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Chapter 16 - Episodio 14: La discusión

James Talloran aterrizó suavemente en el planeta donde vivía Victor. Mientras descendía de la nave, notó la tranquila atmósfera que envolvía este mundo terrestre, una paz casi palpable que contrastaba con los lugares que había visitado recientemente. Al tocar el suelo, suspiró, dejando que la calma del entorno lo envolviera por un momento. A pesar de la serenidad que lo rodeaba, James mantuvo su mente enfocada en la misión que lo había traído aquí.

Dirigiéndose a sus soldados, James les dio órdenes claras: "Cuiden la nave y mantengan a salvo a mi familia." Su voz era firme, dejando en claro la importancia de su encargo. Los soldados asintieron y se dispusieron a cumplir sus órdenes, conscientes de la responsabilidad que conllevaba proteger a Daiki, la esposa de su hijo, y sus nietos.

Con un último vistazo a su nave y a su gente, James se alejó, adentrándose en este nuevo entorno con la mente fija en lo que le esperaba. A pesar de la paz del planeta, sabía que su encuentro con Victor podría traer consigo desafíos inesperados. Sin embargo, estaba preparado para lo que fuera necesario, dispuesto a enfrentar cualquier situación para cumplir su propósito.

Victor estaba cenando tranquilamente con su familia cuando, de repente, alguien tocó la puerta. Con una ligera sensación de inquietud, se levantó y fue a abrir. Al hacerlo, se encontró cara a cara con James Talloran, un rostro del pasado que creía haber dejado atrás.

Lo que más sorprendió a Victor no fue solo ver a James vivo, sino lo que lo acompañaba: tentáculos emergían de su espalda, y un ojo siniestro, perteneciente al dios del caos Karla'k, lo observaba desde dentro de su cuerpo. La presencia de Karla'k, habitando en James como un aliado inseparable, hacía que la escena fuera aún más escalofriante.

Victor, por un instante, quedó paralizado por la sorpresa y el miedo, recordando claramente cómo había derrotado a James en el pasado. Pero antes de que pudiera reaccionar, James Talloran se movió con una velocidad y fuerza sorprendentes, devolviendo el golpe que Victor le había dado tiempo atrás. Con un puño implacable, golpeó el plexo solar de Victor con tal potencia que le sacó todo el aire de los pulmones, haciéndolo arrodillarse ante él.

Victor se sujetó el abdomen, jadeando en busca de aire mientras intentaba procesar lo que acababa de suceder. La tranquilidad de la cena se había roto en un instante, y ahora se enfrentaba a un enemigo que no solo había vuelto, sino que parecía más poderoso que nunca.

James Talloran, sin decir una palabra, cruzó el umbral de la puerta y entró en la casa de Victor. Sus pasos resonaban pesados en el suelo, mientras los tentáculos que salían de su espalda se movían lentamente, como si estuvieran explorando el entorno. La atmósfera se volvió aún más tensa.

Victor, aún recuperándose del golpe, observó con cautela cómo James se dirigía al salón. James, con una calma inquietante, se dejó caer en uno de los sofás, acomodándose como si estuviera en su propia casa. Sus ojos, ahora reflejando la presencia de Karla'k, recorrieron el lugar, mientras una sonrisa apenas perceptible se formaba en sus labios.

El silencio en la habitación era abrumador. La familia de Victor, que hasta ese momento había disfrutado de una cena tranquila, observaba la escena con miedo e incertidumbre, sin saber cómo reaccionar ante la presencia del hombre que había irrumpido en su hogar.

Victor, tomando aire, finalmente se levantó del suelo, sus ojos fijos en James. Sabía que la situación había escalado más allá de una simple reunión, y cada movimiento de su antiguo enemigo estaba lleno de amenazas. El tiempo parecía detenerse mientras ambos hombres, con un pasado lleno de confrontaciones, se enfrentaban en un nuevo escenario, uno que podría cambiar el curso de sus vidas para siempre.

