Chomosukez sintió una presencia detrás de él, y al girarse rápidamente, se encontró cara a cara con Kimi, una de los hijos de la oscuridad. El impacto de la aparición repentina lo dejó momentáneamente paralizado, su sorpresa evidente en el rostro.
Kimi, con su aura oscura y sus ojos penetrantes, observaba a Chomosukez con una mezcla de curiosidad y desdén. La figura imponente de Kimi contrastaba con el rostro asustado de Chomosukez, que no esperaba encontrarse con uno de los enemigos de Karla'k.
-No te asustes, -dijo Kimi con voz calma pero cargada de autoridad-. No vengo a pelear contigo ahora.
Chomosukez, aún intentando recuperar su compostura, se mantuvo alerta, su mente procesando rápidamente la amenaza que representaba Kimi.
-¿Qué quieres? -preguntó Chomosukez, su voz temblorosa pero firme.
Kimi inclinó ligeramente la cabeza, evaluando a Chomosukez con una mirada calculadora.
-Solo quería ver con mis propios ojos al hombre que se ha unido a la causa de Karla'k. Es interesante ver cómo alguien como tú se ha alineado con ella.
Chomosukez, aún nervioso, intentó no dejar que su miedo lo dominara. A pesar de la amenaza que representaba Kimi, la determinación de proteger a sus seres queridos y su nuevo propósito lo impulsaron a mantenerse firme.
-No estoy aquí para charlar -dijo Kimi-, pero si alguna vez necesitas ayuda en esta guerra, recuerda que mi lealtad no está necesariamente con Karla'k. Mi interés es solo por lo que está en juego.
Con esas palabras enigmáticas, Kimi se desvaneció en la oscuridad, dejando a Chomosukez con una mezcla de alivio y inquietud. La presencia del hijo de la oscuridad le recordó que la guerra que se avecinaba era mucho más compleja de lo que había anticipado.
Kimi, una de los hijos de la oscuridad, apareció detrás de Chomosukez con una velocidad y presencia intimidantes. La sorpresa fue tal que Chomosukez no tuvo tiempo de reaccionar. Kimi, con una fuerza inhumana, lanzó un puñetazo directo a Chomosukez.
El golpe fue devastador. Chomosukez fue catapultado por el aire, su cuerpo girando y estrellándose contra el suelo con un estruendoso impacto que hizo vibrar el terreno. El golpe había sido tan fuerte que la fuerza del impacto dejó una hendidura en el suelo y un nublado polvo se levantó alrededor de él.
Chomosukez yacía en el suelo, adolorido y aturdido. Su visión estaba borrosa y el dolor le nublaba el pensamiento. Intentaba levantar la cabeza, pero el peso de la conmoción y el dolor lo mantenían inmovilizado. Cada respiración era un esfuerzo doloroso, y el costado donde había recibido el golpe ardía con un dolor agudo.
Kimi se acercó lentamente, sin prisa, su presencia emanaba una fría y calculadora calma. Sus ojos, de un negro profundo, observaban a Chomosukez con una mezcla de desdén y superioridad. No había emoción en su rostro, solo una firme determinación de demostrar el poder que poseía.
-Esto es solo una muestra de lo que puedes esperar si te cruzas en nuestro camino -dijo Kimi, su voz resonando con una fría autoridad-. Tómalo como un recordatorio de la realidad que enfrentamos.
Kimi no mostró piedad. Su mirada permaneció fija en Chomosukez, que aún yacía en el suelo tratando de recuperarse. La amenaza en sus palabras dejaba claro que el golpe no era solo una muestra de fuerza, sino una advertencia seria de lo que vendría.
Chomosukez, a pesar del dolor y el aturdimiento, se levantó con determinación. Su cuerpo temblaba, pero su espíritu se mantenía firme. Reuniendo sus últimas reservas de fuerza, conjuró una espada con el mango de una katana, una extensión de su furia y su deseo de no ser derrotado sin luchar.
Con un movimiento rápido y decidido, Chomosukez lanzó un corte hacia Kimi. La hoja de su espada cortó el aire con precisión, dirigiéndose hacia su oponente con una velocidad implacable. Kimi, sorprendida por la repentina reacción, intentó esquivar, pero el ataque fue lo suficientemente certero como para arrancar un mechón de su cabello negro, que cayó al suelo en una lluvia de hebras oscuras.
Kimi, ahora con un mechón de su cabello flotando en el aire, se detuvo y observó el resultado del ataque con una mezcla de sorpresa y desdén. Su expresión permanecía fría, pero sus ojos revelaban un atisbo de molestia por el ataque recibido. La pérdida de su cabello no era solo un daño físico, sino también una afrenta a su imagen de poder.
