Dos meses de tranquilidad pasaron en la academia, pero Rigor no podía sacudirse la preocupación. Había notado que Dariel había estado actuando de manera extraña, y sus comentarios sobre sentirse "gorda" solo aumentaron su inquietud. A pesar de los momentos compartidos y las risas, algo no encajaba.
Un lunes por la mañana, mientras el sol iluminaba suavemente el aula, Dariel finalmente decidió abrirse. Con una mezcla de nerviosismo y emoción, le mostró a Rigor una prueba de embarazo. Sus manos temblaban ligeramente mientras decía:
— Rigor, estoy embarazada.
El tiempo pareció detenerse. Rigor miró la prueba, luego sus ojos se encontraron con los de Dariel, y una avalancha de emociones lo abrumó. La sorpresa, el miedo y la alegría se entrelazaron en su mente.
— ¿Estás segura? —preguntó, tratando de procesar la noticia.
Dariel asintió, su mirada seria pero llena de una luz especial.
— Sí, lo sé. No sabía cómo decírtelo, y… no quería preocuparte.
Rigor se quedó en silencio, pensando en lo que significaba esto para ambos.
— ¿Qué vamos a hacer? —preguntó finalmente, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre sus hombros.
Dariel sonrió tímidamente, tomando su mano.
— Quiero que estemos juntos en esto. No estoy sola, y sé que tú tampoco lo estás.
Rigor sintió una mezcla de alivio y determinación. Miró a Dariel y, por primera vez, vio un futuro más allá de las batallas y los retos.
— Entonces, hagámoslo. Vamos a ser padres.
Ambos compartieron una sonrisa, sabiendo que el camino por delante no sería fácil, pero juntos, estaban listos para enfrentarlo.
Rigor, aún procesando la noticia del embarazo de Dariel, decidió que era hora de actuar. Se dirigió a su oficina y llamó a su agente.
— Necesito que compres algunas cosas para un bebé —dijo con una mezcla de urgencia y emoción en su voz—. Ropa, juguetes, y lo esencial. Quiero asegurarme de que tengamos todo listo.
La voz de su agente resonó al otro lado de la línea, sorprendida pero comprensiva.
— Claro, Rigor. ¿Tienes alguna preferencia o algo específico en mente?
Rigor tomó un momento para pensar. Recordó su propia infancia, las cosas que le habían hecho sentir amado y protegido.
— Algo bonito y práctico. Necesitamos un lugar seguro para que duerma y cosas que lo mantengan cómodo.
— Entendido. ¿Cuándo necesitas todo esto?
— Lo más pronto posible —respondió Rigor—. Quiero que Dariel sienta que estamos preparados para esto.
Con una sensación de determinación, Rigor colgó y se dirigió a buscar a Dariel, decidido a compartir la emoción de este nuevo capítulo juntos.
Victor, aún en proceso de recuperación, se sentó en su escritorio mientras revisaba unos documentos importantes. La calma en la habitación se rompió cuando su teléfono comenzó a sonar. Al ver que era Rigor, respondió rápidamente.
— ¿Rigor? —dijo Victor, tratando de ocultar su curiosidad—. ¿Qué pasa?
La voz de Rigor sonaba un poco agitada al otro lado.
— Victor, tengo que contarte algo importante. Dariel me dio una noticia increíble.
Victor frunció el ceño, sintiendo que la emoción de Rigor era contagiosa.
— ¿Qué sucede? ¿Está bien?
— ¡Sí! —respondió Rigor, incapaz de contener una sonrisa—. Dariel está embarazada.
El corazón de Victor dio un salto. Después de todo lo que habían pasado, esta era una noticia que podía cambiarlo todo.
— Eso es… increíble. ¿Cómo te sientes al respecto?
— No lo sé. Estoy emocionado y asustado a la vez. Estoy organizando algunas cosas para el bebé.
Victor asintió, sintiendo una mezcla de alegría y nostalgia.
— Ser padre es un gran paso, Rigor. Pero sé que harás un gran trabajo.
— Gracias, Victor. A veces siento que no estoy listo para esto, pero quiero que Dariel y el bebé se sientan seguros.
— Estaré aquí para ayudarte en lo que necesites —dijo Victor, sintiendo un renovado sentido de propósito—. Vamos a hacer que esto funcione.
Rigor respiró hondo, agradecido por el apoyo de su amigo.
