White era un dios hermafrodita, una de las raras deidades que existían en un mundo donde lo masculino y lo femenino coexistían en armonía. A diferencia de otros dioses que se presentaban con una apariencia grandiosa, White se manifestaba como un humano común y corriente, lo que le permitía conectar fácilmente con los mortales.
Con una mirada serena y una sonrisa acogedora, White era un mediador entre mundos, comprendiendo las complejidades de la vida. Su naturaleza dual le otorgaba una perspectiva única, capaz de entender tanto el lado masculino como el femenino de cada situación. Era un dios que abogaba por la aceptación y la comprensión, enseñando a los humanos a abrazar su diversidad.
Su esencia simbolizaba el equilibrio, y a menudo se le invocaba en momentos de conflicto, trayendo paz y resolución. Aunque White podía parecer simple a primera vista, su sabiduría y empatía eran profundas, dejando una huella en aquellos que cruzaban su camino.
White apareció ante Victor, su presencia iluminando el entorno con una calma reconfortante. Se acercó, sonriendo con ternura, y comenzó a sobar suavemente el cabello del joven, como si tratara a un niño angustiado.
—No llores, querido —dijo White con una voz melodiosa—. A veces, el peso del pasado puede ser abrumador. Pero recuerda, siempre hay luz incluso en la oscuridad.
Victor, sorprendido por la calidez del dios, sintió un extraño alivio. Las palabras de White resonaban en su corazón, y aunque el dolor seguía presente, comenzó a experimentar una sensación de paz.
—¿Por qué me eliges a mí? —preguntó Victor, entre lágrimas.
White se agachó para estar a su nivel y respondió con seriedad:
—Porque todos merecen ser escuchados, y tú, querido, llevas una carga que no tienes que soportar solo. Acepta tu dolor y permite que te guíe hacia la sanación.
Con una mirada comprensiva, se acercó y, con suavidad, rompió la piel de Victor para extraer su sangre. El propósito era crear una Yadaratman, una manifestación de poder divina. White, con rasgos más femeninos, se concentró en el sacrificio, fusionando la esencia de Victor con su propia divinidad.
Victor, atrapado en un torbellino de emociones, sintió tanto dolor como una extraña calma, cuestionando el significado de su sacrificio y lo que significaba para su futuro.
Después de completar el ritual, White miró a Victor con una mezcla de gratitud y respeto. "Gracias por tu sacrificio", dijo, su voz suave y resonante. Sin esperar respuesta, se desvaneció en un destello de luz, dejando a Victor solo, abrumado por lo que acababa de suceder. La presencia del dios aún perduraba en el aire, mientras él se quedaba allí, cuestionando el peso de su entrega y lo que significaría en su camino.
Victor, aún temblando por la experiencia, sintió cómo su cuerpo comenzaba a regenerarse. El dolor se desvanecía lentamente, pero el terror de haber estado tan cerca de la muerte lo envolvía. Se llevó las manos al rostro, tratando de asimilar lo que había sucedido. ¿Había sido realmente necesario? La incertidumbre y el miedo se entrelazaban en su mente, mientras la oscuridad a su alrededor parecía cerrarse un poco más. Aun así, una chispa de determinación comenzó a brotar en su interior; sabía que debía seguir adelante, sin importar el costo.
Fin.