Victor, con una mezcla de precaución y curiosidad, se acercó al sofá donde James Talloran se había sentado. A pesar de la tensión inicial, decidió seguirle el juego. Con una sonrisa que ocultaba sus verdaderos pensamientos, Victor se sentó a su lado. Ambos hombres, antiguos enemigos y ahora, extrañamente, posibles aliados, compartieron un momento de silencio cargado de significado.

La sonrisa en el rostro de James Talloran, con los tentáculos de Karla'k moviéndose lentamente a su alrededor, era enigmática. A su lado, Victor sonreía también, aunque su mente estaba en alerta máxima, evaluando cada posible desenlace de esta inesperada reunión.

Ninguno de los dos habló de inmediato. La habitación estaba impregnada de una tensión palpable, como si el aire mismo estuviera esperando a que alguno de ellos rompiera el silencio. Era un momento surrealista, dos adversarios sentados juntos, sonriendo como si fueran viejos amigos, pero con el peso de sus pasados llenando el espacio entre ellos.

Finalmente, Victor rompió el silencio, su voz calmada pero cargada de intención. "No esperaba verte aquí, James. Después de todo lo que ha pasado... parece que todavía hay cosas que debemos discutir."

James, sin perder su sonrisa, asintió levemente. "Así es, Victor. El pasado es un lugar oscuro, pero a veces, para avanzar, necesitamos hacer una visita... y resolver algunos asuntos pendientes."

Karla'k hablando por medio de la boca de James talloran preguntó. "Recuerdas a mis hijos, a los hijos de la oscuridad."

Victor mantuvo su sonrisa, aunque sus ojos se oscurecieron con los recuerdos que James había traído a la superficie. "Claro que lo recuerdo," respondió, su voz más grave. "Fue uno de esos días que no se olvidan. No solo por nuestra batalla, sino por lo que estaba en juego."

James asintió, pero fue Karla'k, el dios del caos que habitaba dentro de él, quien tomó la palabra, su voz resonando con un tono más profundo y antiguo. "La oscuridad nunca se va del todo, Victor. Se retira, se esconde, pero siempre está esperando su momento para volver a atacar. Y nosotros... nunca dejamos de estar en guerra con ella, no importa cuánto lo intentemos."

Victor asintió en silencio, recordando la intensidad de esa pelea, cómo cada golpe y cada decisión había sido una lucha no solo contra James, sino contra la oscuridad misma que intentaba desbordarse. "Pensé que habíamos hecho lo correcto," continuó Victor, "que al menos por un tiempo habíamos ganado algo de paz."

El silencio volvió a caer entre ellos, cargado de la gravedad de las palabras de Karla'k. Ambos sabían que aquel día no había sido el final, sino solo una pausa en una batalla mucho más grande, una que todavía no había terminado.

Victor mantuvo su mirada fija en los ojos de Karla'k, su rostro endurecido por la amenaza que acababa de escuchar. La tensión en el ambiente se hizo palpable mientras las palabras del dios del caos resonaban en la sala.

"Esas cosas son mis hijos, Victor," dijo Karla'k, su voz profunda y resonante. "Y aunque quieras o no, volveré aquí para acabar con este planeta y sus habitantes. Pero antes de que eso suceda, te llevaré conmigo en esta aventura... quieras o no."

Victor cerró los puños, sus ojos llenos de una mezcla de determinación y desafío. Sabía que Karla'k no era una amenaza que pudiera tomarse a la ligera, pero tampoco estaba dispuesto a dejar que alguien, ni siquiera un dios, amenazara a su familia y a su mundo.

"Si crees que me llevarás contigo sin luchar, estás muy equivocado, Karla'k," respondió Victor con una voz firme. "Este planeta, estas personas, mi familia... son todo lo que me importa. Si quieres llegar a ellos, tendrás que pasar por encima de mí primero."

Karla'k soltó una risa grave, saboreando el desafío en las palabras de Victor. "Eso es lo que esperaba escuchar," respondió. "Esta será una aventura que ninguno de los dos olvidará."

