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Chapter 11 - Episodio 9: Elegir.

En New Perú, Dariel, una joven emprendedora, se encontraba en una encrucijada. A pesar de sus sueños y esfuerzos, siempre había sido etiquetada como la "anti social". Su falta de habilidades visibles, ya sea como líder o alguien con poderes extraordinarios, la relegó a los márgenes de la sociedad. Aunque alguna vez había tenido un pequeño grupo de amigos, uno a uno, cada uno se marchó, dejándola nuevamente sola.

Pero un día, todo cambió cuando recibió una carta inesperada: una invitación para asistir a la Academia Historia. Esta academia, conocida por aceptar a cualquier tipo de raza, ya sea con poderes o sin ellos, ofrecía algo que ninguna otra institución podía: una oportunidad para que cada individuo descubriera su verdadero potencial, su "poder latente".

Dariel, que siempre se había sentido invisible, se sintió tanto emocionada como nerviosa. Aunque la academia prometía oportunidades, también sabía que estaría rodeada de personas con habilidades increíbles y poderes que desafiaban lo común. La duda la invadía, pero al mismo tiempo, una chispa de esperanza se encendió en su interior. Quizá, solo quizá, su destino podría cambiar allí.

Con la carta en mano y una mochila ligera al hombro, Dariel se dirigió a la entrada de la Academia Historia, el lugar donde empezaría una nueva etapa de su vida.

Apenas Dariel llegó a la Academia Historia, fue recibida por Víctor, quien, con una sonrisa amable, le indicó que lo acompañara a la dirección. El imponente edificio de la academia la abrumaba, pero la presencia de Víctor, quien parecía irradiar una calma confiable, la tranquilizó un poco.

Al llegar a la oficina, Víctor le ofreció una silla frente a su escritorio. Con una expresión pensativa, tomó unos documentos y, sin rodeos, comenzó con las preguntas.

"Cuéntame, Dariel, ¿hay algo que crees que te haga destacar? ¿Alguna habilidad, característica o talento en particular?" preguntó mientras la observaba con atención, buscando algún indicio de lo que ella podría aportar.

Dariel, algo nerviosa, entrelazó las manos y miró hacia abajo antes de responder. "Bueno... no lo sé, señor. No tengo ninguna habilidad especial, no como los demás... siempre me he sentido común. No soy fuerte, ni tengo poderes extraordinarios."

Víctor, asintiendo lentamente, añadió: "No todas las fortalezas son visibles a simple vista. A veces, lo que importa más es lo que llevamos dentro. Así que, dime, ¿qué te motiva a estar aquí? ¿Qué buscas en la Academia Historia?"

Dariel levantó la vista, encontrando el valor para hablar con más firmeza. "Busco descubrir mi lugar. Quiero encontrar mi propósito, algo que me haga sentir que pertenezco a algún lugar... y, si tengo algún poder, aprender a usarlo."

Víctor sonrió levemente, reconociendo la honestidad en sus palabras. "En la Academia Historia, todos tienen una historia por descubrir. El potencial está en todos, incluso si aún no lo ves. Aquí, encontrarás quién eres realmente."

Con esas palabras, Dariel sintió una pequeña chispa de esperanza crecer en su pecho. Tal vez, en este lugar, podría empezar a descubrir quién era en realidad.

Víctor, con una sonrisa que transmitía tanto amabilidad como firmeza, miró a Dariel directamente a los ojos. "Empezarás con los entrenamientos difíciles," dijo, haciendo una pausa para medir su reacción. "Sé que podrías preguntarte por qué no empezar por lo más fácil, pero la vida rara vez nos da opciones fáciles. ¿No es así?"

Dariel asintió lentamente, sintiendo la verdad en sus palabras. "Supongo que tienes razón... nunca me ha tocado algo fácil."

Víctor continuó, manteniendo su tono tranquilo pero decidido. "Enfrentar desafíos desde el principio es lo que forja a los más fuertes. Y aquí, en la Academia Historia, no buscamos solo habilidades, sino también la fortaleza mental y emocional para superar lo que venga. Cada paso difícil que tomes te acercará más a descubrir tu verdadero potencial."

Dariel tomó un respiro profundo, sintiendo que la ansiedad que tenía al principio comenzaba a transformarse en determinación. "Estoy lista," dijo, aunque aún con algo de duda en su voz, pero con una chispa de coraje encendiéndose en su interior.

