Después de un mes de viaje a través de la vastedad del espacio, la nave de James Talloran finalmente llegó a su destino: un punto de la existencia donde todo era negro y vacío, como si hubieran llegado al borde de la realidad misma.
El interior de la nave se llenó con una tensión palpable mientras todos observaban la nada que se extendía ante ellos. No había estrellas, planetas ni siquiera la luz más tenue; solo un abismo insondable que parecía consumir todo a su alrededor.
Victor, que había pasado el último mes entrenando con Daiki, sintió un escalofrío recorrerle la espalda. No había visto nada como esto antes, ni siquiera en sus peores pesadillas. El silencio era abrumador, como si el mismo espacio se hubiera quedado sin aliento.
James se mantuvo firme en el puente de mando, sus ojos fijos en el vacío delante de ellos. Aunque había llegado al punto que había estado buscando, sabía que este era solo el comienzo de algo mucho más grande, algo que desafiaba toda comprensión.
Luci y María, junto con José y el José del futuro, se mantenían cerca de Victor, compartiendo su preocupación y apretando las manos de sus hijos, buscando consuelo en su presencia mutua. La incertidumbre sobre lo que vendría después les pesaba en el alma.
James sintió la presencia de Karla'k en su mente, inquieto ante el poder que emanaba de este vacío. Aunque no lo mostraba, James sabía que su creación, este vacío, representaba un reto tanto para él como para Karla'k.
Darkness, Daiki y sus hijos también estaban en alerta. Darkness, con su habitual sonrisa irónica, dejó escapar un comentario: "Bueno, llegamos. Ahora, ¿qué sigue?".
El silencio que siguió fue profundo. Todos sabían que lo que se avecinaba no sería fácil. Este lugar, este punto negro en la existencia, era el preludio de una confrontación que pondría a prueba todo lo que habían aprendido y sufrido hasta ahora.
El viaje estaba lejos de terminar, y el verdadero desafío apenas estaba comenzando.
Daiki, con una expresión de absoluta determinación, avanzó hasta el borde del puente de la nave. Desenvainó su katana, la hoja resplandeciendo con una energía oscura que parecía devorar la luz. Con un movimiento fluido y poderoso, realizó un corte gigantesco, atravesando la misma tela de la realidad en ese lugar.
El corte no solo rasgó la realidad, sino que la desintegró, creando un portal que se abrió en el vacío negro ante ellos. Desde el otro lado, un oscuro abismo comenzó a emanar, y con él, emergieron los Hijos de la Oscuridad, criaturas antiguas y poderosas, nacidas del caos y la sombra. Sus figuras, deformes y etéreas, se deslizaron fuera del portal, llenando el espacio con su presencia ominosa.
Pero eso no fue todo. Siguiendo a los Hijos de la Oscuridad, comenzaron a aparecer los hermanos de Daiki, figuras espectrales y poderosas, cada uno con un aura que indicaba su temible poder. Eran como sombras reflejadas de Daiki, diferentes en esencia pero compartiendo la misma sangre y destino.
El portal siguió abierto, su energía fluctuante y caótica, dejando que las fuerzas oscuras cruzaran la frontera entre dimensiones. La nave vibró con la fuerza desatada por el corte de Daiki, y todos los presentes sintieron el aire cargarse de tensión y peligro.
Victor, viendo a los Hijos de la Oscuridad y a los hermanos de Daiki emerger, se preparó para lo que se avecinaba. Sabía que estaban al borde de una batalla que desafiaría todo lo que habían enfrentado hasta ahora. Este era un enfrentamiento que involucraba no solo la fuerza física, sino también la supervivencia del universo tal como lo conocían.
James, observando el portal que había creado su propio hijo, sintió una mezcla de orgullo y preocupación. Sabía que Daiki había desatado algo que no sería fácil de controlar, y que lo que venía después podría cambiar el curso de sus destinos para siempre.
El abismo que antes había sido un lugar de vacío se convirtió ahora en un campo de batalla donde la luz y la oscuridad se enfrentarían en un conflicto que resonaría en todos los rincones de la existencia.
