En un lugar apartado, donde las montañas tocaban el cielo y el viento llevaba consigo el susurro de antiguas leyendas, se alzaba una academia diferente a cualquier otra. Esta no era una escuela común; era un bastión de conocimientos arcanos y secretos milenarios, fundada por tres de los héroes más poderosos que el universo haya conocido: Ushibaa, Necross, y Javier.
Después de sus innumerables aventuras y enfrentamientos épicos, estos tres héroes decidieron que era momento de transmitir su sabiduría a una nueva generación. Así nació la Academia Arcana, un lugar donde aquellos con potencial para la magia y la energía podrían aprender a controlar y dominar sus habilidades.
En la academia, la enseñanza no se limitaba a simples clases teóricas. Ushibaa, Necross, y Javier creían firmemente que la verdadera maestría solo podía alcanzarse a través de la experiencia y el desafío. Por eso, las lecciones solían involucrar pruebas difíciles, desafíos físicos y mentales que empujaban a los estudiantes a superar sus límites.
Una mañana en la academia...
El sol apenas había comenzado a asomarse sobre las montañas cuando Ushibaa, con su postura imponente y su cabello plateado que brillaba con los primeros rayos del día, observaba a sus estudiantes desde lo alto de una colina. Los jóvenes magos estaban alineados frente a él, algunos temblando de nerviosismo, otros mostrando determinación en sus rostros.
-Hoy vamos a trabajar en la disciplina más esencial de todas: la conexión con la energía vital -anunció Ushibaa con una voz que resonaba como un trueno-. Para muchos, esto se conoce como magia, pero aquí, en esta academia, lo verán por lo que realmente es: la fuerza que mueve el universo.
Junto a él, Necross, el maestro de la necromancia, se cruzó de brazos, su mirada penetrante recorriendo a los estudiantes. Su presencia oscura y misteriosa siempre imponía respeto, y sus lecciones eran temidas por todos.
-La energía que fluye a través de nosotros puede ser usada para crear o destruir, para dar vida o para quitársela. Es una responsabilidad que no debe tomarse a la ligera -dijo Necross, su voz calmada pero cargada de poder-. Hoy aprenderán a manipular esa energía para resucitar lo que está perdido. Pero recuerden, no todo lo que puede ser traído de vuelta debería serlo.
Los estudiantes asintieron con seriedad, entendiendo la gravedad de lo que se les pedía.
Finalmente, Javier, el hechicero maestro, conocido por su vasto conocimiento en diversas formas de magia, dio un paso adelante. Su rostro mostraba una mezcla de sabiduría y severidad.
-Hoy, los pondremos a prueba. Enfrentarán sus miedos, sus dudas y sus limitaciones. La magia es más que palabras y movimientos, es una extensión de su voluntad, de su alma. Deben aprender a sentirla, a entenderla y, lo más importante, a respetarla.
Con esas palabras, los tres maestros se separaron, cada uno dirigiendo a un grupo de estudiantes a diferentes áreas de la academia.
En la sección de Necross...
Un grupo de estudiantes avanzaba con cautela por un antiguo cementerio que había sido recreado en los terrenos de la academia. Necross los observaba desde una distancia prudente, evaluando cada movimiento.
-Quiero que sientan la energía latente en este lugar -instruyó Necross, su voz resonando en la penumbra-. Aquí, la vida y la muerte están más cerca de lo que creen. Intenten reanimar a uno de los pequeños animales que reposan en este terreno, pero háganlo con respeto. Recuerden, están tocando las fuerzas más profundas del universo.
Uno de los estudiantes, un joven de cabello oscuro, se adelantó y se arrodilló frente a los restos de un ave. Cerró los ojos, concentrándose profundamente, y comenzó a murmurar un antiguo encantamiento que Necross les había enseñado. Lentamente, un suave resplandor envolvió al ave, y con un pequeño temblor, abrió sus ojos, volviendo a la vida por un breve momento.
Necross observó con aprobación, pero también con una advertencia en su mirada.
-Bien hecho, pero nunca olvides que devolver la vida tiene un precio. Asegúrate de que estás dispuesto a pagarlo.
En la sección de Ushibaa...
Los estudiantes entrenaban en un campo abierto, rodeados de un aura de energía pura. Ushibaa caminaba entre ellos, corrigiendo posturas y ajustando técnicas.
-La energía vital no es algo que puedas forzar -dijo Ushibaa mientras observaba a uno de sus estudiantes intentar concentrar su poder-. Es algo que debes aprender a canalizar, a dirigir con intención y claridad. Inténtalo de nuevo, y esta vez, deja que la energía fluya a través de ti, en lugar de tratar de controlarla.
El estudiante asintió, y esta vez, cuando extendió su mano, una suave ráfaga de energía emergió de sus dedos, fluyendo con una gracia y naturalidad que antes no había podido alcanzar.
En la sección de Javier...
Javier dirigía a sus estudiantes en un bosque encantado, donde los árboles parecían susurrar secretos y las criaturas mágicas observaban desde la sombra. Los estudiantes practicaban hechizos de defensa y ataque, aprendiendo a usar la energía a su alrededor para fortalecer sus habilidades.
-La naturaleza es la mayor fuente de energía que tienen -explicó Javier mientras observaba a un estudiante luchar por conjurar un escudo protector-. Pero no pueden simplemente tomar lo que necesitan. Deben aprender a pedirlo, a negociar con el entorno. La energía está viva, y responderá a aquellos que la respeten.
El estudiante, tomando en cuenta las palabras de Javier, cerró los ojos y se concentró en su entorno. Poco a poco, sintió la energía del bosque responder a su llamado, y un escudo de luz verde lo rodeó, protegiéndolo de los ataques simulados de sus compañeros.
Al final del día...
Los tres maestros se reunieron en el centro de la academia, observando cómo los estudiantes terminaban sus entrenamientos y se dirigían a sus dormitorios.
-Están progresando bien -comentó Ushibaa, asintiendo con satisfacción-. Aunque aún les falta mucho por aprender, tienen potencial.
-Lo más importante es que entiendan la responsabilidad que conlleva el uso de la energía -agregó Necross-. Si lo hacen, estarán en el camino correcto.
Javier sonrió ligeramente, observando cómo algunos estudiantes continuaban practicando incluso después de que la clase había terminado.
-Siempre habrá desafíos, pero también hay esperanza. Estos jóvenes tienen la oportunidad de ser grandes, si continúan trabajando con el corazón y la mente abierta.
Y así, la academia de Ushibaa, Necross y Javier continuó siendo un lugar donde la magia y la energía se enseñaban con el mayor respeto y responsabilidad. Los tres héroes, aunque ya no luchaban en las grandes batallas de antaño, sabían que estaban creando un legado aún más importante: una nueva generación de magos y guerreros que, con el tiempo, podrían superar incluso a sus maestros.
La Academia Arcana, regida por Ushibaa, Necross, y Javier, había sido un bastión de conocimiento y protección durante generaciones. Situada en una región remota, entre montañas y bosques encantados, servía como refugio para aquellos que deseaban dominar las fuerzas místicas del universo. Pero, como todo en el vasto y enigmático mundo, incluso los refugios más seguros podían verse amenazados.