De repente, Luci se levantó de su silla, con los ojos brillando de enfado. Su voz, normalmente calmada, resonó con firmeza por toda la sala.

"¡Ya basta!" exclamó, dirigiendo una mirada fulminante a James, Karla'k, y Victor. "¡No puedo creer que quieran pelear en un momento como este, en medio de la comida y con la familia reunida! ¡Este no es el lugar ni el momento para resolver sus diferencias!"

James y Victor se miraron por un momento, ambos sorprendidos por la intervención de Luci. Incluso Karla'k, el dios del caos, pareció moderar su actitud ante la reprimenda.

"Estamos aquí para compartir una cena en paz," continuó Luci, con la voz firme pero ahora un poco más calmada. "Así que si tienen algo que arreglar, háganlo después, fuera de esta casa. Pero ahora, todos se van a sentar, y vamos a terminar esta comida como corresponde, en paz y armonía."

Victor, sintiendo la tensión bajar, asintió lentamente y se dejó caer de nuevo en el sofá. James, aunque algo avergonzado, siguió su ejemplo, mientras Karla'k retrocedía ligeramente, con una sonrisa que denotaba un respeto inesperado hacia la matriarca de la casa.

"Está bien," murmuró Victor, mirando a Luci con gratitud. "Por ahora, dejaremos las discusiones para otro momento."

Con el ambiente más calmado, la cena continuó, mientras todos, incluidos los que hace un momento estaban dispuestos a enfrentarse, se concentraron en disfrutar del momento en familia.

James y Karla'k, aún sintiendo la presión de la reprimenda, hablaron al mismo tiempo, sus voces mezclándose en una sola mientras decían con una sonrisa nerviosa: "Tu esposa tiene carácter."

Victor, compartiendo el nerviosismo y sintiendo la tensión suavizarse, sonrió también, asintiendo lentamente. "Sí, así es ella," respondió, su tono revelando tanto respeto como un leve temor por la firmeza de Luci.

El ambiente en la sala se relajó un poco más, con todos reconociendo el poder de Luci para mantener la paz, incluso entre los seres más poderosos y conflictivos.

La noche había caído como un manto oscuro, cubriendo todo con una calma inquietante. Las luces suaves en la sala iluminaban tenuemente el espacio, creando sombras que bailaban en las paredes con cada movimiento de los dos hombres. Afuera, el mundo estaba en silencio, excepto por el leve susurro del viento, que se filtraba por las ventanas entreabiertas.

Víctor y James Talloran se sentaban en los sillones opuestos de la sala, ambos sumidos en pensamientos profundos. La situación a la que se enfrentaban no era simple, y la decisión que estaban a punto de tomar tenía el potencial de cambiar todo lo que conocían.

"James," comenzó Víctor, rompiendo el silencio, su voz baja pero firme. "Estamos a punto de hacer algo que podría liberar fuerzas que no podemos controlar. La grieta... es más que un simple portal. Es una puerta hacia algo que ni siquiera los dioses han podido destruir."

James asintió, sus ojos reflejando la luz cálida de las lámparas, pero con una preocupación palpable en su mirada. "Lo sé, Víctor. Pero también sabemos que si no hacemos esto, todo podría estar perdido de cualquier forma. Estamos contra el reloj, y lo que hay en esa grieta podría ser la única manera de enfrentar lo que viene."

El reloj en la pared marcaba las horas con un tic-tac insistente, recordándoles que el tiempo no estaba de su lado. La tensión en el ambiente era palpable, y aunque estaban en la seguridad de la casa de Víctor, la sensación de peligro inminente no los dejaba en paz.

"Falta poco," murmuró Víctor, casi para sí mismo. "Ya casi estamos listos. Pero debemos ser cuidadosos. Una vez que abramos esa grieta, no habrá marcha atrás."