"Eso es lo que quiero escuchar," respondió Víctor, asintiendo satisfecho. "Prepárate, Dariel. Esto es solo el comienzo."

Dariel observaba las paredes mientras caminaba al lado de Víctor, sus ojos se detuvieron en una foto antigua colgada en el pasillo. En la imagen, un joven de expresión seria pero calmada. "¿Quién es él?" preguntó Dariel, su curiosidad evidente mientras se sentía atraída por el enigmático rostro del joven.

Víctor siguió su mirada y sonrió levemente. "Ese es Rigor," comentó, con un tono más solemne. "Fue el antiguo director de la Academia Historia."

Dariel frunció el ceño, intrigada. "¿Qué le pasó? Parece alguien importante."

Víctor hizo una pausa, su expresión se tornó algo pensativa. "Rigor fue muy importante para esta academia... pero nadie sabe si está muerto o vivo. Desapareció hace tiempo, dejando muchas preguntas sin respuesta. Era un líder excepcional, pero también un hombre lleno de misterios."

La respuesta solo aumentó la curiosidad de Dariel, pero sintió que no era el momento de preguntar más. "Parece alguien que dejó una huella," murmuró.

"Sin duda alguna," asintió Víctor. "Rigor no era fácil de olvidar, y su legado aún perdura en estas paredes."

Víctor mantuvo la sonrisa en su rostro, pero en su mente se agitaban recuerdos de aquella guerra devastadora contra Xal'Azar. Las imágenes de la batalla, los sacrificios y el caos llenaron su pensamiento por un breve instante. Sabía, en lo más profundo, que quizás Rigor no habría sobrevivido a ese conflicto.

"¿Rigor...? Tal vez ya no esté con nosotros," pensó mientras sus ojos seguían enfocados en Dariel, quien aún observaba la foto con curiosidad. El peso de la guerra con Xal'Azar siempre permanecía en el fondo de su mente, pero evitó dejar que esos pensamientos oscurecieran el momento.

Sin embargo, una parte de él se resistía a aceptar completamente la posibilidad de la muerte de su viejo amigo. Había sido testigo de lo impredecible que era Rigor, y de las habilidades que había desarrollado. Tal vez, solo tal vez, aún había esperanza.

"El pasado siempre deja cicatrices," pensó Víctor, mientras su sonrisa volvía a su expresión habitual. "Pero es el presente lo que nos define."

Siguieron caminando hacia su destino ambos.

Victor caminaba por los pasillos de la Academia Historia con Dariel a su lado, guiándola hacia la sala de entrenamiento temporal. El lugar, aunque vasto y antiguo, tenía una energía vibrante y poderosa que podía sentirse en el aire. Dariel observaba los detalles en las paredes, las inscripciones de antiguos guerreros y las imágenes de batallas épicas, pero su mente seguía enfocada en lo que estaba por venir.

"Este lugar es donde muchos han entrenado antes que tú, algunos guerreros legendarios, otros que ni siquiera pudieron completar una sesión," dijo Victor mientras caminaban.

Dariel, intrigada pero también nerviosa, no podía dejar de preguntarse qué tipo de entrenamiento le esperaba. Finalmente, llegaron frente a una puerta pesada con grabados antiguos, Victor la abrió sin esfuerzo. Detrás de la puerta, la habitación de entrenamiento temporal no parecía diferente a simple vista: un vasto espacio vacío, con luz suave que lo llenaba por completo. Pero el ambiente era denso, casi opresivo.

"Este es el lugar," dijo Victor, cruzando el umbral. Dariel lo siguió, dando sus primeros pasos en la sala.

Al instante, el aire se volvió pesado, como si la atmósfera misma le oprimiera el pecho. El suelo parecía absorber el peso de su cuerpo, y con cada paso, sentía que estaba cargando una montaña sobre sus hombros. Victor, sin embargo, caminaba con una facilidad que la sorprendió. No parecía afectado en lo más mínimo.

"¿Qué… es esto?" murmuró Dariel, intentando mantener su compostura mientras luchaba por dar otro paso.

"Es la gravedad aumentada de esta sala," respondió Victor sin detenerse. "Aquí, todo es más pesado, más denso. El ambiente te presiona, te desafía, te obliga a fortalecerte. Es un entrenamiento para tu cuerpo, pero sobre todo para tu mente."

Victor extendió su mano con firmeza hacia Dariel, ayudándola a ponerse de pie. Aunque ella intentaba mantenerse erguida, su cuerpo aún temblaba por el esfuerzo. Victor observó su condición con una leve sonrisa en su rostro, consciente de lo que tenía que hacer para facilitarle el proceso.