Desde su fundación, la academia había acogido a cientos de estudiantes, jóvenes promesas que llegaban con el deseo de aprender a controlar y entender la energía que fluía a través de todo ser viviente. La academia, sin embargo, no era solo un lugar de enseñanza. Bajo la supervisión de sus tres poderosos maestros, también se convertía en un campo de batalla, donde se libraban las luchas internas entre el poder, el control, y la responsabilidad que venía con la magia.
El Estallido de la Guerra:
Durante semanas, rumores de conflictos crecientes llegaban a la academia. El caos desatado por Victor, ahora transformado en un poderoso villano, había perturbado el equilibrio del universo. Conocido alguna vez como un héroe valiente, Victor había caído en la oscuridad, y su poder amenazaba con destruir todo lo que se interponía en su camino. Los tres maestros estaban al tanto de la situación, pero hasta ese momento, habían mantenido a la academia a salvo de la guerra.
Sin embargo, un día, mientras Ushibaa enseñaba una clase sobre técnicas de combate energéticas, el cielo sobre la academia se oscureció repentinamente. Los alumnos, desconcertados, observaron cómo un aura maligna comenzaba a envolver el área.
Javier, que estaba observando desde una torre cercana, sintió la presencia de algo terriblemente familiar. Bajó de inmediato al salón donde Necross impartía su lección.
-Es él -dijo Javier en voz baja, apenas audible-. Victor está cerca.
Necross asintió, su expresión se endureció.
-Debemos proteger a los estudiantes -respondió Necross-. No están listos para enfrentar una amenaza de esta magnitud.
Sin perder tiempo, Ushibaa, Necross, y Javier organizaron una evacuación. Con órdenes claras y precisas, los estudiantes fueron dirigidos hacia un búnker subterráneo que había sido preparado en caso de una emergencia como esta. El ambiente en la academia se tornó tenso, las miradas de los estudiantes reflejaban el miedo y la incertidumbre. Sabían que algo terrible se avecinaba.
La Evacuación al Búnker:
El búnker, un refugio subterráneo construido bajo la academia, era vasto y seguro. Protegido por antiguas barreras mágicas, había sido diseñado para resistir incluso los ataques más poderosos. A medida que los estudiantes descendían por las escaleras de piedra, susurros de miedo y ansiedad llenaban el aire. A pesar de su juventud, comprendían la gravedad de la situación.
-Manténganse juntos y tranquilos -ordenó Ushibaa, su voz fuerte y clara resonando en las paredes de piedra mientras cerraba la puerta principal del búnker-. No salgan hasta que les demos la señal. Confíen en que los protegeremos.
Dentro del búnker, Necross tomó el liderazgo, su presencia imponente ayudaba a mantener el orden. Caminaba entre los estudiantes, asegurándose de que cada uno estuviera seguro y comprendiera la situación.
-Este búnker fue construido con el propósito de protegerlos de cualquier amenaza -dijo Necross, su voz calmada, pero firme-. No importa lo que ocurra en la superficie, aquí estarán a salvo.
Javier, quien había preparado las barreras mágicas del búnker, caminó hacia el centro de la sala. Con un gesto de su mano, activó los sellos que garantizarían la protección del refugio.
-Estas barreras son antiguas, pero efectivas -explicó Javier a los estudiantes-. Ninguna fuerza maligna podrá penetrarlas. Confíen en su poder.
Los estudiantes, aunque todavía asustados, comenzaron a calmarse ante las palabras de sus maestros. Sabían que estaban en manos capaces, y eso les daba un resquicio de esperanza.
La Decisión de los Maestros
Ushibaa, Necross, y Javier se reunieron en la entrada del búnker, sus rostros sombríos mientras discutían la situación.
-Victor ha caído más allá de lo que imaginábamos -dijo Ushibaa, su voz cargada de tristeza-. Pero sigue siendo nuestro deber detenerlo, por el bien de nuestros estudiantes y del mundo.
-Hemos enfrentado grandes amenazas antes -agregó Necross, su mirada fija en la entrada del búnker-. Pero esta es diferente. Victor no solo es poderoso; está consumido por la oscuridad. No será fácil detenerlo.
-No obstante, debemos intentarlo -dijo Javier, su voz llena de resolución-. Estos estudiantes dependen de nosotros. Si fallamos, no solo perderemos la academia, sino todo lo que hemos construido.
Con esa determinación, los tres maestros se prepararon para enfrentarse a Victor. Sabían que este podría ser su último combate, pero estaban dispuestos a darlo todo para proteger a aquellos que habían jurado cuidar.
La Batalla en la Superficie:
El cielo sobre la academia estaba envuelto en un remolino de oscuridad y energía maligna. Los truenos retumbaban, y el viento soplaba con furia mientras la figura de Victor se acercaba. Su presencia era imponente, su aura negra consumía todo a su alrededor, como si la esperanza misma estuviera siendo arrancada del mundo.
Los tres maestros se alinearon en la entrada de la academia, sus ojos fijos en la figura de Victor que ahora estaba claramente visible. Era un ser de poder absoluto, pero también de una profunda desesperación y rabia.
-Victor -llamó Ushibaa, su voz resonando a través de la tormenta-. Esto no tiene que terminar así. Puedes detenerte ahora y encontrar una forma de redención.
Victor se detuvo, mirando a sus antiguos compañeros con una expresión que mezclaba dolor y odio.
-Redención... -murmuró, su voz cargada de amargura-. No hay redención para alguien como yo. He visto la verdad del mundo, y no hay lugar para héroes. Solo la oscuridad es eterna.
Con esas palabras, Victor levantó su mano, y una ola de energía oscura se lanzó hacia los maestros. Ushibaa, Necross, y Javier se movieron al unísono, combinando sus poderes para crear una barrera que bloqueó el ataque.
-No podemos permitir que sigas por este camino -gritó Necross mientras contrarrestaba el ataque-. No dejaremos que destruyas lo que hemos construido.
La batalla que siguió fue feroz. Cada movimiento de Victor desataba una ola de destrucción, pero los tres maestros luchaban con todo lo que tenían, utilizando cada onza de poder y conocimiento que habían acumulado a lo largo de sus vidas. La magia fluía como un torrente, chocando con la energía oscura de Victor en una batalla que parecía no tener fin.
Cuando Necross, le dió un golpe a la nuca a Victor, pensaron que ya ganaron sin tanto problema. Y decidieron regresar al búnker para vigilar si todo andaba bien.
Cuando Ushibaa, Necross, y Javier regresaron al búnker, el aire estaba tenso y silencioso. Los estudiantes habían sentido la batalla que se libraba en la superficie, y aunque no sabían los detalles, el temblor de la tierra y la energía que había impregnado el aire les habían dejado claro que algo monumental había ocurrido. Los tres maestros se detuvieron en la entrada del búnker, compartiendo una mirada de alivio y cansancio. La batalla había sido intensa, pero lo habían logrado: Victor había sido detenido, al menos por ahora.
Sin embargo, al abrir las puertas del búnker, notaron algo alarmante. Una de las alumnas, Yami, no estaba entre los presentes. Su ausencia fue rápidamente percibida, especialmente por Necross, quien siempre había tenido un especial cuidado con sus estudiantes.
-¿Dónde está Yami? -preguntó, su voz fría mientras examinaba a la multitud de estudiantes, todos en silencio.
Una ola de pánico recorrió el grupo de alumnos. Algunos se miraron entre sí, claramente preocupados. Una joven, temblorosa, dio un paso adelante.