A pesar de la tensión inicial tras la apertura del portal, los Hijos de la Oscuridad y los hermanos de Daiki cruzaron hacia la nave con una calma inusitada. Sus presencias, aunque imponentes, no desencadenaron el caos inmediato que todos temían. En lugar de atacar, observaron su entorno con serenidad.
Los Hijos de la Oscuridad, figuras etéreas con formas apenas definidas, se movían con fluidez por la nave, explorando sin mostrar intenciones hostiles. Sus ojos, si es que los tenían, parecían observar cada detalle de la estructura metálica, absorbiendo información y adaptándose al ambiente con un aire de tranquilidad perturbadora. Eran entidades de pura energía oscura, nacidas del caos, pero no necesariamente destructivas a simple vista.
Los hermanos de Daiki, cada uno con su propia aura poderosa y distinta, también se desplazaron por la nave. Aunque compartían la esencia oscura de Daiki, sus personalidades variaban. Algunos, más curiosos, estudiaban las tecnologías de la nave, mientras que otros simplemente intercambiaban miradas con su hermano mayor, en silencio, como si compartieran pensamientos más allá de las palabras.
Victor y James, observando el comportamiento inesperadamente tranquilo de estas entidades, se sintieron momentáneamente desconcertados. Esperaban una confrontación inmediata, pero en lugar de eso, presenciaron una especie de tregua no declarada. Era como si ambas partes, los habitantes de la nave y los recién llegados, se estuvieran tomando un momento para evaluar la situación antes de cualquier acción.
Daiki, por su parte, permaneció firme, sabiendo que sus hermanos y los Hijos de la Oscuridad no eran enemigos en ese momento. Quizás, después de todo, había un propósito más grande para todos ellos en ese encuentro.
En esa calma tensa, la nave continuaba su rumbo a través del vacío, mientras todos a bordo parecían, al menos por ahora, dispuestos a coexistir en una paz momentánea. Sin embargo, la sensación latente de que algo más estaba por desatarse nunca abandonaba el aire, como una tormenta que aún no había llegado, pero cuyo eco ya se sentía.
Los Hijos de la Oscuridad, Kafka, Adriene, Saucher y Kimi, comenzaron a transformar sus cuerpos, adaptando las formas que les había otorgado Karla'k hace mucho tiempo. Aunque su esencia seguía siendo pura oscuridad y caos, ahora se presentaban con características más humanoides, como si quisieran integrarse o al menos parecer más comprensibles ante los ojos de quienes los rodeaban.
Kafka, el más reservado de los cuatro, adoptó una apariencia alta y delgada, con cabello oscuro que parecía moverse como sombras líquidas. Sus ojos, completamente negros, reflejaban el vacío del que provenía, pero ahora había un rastro de expresión en su rostro, algo que antes nunca había mostrado.
Adriene, la más emocional, tomó una forma femenina, con cabellos blancos que contrastaban con su piel oscura y unos ojos brillantes que parecían reflejar las estrellas. Su rostro mostraba una mezcla de serenidad y melancolía, como si en su forma humana pudiera comprender mejor los sentimientos que antes le eran ajenos.
Saucher, siempre el más imponente, adquirió una figura musculosa, con brazos fuertes y una mirada afilada. Aunque su cuerpo ahora era más humano, conservaba su aura intimidante. Su piel tenía un tono grisáceo, y su cabello corto y oscuro parecía no reflejar la luz, como si aún portara con él una parte de la oscuridad.
Kimi, el más joven y curiosamente juguetón, adoptó una forma más ligera, con una estatura más baja y un aspecto más jovial. Su cabello, de un tono plateado, caía desordenado sobre sus ojos, mientras que su rostro mantenía una expresión traviesa. Aunque su esencia seguía siendo peligrosa, ahora parecía más accesible, incluso amigable.
Cada uno de ellos conservaba su poder interno, pero esta nueva apariencia más humana les permitía moverse con más naturalidad dentro de la nave. Los Hijos de la Oscuridad, que antes parecían inalcanzables y etéreos, ahora caminaban entre los demás como iguales, aunque la energía que irradiaban todavía mantenía a todos a su alrededor alerta.