"Sabes," dijo Victor con una voz calmada, "no hay vergüenza en necesitar un pequeño empujón al principio."

Con un gesto sutil de su mano libre, Victor formó una barrera de energía transparente alrededor de Dariel. Al instante, el peso que la aplastaba desapareció, como si la gravedad aumentada hubiera dejado de afectarla. Dariel parpadeó, sorprendida al sentir la ligereza regresar a su cuerpo. Ahora podía moverse libremente, sin esa sensación aplastante que le impedía avanzar.

"Ahora, pruébalo," dijo Victor, dando un paso atrás. "Camina, salta si quieres. Esta barrera te permitirá moverte con libertad, pero aún estarás dentro de la sala. Poco a poco te irás adaptando."

Dariel, con una mezcla de alivio y curiosidad, dio un paso hacia adelante. La diferencia era enorme; sentía que su cuerpo flotaba en comparación a lo que había experimentado momentos antes. Dio un par de saltos ligeros, comprobando la nueva sensación, y por primera vez desde que había entrado en esa sala, esbozó una pequeña sonrisa.

"Gracias," dijo ella, mirando a Victor con gratitud.

Victor asintió con serenidad, cruzando los brazos. "Esto es solo el principio. Pronto, no necesitarás esa barrera. Todo a su tiempo."

Dariel, con una sonrisa determinada, miró a Victor mientras su mente comenzaba a llenarse de ambición. Aunque aún era consciente de sus limitaciones, la idea de superarlo le encendía una chispa interna. La barrera que la protegía le había dado un respiro, pero no quería depender de ello por mucho tiempo.

"Voy a superarte algún día, Victor," dijo Dariel con una mezcla de desafío y entusiasmo, apretando los puños. "No importa lo difícil que sea, lo lograré."

Victor, al escuchar esas palabras, soltó una ligera risa. Había oído ese tipo de declaraciones muchas veces antes, pero esta vez notaba algo diferente en ella. Había visto la lucha en sus ojos al entrar en la sala, y ahora veía esa misma lucha transformarse en una voluntad de hierro.

"¿Superarme?" repitió Victor con una sonrisa en su rostro, sus brazos aún cruzados. "Eso es lo que todos dicen al principio. Pero... me gusta tu espíritu."

Victor dio un paso adelante y la miró de frente, inclinando un poco la cabeza. "Si realmente quieres superarme, tendrás que entrenar más duro de lo que jamás hayas imaginado. El camino no será fácil."

Dariel asintió, su mirada decidida no vacilaba. "Lo sé. Estoy lista para lo que venga."

Victor sonrió con aprobación, viendo en ella algo que otros no tenían: un deseo genuino de crecer. "Entonces, comencemos. El primer paso para superar a alguien es enfrentarte a tus propios límites... y romperlos."

Victor la miró con una ceja levantada y preguntó, con una leve sonrisa en los labios, "¿Cómo sabes mi nombre?"

Dariel soltó una pequeña risa antes de señalar con el dedo su camisa. "Llevas tu nombre justo ahí, en la camisa."

Victor miró hacia abajo y soltó una carcajada al darse cuenta. "Vaya, tienes razón." Sacudió la cabeza, riendo aún más. "Con todo lo que ha pasado, ni me había dado cuenta. Buen ojo."

Sonriendo, Victor cruzó los brazos, aún divertido por el detalle. "Supongo que a veces uno se olvida de lo básico."

Ambos se lanzaron al combate con gran determinación. Victor, consciente de la diferencia de poder, decidió bajar su nivel casi al de Dariel, para que tuvieran una lucha más equilibrada.

"¡Vamos, Dariel! Muéstrame lo que tienes!" exclamó Victor, preparándose en una postura de combate.

Dariel, sintiendo la presión y la emoción, se lanzó hacia él, ejecutando un ataque rápido. Sin embargo, Victor esquivó con facilidad, sonriendo al notar su esfuerzo.

"Buena tentativa, pero necesitas ser más rápida y astuta," le aconsejó mientras se movía con agilidad, intentando mantener la batalla interesante.

Dariel, motivada, ajustó su enfoque y volvió a atacar, esta vez con más precisión y determinación. "¡No te subestimes!" respondió con determinación.

La sala resonaba con el sonido de sus movimientos, cada uno aprendiendo del otro en el fragor del combate.