-La vi salir del búnker durante la batalla -confesó con voz entrecortada-. Quería ayudar... pero no pudimos detenerla.
El corazón de Necross se hundió. Yami era una de las estudiantes más prometedoras, pero también una de las más impulsivas. Su deseo de demostrar su valía le había llevado a desobedecer las órdenes y salir a un peligro que no podía comprender.
-¡Maldita sea! -murmuró Javier, ya moviéndose hacia la salida del búnker-. No debió estar allá afuera.
Sin perder tiempo, los tres maestros se dirigieron rápidamente a la superficie. Afuera, el paisaje era devastador, las cicatrices de la batalla eran evidentes en cada rincón. El suelo estaba agrietado y humeante, los árboles estaban arrancados de raíz, y las estructuras de la academia estaban parcialmente destruidas.
Entonces la vieron. Yami yacía en el suelo, a varios metros de la entrada del búnker. Su cuerpo estaba inmóvil, y una sensación de desesperación golpeó a los maestros al verla.
-¡Yami! -gritó Necross, corriendo hacia ella con una rapidez casi sobrehumana.
Cuando llegó a su lado, la visión fue devastadora. El cuerpo de Yami estaba atravesado por un rayo oscuro de energía, que había penetrado directamente en su corazón. Su rostro, antes lleno de vida y determinación, ahora mostraba un dolor infinito. Necross se arrodilló junto a ella, tomando su mano fría.
-No... no puede ser -susurró Ushibaa, quien también había llegado a su lado, sus ojos llenos de horror-. Es... demasiado tarde.
Javier, normalmente compuesto, cayó de rodillas junto a ellos, su rostro endurecido por la rabia y la culpa. Intentó utilizar sus poderes para sanarla, pero rápidamente se dio cuenta de que era inútil. El ataque de Victor había sido demasiado preciso, demasiado potente. Yami había muerto casi al instante.
-Esto... esto no debería haber pasado -dijo Necross, apretando los dientes mientras la culpa y la ira lo consumían-. La misión era proteger a los estudiantes.
De repente, un sonido suave y ominoso llegó a sus oídos. Necross levantó la vista justo a tiempo para ver a Victor, con una expresión de fría satisfacción en su rostro, aprovechar la distracción que había creado. Había estado esperando este momento, observando desde las sombras, y ahora, con una sonrisa perversa, se desvaneció en el aire, desapareciendo en un portal oscuro antes de que cualquiera de los maestros pudiera reaccionar.
-¡Maldito! -gritó Javier, levantándose de un salto, pero ya era demasiado tarde. Victor se había escapado.
Un silencio pesado cayó sobre el lugar. Los tres maestros quedaron ahí, junto al cuerpo de Yami, sintiendo el peso de la pérdida y la impotencia. Habían salvado a la academia, pero no a todos. Victor, en su maldad, había logrado arrancarles algo valioso, una vida joven que tenía un futuro prometedor por delante.
Finalmente, Necross se inclinó sobre Yami y, con cuidado, cerró sus ojos. Aunque el dolor en su pecho era inmenso, sabía que debían seguir adelante. Victor seguía suelto, y ahora más que nunca, era evidente que la lucha estaba lejos de terminar.
-Le daremos un funeral digno -dijo Ushibaa en voz baja, rompiendo el silencio-. Y no descansaremos hasta hacer pagar a Victor por esto.
Javier y Necross asintieron, y con pesadumbre, levantaron el cuerpo de Yami. La academia había perdido a una de sus mejores, y aunque la batalla contra Victor continuaría, nunca olvidarían el sacrificio de aquella joven que había creído en ellos hasta el final.
Decidieron actuar rápidamente, sabiendo que el tiempo era esencial para preservar lo que quedaba de la joven alumna. Necross, con su dominio sobre la magia de resurrección y conservación, utilizó un hechizo antiguo para estabilizar el cuerpo de Yami. Aunque no podía devolverle la vida, podía asegurarse de que su cuerpo no sufriera más daños hasta que pudieran realizar los rituales funerarios necesarios.
-Debemos llevarla de vuelta a la academia -dijo Ushibaa, su voz sombría pero firme-. Se merece un lugar de descanso digno, y debemos honrarla como la guerrera valiente que fue.
Javier, aunque aún profundamente afectado, asintió y creó un portal que los llevaría directamente a la sala principal de la academia. Al atravesar el portal, fueron recibidos por los rostros ansiosos y preocupados de los estudiantes que habían permanecido en el búnker. La noticia de la muerte de Yami se propagó rápidamente entre ellos, y el ambiente se llenó de una tristeza palpable.
Al llegar a la academia, los tres maestros comenzaron a preparar el lugar para el funeral de Yami. Ushibaa, quien siempre había tenido un gran respeto por las tradiciones ancestrales, se encargó de organizar los rituales ceremoniales, buscando en los archivos antiguos de la academia las oraciones y cánticos apropiados. Javier, por su parte, usó su magia para crear una urna de cristal purificado, donde el cuerpo de Yami reposaría hasta su entierro. Quería que todos los estudiantes pudieran verla una última vez y rendirle sus respetos.
Necross, aún sosteniendo el cuerpo de Yami, lo colocó cuidadosamente en la urna. Aunque la magia había conservado su cuerpo, una herida invisible permanecía en su corazón. Se inclinó sobre la urna, murmurando palabras en un idioma olvidado, pidiendo a los antiguos espíritus que guiaran a Yami hacia un lugar de paz.
El día del entierro, la academia se vistió de luto. Todos los estudiantes, maestros y personal se reunieron en el gran salón, donde la urna de Yami estaba rodeada de flores y velas que iluminaban suavemente el ambiente. Había un silencio reverente mientras Ushibaa comenzaba el ritual, recitando las antiguas palabras que liberarían el alma de Yami, guiándola hacia su descanso eterno.
-Hoy despedimos a una de nuestras mejores -dijo Ushibaa en un tono solemne, su voz resonando en el gran salón-. Yami no solo fue una estudiante destacada, sino también una amiga, una hermana, una hija para muchos de nosotros. Su coraje y determinación son un ejemplo para todos, y aunque su vida fue cortada trágicamente, su espíritu vivirá en cada uno de nosotros.
Javier y Necross tomaron la palabra a continuación, cada uno compartiendo recuerdos personales de Yami, desde sus primeras lecciones hasta las veces que se enfrentó a desafíos con una valentía que asombraba a todos. Cada palabra pronunciada en su honor resonaba con amor y respeto, una despedida digna de una guerrera que había dado todo en la batalla.
Finalmente, la urna fue llevada al lugar de descanso en los jardines de la academia, un sitio especial reservado para los héroes caídos. Allí, bajo un gran árbol que había sobrevivido a innumerables batallas, fue enterrada. Los estudiantes y maestros se turnaron para cubrir la urna con tierra, cada uno depositando una flor o un pequeño recuerdo en su tumba.
Mientras el sol se ponía, iluminando el cielo con tonos anaranjados y púrpuras, los presentes guardaron un último minuto de silencio. La promesa de vengar a Yami y proteger la academia se hizo más fuerte en los corazones de todos.
A pesar de la pérdida, la academia continuaría adelante, más unida que nunca. Yami sería recordada no solo como una estudiante talentosa, sino como una heroína que había sacrificado todo por lo que creía. Su legado viviría en los corazones de todos aquellos que la conocieron, impulsándolos a luchar con más fuerza y determinación en los días oscuros que aún estaban por venir.
