Saucher se dirigió hacia el epicentro de la explosión con una determinación implacable, su mirada fija en el humo y la devastación que se extendían ante él. A su lado, Ushibaa y Javier, conscientes de la magnitud de lo que acababa de suceder, lo seguían con rapidez, sin perder de vista el rastro de la devastadora explosión.
El trío se movía con una urgencia casi palpable, conscientes de que lo que habían visto no solo afectaría el resultado de la batalla, sino que también podría determinar el destino de sus compañeros y el equilibrio de la lucha que aún persistía. Mientras se acercaban, el terreno devastado y el desmoronamiento de lo que alguna vez fue una zona de combate evidenciaban la fuerza y el alcance de la explosión que acababan de presenciar.
Saucher se detuvo y, con una sonrisa desafiante, se volvió hacia Ushibaa y Javier.
"Bueno, aquí vamos a pelear", dijo, su voz cargada de desafío y anticipación.
Ushibaa y Javier, conscientes del nivel de amenaza que representaba Saucher, se prepararon para el enfrentamiento. La tensión en el aire era palpable mientras ambos se alineaban con determinación, listos para lo que fuera que les esperaba en este nuevo enfrentamiento.
Javier y Ushibaa, con una coordinación impecable, ejecutaron un ataque combinado que impactó a Saucher con precisión, forzándolo a retroceder. Sin embargo, Saucher, aunque tambaleándose, no perdió su compostura. Con una rápida reacción, lanzó un potente ataque de energía negra que explotó al impactar, enviando a Javier y Ushibaa a volar hacia atrás, envueltos en una explosión devastadora. La batalla se intensificaba con cada segundo, y el enfrentamiento prometía ser cada vez más brutal.
El demonio que había tomado el cuerpo de Necross emergió de un portal con una determinación feroz. Con la voz de Necross resonando a través de él, gritó: "¡Nadie se debe meter con mi plan!"
Sin perder tiempo, se lanzó hacia Saucher con una velocidad implacable. Impactó directo en el estómago de Saucher con un golpe devastador, que lo hizo retroceder. Luego, el demonio giró en el aire y, en un movimiento final impresionante, lanzó su técnica definitiva: "¡Explosión Galáctica!"
El ataque se desató con una fuerza colosal, creando una explosión deslumbrante que envolvió a Saucher, lanzándolo a través del campo de batalla. La fuerza de la explosión se extendió por el área, barriendo todo a su paso y causando una conmoción masiva.
Saucher, tras atravesar Júpiter y Saturno con su increíble velocidad y causar una serie de explosiones a su paso, finalmente regresó al planeta Tierra. Aterrizó con un impacto que sacudió la superficie y observó a Necross con una expresión desafiante.
"Espero no haber interrumpido nada", dijo Saucher con una sonrisa irónica, mientras la atmósfera aún se tambaleaba por su aterrizaje.
Necross, observando la destrucción y el caos que Saucher había traído consigo, sabía que la batalla estaba lejos de terminar y que la situación se había vuelto aún más crítica.
Javier y Ushibaa, sorprendidos por la aparición de Necross y la magnitud de la destrucción que Saucher había causado, se enfrentaron con cautela. La verdad de la situación, que el cuerpo de Necross estaba siendo controlado por un demonio, aún les era desconocida.
El demonio en el cuerpo de Necross se permitió una sonrisa maliciosa, disfrutando de la confusión y el desconcierto de sus adversarios. "Parece que la situación se ha vuelto aún más interesante," dijo con una voz que resonaba con una mezcla de la maldad propia del demonio y el tono familiar de Necross.
Mientras la tensión se acumulaba en el aire, los héroes sabían que necesitaban enfrentarse a este nuevo desafío con toda la fuerza que les quedaba. La batalla estaba lejos de haber terminado, y el verdadero poder de sus adversarios estaba a punto de desatarse.
