Dariel, mientras estaba junto a Rigor en la sala de espera del hospital, observaba a Gaby cuidando de su padre y no pudo evitar preguntarse si ella podría aprender algo similar. Miró a Rigor con curiosidad y dijo:
"Rigor... ¿crees que podrías enseñarme a usar magia o esa energía que siempre mencionan?"
Rigor, aún con la mirada seria, se tomó un momento para pensar. "No es algo fácil, Dariel. La magia o la energía, como le llaman algunos, requiere más que solo fuerza física. Se necesita control, concentración y, sobre todo, entender la esencia de lo que eres y lo que quieres lograr."
Dariel asintió, mostrando su determinación. "Lo entiendo, y estoy dispuesta a aprender, si es posible. He visto lo que pueden hacer, y si puedo ser más útil, quiero intentarlo."
Rigor la miró fijamente. "Si realmente estás decidida, te enseñaré lo básico. Pero debes estar preparada para lo que se viene. Esto no es un camino fácil."
Rigor miró a Dariel con seriedad antes de responder. "Si realmente quieres aprender, Dariel, lo primero que debes hacer es comprender. No puedes simplemente lanzarte al uso de energía o magia sin conocer sus fundamentos. Cada persona, cada ser, tiene una conexión diferente con esas fuerzas."
Se cruzó de brazos, suspirando levemente. "Te sugiero que comiences por investigar. Lee, estudia y comprende de qué se trata la magia, cómo se manipula la energía. Solo entonces podremos empezar a hablar de entrenamiento. La práctica sin conocimiento puede ser peligrosa."
Dariel asintió lentamente, un poco decepcionada por no comenzar de inmediato, pero comprendiendo la importancia de lo que Rigor le decía. "Entiendo. Buscaré toda la información que pueda antes de seguir adelante."
Rigor observó a Dariel con una mezcla de frustración y desaprobación. "Victor te entrenó en combate físico, pero no te enseñó nada sobre el manejo de poder. Eso es un error."
Dariel suspiró, como confirmando lo que Rigor decía. Su actitud apática solo aumentó la irritación de Rigor, quien se llevó la mano a la frente, frotándosela con fuerza mientras soltaba un largo suspiro de exasperación.
"¡Qué desastre!" murmuró Rigor, claramente molesto. "Y ahora soy yo quien tiene que arreglar esto, además de todo lo del hospital." Su frustración era palpable, pero sabía que no podía culpar a Dariel por completo. Sin embargo, el comportamiento de Victor lo tenía al borde.
Rigor, visiblemente frustrado, murmuró para sí mismo pero lo suficientemente alto como para que Dariel lo escuchara. "A veces pienso que los jóvenes de hoy en día no pueden pensar por sí mismos."
Dariel, que estaba a su lado, se cruzó de brazos y replicó rápidamente: "Eso no es cierto. Solo porque no hago las cosas como tú quieres no significa que no piense."
Rigor la miró con el ceño fruncido. "¿Ah, sí? Entonces explícame por qué no has investigado ni intentado aprender más sobre el poder que tienes. No todo se trata de luchar a puño limpio, Dariel."
"¡Lo he intentado!" contestó ella, molesta. "Pero no todo el mundo aprende de la misma manera. No soy Victor, ni tú, y eso no significa que no esté haciendo las cosas bien."
La tensión entre ambos aumentaba, pero era evidente que, aunque discutían, ambos querían mejorar. Rigor, aún molesto, cruzó los brazos. "Quizás, pero si realmente quieres ser fuerte, tendrás que demostrar que también puedes usar tu mente y no solo tus puños."
Dariel lo miró fijamente, con el orgullo herido, pero también comprendiendo el mensaje.
Dariel, en un impulso juguetón y sabiendo que molestaría a Rigor, se acercó rápidamente y, sin previo aviso, lo besó brevemente en los labios. Luego, retrocedió con una sonrisa traviesa, cruzando los brazos mientras decía en tono burlón: "Bueno, ahora te reclamo como mío, ¿qué dices a eso?"
Rigor quedó completamente atónito, sus ojos abiertos de par en par mientras procesaba lo que acababa de suceder. Su rostro pasó de la sorpresa a un evidente enojo, con las mejillas levemente sonrojadas. "¿¡Qué demonios crees que estás haciendo!?" exclamó, visiblemente irritado y confundido.
Dariel simplemente rió, disfrutando del caos que había causado. "Tranquilo, solo era una broma. No tienes por qué ponerte tan serio todo el tiempo, Rigor."
Él, todavía ofuscado y tratando de recomponerse, soltó un suspiro pesado. "Eres un caso perdido..." murmuró, visiblemente más calmado pero aún molesto, mientras Dariel seguía riéndose en el fondo, claramente satisfecha por haberle sacado de su zona de confort.