Después de haber enterrado a Yami, la atmósfera en la academia era pesada, impregnada por la tristeza y la reflexión. Aunque la ceremonia había sido un acto de respeto y despedida, no era suficiente para disipar el dolor que todos sentían. El jardín, donde ahora descansaba Yami, se había convertido en un lugar sagrado, un recordatorio constante de la fragilidad de la vida y del costo de la batalla.
Ushibaa, Necross, y Javier permanecieron junto a la tumba por un rato más después de que los estudiantes se retiraron. El gran árbol bajo el cual Yami había sido enterrada proyectaba sombras largas y tranquilas, como si quisiera proteger el sitio.
-Nunca pensé que tendríamos que enterrar a uno de nuestros propios estudiantes -murmuró Ushibaa, su voz cargada de pena-. Siempre imaginé que, como maestros, estaríamos aquí para protegerlos, para guiarlos... no para verlos caer.
Necross asintió lentamente, su mirada fija en la tumba. Aunque su especialidad era la magia de la resurrección, sabía que había límites que no podía cruzar. Yami había sido alcanzada en el corazón, tanto física como espiritualmente, y él, incluso con todo su poder, no podía revertir lo que Victor había hecho.
-Hemos fallado en nuestra misión de protegerlos -dijo Necross, apretando los puños con una mezcla de frustración y tristeza-. Pero no debemos dejar que su sacrificio sea en vano. Debemos asegurarnos de que los demás estén a salvo, de que puedan seguir adelante y cumplir con su destino.
Javier, siempre el pragmático, asintió mientras se apartaba de la tumba. Aunque su corazón estaba pesado, sabía que no podían detenerse en la pena por mucho tiempo.
-Tiene razón -dijo, su voz firme-. Aún tenemos estudiantes que cuidar, una academia que proteger. Yami no querría que nos quedáramos en el dolor. Querría que siguiéramos luchando, que continuáramos enseñando, para que ningún otro estudiante tenga que sufrir el mismo destino.
Los tres se quedaron en silencio por unos momentos más, permitiéndose sentir el peso de la pérdida antes de finalmente volverse hacia la academia. Había mucho trabajo por hacer, tanto para proteger a los estudiantes restantes como para prepararse para los desafíos que se avecinaban. Aunque Yami se había ido, su memoria viviría en ellos, dándoles la fuerza para seguir adelante.
Con una última mirada hacia la tumba, Ushibaa, Necross, y Javier regresaron a la academia. Sabían que el camino sería difícil, pero estaban decididos a honrar el sacrificio de Yami asegurándose de que su muerte no fuera en vano. Los días que seguían estarían llenos de nuevas lecciones, entrenamientos más duros, y una renovada determinación de proteger a la siguiente generación de héroes.
Después del funeral de Yami, la academia volvió lentamente a su rutina diaria, pero algo en Necross había cambiado. Durante más de una semana, el poderoso hechicero, conocido por su firmeza y sabiduría, cayó en una profunda depresión. Aunque intentaba mantener una fachada de normalidad, sus amigos y colegas, Javier y Ushibaa, no notaron los signos sutiles de su dolor.
En las clases, Necross se veía ausente, su voz carecía de la energía y pasión que solía tener cuando enseñaba. Sus explicaciones eran mecánicas, casi automáticas, y rara vez hacía contacto visual con sus estudiantes. A menudo se quedaba mirando por la ventana, como si estuviera buscando algo en la distancia, perdido en sus propios pensamientos. Las noches eran aún más difíciles; el insomnio lo mantenía despierto, recordando una y otra vez el momento en que el ataque de Victor había atravesado el corazón de Yami. Se culpaba a sí mismo por no haber sido más fuerte, más rápido, por no haber hecho algo, cualquier cosa, para evitar su muerte.
En un intento de encontrar consuelo, Necross pasaba mucho tiempo en el jardín, cerca de la tumba de Yami. Aunque intentaba meditar y encontrar la paz, todo lo que sentía era una abrumadora sensación de vacío y fracaso. No había hablado con Javier ni con Ushibaa sobre lo que sentía; no quería que lo vieran débil, no quería ser una carga para ellos. Así que se encerró en sí mismo, tratando de lidiar con su dolor en solitario.
Los estudiantes, aunque notaban el cambio en Necross, no sabían cómo abordar la situación. Veían a su maestro, una figura que siempre había sido una fuente de fortaleza, ahora tambaleándose bajo el peso de la culpa y la tristeza. Algunos de los estudiantes más cercanos a Yami sentían una conexión más profunda con él, pero no se atrevían a acercarse, temiendo decir algo incorrecto.
Una tarde, después de una clase particularmente difícil, Necross decidió cancelar las lecciones por el resto del día. Salió de la sala de estudio y, como era su costumbre, se dirigió al jardín. Se sentó bajo el gran árbol junto a la tumba de Yami, sintiendo la suave brisa acariciar su rostro. Cerró los ojos y dejó que las lágrimas que había estado conteniendo durante tanto tiempo finalmente fluyeran.
-Lo siento tanto, Yami... -susurró, su voz quebrándose-. Debería haber hecho más, debería haber... protegido mejor.
Mientras Necross se perdía en su dolor, no se dio cuenta de que alguien lo estaba observando desde la distancia. Javier, que había salido a buscarlo, finalmente había notado que algo no estaba bien. Ver a su amigo y colega, alguien que siempre había admirado por su fortaleza, quebrado y vulnerable, lo sacudió profundamente.
Sin hacer ruido, Javier se acercó a Necross y se sentó a su lado en silencio. No dijo nada; no era necesario. Simplemente estar allí, compartir el dolor en silencio, era su manera de mostrar su apoyo. Necross, sintiendo la presencia de Javier, abrió los ojos y lo miró, sorprendido al ver a su amigo allí.
-No tienes que pasar por esto solo, Necross -dijo Javier finalmente, con una voz suave pero firme-. Todos estamos sufriendo, pero juntos somos más fuertes. No puedes culparte por lo que pasó. Hiciste lo mejor que pudiste... y Yami lo sabía.
Las palabras de Javier, aunque simples, encontraron su camino en el corazón de Necross. Por primera vez en días, sintió que no estaba completamente solo en su dolor. Asintió lentamente, dejando que la presencia de su amigo lo reconfortara.
-Gracias, Javier -respondió Necross, su voz aún temblorosa-. No sé qué haría sin ustedes.
Esa noche, Necross comenzó a salir de su aislamiento, lentamente pero con determinación. Aunque el dolor seguía ahí, su decisión de no cargar con él solo fue el primer paso hacia la recuperación. Sabía que nunca olvidaría a Yami, pero también sabía que debía seguir adelante, por ella, por los demás estudiantes, y por él mismo.
Ushibaa y Javier, ahora conscientes del estado de Necross, se aseguraron de apoyarlo más activamente, tanto en la enseñanza como en su vida diaria. Con el tiempo, Necross comenzó a recuperar su fuerza, enseñando con la pasión y la dedicación que siempre lo habían caracterizado. La academia seguía adelante, más unida que nunca, y el sacrificio de Yami no fue en vano.