James cruzó los brazos, su mente ya anticipando los pasos a seguir. "Hemos hecho todo lo posible para prepararnos. Pero no podemos prever todo lo que pueda salir de allí. Los Hijos de la Oscuridad... son algo más allá de nuestra comprensión. Debemos estar listos para cualquier cosa."

Mientras ambos discutían, sus voces apenas rompían el silencio de la noche. Pero, más allá de la percepción humana, Xal'Azar, la entidad primigenia, los observaba. Su ojo omnipresente no necesitaba una fuente de luz para ver todo lo que sucedía. Desde su reino de sombras, Xal'Azar contemplaba a los dos hombres, sintiendo la tensión que crecía con cada palabra que intercambiaban.

A medida que la conversación avanzaba, Xal'Azar empezaba a entrever el plan de Víctor y James. La apertura de la grieta, la liberación de las entidades oscuras... todo encajaba en sus propios designios. Aunque ellos no lo sabían, sus acciones estaban guiando el universo hacia un destino que Xal'Azar había estado esperando por eones.

Para Xal'Azar, la noche era su aliada. En la oscuridad, podía acechar sin ser detectado, podía observar sin ser percibido. Mientras Víctor y James planeaban sus próximos movimientos, el Olvidado ya había comenzado a trazar los suyos, sabiendo que el momento de intervenir se acercaba. Pero por ahora, permanecía en silencio, un espectador paciente en la vasta obra del cosmos, esperando el instante exacto para desatar su caos.

Víctor y James continuaban su conversación en la sala de la casa de Víctor, el ambiente estaba cargado con la sensación de la gravedad de su misión. La noche, con su oscuridad envolvente, parecía intensificar la tensión que ambos hombres sentían.

Víctor, con una expresión de preocupación y determinación en su rostro, rompió el silencio. "Y aunque Karla'k esté dentro de ti y sus hijos estén atrapados en la prisión que Jehová dejó, sería casi imposible obtener una dirección precisa de esa prisión. Además, hay una persona con katana, un hijo tuyo, que también es una amenaza. El problema es que, aunque sabemos lo que enfrentamos, no podemos predecir con certeza si nuestro plan funcionará."

James escuchó atentamente, comprendiendo la magnitud de los riesgos que estaban asumiendo. "No tenemos certeza absoluta de que lo que planeamos será exitoso," respondió, su voz reflejando una mezcla de esperanza y duda. "La prisión donde están encerrados los Hijos de la Oscuridad es un lugar que desafía nuestra comprensión. Y enfrentarnos a tu adversario, el hijo con la katana, agrega una capa de complicación que no podemos ignorar."

Víctor asintió lentamente, su mente trabajando a toda velocidad para considerar todos los posibles escenarios. "Es cierto. No podemos saber con exactitud lo que nos espera, ni siquiera si el plan que tenemos en mente será suficiente para enfrentar los peligros que se desatarán. Pero debemos actuar. Si no lo hacemos, estaremos condenados a enfrentar una amenaza aún mayor."

La conversación se desarrolló en un tono de preparación y resolución, ambos sabiendo que estaban al borde de un abismo cuya profundidad no podían medir completamente. El futuro estaba lleno de incertidumbres, pero su determinación para enfrentar el desafío los mantenía enfocados en el objetivo.

Mientras tanto, en la penumbra del universo, Xal'Azar observaba con un interés frío y calculador. La conversación entre Víctor y James revelaba detalles cruciales sobre sus planes, así como las dudas y temores que los acompañaban. Xal'Azar comprendía que la apertura de la grieta y la liberación de los Hijos de la Oscuridad podrían ser catalizadores de un caos aún mayor, algo que estaba ansioso por presenciar y aprovechar.

El Olvidado sabía que Víctor y James estaban luchando contra fuerzas que superaban su comprensión, pero eso solo hacía que la situación fuera más intrigante para él. Mientras ellos preparaban su plan en la seguridad aparente de la casa, Xal'Azar se mantenía a la espera, listo para actuar en el momento justo, para desatar la destrucción y el caos que había planeado durante eones.