-No está mal para un primer intento -comentó Kimi, su voz resonando con un toque de desdén-. Pero necesitarás más que eso para hacerme daño.
A pesar de su actitud desafiante, Kimi reconoció el valor de la acción de Chomosukez. Con una calma calculada, se preparó para el siguiente movimiento, sus ojos nunca apartándose de Chomosukez. La batalla estaba lejos de terminar, y ambos combatientes sabían que lo que había comenzado sería solo un preludio de los desafíos aún por venir.
Kimi, después de recibir el corte de Chomosukez, no solo se quedó en su lugar, sino que su actitud cambió radicalmente. La sorpresa inicial en su rostro se disipó, reemplazada por una sonrisa divertida y un brillo en sus ojos que indicaba un creciente interés en el combate.
-Oh, ¿así que quieres jugar, eh? -dijo Kimi, sus palabras saliendo con un tono juguetón pero peligroso-. Muy bien, me parece que esto será más entretenido de lo que pensaba.
Con un ágil movimiento, Kimi se lanzó hacia Chomosukez, su velocidad era casi inhumana. Se movía con una gracia letal, su cuerpo parecía deslizarse en el aire mientras avanzaba hacia él. Su energía era palpable, y el aura oscura que emanaba de ella reflejaba su intención de disfrutar el combate al máximo.
Kimi realizó una serie de rápidos ataques, sus movimientos eran una combinación de elegancia y fuerza bruta. Cada golpe y patada estaban calculados para desafiar a Chomosukez, probando tanto su habilidad como su resistencia. No era solo una pelea para Kimi; era una exhibición de su destreza y una forma de entretenimiento.
Chomosukez, aunque aún recuperándose del golpe inicial, se vio obligado a reaccionar rápidamente. Bloqueó y esquivó los ataques de Kimi con esfuerzo, utilizando la katana que había creado para contrarrestar los embates de su adversaria. Cada choque de acero y cada movimiento eran una prueba de su determinación y habilidad.
El combate entre ambos se convirtió en una danza frenética de movimientos rápidos y ataques intensos. Kimi parecía disfrutar de cada momento, su risa ocasional resonando en el campo de batalla mientras se enfrentaba a Chomosukez. Para ella, esta pelea no solo era un desafío físico, sino una fuente de placer.
Chomosukez, a pesar de la dificultad, se mantuvo firme. Su deseo de proteger a sus seres queridos y su sentido del deber lo mantenían en pie, impulsándolo a seguir luchando a pesar de la creciente presión. La batalla entre ellos prometía ser intensa y decisiva, con ambos combatientes dando lo mejor de sí en un enfrentamiento que iba más allá de la simple supervivencia.
Chomosukez, convirtió su espada en una katana al 100% y cuando estaba listo, sonrió con picardía.
El combate entre Chomosukez y Kimi se convirtió en una exhibición épica de velocidad y fuerza, un enfrentamiento que superaba cualquier expectativa. Ambos combatientes parecían moverse en un borrón de velocidad, sus movimientos rápidos y precisos creando una danza letal en el campo de batalla.
Kimi, con su agilidad inhumana, se movía como una sombra, desafiando la percepción de tiempo y espacio. Cada uno de sus ataques era un destello de velocidad, sus puñetazos y patadas se lanzaban con una furia implacable, buscando vulnerabilidades en la defensa de Chomosukez. Su risa y gritos de emoción llenaban el aire, reflejando su entusiasmo por el combate.
Chomosukez, por su parte, estaba en su máxima capacidad. Cada movimiento de su katana era una respuesta calculada a los ataques de Kimi, sus reflejos agudos y precisión evidenciando años de entrenamiento y experiencia. El choque de acero contra acero resonaba en el campo, mientras su cuerpo se movía con una rapidez impresionante, esquivando y contrarrestando los embates de su adversaria.
La velocidad de los ataques creaba estelas de energía en el aire, y cada golpe parecía tener el potencial de cambiar el curso de la batalla. Kimi, con su capacidad para moverse a gran velocidad, lograba realizar combos devastadores que dejaban poco margen para la defensa. Sin embargo, Chomosukez demostraba una resistencia sorprendente, adaptándose y respondiendo con ataques igualmente feroces.