La transformación en la mentalidad de Necross se volvió cada vez más radical con el tiempo. Su dolor y su sentido de culpa se transformaron en una creencia distorsionada sobre los poderes y la responsabilidad de los que los poseen. Convencido de que los poderes eran un error de la naturaleza y que eran la causa de demasiadas tragedias, Necross comenzó a planear un camino oscuro para erradicar a todos los que tenían habilidades sobrenaturales.
A escondidas de Javier y Ushibaa, Necross empezó a recolectar información sobre individuos con habilidades especiales. Utilizó sus conocimientos de magia y hechicería para rastrear y monitorear a estos individuos, buscando una manera de neutralizarlos de manera definitiva. Empezó a experimentar con hechizos y artefactos que podrían anular o destruir poderes.
Sus acciones comenzaron a tener un enfoque sistemático y despiadado. Diseñó una serie de ataques dirigidos para eliminar a aquellos con habilidades, utilizando sus habilidades mágicas para hacer que pareciera que los eventos eran accidentes o resultados de luchas internas. Cada ataque era meticulosamente planeado para evitar que alguien sospechara de su verdadera intención.
A pesar de su creciente obsesión, Necross mantuvo una fachada de normalidad frente a Javier y Ushibaa. Durante el día, continuó enseñando y realizando sus responsabilidades en la academia, mientras en secreto trabajaba en su misión personal. Su interacción con los demás seguía siendo cortés y profesional, lo que dificultaba que alguien sospechara de su verdadera agenda.
Sin embargo, el peso de sus acciones comenzaba a afectar su estado mental. A medida que se alejaba más de sus amigos y colegas, el sentido de aislamiento y paranoia aumentaba. Necross estaba atrapado en un ciclo de odio y desesperación, convencido de que su causa era justa a pesar de la creciente evidencia de su propia corrupción.
La calma y la dedicación que alguna vez definieron a Necross se vieron reemplazadas por un aura de oscuridad y resentimiento. Su búsqueda por erradicar a los que tenían poderes lo llevó a tomar decisiones cada vez más drásticas y despiadadas, alejándolo de la figura que una vez fue un mentor respetado y querido en la academia.
Después de atravesar una profunda depresión que casi lo lleva a la muerte, Necross emergió con una visión retorcida y un propósito claro: crear un mundo donde los seres mágicos no existieran. En su mente, la magia y los poderes sobrenaturales eran la raíz de todo mal, y la única manera de corregir el mundo era eliminarlos por completo.
La claridad con la que ahora veía su misión lo empujó a actuar con una determinación renovada. Necross comenzó a formular un plan que iría más allá de simples ataques a individuos con poderes; quería erradicar la magia en su totalidad. Utilizando todo su conocimiento y habilidades, empezó a desarrollar una serie de rituales y artefactos que, una vez activados, podrían suprimir la magia en todo el mundo, destruyendo la fuente misma de los poderes sobrenaturales.
Para alcanzar este objetivo, Necross necesitaba acceso a antiguas reliquias y textos arcanos, muchos de los cuales estaban ocultos en lugares peligrosos o prohibidos. Sin embargo, su convicción le dio la fuerza para enfrentarse a estos desafíos. Viajó en secreto a los rincones más oscuros del mundo, donde encontró artefactos olvidados y realizó rituales prohibidos, absorbiendo un poder oscuro que alimentaba aún más su determinación.
El hechicero empezó a construir una máquina, una especie de dispositivo mágico-antimagia que combinaba la tecnología moderna con la hechicería antigua. Este dispositivo, una vez completado, tendría el poder de drenar y destruir todas las fuentes de magia en el mundo, sin importar su origen. Necross lo veía como la última medida para corregir los errores de la naturaleza y devolver al mundo a un estado "puro" y "natural".
Sin embargo, en el fondo de su mente, había un conflicto creciente. A pesar de su determinación, parte de Necross aún recordaba a sus amigos y la vida que una vez compartió con ellos. Había momentos, aunque breves, en los que dudaba de su misión, recordando los días en los que luchó junto a Javier y Ushibaa para proteger a los inocentes. Pero cada vez que esas dudas surgían, las ahogaba con la certeza de que lo que estaba haciendo era necesario, que estaba corrigiendo un error fundamental en el universo.
Mientras Necross se acercaba cada vez más a la culminación de su plan, el mundo seguía adelante, sin darse cuenta del peligro inminente. Pero en algún lugar profundo, Necross sabía que, eventualmente, tendría que enfrentarse a aquellos que alguna vez llamó amigos. Y cuando ese momento llegara, él estaría listo para hacer lo que fuera necesario para cumplir su misión, sin importar el costo.
Necross, ahora completamente convencido de su misión, salió de la academia en secreto, sin que Javier o Ushibaa lo notaran. En la oscuridad de la noche, con el corazón endurecido por su resolución, se acercó a dos jóvenes que poseían superpoderes. Sin mostrar piedad, los eliminó, convencido de que estaba haciendo lo correcto para "corregir" el mundo.
La noticia de las muertes llegó rápidamente a Rigor, el director de la Academia Historia. Rigor, quien estaba al tanto de los crecientes cambios en Necross, comenzó a sospechar de él. Decidió informar a Javier y Ushibaa sobre lo sucedido. Sabía que ellos no solo eran los amigos más cercanos de Necross, sino también los únicos que podrían detenerlo si se desviaba aún más por su oscuro camino.
Rigor los convocó a su oficina, su expresión era grave.
-Hay algo que deben saber -comenzó Rigor, mirando a Javier y Ushibaa directamente a los ojos-. Dos jóvenes con poderes han sido asesinados... y tengo razones para creer que Necross está detrás de esto.
Javier y Ushibaa quedaron en shock, sus rostros reflejaban incredulidad y preocupación. No podían creer que su amigo, alguien que siempre había luchado por proteger a los inocentes, pudiera haber hecho algo tan atroz.
-¿Estás seguro? -preguntó Ushibaa, tratando de procesar la información-. Necross... ¿realmente haría algo así?
Rigor asintió con firmeza.
-Lo he estado vigilando desde la muerte de Yami. Su comportamiento ha cambiado drásticamente. Creo que la depresión y la culpa lo han llevado a tomar decisiones que antes habrían sido impensables para él. Si no lo detenemos ahora, temo que esto sea solo el comienzo.
Javier apretó los puños, sintiendo una mezcla de tristeza y rabia. No podía creer que su amigo estuviera detrás de tales actos, pero la evidencia parecía clara.
-Tenemos que encontrarlo -dijo Javier con determinación-. Antes de que haga algo que no tenga vuelta atrás.
Ushibaa asintió, compartiendo la determinación de Javier.
-Si Necross está realmente detrás de esto, debemos ayudarlo a ver la verdad antes de que se pierda por completo en la oscuridad.
Con un plan en mente, los tres se dispusieron a buscar a Necross, sabiendo que la confrontación sería inevitable. Mientras tanto, Necross continuaba con su misión, ignorante de que sus antiguos amigos estaban ahora en su búsqueda, preparados para detenerlo, incluso si eso significaba enfrentarse a él en un combate que ninguno de ellos deseaba.
Javier encontró a Necross sentado en un banco en un parque tranquilo, alejado del bullicio de la ciudad. Necross llevaba una ropa inusual para él, una simple pijama, lo que resaltaba lo perdido y desconectado que se sentía. La escena contrastaba fuertemente con la imagen del poderoso hechicero que todos conocían.
