— ¡Sigue así! —gritó Nine Sharon, sintiendo cómo la cooperación entre ellos estaba comenzando a marcar la diferencia.
El trío se movía en perfecta sincronía, combinando sus habilidades y apoyándose mutuamente en la batalla. La lucha apenas comenzaba, pero sabían que juntos podían enfrentar cualquier desafío que se presentara.
La energía concentrada en sus manos creció al máximo mientras Victor, Nine Sharon y María unían sus fuerzas. En un grito conjunto, lanzaron sus ataques al mismo tiempo.
Una explosión de luz y poder se liberó, proyectando una onda de choque que sacudió la tierra a su alrededor. La criatura fue empujada hacia atrás, desintegrando el suelo bajo su peso y creando un cráter profundo mientras se precipitaba hacia las montañas.
El impacto resonó con un estruendo ensordecedor, como si el propio cielo se estuviera desgarrando. Al chocar contra las rocosas montañas, la criatura provocó una explosión monumental, esparciendo rocas y escombros por todas partes. Las laderas temblaron, y una nube de polvo y escombros se elevó hacia el cielo, oscureciendo el sol por un momento.
Victor, con el corazón latiendo rápidamente por la adrenalina, miró a sus compañeros.
— ¡Eso fue increíble! —exclamó, sonriendo mientras observaba cómo el polvo se asentaba.
María se unió a su entusiasmo, sintiendo que la unión de sus poderes había valido la pena.
— ¡Pero no hemos terminado! —advirtió, recordando que aún quedaba un enemigo.
Nine Sharon, aún sintiendo la energía correr por sus venas, asintió mientras se acercaban a la montaña.
— Debemos asegurarnos de que esté realmente fuera de combate.
Con cautela, se acercaron a la zona de impacto, donde el monstruo aún yacía aturdido. Las piedras y escombros se deslizaban mientras la criatura intentaba levantarse, sus ojos llenos de furia y confusión.
Victor concentró su energía, preparado para lanzar un ataque final si fuera necesario.
— ¡Vamos a asegurarnos de que no vuelva a causar más problemas! —dijo, su voz firme y decidida.
María y Nine Sharon se prepararon, listos para la siguiente fase de su batalla. Con la determinación en sus corazones y la fuerza de su amistad, sabían que el verdadero desafío apenas estaba comenzando.
La criatura se levantó con un rugido aterrador, pero esta vez, no estaba sola. Victor, Nine Sharon y María se alinearon, listos para enfrentarlo de nuevo, combinando sus fuerzas para lo que sería el ataque decisivo.
Victor, María y Nine Sharon se alejaron un poco, preparándose para lanzar un ataque devastador. El aire vibraba con la energía que acumulaban, y el terreno bajo sus pies parecía temblar en anticipación.
Victor comenzó a cargar un blaster solar, un ataque que canalizaba el poder del sol mismo. Sus manos brillaban intensamente, la luz envolviendo su cuerpo mientras concentraba toda su energía en un solo punto. María y Nine Sharon hicieron lo mismo, cada uno generando una esfera de energía de un color radiante: el rojo ardiente de María y el azul profundo de Nine Sharon.
— ¡Ahora! —gritó Victor, alzando ambas manos al cielo y fusionando sus ataques en un único punto, creando un brillante destello que iluminaba el área.
El blaster solar comenzó a girar, la energía acumulándose en un remolino de luz pura. El aire se llenó de un zumbido creciente, y el entorno se oscureció momentáneamente por el poder que desataban.
— Esto es solo el comienzo... ¡Que la luz del sol purifique! —dijo Victor, mientras la energía alcanzaba su punto máximo.
María y Nine Sharon, alineándose a su lado, unieron sus fuerzas a la de Victor, formando un ataque conjunto que amplificó aún más el poder del blaster. La combinación de sus energías creó un espectáculo impresionante, un torbellino de luz que era casi celestial.
— ¡Luz brillante! ¡Luz de esperanza! —exclamó María, canalizando su poder hacia la esfera.
— ¡Esto es por todos los que hemos perdido! —añadió Nine Sharon, sintiendo la conexión con el pasado y la necesidad de proteger su futuro.
Cuando todo estuvo listo, Victor llevó sus manos hacia adelante con determinación, y la esfera de energía se disparó, iluminando el cielo con su resplandor. El ataque surcó el aire como un rayo de sol, dirigiéndose directamente hacia la criatura, que intentaba recuperarse de la anterior explosión.
El impacto fue monumental. La luz del blaster solar chocó contra el monstruo, creando una explosión de energía que reverberó a lo largo de las montañas. El resplandor llenó el área, y el aire se llenó de un rugido ensordecedor mientras la criatura se retorcía bajo el poder del ataque.
La onda expansiva de luz se extendió por toda la zona, purificando todo a su paso, mientras el monstruo era desintegrado por la intensidad del ataque.
Victor, María y Nine Sharon se protegieron del destello, sintiendo la energía recorrer sus cuerpos, impulsándolos hacia adelante. La combinación de sus ataques había creado una explosión que resonaría en la historia, marcando un nuevo capítulo en sus vidas como héroes.
Cuando la luz se desvaneció, la criatura ya no estaba, y el silencio se instaló en el aire. Miraron el lugar donde había estado, conscientes de que habían triunfado juntos.
— ¿Lo logramos? —preguntó María, todavía asombrada por el poder que habían desatado.
— Sí, lo hicimos. —dijo Victor, sonriendo a sus amigos. — Juntos somos invencibles.
Fin.