El suelo temblaba con cada impacto, y la energía generada por el combate iluminaba el área, haciendo que el enfrentamiento fuera casi sobrenatural en su intensidad. Ambos combatientes estaban igualmente exhaustos, pero la adrenalina y el deseo de superar al oponente mantenían la fuerza y la velocidad.
Mientras la batalla continuaba, la lucha entre Chomosukez y Kimi se convirtió en un espectáculo impresionante, una prueba de resistencia, habilidad y pura fuerza de voluntad. El enfrentamiento no solo era una lucha por la supervivencia, sino también una manifestación de la determinación y el espíritu de dos guerreros que se enfrentaban con todo lo que tenían.
Kimi, disfrutando de la batalla, avanzó con agilidad felina y sus ojos se enfocaron en Chomosukez. Con un movimiento fluido y casi imperceptible, sus garras rasgaron el aire y se clavaron en la cara de Chomosukez. El ataque fue tan rápido que él apenas tuvo tiempo de reaccionar. El rasguño dejó un surco profundo en su mejilla y la sangre comenzó a brotar, manchando su rostro y su ropa.
El dolor se hizo sentir de inmediato, un ardor punzante que hizo que Chomosukez retrocediera tambaleándose. La intensidad del golpe lo hizo vacilar por un momento, su respiración se volvió agitada y sus ojos mostraron una mezcla de sorpresa y furia. La marca en su cara era una evidencia tangible de la fuerza y habilidad de Kimi.
A pesar del dolor, Chomosukez se levantó con determinación. Se sacudió la sangre de la cara y sus ojos se encontraron con los de Kimi, que ahora se preparaba para un nuevo ataque. Con un grito de esfuerzo, Chomosukez apretó los dientes y, con rapidez, desenvainó su katana. La hoja brilló con una intensidad nueva mientras ejecutaba un corte horizontal con la esperanza de conectar y repeler a Kimi.
El sonido metálico de la katana cortando el aire resonó en el campo de batalla mientras los dos combatientes continuaban su feroz enfrentamiento. Cada movimiento estaba lleno de fuerza y precisión, con Chomosukez luchando por mantenerse firme y demostrar que no se dejaría vencer fácilmente.
Chomosukez, a pesar del dolor en su rostro, logró reunir toda su energía y enfoque en un solo ataque. Con un rápido movimiento, desató un corte preciso y afilado con su katana hacia la mejilla de Kimi. La hoja cortó el aire y, finalmente, contactó con la piel de Kimi.
El corte fue limpio y efectivo, dejando una marca profunda en la mejilla de Kimi. La sangre brotó del nuevo rasguño, y Kimi retrocedió ligeramente, sorprendida por la intensidad del ataque. La expresión en su rostro cambió brevemente de diversión a sorpresa y una mezcla de dolor.
Kimi se llevó una mano a la herida, observando la sangre que comenzó a escurrir. La herida le causó una molestia evidente, pero su actitud juguetona no desapareció del todo. A pesar del daño, se recuperó rápidamente y sus ojos brillaban con un interés renovado por la pelea.
Chomosukez, sintiendo la victoria parcial de su golpe, no bajó la guardia. Sabía que Kimi no se rendiría fácilmente y estaba preparado para lo que viniera a continuación. La batalla entre ellos continuó, cada uno dando lo mejor de sí mismo en un combate que se volvía cada vez más intenso.
Chomosukez, con el rostro aún marcado por el reciente rasguño, levantó su katana con determinación. La hoja brillaba a la luz de los destellos que iluminaban el campo de batalla. Aunque la katana estaba ligeramente alejada de su rostro, la posición en la que la sostenía la hacía parecer como si estuviera casi a la par de su mejilla, lista para atacar.

Con una sonrisa decidida en el rostro, Chomosukez miró fijamente a Kimi. Su voz, firme y cargada de confianza, resonó en el aire:
-Yo ganaré y estarás acabado/a.
La sonrisa en sus labios reflejaba una mezcla de resolución y desafío, mostrando que estaba dispuesto a dar lo mejor de sí mismo en esta pelea. A pesar de la herida en su mejilla y el cansancio que comenzaba a acumularse, Chomosukez se mantenía firme, listo para continuar la lucha hasta el final.
Kimi, con su mejilla aún sangrante y una expresión de diversión en su rostro, aceptó el desafío sin inmutarse. La batalla entre ellos prometía seguir siendo feroz y emocionante.
En medio del caos y la intensidad del combate, Chomosukez sintió una presencia familiar a su lado. Con sorpresa y emoción, vio a la aparición de Lulu junto a él. Aunque ella solo podía manifestarse en esa forma por un breve momento y solo para él, su presencia le dio un renovado impulso. Su rostro, aunque etéreo y distante, transmitía aliento y apoyo.