Al acercarse, Javier sacó su teléfono discretamente y llamó a Ushibaa. "Lo encontré", susurró, tratando de no alertar a Necross. "Estoy justo con él en el parque que está cerca del centro. Ven cuanto antes". Después de recibir una breve respuesta, colgó y se dirigió hacia Necross.
-Hola, Necross -saludó Javier con suavidad, sentándose en el banco junto a él.
Necross apenas levantó la mirada, pero asintió ligeramente, reconociendo la presencia de su amigo.
-No esperaba verte aquí, Javier -respondió Necross con una voz vacía, sin el usual vigor que solía tener.
-Salí a caminar y pensé en ti -mintió Javier, intentando sonar casual mientras estudiaba a su amigo-. ¿Cómo estás? Hace tiempo que no hablamos.
Necross suspiró profundamente, observando el cielo nublado.
-Supongo que he estado mejor. Últimamente... las cosas se han vuelto más claras para mí, aunque no de la manera que podrías esperar.
Javier lo miró con preocupación, buscando las palabras adecuadas.
-Rigor nos dijo lo que sucedió -comenzó Javier, con cuidado-. ¿Por qué, Necross? ¿Por qué tomaste ese camino?
Necross finalmente giró la cabeza para mirar a Javier, y en sus ojos había una mezcla de dolor y resolución.
-Porque este mundo está mal, Javier. Los poderes que la gente posee... no deberían existir. Son un error, una abominación. Solo traen sufrimiento y caos. He visto demasiado dolor causado por ellos. Primero Yami, y luego esos jóvenes... No puedo permitir que más inocentes sufran por algo que nunca debió existir.
Javier sintió un nudo en el estómago al escuchar las palabras de su amigo. Sabía que Necross estaba profundamente herido, pero no esperaba que hubiera llegado a este extremo.
-Entiendo que estás herido, Necross. Todos lo estamos. Pero este no es el camino para arreglar las cosas -respondió Javier, tratando de mantener la calma-. Lo que estás haciendo no va a traer paz, solo más destrucción.
-¿Y qué sugieres, Javier? -replicó Necross, con un tono de desafío-. ¿Que siga adelante como si nada? ¿Que permita que más personas sufran como Yami? No puedo hacerlo. No lo permitiré.
Javier sintió la tensión en el aire. Sabía que no podía convencer a Necross con simples palabras, pero no podía rendirse.
-Lo que sugiero, Necross, es que no lleves esta carga solo. Nosotros estamos aquí para ti. Sé que te sientes culpable por lo que pasó con Yami, pero no es tu culpa. No puedes borrar el dolor matando a quienes tienen poderes. Solo estás prolongando el ciclo de violencia.
Necross bajó la mirada, sus manos temblaban ligeramente.
-No lo entiendes, Javier. Es la única manera... la única forma de corregir este error.
Justo en ese momento, Ushibaa apareció en la distancia, caminando rápidamente hacia ellos. Javier sabía que tenían que actuar pronto antes de que Necross se sumergiera aún más en su desesperación.
-Por favor, Necross -dijo Javier, extendiendo una mano hacia él-. Déjanos ayudarte a encontrar otra manera. No tienes que hacer esto.
Necross miró la mano de Javier, indeciso. Dentro de él, una parte aún quería confiar en sus amigos, pero la otra parte, la que había sido consumida por el dolor y la culpa, luchaba por mantenerse firme en su decisión.
Cuando Ushibaa llegó, se quedó a un lado, observando la interacción en silencio, esperando ver cómo Necross respondería. La tensión era palpable, y Javier y Ushibaa sabían que ese momento sería crucial para el futuro de su amigo y, quizás, para el destino de muchos más.
Ushibaa le pidió a Necross que caminara con él, y tras un momento de duda, Necross aceptó. Javier, comprendiendo que su presencia podría complicar más las cosas, decidió irse, confiando en que Ushibaa podría llegar a Necross de una manera que él no había podido. Mientras Javier se alejaba, Ushibaa y Necross comenzaron a caminar por las calles en dirección al parque de la capital de la ciudad.
El aire estaba fresco y la ciudad comenzaba a iluminarse con las luces de los establecimientos. Necross caminaba en silencio, sumido en sus pensamientos, mientras Ushibaa permanecía a su lado, manteniendo un paso constante y tranquilo.
Cuando llegaron al parque, Ushibaa se detuvo frente a un pequeño establecimiento de comida callejera. Observó el menú con interés mientras Necross se quedó al otro lado, un poco alejado, con la mirada perdida en el horizonte. Después de unos minutos de silencio, Necross habló, rompiendo la calma.
-Ushibaa... -dijo en un tono pensativo-. Eres el más fuerte por ser Ushibaa o... ¿eres Ushibaa por ser fuerte?
Ushibaa, sorprendido por la pregunta, apartó la mirada del menú y se giró para observar a Necross. La profundidad de la pregunta revelaba lo mucho que Necross estaba luchando internamente.
-¿Qué quieres decir con eso, Necross? -respondió Ushibaa, cruzando los brazos mientras miraba a su amigo.
Necross lo miró a los ojos, buscando una respuesta que quizás ni él mismo comprendía del todo.
-Siempre has sido alguien fuerte, alguien en quien todos confían. Pero... ¿esa fuerza te define? O... ¿eres tú quien define lo que es ser fuerte? -preguntó Necross, su voz cargada de dudas y confusión-. He visto tanto dolor causado por la fuerza de otros... Y me pregunto si ser fuerte realmente vale la pena, si lo único que trae es sufrimiento y destrucción.
Ushibaa lo escuchó en silencio, reflexionando sobre lo que Necross había dicho. Después de un momento, dio un paso hacia él y habló con una serenidad que solo él podía ofrecer.
-La fuerza no es solo poder físico o mágico, Necross. La verdadera fuerza viene de dentro, de la capacidad de mantenerte firme en tus convicciones, incluso cuando el mundo a tu alrededor se desmorona. No soy fuerte porque tengo habilidades, sino porque he aprendido a superar mis debilidades, a enfrentar mis miedos y a seguir adelante, a pesar de todo.
Ushibaa hizo una pausa, permitiendo que sus palabras calaran en Necross.
-No te defines por tus poderes, Necross. Te defines por cómo eliges usarlos. Y eso es lo que verdaderamente importa. La fuerza que tienes dentro es la que te permitirá encontrar un camino diferente, uno que no esté basado en la destrucción, sino en la construcción de algo mejor.
Necross bajó la mirada, sintiendo el peso de las palabras de Ushibaa. Sabía que su amigo tenía razón, pero aún luchaba con la oscuridad que había crecido dentro de él. Había cometido errores, había hecho cosas que nunca podría deshacer, pero en ese momento, en ese pequeño parque, junto a su amigo, comenzó a ver una luz, una posibilidad de redención.
-No sé si puedo volver atrás, Ushibaa -admitió Necross en voz baja-. He hecho cosas terribles... no sé si puedo ser la persona que era antes.
Ushibaa se acercó aún más, colocando una mano firme en el hombro de Necross.
-No tienes que volver a ser quien eras. Solo tienes que ser mejor que la persona que eres ahora. Y no tienes que hacerlo solo. Estamos aquí para ayudarte, Necross. Siempre lo hemos estado.