Victor y los demás notaron el cambio. No era solo una adaptación física, sino una transformación en cómo los Hijos de la Oscuridad se percibían a sí mismos y querían ser percibidos. Era como si, por primera vez, estuvieran dispuestos a interactuar en un nivel más personal, en lugar de simplemente ser fuerzas del caos.
Karla'k, observando desde dentro del cuerpo de James, sonrió con satisfacción. Sabía que su influencia sobre ellos había sido profunda, y ver cómo su legado había evolucionado le provocaba una extraña sensación de orgullo. Ahora quedaba por ver qué papel jugarían estos seres en los acontecimientos futuros y si su humanidad recién adquirida sería una ventaja o una carga.
James y Karla'k, tras un largo tiempo sin prestar atención a sus propios hijos, finalmente decidieron nombrar a los diez descendientes que tuvieron juntos. Eran cinco varones y cinco hembras, todos una mezcla de humanos, demonios y dioses debido a la compleja herencia de James, un científico humano modificado, y Karla'k, el dios demoníaco del caos.
Nombres de los hijos:
Varones: Kazran, Mortis, Neron, Drakar, Zalek.
Hembras: Fati, Selene, Astar, Nyxa, Veera.
Fati, la primogénita entre las hijas, era fuerte y decidida, destacándose como una figura clave entre sus hermanos. Su nombre, que nunca fue cambiado, reflejaba su destino y propósito, algo que tanto James como Karla'k sentían que resonaba con ella.
Aunque su madre, Ericka, había desaparecido sin dejar rastro, la influencia de sus padres, especialmente de James y Karla'k, sería vital para su desarrollo y su papel en el futuro de sus vidas y el universo.
El último en nacer fue Daiki, el onceavo hijo de James y Karla'k. A los ojos de muchos, Daiki parecía ser el más débil de todos sus hermanos, dado su naturaleza más reservada y tranquila. Sin embargo, Victor, uno de los pocos que lo conocía a fondo, siempre supo la verdad: Daiki no solo era fuerte, sino que poseía una fuerza incomparable. Era el más poderoso de todos, pero su verdadera capacidad estaba oculta, solo desatada en momentos críticos.
Victor había visto de primera mano el potencial de Daiki, algo que otros no habían percibido. Daiki cargaba en su interior un poder que podía cambiar el curso del destino de su familia y el universo, aunque aún quedaba por ver cuándo lo revelaría por completo.
La atmósfera en la nave se sentía pesada, llena de tensión no resuelta. Todos estaban reunidos en la sala principal, pero las palabras parecían estar atrapadas en sus gargantas. Habían pasado siete largos años desde el último evento que los había marcado profundamente, y aunque estaban de nuevo juntos, la incomodidad flotaba en el aire.
James observaba a sus hijos y a sus compañeros, recordando las heridas tanto físicas como emocionales que habían acumulado a lo largo del tiempo. Daiki, el más joven, se mantenía callado, sabiendo que, aunque era el más fuerte, aún sentía el peso de las expectativas de los demás.
Victor, siempre el líder, cruzaba los brazos mientras miraba a su alrededor, tratando de encontrar las palabras adecuadas para romper el hielo. Karla'k, dentro de James, permanecía en silencio, también sintiendo el peso del pasado.
Finalmente, fue Fati, una de las hijas, quien rompió el silencio. "Han pasado siete años... pero todavía nos sentimos como extraños, ¿verdad?" Su voz, aunque suave, resonó en la sala, abriendo la puerta a una conversación que, aunque difícil, era necesaria.
Los demás asintieron lentamente, sin saber cómo responder al principio, pero conscientes de que tenían que enfrentar el pasado para seguir adelante.
Mortis asintió lentamente, su expresión grave. "Es verdad. Aunque el tiempo ha pasado, parece que la distancia entre nosotros sigue siendo la misma. Cada uno de nosotros ha cambiado, y esos cambios son difíciles de ignorar."
Kimi, con una mirada contemplativa, intervino. "El tiempo no ha borrado el dolor, pero puede que nos dé una oportunidad para hablar y entendernos mejor. Quizás eso sea lo que necesitamos ahora."
Kafka, mirando al grupo con una mezcla de desconfianza y esperanza, añadió: "Sí, pero es complicado. Todos hemos cambiado de maneras que ni siquiera esperábamos. ¿Cómo podemos simplemente empezar de nuevo?"