James Talloran salió abruptamente de la casa y se dirigió a su nave con determinación. Sin perder tiempo, activó el mecanismo que rápidamente levantó la nave hasta la órbita del planeta. Con un movimiento decisivo, oprimió un botón en el panel de control, y ante sus ojos, el planeta Tierra comenzó a encogerse, reduciéndose hasta el tamaño de una pelota de fútbol.

Victor, sintiendo el repentino cambio en su entorno, miró a su alrededor con creciente preocupación. Notó que ahora él, su familia, y toda la Tierra estaban contenidos dentro de un domo de energía que envolvía el planeta.

Sin dudarlo, Victor tomó a su familia y salió afuera de la nave, encontrándose cara a cara con el ahora diminuto planeta Tierra, flotando dentro del domo de energía en la nave de James. El impacto de la situación era palpable, y el aire estaba cargado de tensión mientras intentaba asimilar lo que acababa de suceder.

Victor, con un impulso de energía y determinación, logró salir del domo que contenía el planeta Tierra, llevándose consigo a su familia. Se movió rápidamente a través del espacio y se adentró en la nave de James Talloran. Al llegar a un lugar seguro dentro de la nave, respiró hondo y, con una mirada de preocupación, se volvió hacia su familia.

"¿Todos están bien?" preguntó, su voz cargada de preocupación y urgencia. Miró a sus dos esposas, María y José, y luego a su hijo, también llamado José.

María y José asintieron, aunque aún aturdidos por lo que acababa de suceder. Su hijo, José, también asintió, aunque sus ojos reflejaban una mezcla de miedo y confusión. Victor, aliviado de que su familia estuviera ilesa, se preparó mentalmente para lo que venía, sabiendo que la situación con James y Karla'k era más peligrosa de lo que inicialmente pensó.

José del futuro se teletransportó justo al lado de su padre, con la respiración agitada y su rostro lleno de preocupación. "¡Diablos! Apenas pude escapar de ahí", exclamó, aún sintiendo la tensión de la situación.

Victor lo miró, evaluando rápidamente su condición y asintió con un toque de alivio en su rostro. "Me alegra que lo hayas logrado, José. Pero esto no ha terminado aún... James y Karla'k no se detendrán tan fácilmente", dijo mientras sus ojos se endurecían, preparándose para lo que estaba por venir.

Ambos sabían que necesitarían todas sus fuerzas y estrategias para enfrentar la amenaza inminente, con la seguridad de la familia y el planeta Tierra en juego.

La nave de James rugió con una potencia descomunal, acelerando a velocidades jamás vistas. La presión de la velocidad era tan intensa que Victor sintió como si todo su cuerpo fuera empujado hacia atrás, luchando por mantener el equilibrio mientras su entorno parecía distorsionarse.

Mientras la nave surcaba el espacio a una velocidad asombrosa, Victor notó una presencia en uno de los pasillos. Lentamente, una figura emergió de las sombras, caminando con una calma inquietante. Era un joven de cabello blanco, con una katana descansando en su hombro. Sus ojos fríos y calculadores se fijaron en Victor con una intensidad que no dejaba lugar a dudas sobre sus intenciones.

Daiki Talloran, el hijo de James, se detuvo a pocos metros de Victor. "Así que finalmente nos encontramos cara a cara", dijo con voz firme, su mirada penetrante evaluando cada movimiento de Victor. La tensión en el aire era palpable, como si el universo mismo contuviera la respiración, anticipando el inminente enfrentamiento entre dos poderosos guerreros.

Darkness, la esposa de Daiki, apareció desde uno de los pasillos laterales. Su andar era grácil y elegante, y su presencia tenía una calma que contrastaba con la tensión en el ambiente. Al ver a Daiki frente a Victor, esbozó una cálida sonrisa y se acercó a su esposo, colocando una mano suave sobre su hombro.