Victor bloqueaba los golpes de Dariel con facilidad, observando la falta de técnica y estrategia en sus movimientos. Para él, sus ataques eran demasiado básicos, lanzados sin un plan o una base marcial sólida. Mientras bloqueaba su último golpe, pensó para sí mismo, "Está atacando solo por atacar... sin una verdadera dirección."

Decidiendo que era hora de darle una lección, Victor, con precisión, lanzó un golpe directo a la mandíbula de Dariel. El impacto fue lo suficientemente fuerte como para derribarla al suelo. "Esto no es solo fuerza, Dariel," comentó con un tono severo, pero no cruel. "Necesitas algo más que ímpetu. Tienes que pensar."

Dariel, sorprendida por la fuerza del golpe, se llevó la mano a la mandíbula, dolorida, pero más decidida. Mientras se levantaba, el dolor físico se mezclaba con la frustración, pero en el fondo sabía que tenía que aprender de esto. "Tienes razón... pero no me rendiré," dijo, con los ojos llenos de determinación, mientras se ponía de pie de nuevo, lista para continuar.

Victor le enseñaría lo básico, y con el transcurso de los días y semanas en la habitación, Dariel se fue acostumbrando al entorno y a los entrenamientos. Victor siempre se contenía, pero en medio del combate, a menudo encontraba aperturas en su defensa. Cuando eso ocurría, le daba un golpe ligero, con la intención de que entendiera la importancia de moverse con rapidez.

Poco a poco, los esfuerzos de Dariel empezaron a dar frutos. Victor, observando su progreso, se percató de que había días en que ella lograba conectarle algún golpe. En uno de esos combates, un golpe alcanzó su mejilla, aunque él lo esquivó a tiempo. Al ver su avance, una sonrisa se dibujó en su rostro, orgulloso de lo lejos que había llegado.

"Vas bien, Dariel," le dijo, su voz llena de aliento. "Sigue así y pronto serás capaz de superar tus límites."

Victor, al quitar la barrera de energía, observó cómo Dariel se adaptaba rápidamente a la gravedad de la habitación. Con una sonrisa, ella comenzó a moverse con facilidad, sintiéndose más segura y en control de su cuerpo. La sensación de poder y libertad la llenó de confianza.

"¡Mira, puedo hacerlo!" exclamó, dando un par de pasos firmes y luego saltando sin esfuerzo.

Victor sonrió, sintiendo orgullo por su progreso. "Bien hecho. Ahora que has superado esto, podemos avanzar a los siguientes niveles de entrenamiento."

Victor, con un tono serio pero alentador, dijo: "Ahora, vamos a tener una pelea un poco más intensa. Quiero que sientas lo que es un combate real, pero no te preocupes, será algo que puedas manejar."

Dariel, sintiendo una mezcla de nervios y emoción, asintió. "Estoy lista. ¡Dame lo que tienes!"

"Recuerda, mantén la guardia alta y observa mis movimientos. No se trata solo de fuerza, sino de estrategia," añadió Victor, preparándose para el combate.

Victor activó la ira dansandankai, tensando sus músculos y sintiendo la energía fluir a través de él. "Supongo que podrás con la primera fase de mi poder," dijo, su voz resonando con confianza.

Dariel, con determinación, tomó una postura de combate, lista para enfrentar el desafío. "Voy a darlo todo, no te preocupes!" replicó, su mirada fija en Victor, preparada para aprender y adaptarse.

Victor sonrió, admirando su espíritu. "Entonces, empecemos." Sin más aviso, lanzó un ataque rápido, buscando medir su reacción.

Dariel esquivó el primer golpe de Victor con agilidad, sintiendo la adrenalina en su cuerpo. Cuando él lanzó un ataque de energía hacia ella, su instinto tomó el control. Con una rápida reacción, dio un paso al lado y golpeó la energía, desviándola con precisión hacia un costado, donde explotó en una brillante detonación.

"¡Lo logré!" exclamó, sorprendida por su propio reflejo de combate.

Victor sonrió, reconociendo su avance. "Eso fue un buen movimiento. Pero no te confíes, aún no hemos terminado," advirtió, preparándose para continuar.

Dariel se sintió impulsada por su éxito, pero sabía que debía mantener la concentración. Con determinación, se lanzó hacia Victor, dispuesta a aprovechar su ventaja momentánea. Su mente se llenó de estrategias mientras se acercaba, lista para ejecutar un ataque más elaborado.