Dariel, aún divertida por su anterior broma, decidió llevar la provocación un paso más allá. Se lanzó sobre Rigor, besándolo nuevamente, esta vez con más insistencia, claramente disfrutando de su molestia. Rigor, con el ceño fruncido y claramente incómodo, intentó apartarla suavemente, consciente de que no quería reaccionar de manera brusca. "¡Dariel, basta ya!" exclamó, su tono mezclando frustración y cansancio.
El dolor en su cabeza aumentaba, las jaquecas que venía experimentando desde que empezó a recuperar su memoria volvían con fuerza. Intentar apartarla sólo lo hacía sentir más abrumado, y la situación no ayudaba. "No estoy para esto ahora", gruñó, tratando de mantener la calma, aunque el malestar en su cabeza comenzaba a ser insoportable.
Dariel, sin embargo, parecía no captar del todo el peso del momento. Para ella, todo era un juego, una manera de ver hasta dónde podía empujar a Rigor. "Vamos, solo me estoy divirtiendo un poco", dijo con una sonrisa traviesa, aunque notó que su broma estaba afectando más de lo que esperaba.
Finalmente, con un suspiro agotado y controlando su molestia, Rigor la empujó suavemente, logrando apartarla. "No puedes seguir así, Dariel. No soy alguien con quien jugar de esta forma, y no ahora." Su tono se tornó más serio, su mente aún nublada por las punzadas de dolor que lo acosaban. Se llevó la mano a la sien, tratando de calmar el malestar. "Necesito tiempo para procesar... todo esto," dijo refiriéndose tanto a su recuperación como a los recuerdos dolorosos que poco a poco volvían.
Dariel, viendo que había ido demasiado lejos, se quedó en silencio, bajando la mirada por un momento, comprendiendo que había cruzado una línea. "Lo siento, no quería incomodarte tanto..." murmuró, retrocediendo finalmente y dejando a Rigor respirar.
Rigor se levantó del suelo, sacudiéndose el polvo mientras intentaba mantener la calma. Se giró hacia Dariel, claramente molesto, y dijo con seriedad: "No más de esto por un rato, Dariel."
Pero antes de que pudiera dar otro paso, Dariel, con una sonrisa traviesa en su rostro, se acercó de nuevo y, con un movimiento rápido, lo tomó por sorpresa, agarrando su trasero con fuerza. "Tú y yo en la cama, a ver si así se te quita lo amargado," dijo, su tono claramente burlón pero con un toque provocador.
Rigor se quedó inmóvil, completamente sonrojado por lo que acababa de escuchar y sentir. Su mente tardó un momento en procesar lo que acababa de pasar, incapaz de creer la audacia de Dariel. Las palabras resonaban en su cabeza mientras la sorpresa lo dejaba congelado, sin saber cómo reaccionar.
Dariel, aún sonriendo, se dirigió al área de entrenamiento. Sabía que su plan de coqueteo inusual con Rigor estaba funcionando, y eso la motivaba más. Su objetivo era claro: quería desestabilizarlo lo suficiente como para que no pudiera ignorar los sentimientos que ella trataba de despertar en él.
Mientras comenzaba su rutina de entrenamiento, sus movimientos eran más ágiles, casi como si la satisfacción del momento impulsara su energía. Cada golpe y maniobra la hacía sentir más segura de sí misma, convencida de que con el tiempo, Rigor caería bajo su encanto.
"Es solo cuestión de tiempo," murmuró para sí misma mientras lanzaba un golpe al aire, enfocada en su plan de conquista, sabiendo que Rigor, por mucho que intentara resistirse, ya había comenzado a caer en su trampa.
Después de un intenso entrenamiento, Dariel decidió que era hora de profundizar en el conocimiento que le ayudaría a entender mejor la energía y la magia. Se dirigió a la biblioteca de la academia, un lugar lleno de estanterías repletas de libros antiguos y manuscritos.
Mientras recorría los pasillos, se sentó en una mesa y comenzó a hojear un libro titulado "Fundamentos de la Energía Mágica". La información la cautivó: aprendía sobre los distintos tipos de energía, cómo se canalizaban y las prácticas para potenciarlas.
Con cada página que pasaba, sentía que su comprensión del poder latente en ella se expandía. Sabía que, aunque había entrenado con Victor, la clave para desbloquear su verdadero potencial estaba en el conocimiento. Al final del día, se prometió a sí misma que no solo se convertiría en una combatiente, sino también en una experta en magia y energía. Su determinación crecía, y con ella, la esperanza de que algún día podría sorprender a Rigor no solo con su fuerza, sino también con su sabiduría.