"Oh, hola... Bienvenidos a la nave", dijo Darkness con voz dulce y acogedora, su mirada amigable recorriendo a Victor y a los demás. A pesar de la evidente tensión, su sonrisa no flaqueó, irradiando una paz que parecía suavizar momentáneamente la atmósfera cargada.

Victor, aún alerta por la aparición de Daiki, asintió en reconocimiento, pero no dejó de observar con cautela a los dos. La calma de Darkness contrastaba con la inquietud que sentía al estar en una situación tan impredecible.

Darkness notó la tensión en el aire y, sin perder su serenidad, miró a Daiki con una sonrisa cómplice.

"Amor," dijo suavemente, "tienes que prepararles la comida a tus hijos. Ya sabes, el biberón y todo eso. Te toca a ti ahora."

Su tono era ligero, casi juguetón, pero había una firmeza implícita en sus palabras. Estaba claro que quería desviar la atención de la situación tensa y recordarles a todos que, a pesar de todo lo que estaba ocurriendo, las responsabilidades diarias seguían siendo importantes.

Daiki, aunque inicialmente sorprendido por la orden inesperada, asintió. Su mirada se suavizó al mirarla, y luego dirigió una rápida mirada a Victor antes de girarse para cumplir con lo que Darkness le había pedido. Sabía que ella tenía razón, y que quizá esa pequeña distracción podría ayudar a aliviar la tensión que pesaba en el aire.

Victor observó a Daiki alejarse, sintiendo cómo la tensión en el ambiente comenzaba a disiparse. Con un suspiro profundo, dejó caer sus hombros, notando el peso del cansancio que había acumulado durante todo este tiempo. Miró a su familia, que también mostraba signos de agotamiento, aunque intentaban mantenerse firmes.

"Ha sido un día largo," murmuró, más para sí mismo que para los demás, mientras se acercaba a su esposa María y a su hijo José. Había una mezcla de alivio y preocupación en su mirada. Sabía que aún quedaba mucho por enfrentar, pero por el momento, lo único que quería era asegurarse de que su familia estuviera bien, al menos por un breve momento de paz.

Victor se giró para mirar a Luci, su otra esposa, y asintió con determinación. "Busquemos una habitación para todos," dijo con voz suave, pero firme. "Necesitamos descansar."

Luci, entendiendo la necesidad de su esposo de proteger a la familia, tomó la mano de María mientras José y José del futuro los seguían de cerca. Victor, liderando el camino, comenzó a explorar la nave, buscando un lugar donde pudieran encontrar un momento de tranquilidad.

Al encontrar una habitación lo suficientemente grande, Victor abrió la puerta y los guió adentro. "Aquí estaremos bien por ahora," afirmó, haciendo un esfuerzo por transmitir seguridad. Mientras todos se acomodaban, Victor se quedó de pie por un momento, observando a su familia reunida. Aunque la amenaza aún estaba presente, decidió aprovechar ese instante para recargar energías, preparándose para lo que fuera que viniera después.

Victor se dejó caer en la cama, agotado, sintiendo el peso de todo lo que había sucedido y lo que aún estaba por venir. Con la mirada perdida en el techo, murmuró, "¿Creen que sobreviviremos a todo esto?" Su voz tenía un tono vulnerable mientras dirigía la pregunta a Luci y María, quienes estaban a su lado.

Luci, sentada a su derecha, le acarició suavemente el cabello, tratando de ofrecerle consuelo. "Hemos pasado por mucho, Victor," dijo en un susurro, "pero siempre hemos encontrado la manera de seguir adelante."

María, a su izquierda, asintió con una sonrisa tranquilizadora. "Estamos juntos en esto," añadió, "y mientras sigamos unidos, siempre habrá esperanza."

Victor asintió lentamente, dejando que sus palabras calaran en su mente. Sabía que el camino por delante no sería fácil, pero la presencia y el apoyo de su familia le daban la fuerza para seguir luchando, sin importar lo que les deparara el futuro.

Fin.