Con la fuerza renovada por la visión de Lulu, Chomosukez concentró su energía y activó su técnica especial, Painkiller. La katana en sus manos brilló con un resplandor intenso, y, con un movimiento rápido y certero, Chomosukez realizó un corte que atravesó la mitad del cuello de Kimi. La precisión y la fuerza del ataque hicieron que la carne se desgarrara y sangrara profusamente.
Sin embargo, mientras Chomosukez estaba enfocado en su ataque, Kimi no tardó en contraatacar. Con una velocidad implacable, Kimi lanzó un golpe directo al pecho de Chomosukez. La fuerza del impacto y la precisión del ataque perforaron el pecho de Chomosukez, causando una herida grave que hizo que cayera de rodillas.
El campo de batalla se llenó de un instante de silencio, marcado por el dolor y la intensidad de los golpes. Chomosukez, con el rostro pálido y la respiración entrecortada, miró a Kimi, sintiendo el peso de las heridas y el dolor que lo envolvía. Mientras tanto la figura espiritual de Lulu, estaba preocupada por el joven chomosukez y la tenía preocupada.
Chomosukez, sintiendo la intensidad del dolor y la debilidad que lo invadía, dejó caer la katana que había estado usando para atacar a Kimi. Con una determinación feroz y una última dosis de resistencia, levantó su mano herida y, con un esfuerzo sobrehumano, cortó la mano de Kimi. Utilizó la extremidad cercenada como un tapón para detener la hemorragia interna que estaba poniendo en peligro su vida. A pesar del dolor agudo, la improvisada solución parecía funcionar para contener la hemorragia.
Mientras se sentaba en el suelo, la risa comenzó a escapar de sus labios. Era una risa llena de dolor y desesperación, pero también de una extraña satisfacción. Chomosukez se reía a pesar de las heridas, a pesar del sufrimiento, y miraba a Kimi con una expresión que combinaba el alivio y la locura.
Kimi, confundida por la reacción de su oponente, le preguntó con desdén: "¿Por qué te ríes? ¿Acaso crees que has ganado?"
Chomosukez, con la respiración entrecortada y el rostro pálido, señaló el cuerpo de Kimi. A medida que los segundos pasaban, la figura de Kimi comenzaba a desintegrarse lentamente, como si estuviera siendo disuelta por una fuerza invisible. El proceso de desintegración era evidente, y el cuerpo de Kimi se convertía en partículas de polvo que se desvanecían en el aire.
-Porque... -dijo Chomosukez, entre risas y jadeos-. Porque te has ido. Estás desapareciendo. Esto no es solo una victoria para mí, es el fin de tu amenaza.
Kimi, con la mirada llena de sorpresa y desdén, vio cómo su cuerpo se desintegraba, comprendiendo que su tiempo en el combate había llegado a su fin. Su último pensamiento fue uno de frustración, mientras las partículas de su existencia se dispersaban en el viento, dejando atrás solo el eco de su derrota.
Chomosukez, exhausto y debilitado, se quedó sentado en el suelo, sintiendo cómo su cuerpo le fallaba lentamente. Las heridas y la pérdida de sangre estaban pasando factura, y el dolor se estaba volviendo insoportable. Con cada respiración, sentía cómo la vida se le escapaba.
Mientras su visión se iba nublando, Lulu apareció a su lado en su forma espiritual. Su presencia era reconfortante y serena, contrastando con el caos y la desesperación que Chomosukez estaba experimentando. Ella se acercó con un gesto de ternura y apoyo, su figura etérea irradiando una luz calmante que parecía ofrecerle un alivio momentáneo en medio del sufrimiento.
Chomosukez, con la cabeza baja, sintió una mezcla de tristeza y paz al ver a Lulu. Cerró los ojos, tratando de aferrarse a ese último momento de contacto con ella. La presencia de Lulu le daba una sensación de consuelo en sus últimos momentos. Su cuerpo estaba débil y sus fuerzas se estaban desvaneciendo, pero el amor y la conexión con Lulu le ofrecían un último respiro de tranquilidad.
Finalmente, con una última respiración, Chomosukez cerró los ojos y su cabeza cayó hacia adelante. La vida se extinguió de su cuerpo, y él murió con la cabeza inclinada, uniendo su último aliento con la presencia de Lulu en el plano espiritual. Su rostro, ahora en paz, reflejaba el alivio de haber encontrado una especie de descanso en su agonía.
Fin.