— Eso significa mucho. Te veo pronto, ¿de acuerdo?
— Claro, estaré en la academia —respondió Victor, sonriendo mientras colgaba el teléfono, listo para enfrentar el nuevo desafío que se avecinaba.
Victor llegó a la academia, sintiendo una mezcla de nervios y emoción al reencontrarse con Rigor. En una habitación tranquila, encontró a Rigor, quien lo esperaba con una expresión seria.
— Gracias por venir, Victor —dijo Rigor, su voz grave—. Necesito que hagas algo por mí.
Victor asintió, sabiendo que lo que pedía era importante.
— Avanza el tiempo del embarazo de Dariel —solicitó Rigor, mirando a su compañera, que estaba sentada en una cama con una expresión de expectativa.
Victor frunció el ceño, considerando el pedido.
— Entiendo que es una situación complicada, pero… ¿estás seguro de que es lo correcto?
Rigor se cruzó de brazos, su rostro reflejando la tensión que sentía.
— Sí, Dariel y yo necesitamos prepararnos. No podemos quedarnos esperando. Quiero asegurarme de que todo esté listo para cuando llegue el bebé.
Dariel lo miró, sonriendo débilmente, aunque sus ojos reflejaban la preocupación que la acompañaba.
— Confío en que esto ayudará, Victor. Estoy lista para lo que venga.
Con un suspiro, Victor asintió.
— Está bien. Voy a hacer lo que pueda.
Concentrándose, comenzó a canalizar su energía, sintiendo cómo el tiempo a su alrededor se distorsionaba. Rigor y Dariel lo observaron en silencio, ambos sintiendo el peso de la decisión que estaban tomando.
Poco a poco, la habitación comenzó a brillar con una luz suave, y el aire a su alrededor vibraba con energía. Victor se centró en su objetivo, deseando que todo saliera bien.
Después de unos momentos, el brillo se desvaneció y la atmósfera en la habitación cambió. Rigor sintió un escalofrío recorrer su espalda al darse cuenta de que el tiempo había comenzado a avanzar. Dariel se llevó una mano al vientre, sintiendo los primeros movimientos del bebé, mientras una nueva etapa de sus vidas comenzaba a desarrollarse.
Rigor acarició suavemente el cabello de Dariel, intentando consolarla, pero ella, visiblemente molesta, le agarró la mano con firmeza.
— Deja de hacer eso, duele lo que pasa, cabrón —dijo, frunciendo el ceño.
Rigor, sorprendido por su reacción, retrocedió un poco, sintiendo la tensión en el aire. Justo en ese momento, Victor se concentró y comenzó a canalizar su poder, dispuesto a ayudar en el nacimiento.
Al llegar al noveno mes, Victor sintió el momento adecuado y, utilizando su energía, inició el proceso. Con un destello de luz, el ambiente se llenó de una energía pura. En un instante, sin necesidad de cirugía, sacó a los bebés del vientre de Dariel.
Los gemelos aparecieron, un niño y una niña, llorando suavemente al ser traídos al mundo. Rigor se quedó boquiabierto, la felicidad y la sorpresa inundando su rostro.
— Son… son perfectos —susurró, mirando a los pequeños.
Dariel, aún recuperándose, los observó con lágrimas en los ojos.
— Hicimos esto juntos —dijo, sonriendo entre sollozos de alegría.
Victor, aunque exhausto, sonrió al ver la nueva vida frente a ellos. Habían enfrentado tantos desafíos, y ahora tenían dos razones más para seguir adelante.
Rigor, con una sonrisa de orgullo, miró a los bebés en los brazos de Dariel y dijo:
— Los llamaremos Balzht y Janeth.
Dariel asintió, sintiendo que esos nombres resonaban con el significado de su nueva familia.
— Me gustan —respondió, mirando a Rigor con ternura—. Son perfectos para ellos.
La habitación se llenó de una calidez especial, marcando el inicio de una nueva etapa en sus vidas.
Victor, al ver la felicidad de Rigor y Dariel con sus recién nacidos, decidió que era el momento de darles espacio. Con una leve sonrisa, les dijo:
— Felicidades, cuiden bien de esos pequeños.
Luego, se despidió y salió de la habitación, sintiéndose satisfecho al haber contribuido en ese nuevo comienzo. Al cerrar la puerta, se dirigió a su oficina, reflexionando sobre el futuro que les aguardaba a todos.
Fin.