Daiki, con una calma serena, ofreció una perspectiva diferente. "No podemos forzar una conexión que no está lista para formarse. Lo mejor es empezar poco a poco, construir puentes en lugar de intentar forzar la reconciliación de inmediato."
James, con un suspiro profundo, asintió. "Daiki tiene razón. No podemos esperar que todo vuelva a la normalidad de inmediato. Necesitamos enfrentar nuestras diferencias y tratar de comprendernos mutuamente."
Victor, con una voz grave pero compasiva, agregó: "Exactamente. No podemos seguir adelante si arrastramos el pasado con nosotros. Necesitamos hablar sobre lo que ha sucedido y encontrar una forma de superarlo juntos."
Mortis, rompiendo el silencio con un tono decidido, propuso: "Entonces, empecemos por compartir lo que hemos vivido en estos años. ¿Quién quiere empezar?"
Fati levantó la mano con una mezcla de resignación y esperanza. "Puedo empezar. Después de que nos separamos, traté de encontrar mi propio camino. Pero siempre sentí que algo me faltaba. Ahora que estamos juntos nuevamente, me doy cuenta de lo importante que es sanar esas viejas heridas."
Kimi, con un tono reflexivo, añadió: "Para mí, ha sido un proceso de aceptación. Aceptar lo que soy, lo que hemos hecho y lo que podemos hacer. Creo que todos hemos pasado por algo similar."
Kafka, con una mirada introspectiva, dijo: "He estado intentando entender mi papel en todo esto, y cómo encajo en el gran esquema. Es complicado cuando todo cambia a nuestro alrededor."
James, con un tono grave, compartió su propia experiencia. "He estado lidiando con las consecuencias de mis decisiones, tratando de encontrar un equilibrio entre mi pasado y mi presente."
Victor, con una mirada pensativa, admitió: "He estado trabajando en mantenerme fuerte para todos ustedes, pero también me he dado cuenta de que necesito confrontar mis propios miedos y dudas."
Daiki, con una mirada de determinación, concluyó: "A veces, enfrentar nuestras propias inseguridades es lo más difícil. Pero al final, creo que eso es lo que nos hará más fuertes."
Mortis, con una mezcla de esperanza y resolución, dijo: "Entonces, empecemos por ser honestos con nosotros mismos y con los demás. Solo así podremos sanar y avanzar."
El grupo, tras compartir sus pensamientos y sentimientos, sintió que un peso se había levantado. Aunque el camino hacia la reconciliación no sería fácil, al menos habían dado el primer paso hacia la curación.
En la nave, el ambiente se sentía pesado mientras James Talloran permanecía en silencio, su expresión grave. De repente, una masa negra comenzó a envolver su cuerpo, y la presencia ominosa de Karla'k emergió de su interior. La entidad, con su aura de poder y amenaza, ocupó el centro de la sala.
Con un tono implacable y cargado de desdén, Karla'k habló. "Escuchen bien. Tienen exactamente 24 horas para regresar a su planeta. Después de ese tiempo, no solo exterminaré a todos ustedes, sino también a Daiki, a quien también considero mi hijo."
El silencio se adueñó de la sala, el peso de las palabras de Karla'k cayendo sobre todos los presentes. Victor, con la preocupación evidente en su rostro, se giró hacia su familia, luego hacia Daiki, quien parecía inmutable, pero con una intensidad en su mirada que revelaba su preocupación.
Daiki, sin perder la compostura, se adelantó. "¿Por qué nos haces esto? ¿Qué deseas lograr con esta amenaza?"
Karla'k lo observó con frialdad. "No se trata de lo que quiero, sino de lo que deben comprender. Mi objetivo es demostrar que mi poder es absoluto y que ninguno de ustedes está a salvo de mi ira. Si deben perecer, será por sus propias acciones y decisiones."
Victor, a pesar de la creciente tensión, intentó mantener la calma. "No nos iremos. Haremos todo lo que esté en nuestras manos para proteger a nuestras familias y enfrentaremos lo que venga."