Necross asintió lentamente, sintiendo una pequeña chispa de esperanza que comenzaba a encenderse dentro de él. Quizás, solo quizás, no todo estaba perdido. Con el apoyo de sus amigos, podía encontrar una manera de sanar y de enmendar los errores que había cometido.
Necross, tras escuchar las palabras de Ushibaa, bajó la mirada y dio un largo suspiro. La determinación en sus ojos era evidente, pero no reflejaba esperanza, sino una profunda resignación.
-No vale ya la pena esto -dijo Necross con voz cansada, mientras daba un paso hacia atrás-. Sinceramente, ya no me interesa ser un héroe. Si deseas detenerme, hazlo.
Sin esperar una respuesta, Necross se giró y comenzó a caminar, alejándose lentamente de Ushibaa. Cada paso que daba parecía cargar con el peso de sus decisiones, de su dolor, y de la convicción de que ya no había vuelta atrás.
Ushibaa se quedó parado en su lugar, observando a su amigo alejarse. Su mente era un torbellino de emociones y pensamientos. En su interior, una parte de él sabía que podría detener a Necross en ese instante, con un solo ataque. Pero otra parte, la que creía en la redención, la que valoraba la amistad por encima de todo, lo detenía. Sentía sus nervios tensarse, su puño apretarse con fuerza, pero no podía hacerlo. No podía traicionar la historia que compartían, los años de lucha juntos, y la esperanza, aunque débil, de que Necross pudiera encontrar su camino de regreso.
Con una mezcla de frustración y tristeza, Ushibaa finalmente aflojó su puño, dejando que la tensión se disipara lentamente. Observó a Necross hasta que desapareció en la distancia, sintiendo un dolor profundo en el pecho por la decisión que acababa de tomar, o más bien, por la decisión que no tomó.
Finalmente, sin decir una palabra más, Ushibaa se dio la vuelta y comenzó a caminar de regreso a la Academia Historia. El camino de regreso se sintió más largo de lo habitual, cada paso pesaba más que el anterior. Cuando llegó, no fue directamente a su habitación ni a ninguna clase. En cambio, se dirigió a las gradas de la academia, donde solía sentarse para pensar y reflexionar.
Se dejó caer en uno de los escalones, su cuerpo tenso y su mente llena de preguntas sin respuesta. El silencio de la noche lo envolvía, y aunque intentaba encontrar consuelo en sus pensamientos, solo hallaba una creciente sensación de vacío. Había dejado ir a Necross, había permitido que su amigo se deslizara aún más en la oscuridad, y ahora solo podía esperar, con el corazón pesado, que la decisión que había tomado fuera la correcta.
Después de aquel fatídico día en el parque, la vida en la Academia Cross había retomado una apariencia de normalidad, pero bajo la superficie, todo había cambiado. Necross había desaparecido, pero su sombra oscura continuaba proyectándose sobre la academia. Se habían reportado varias muertes de personas con poderes, todas vinculadas a su mano. Aunque nadie lo mencionaba abiertamente, todos sabían quién era el responsable.
Ushibaa, a pesar de los crecientes rumores y las sospechas, continuaba con sus clases como siempre. Pero los estudiantes notaban que algo en su maestro había cambiado. Su habitual energía y entusiasmo se habían vuelto más moderados, casi cautelosos. Cada vez que se cruzaba con un estudiante talentoso, no podía evitar sentir una punzada de preocupación, preguntándose si ese sería el próximo en caer víctima de la nueva cruzada de Necross.
Javier, por su parte, había tomado un camino completamente diferente. Decidió alejarse de la enseñanza, incapaz de seguir adelante después de lo que había pasado. Encontró un nuevo propósito en el trabajo de patólogo, una ocupación que le permitía ayudar a las familias a comprender y procesar la muerte de sus seres queridos. Pero este nuevo rol vino con un precio. Sus emociones, que una vez fueron una fuente de fuerza y consuelo para los demás, se habían apagado. Ver los cuerpos sin vida de los estudiantes que una vez conoció y enseñó, ahora fríos y sin alma sobre la mesa de autopsias, había erosionado su capacidad de sentir. La frialdad y la distancia se convirtieron en su escudo, permitiéndole hacer su trabajo sin derrumbarse.
Cada vez que Javier realizaba una autopsia, no podía evitar recordar los rostros de aquellos que alguna vez fueron estudiantes llenos de vida en la academia. Se preguntaba cómo había llegado todo a este punto, cómo una institución destinada a cultivar y proteger a los jóvenes con poderes se había convertido en un lugar marcado por la tragedia. Pero más que nada, se preguntaba qué podría haber hecho para evitarlo, si de alguna manera podría haber detenido a Necross antes de que las cosas llegaran tan lejos.
Con el tiempo, tanto Ushibaa como Javier empezaron a sentir que la Academia Cross, que alguna vez fue un lugar de esperanza y aprendizaje, se estaba desmoronando lentamente. Y aunque ambos sabían que no podían detener el curso de los acontecimientos por sí solos, tampoco podían abandonar el lugar al que habían dedicado sus vidas. Con cada día que pasaba, la lucha interna se hacía más intensa: ¿seguir adelante y tratar de salvar lo que quedaba, o dejar que todo se desmoronara y buscar un nuevo camino?
Mientras tanto, el mundo exterior comenzaba a tomar nota de los misteriosos asesinatos de personas con poderes. Lo que una vez fue un problema aislado ahora se estaba convirtiendo en una crisis. La presencia de Necross era innegable, y aunque aún no había sido capturado, su rastro de destrucción estaba dejando una marca imborrable en la historia de la humanidad.
Un mes después de que Necross comenzara su oscura cruzada, la Academia Cross continuaba funcionando, a pesar de las heridas abiertas en su comunidad. Fue en ese momento de incertidumbre cuando una nueva estudiante llegó a la academia: Daniela, una chica tímida que parecía cargar con un aura de misterio.
Daniela tenía un perfil bajo desde el primer día. Con su cabello castaño oscuro y grandes ojos azules, evitaba el contacto visual con los demás y mantenía su distancia. A menudo se le veía con la cabeza baja, caminando rápidamente entre las aulas, como si intentara pasar desapercibida. A pesar de su naturaleza retraída, había algo en ella que captaba la atención de quienes la observaban, una extraña combinación de vulnerabilidad y fortaleza.
Los rumores comenzaron a circular rápidamente entre los estudiantes. Algunos decían que Daniela tenía un poder especial, algo que ni siquiera ella comprendía del todo. Otros creían que había tenido un pasado trágico, quizás relacionado con las recientes muertes que habían sacudido a la comunidad mágica. Lo que nadie podía negar era que su llegada había despertado una curiosidad silenciosa en la academia.
Ushibaa, quien había notado a Daniela desde su primer día, decidió observarla de cerca. Aunque había estado más reservado y cauteloso desde la partida de Necross, algo en la forma en que Daniela se desenvolvía en las clases le hizo pensar que había más de lo que se veía a simple vista. Decidió no presionarla, pero mantuvo una distancia vigilante, esperando el momento adecuado para acercarse.
Por otro lado, Javier, que se había apartado del entorno académico para concentrarse en su trabajo como patólogo, también escuchó hablar de la nueva estudiante. Aunque su corazón se había endurecido tras la serie de tragedias recientes, no pudo evitar sentirse intrigado por Daniela. No era común que nuevos estudiantes llegaran en un momento tan turbulento, y se preguntaba qué podría haberla llevado hasta allí.