Ushibaa, Javier y el demonio en el cuerpo de Necross coordinaron su ataque con precisión. Ushibaa y Javier se enfocaron en golpear la sien de Saucher con fuerza, mientras que el demonio, en una sorprendente muestra de fuerza y habilidad, asestó un golpe directo en la frente de Saucher.
El impacto fue devastador. Saucher, sorprendido por la combinación de ataques, tambaleó y perdió temporalmente el equilibrio. La sincronización y la potencia de los golpes resultaron en una interrupción significativa de su concentración y habilidades, dejándolo vulnerable y debilitado.
La estrategia efectiva del trío de héroes había dado resultado, y el demonio en el cuerpo de Necross aprovechó el momento para prepararse para el siguiente paso en la batalla, mientras que Ushibaa y Javier se mantenían listos para continuar el combate.
Ushibaa, recordando las enseñanzas de Victor sobre el "Destello Solar", se preparó para usar esta técnica avanzada. La concentración de energía pura y cósmica era crucial para el éxito del ataque.
Concentrando su energía, Ushibaa empezó a acumular un destello brillante y potente en su puño. Cada golpe que daba a Saucher era más fuerte que el anterior, intensificando la energía acumulada. A medida que la técnica progresaba, la energía en su puño se hacía cada vez más brillante y devastadora.
Finalmente, Ushibaa liberó toda la energía acumulada en un solo golpe. El "Destello Solar" impactó con una explosión cósmica que arrasó con todo a su paso, enviando a Saucher a través del espacio y causando una onda de choque que desestabilizó su entorno inmediato. La magnitud de la explosión fue suficiente para causar un daño significativo y dejar a Saucher gravemente herido y debilitado.
Saucher, utilizando una cuerda de energía, atrapó a Ushibaa y lo arrastró por el aire. Con un movimiento ágil, lo giró y luego lo lanzó contra el suelo con gran fuerza. El impacto dejó a Ushibaa aturdido y debilitado, mientras Saucher aprovechaba el momento para recuperar su posición en el combate.
Saucher, al darse cuenta de la determinación de Ushibaa y Javier, tomó una decisión desesperada. Con un grito de determinación, disparó una ráfaga de energía directamente a su propio pecho. La energía perforó su cuerpo, creando una herida mortal que atravesó su pecho y salió por la espalda. Al mismo tiempo, la ráfaga de energía se dirigió hacia Javier, quien intentaba salvar a Ushibaa.
El ataque, implacable y brutal, atravesó a Javier de manera similar, dejando un rastro devastador en su torso. Ambos cayeron al suelo, la energía residual aún chisporroteando alrededor de ellos. La explosión final de energía arrasó con el área, lanzando fragmentos y escombros por el campo de batalla.
Ushibaa, gravemente herido por los restos del ataque, miraba con desesperación mientras Saucher y Javier yacían en el suelo, debilitados y gravemente heridos. La magnitud de la situación se hacía evidente, con el sacrificio de Saucher marcando un punto culminante en la batalla, dejando a Ushibaa luchando con su propio dolor y la tragedia.
Saucher, aún en pie y con un deseo de venganza, utilizó un movimiento rápido y violento. Desde el suelo, grandes estacas de hielo emergieron con fuerza, perforando el cuerpo de Javier y Ushibaa, que yacían heridos y vulnerables. Las estacas de hielo, afiladas y mortales, atravesaron sus cuerpos, causando un dolor excruciante y sumiéndolos en un estado de agonía aún mayor.
Mientras el caos y la destrucción se desataban, Saucher, distraído por la intensificación de la batalla, no percibió el movimiento de Necross. A pesar de su debilidad, Necross, aprovechando la oportunidad, avanzó lentamente hacia Saucher. Con una determinación renovada, Necross comenzó a canalizar su energía y creó una bola negra de poder oscuro. La esfera negra emanaba una intensidad oscura, lista para consumir todo lo que tocara.