Karla'k lo miró con un desdén palpable. "Eso es exactamente lo que espero ver. Quiero observar hasta dónde están dispuestos a llegar para proteger a aquellos que les son queridos. Pero recuerden, el tiempo no está de su lado."
Con esas palabras, Karla'k se desvaneció nuevamente en la masa negra, dejando a todos en la sala con el peso de la amenaza que se cernía sobre ellos. La sensación de urgencia y desesperación se hizo más palpable a medida que cada uno asimilaba la magnitud de la situación.
Victor y su familia, junto con Daiki y los suyos, se miraron, conscientes de que tenían solo 24 horas para prepararse para un enfrentamiento crucial.
Victor y su familia, junto con Daiki y los suyos, regresaron a su planeta dentro del domo que James Talloran había reducido al tamaño de una pelota de fútbol. Mientras el domo se estabilizaba en su lugar, un aura de incertidumbre envolvía a todos, conscientes de que el tiempo estaba corriendo en su contra.
Con el arribo a su hogar, una sensación de alivio se mezcló con la inquietud de la amenaza inminente. Sin embargo, antes de que pudieran hacer mucho más, Karla'k hizo acto de presencia una vez más. La presencia de la entidad oscura y poderosa se sintió casi como un peso físico en el aire.
Karla'k, con un gesto de indiferencia, levantó la mano y comenzó a conjurar una serie de símbolos oscuros en el aire. Un torbellino de energía negra se formó alrededor de cada grupo, separando a Victor y su familia de Daiki y los suyos. El proceso fue rápido y casi imperceptible, con cada grupo siendo teletransportado a su propio universo y sistema.
Victor y su familia se encontraron de nuevo en su planeta, ahora en un entorno familiar pero bajo la sombra de la amenaza. La realidad había cambiado, y se dieron cuenta de que no podían depender de su entorno conocido para protegerse de Karla'k.
Por otro lado, Daiki y su familia se encontraron en un lugar completamente diferente, en un universo y sistema que les era propio. La separación forzada les ofreció un breve momento de calma, pero también subrayó la urgencia de su situación.
Mientras tanto, Karla'k observó desde una dimensión intermedia, asegurándose de que cada uno de sus objetivos estuviera en el lugar adecuado para enfrentar el desafío que ella había planeado. Su presencia se desvaneció, dejando a Victor, Daiki, y sus familias en sus respectivos mundos, ahora enfrentando el reto inminente con la presión de la amenaza de Karla'k siempre presente.
Cuando Karla'k realizó el teletransporte, no solo trasladó a Victor y su familia, y a Daiki y los suyos, sino también a los planetas enteros en los que residían. Los planetas, con toda su vida y ecosistemas, fueron transportados a los respectivos universos y sistemas de cada grupo.
Victor y su familia se encontraron en su planeta natal, que ahora estaba en un universo diferente. El entorno familiar estaba intacto, pero el cambio de contexto creó una sensación de alienación. La presión de la situación y la amenaza de Karla'k pesaban sobre ellos mientras trataban de adaptarse a su nuevo entorno.
De manera similar, Daiki y su familia se vieron en su planeta, el cual había sido trasladado a un universo propio. Aunque el planeta estaba en su lugar y sus ecosistemas seguían funcionando, la sensación de estar en un lugar nuevo y desconocido, junto con la presión de la amenaza inminente, les resultaba abrumadora.
La teletransportación de los planetas, junto con sus habitantes, creó un entorno en el que cada grupo debía enfrentarse a sus problemas y amenazas en sus respectivos mundos. Karla'k había asegurado que, sin importar a dónde fueran, la amenaza que ella representaba sería una constante en sus vidas, forzándolos a enfrentarse a sus miedos y desafíos con la máxima urgencia.
Victor y Daiki llegaron a la Academia Historia en un momento crucial. Mientras el sol se alzaba en el horizonte, la imponente estructura de la academia parecía más solemne que nunca. Victor, acompañado de José del Futuro y José del Presente, así como Luci, caminaba con una determinación renovada. Daiki, por su parte, se había teletransportado para reunirse con ellos y le había dejado a Darkness la responsabilidad de cuidar a los niños en su ausencia.