Victor intensificó la velocidad de sus ataques, lanzando golpes con precisión y agilidad. Dariel, ahora más acostumbrada a la gravedad de la habitación, se movía con determinación, esquivando algunos de los impactos y buscando oportunidades para contraatacar.

"¡Eso es, mantén el ritmo!" animó Victor, mientras ella esquivaba un gancho. Dariel, sintiendo la presión, respondió con un rápido giro, lanzando un puñetazo hacia su costado.

Victor bloqueó el golpe, pero la fuerza del ataque sorprendió a ambos. "¡Buen intento! Estás mejorando más rápido de lo que pensaba," comentó, elogiando su esfuerzo.

El combate se volvió más dinámico, con Dariel intentando anticipar sus movimientos. A medida que avanzaban, Victor le enseñaba a leer la distancia y a utilizar su cuerpo de manera más eficiente, creando una conexión más profunda entre ellos como maestro y estudiante. La emoción del combate los impulsaba a ambos a seguir adelante.

Dariel poco a poco se acostumbró a la gravedad de la habitación, sintiendo cómo su cuerpo se adaptaba al entorno. Se movía con más soltura, y pronto se encontró en una posición defensiva, tomando la forma del Kyokushinkai. Victor, al notar su postura, se sorprendió y le preguntó:

"¿Cómo sabes de esta postura?"

Dariel, sintiendo un poco de nerviosismo, respondió con una sonrisa tímida. "No lo sé exactamente... Una noche, te vi practicar mientras entrenabas y me llamó la atención."

Victor sonrió, sintiendo un nuevo respeto por ella. "Eso es impresionante. El Kyokushinkai es un arte que enfatiza la resistencia y la fuerza. Si lo adoptas, significa que estás lista para llevar esto al siguiente nivel."

"Solo quiero evitar que me golpees de nuevo," bromeó Dariel, mostrando una chispa de confianza.

"Eso es el espíritu. Pero recuerda, la defensa es solo una parte del combate. Debes aprender a atacar también," dijo Victor, preparándose para continuar el entrenamiento.

Con la determinación renovada, Dariel mantuvo su postura defensiva, lista para responder a cualquier movimiento de Victor.

Dariel se movió con una rapidez inesperada, logrando rozar la mejilla de Victor. Él permitió que lo hiciera, observando cada uno de sus movimientos. En el momento justo en que detectó una apertura, ella lanzó un golpe certero al plexo solar de Victor.

"¡Bien hecho!" exclamó él, sintiendo la fuerza detrás del golpe. "Te falta pulir algunas cosas, pero has avanzado mucho. El entrenamiento termina por hoy."

Dariel, aún emocionada por su pequeño éxito, sonrió con satisfacción. "Gracias, Victor. No puedo esperar para seguir mejorando."

"Tienes un gran potencial, Dariel. Recuerda, la clave está en la práctica constante," respondió él, mientras ambos se preparaban para salir de la habitación de entrenamiento.

Victor y Dariel salieron de la habitación de entrenamiento, y al cruzar la puerta, se encontraron con la oscuridad de la noche que había caído sobre la Academia. Las estrellas brillaban en el cielo, y una brisa fresca soplaba suavemente.

"No puedo creer que haya pasado tanto tiempo," comentó Dariel, admirando el paisaje nocturno. "Parece que el día se fue volando."

Victor asintió, sintiendo la satisfacción de un entrenamiento productivo. "El tiempo vuela cuando te concentras en mejorar. ¿Te gustaría dar un paseo?"

"Claro, me encantaría," respondió ella, sintiéndose más cómoda con él.

Ambos comenzaron a caminar por los pasillos iluminados de la academia, conversando sobre sus planes y aspiraciones mientras la noche los envolvía en un ambiente de tranquilidad.

Después de unos minutos de caminata, Dariel sintió el sueño apoderarse de ella. Victor, notando su cansancio, sonrió y le dijo: "Te daré acceso a mi antigua habitación. Allí podrás descansar cómodamente."

Le entregó las llaves con un gesto amable. "No dudes en hacerte sentir en casa. Mañana será otro día de entrenamiento."

Dariel agradeció, sintiéndose aliviada por tener un lugar donde descansar. "Gracias, Victor. Significa mucho para mí."

Con una última mirada, Victor se despidió y se dirigió hacia su propia casa. Al cerrar la academia, sintió una mezcla de satisfacción y esperanza por el crecimiento de Dariel, y se preguntó qué desafíos les aguardaban en el futuro.

Fin.