Con un gesto decidido, Necross lanzó la esfera negra hacia Saucher. La bola negra comenzó a absorber todo a su alrededor: el cuerpo de Saucher, sus armas, técnicas y hasta su propia energía vital. El proceso de absorción fue lento pero implacable, consumiendo cada parte de Saucher, dejándolo cada vez más débil y vulnerable. La esfera negra continuó expandiéndose, y Saucher se vio atrapado en su propio destino, mientras la oscuridad se tragaba todo a su alrededor.
A medida que la esfera negra completaba su trabajo, el campo de batalla se sumió en un silencio ominoso, con el eco de la batalla y la agonía de los combatientes resonando en el aire. La victoria parecía distante y el precio del conflicto, extremadamente alto.
El demonio, habitando el cuerpo de Necross, observó con satisfacción cómo Saucher, atrapado en la esfera oscura, se desvanecía poco a poco, consumido por el poder de la oscuridad. La sonrisa en su rostro se amplió, mientras sentía cómo el poder de Saucher despertaba dentro de él, incrementando su propia fuerza más allá de lo imaginable.
Al tragar la esfera que contenía los restos de Saucher, el demonio sintió una oleada de poder correr por todo su ser. Los ojos de Necross brillaban con una luz oscura y maligna, y su energía se intensificó. Con una risa baja y triunfal, el demonio dijo con desdén: "Creo que esto es un adiós."
Sin mirar atrás, el demonio dejó a Javier y Ushibaa, gravemente heridos y moribundos, en el suelo. No mostró ni una pizca de compasión ni remordimiento. El demonio no tenía interés en salvar a aquellos que alguna vez fueron aliados de Necross, ahora solo instrumentos en su ascenso al poder. Los dejó allí, en el silencio de la muerte inminente, mientras él se alejaba, envuelto en su recién adquirida fuerza.
Javier y Ushibaa, gravemente heridos y sin fuerzas para continuar, solo pudieron observar cómo su destino se sellaba, sabiendo que el enemigo que enfrentaron había ganado una victoria devastadora.
Javier y Ushibaa, malheridos y sin fuerzas, yacían en el campo de batalla. El daño causado por Saucher había sido devastador. Las estacas de hielo atravesaron sus cuerpos con precisión letal, impidiéndoles moverse. El demonio en el cuerpo de Necross, tras consumir la esfera que contenía el poder de Saucher, se retiraba lentamente, dejando a sus antiguos aliados atrás, sin un atisbo de remordimiento.
La sangre de Javier y Ushibaa se derramaba lentamente sobre el suelo, sus respiraciones entrecortadas revelaban que el final estaba cerca. A pesar de todo, sus rostros mostraban una mezcla de paz y agotamiento. Ambos sabían que habían dado lo mejor de sí, luchando hasta el último aliento, pero la batalla había sido más de lo que podían soportar.
El demonio, mirando desde la distancia, sonrió con malicia antes de desaparecer en la oscuridad. Javier intentó levantar su mano, buscando aferrarse a la vida, pero su cuerpo no respondía. Ushibaa, a su lado, soltó un último suspiro antes de que sus ojos se cerraran definitivamente.
El campo de batalla quedó en silencio, el eco de la intensa lucha ahora era solo un susurro lejano. Los cuerpos de Javier y Ushibaa permanecieron inmóviles, habiendo entregado sus vidas en un intento desesperado por detener a un enemigo que resultó ser demasiado poderoso.
El viento soplaba suavemente, moviendo sus ropas ensangrentadas. La sensación de pérdida y sacrificio impregnaba el ambiente, como si la misma naturaleza se despidiera de dos grandes guerreros que habían caído en la línea del deber. El sacrificio de Javier y Ushibaa, aunque en vano frente al demonio, sería recordado por aquellos que aún permanecían, como un símbolo de valentía y lealtad.
Fin.