Dariel se sumergió en la búsqueda de información sobre magia blanca y energía curativa. Sabía que esta era una habilidad crucial, especialmente en un entorno lleno de peligros y conflictos. Tras varios minutos de búsqueda, encontró un libro titulado "Sanación a Través de la Magia: Fundamentos y Técnicas".
El libro explicaba conceptos básicos sobre la energía curativa, cómo canalizarla y los rituales necesarios para realizar sanaciones efectivas. Dariel se sintió atraída por las historias de sanadores que habían utilizado sus poderes para salvar vidas, y su deseo de aprender creció aún más.
Con cada ejercicio descrito, comenzó a practicar las técnicas de visualización y concentración. Imaginó cómo la energía fluía a través de ella, preparándose para usarla no solo en combate, sino también para ayudar a otros. Su objetivo se volvió claro: quería ser una protectora, no solo una luchadora. Así, Dariel se comprometió a dominar esta forma de magia, esperando que algún día pudiera sanar a aquellos que lo necesitaran, incluido Victor.
Dariel, emocionada por su descubrimiento, tomó un libro grueso y lo abrió con ansiedad. Mientras lo hojeaba, un descuido hizo que una de las páginas la cortara en un dedo. Instantáneamente, sintió un pequeño escozor, pero no se dejó llevar por el dolor. En cambio, se concentró en la energía curativa que había leído.
Cerrando los ojos, comenzó a canalizar su poder, visualizando una luz brillante envolviendo su dedo herido. Al instante, sintió una oleada de calor recorrer su cuerpo. Abrió los ojos y vio cómo la piel comenzaba a regenerarse rápidamente, como si el corte nunca hubiera existido. Asombrada, sonrió, sintiendo que había dado el primer paso hacia el dominio de la magia blanca.
Este éxito no solo elevó su confianza, sino que también encendió en ella el deseo de aprender más. Sabía que este poder podría ser crucial en sus futuras batallas y para ayudar a quienes la rodeaban. Con determinación renovada, se dispuso a seguir practicando y profundizando en el arte de la sanación.
Dariel, llena de curiosidad, decidió explorar la energía atómica, intrigada por su potencial destructivo y su capacidad para generar explosiones. Regresó a la sección de libros que había visto previamente y comenzó a buscar uno que hablara sobre esa forma de energía.
Finalmente, encontró un volumen que prometía explicar los fundamentos de la energía atómica y su manipulación. Se sentó y comenzó a leer, absorbiendo cada palabra sobre la fisión y la fusión, así como los principios detrás de las reacciones nucleares.
Con cada página, su mente se llenaba de ideas sobre cómo podría utilizar este poder. Decidida a probarlo, cerró el libro y se preparó para experimentar. Se centró en su energía interna, recordando lo que había aprendido sobre la concentración y la visualización.
Dariel extendió las manos, sintiendo cómo la energía comenzaba a acumularse. Visualizó un pequeño núcleo de poder en el centro de sus palmas. Con un profundo aliento, liberó esa energía en un estallido controlado, creando una pequeña explosión que iluminó el cuarto. La onda expansiva hizo vibrar las paredes, pero ella se mantuvo firme, sintiendo la adrenalina correr por sus venas.
Sonriendo de satisfacción, se dio cuenta de que había logrado crear algo impresionante. Sabía que con más práctica y control, podría perfeccionar esta habilidad y usarla para proteger a sus seres queridos.
Después de su intenso entrenamiento, Dariel se retiró a su habitación, sintiendo la necesidad de relajarse. Se dio un largo baño, dejando que el agua tibia aliviara sus músculos fatigados y despejara su mente.
Mientras tanto, Rigor permanecía sentado en una esquina de la academia, apoyando su rostro en las manos. La confusión y el cansancio lo envolvían. Recordaba el beso de Dariel, una broma que, a pesar de su intención lúdica, había dejado una marca en su mente. Se preguntaba si realmente podría permitirse involucrarse emocionalmente de nuevo.
El recuerdo de su pasado lo asaltaba: las pérdidas, las traiciones y el dolor que había vivido. La idea de abrir su corazón nuevamente le resultaba aterradora. Sus pensamientos eran un torbellino, y aunque sabía que debía concentrarse en su recuperación y su papel en la academia, la imagen de Dariel seguía surgiendo.
Con un suspiro profundo, se levantó y decidió que necesitaba un poco de aire fresco. Caminó hacia la ventana, mirando las estrellas brillantes en el cielo nocturno, tratando de encontrar claridad en medio de su confusión. La tranquilidad del momento le ofreció un respiro, pero la lucha interna seguía presente.
Fin.