Al llegar al gran salón de la Academia, Victor reunió a todos los héroes presentes, incluyendo a Rigor, y les habló con una mezcla de urgencia y preocupación.
"Escuchen todos," comenzó Victor, su voz grave y firme resonando en el salón. "Hemos sido transportados a un nuevo universo y Karla'k ha establecido un ultimátum. Tenemos 24 horas para prepararnos. Después de este tiempo, Karla'k tiene la intención de destruir todo lo que conocemos, incluyendo a cada uno de nosotros."
Rigor, con su actitud siempre reservada, frunció el ceño al escuchar la noticia. "¿Cuál es el plan para enfrentarlo? No podemos simplemente esperar a que ataque."
Victor asintió, reconociendo la preocupación en la voz de Rigor. "Nos estamos preparando para una batalla que será la más grande que jamás hayamos enfrentado. Karla'k no solo tiene el poder de destruir planetas, sino que también está imbuido con el caos absoluto. Necesitamos unir todas nuestras fuerzas y habilidades si queremos tener una oportunidad de salir victoriosos."
José del Futuro, con su rostro marcado por las cicatrices de batallas pasadas, se adelantó. "Hemos enfrentado muchos desafíos antes, pero esto es diferente. Karla'k no es solo un enemigo; es una fuerza que podría desmoronar la estructura misma del universo."
Victor miró a los presentes, viendo la determinación en sus ojos. "No hay tiempo que perder. Necesitamos prepararnos y reunir nuestras fuerzas. Rigor, asegúrate de que todos en la academia estén listos. Vamos a necesitar cada recurso y cada héroe disponible."
Victor miró a Daiki con una mezcla de preocupación y orgullo. "Tu madre estaría orgulloso de ti. Asegúrate de que todo esté en orden aquí. Este será nuestro momento más oscuro, pero si estamos unidos, tenemos una oportunidad."
Daiki asintió, su rostro reflejando la gravedad de la situación. "No fallaremos. Haré lo que sea necesario para proteger este mundo."
Con las instrucciones claras y una sensación de urgencia en el aire, Victor, Daiki, y el resto de los héroes se prepararon para la inminente confrontación con Karla'k, sabiendo que la supervivencia de sus mundos dependía de su capacidad para enfrentar esta amenaza con valentía y determinación.
La nave de Karla'k apareció en el cielo, una inmensa y ominosa estructura que proyectaba una sombra sobre la Academia Historia y el mundo en general. La atmósfera estaba cargada de tensión mientras los héroes se reunían, formando un frente unido contra la amenaza que se cernía sobre ellos.
Victor, de pie al frente, miraba a su alrededor, observando a los aliados que había convocado para enfrentar esta batalla. Cada uno de ellos era un guerrero en su propio derecho, y la presencia de tantos luchadores prometía una resistencia feroz.
Zahid, Luna, Mahin, y Marcos, junto con Tino y Maira, estaban listos con sus equipos, mostrando una determinación inquebrantable. Colin, Franklin, y Rigor intercambiaban miradas serias mientras preparaban sus armas y estrategias.
Karla, Akaba, Javier, Ushibaa, Palitogood, Trapecio, Amsel, y Lixy se alineaban, todos conscientes de la importancia de esta batalla. Normado, Elisa, Assath, Alpaca, Shyki y Fran también se preparaban, sus expresiones reflejando la seriedad de la situación.
Mariwiwi, María, Vicente, Rob, Tomi, y Martín se encontraban en la primera línea, mostrando su disposición a luchar junto a sus compañeros. Lointo, Kazela, Katter, y Shiro se mantenían listos, sus habilidades listas para ser desplegadas en el campo de batalla.
Chomosukez, Beasty, y Kiara también estaban presentes, cada uno con sus propias motivaciones y resoluciones. La combinación de fuerzas reunidas prometía una batalla épica.
La nave de Karla'k descendió lentamente, desafiando la calma que precede a la tormenta. La combinación de las habilidades y fuerzas de los héroes se preparaba para enfrentarse a la amenaza que se avecinaba. Todos sabían que la guerra estaba a punto de comenzar, y cada uno de ellos estaba dispuesto a darlo todo para proteger sus mundos y sus seres queridos.
Fin.