Con el paso de los días, Daniela comenzó a integrarse lentamente en la rutina de la academia. Aunque seguía siendo reservada, algunos estudiantes más extrovertidos intentaron acercarse a ella, invitándola a participar en actividades y ofreciéndole su amistad. Daniela aceptaba con una sonrisa tímida, pero siempre mantenía una barrera emocional, como si temiera dejar entrar a alguien demasiado cerca.
A pesar de sus esfuerzos por mantenerse al margen, la presencia de Daniela comenzó a ser cada vez más notoria. Algunos maestros y estudiantes notaron que, cuando ella estaba cerca, ocurrían pequeños fenómenos inexplicables: luces que parpadeaban sin razón aparente, una brisa suave en una habitación cerrada, o la sensación de ser observados cuando no había nadie más alrededor. Esto solo alimentó los rumores sobre sus posibles habilidades y su conexión con los recientes eventos en la academia.
Pero lo que nadie sabía, ni siquiera Daniela, era que su llegada a la Academia Cross estaba destinada a desencadenar una serie de eventos que cambiarían el curso de la historia de la institución. Su presencia, aunque inicialmente discreta, se convertiría en un catalizador para enfrentar las sombras que Necross había dejado a su paso y, quizás, en la clave para descubrir cómo restaurar la paz en un mundo que se estaba desmoronando.
Sin saberlo, Daniela estaba a punto de encontrarse en el centro de una tormenta, una que revelaría secretos ocultos tanto en la academia como en su propio pasado. Y mientras las piezas del destino comenzaban a encajar, el futuro de la Academia Cross y de aquellos que la habitaban se tornaba cada vez más incierto.
Necross apareció en la Academia Cross un día cualquiera, vestido con un kimono cómodo que parecía fluir con cada paso que daba. A pesar de las atrocidades que había cometido, llevaba una sonrisa en su rostro, como si nada malo hubiera sucedido. Su presencia, tan inesperada como inquietante, fue rápidamente notificada a los profesores y estudiantes. Cuando el aviso llegó a Ushibaa, su reacción fue inmediata. Salió disparado hacia la entrada, más rápido que nadie, con el corazón latiendo con fuerza.
Al llegar, vio a Necross caminando con la joven Daniela. Necross tenía su brazo sobre el hombro de la chica, como si fueran viejos conocidos. Daniela, con los ojos abiertos y llenos de miedo, apenas se movía, como si algo la mantuviera paralizada.
-Hace tiempo que no nos vemos, Ushibaa -dijo Necross con su habitual tono despreocupado.
Ushibaa lo observó con seriedad, tratando de mantener la calma ante la amenaza que representaba su antiguo amigo.
-¿Por qué estás aquí, Necross? -preguntó con firmeza-. ¿Y qué quieres de esa joven?
Necross esbozó una sonrisa tranquilizadora, pero sus palabras fueron cualquier cosa menos pacíficas.
-Nada malo le haré, Ushibaa. Solo necesito unas cosas del poder de ella. -Su tono era suave, casi como si estuviera hablando de un asunto trivial.
Ushibaa entrecerró los ojos, sin bajar la guardia ni por un momento. La tensión en el aire era palpable, y la sensación de peligro inmediato crecía con cada segundo.
Antes de que Ushibaa pudiera reaccionar, un grupo de héroes de una academia diferente apareció, habiendo recibido la señal de alerta. Se colocaron a la par de Ushibaa, preparados para enfrentar a Necross si era necesario. Sin embargo, Necross no mostró ninguna señal de preocupación; en cambio, su sonrisa se amplió.
-No es necesario que esto se convierta en un enfrentamiento -dijo con voz serena-. Estaré a unos 20 kilómetros de aquí. Me llevaré a la chica. Nos vemos en la ciudad.
Sin dar tiempo a que alguien respondiera, Necross comenzó a alejarse, llevándose a Daniela con él. La joven no emitió ningún sonido, todavía atrapada en el extraño trance que Necross parecía haber inducido.
Ushibaa dio un paso adelante, su cuerpo lleno de tensión, pero algo lo detuvo. Sabía que Necross había cambiado, y que cualquier movimiento en falso podría desencadenar una situación catastrófica. Los héroes que lo acompañaban también se mantuvieron en sus posiciones, con los puños apretados y listos para actuar, pero el riesgo era demasiado alto.
Cuando Necross y Daniela desaparecieron en la distancia, Ushibaa se quedó inmóvil, sus pensamientos revolviéndose. Había dejado escapar a Necross una vez antes, y ahora la vida de una joven inocente estaba en peligro. ¿Qué estaba buscando Necross? ¿Qué planeaba hacer con el poder de Daniela?
Los héroes alrededor de Ushibaa comenzaron a discutir estrategias, proponiendo perseguir a Necross de inmediato. Sin embargo, Ushibaa, con la mandíbula apretada, levantó una mano para silenciarlos.
-Lo encontraremos -dijo con determinación-. Pero necesitamos un plan. No podemos permitirnos errores. Debemos rescatar a Daniela y detener a Necross de una vez por todas.
Con esa resolución, Ushibaa y los héroes comenzaron a coordinarse, preparando lo que sabían podría ser una confrontación final con el hombre que una vez llamaron amigo. Mientras tanto, en algún lugar, Necross seguía avanzando con Daniela a su lado, sus intenciones aún envueltas en un velo de misterio, pero claramente peligrosas.
Ushibaa y los héroes se prepararon meticulosamente antes de adentrarse en la ciudad donde Necross había prometido estar. Acordonaron el área, asegurándose de que no quedara ninguna persona inocente atrapada en el inminente conflicto. Con cada calle despejada, la tensión en el aire aumentaba. Los héroes sabían que se estaban preparando para una batalla que podría definir el destino de muchos.
Desde la distancia, Ushibaa observó con atención. Varios demonios comenzaron a aparecer en los techos de los edificios circundantes, sus ojos brillando con una malicia que solo intensificaba la gravedad de la situación. Mientras se mantenía firme, uno de los managers de la academia se acercó apresuradamente a Ushibaa, la preocupación evidente en su rostro.
-Ushibaa -dijo el manager con voz baja pero urgente-, tal vez Necross no esté aquí. Es posible que haya regresado a la academia.
Las palabras del manager hicieron que el corazón de Ushibaa se detuviera un instante. Inmediatamente apretó los puños, sintiendo la frustración y la desesperación burbujear en su interior. Si Necross estaba de vuelta en la Academia Cross, entonces Daniela y el resto de los estudiantes estaban en peligro inminente.
-Creo que ya sé dónde están -murmuró Ushibaa, tomando una decisión al instante.
Sin perder un segundo más, agarró a dos héroes que estaban cerca, sus rostros mostrando una mezcla de determinación y sorpresa. Ushibaa concentró su energía, y un círculo de luz comenzó a formarse bajo sus pies, brillando con una intensidad que crecía rápidamente.
-Protéjanla. Es vital que no le roben su poder -ordenó Ushibaa con un tono firme-. ¿Entendido?
Los dos héroes asintieron con seriedad, comprendiendo la gravedad de la misión. En un parpadeo, el círculo de luz se expandió, y los héroes fueron teletransportados a la entrada de la academia, dejando a Ushibaa y al resto de los héroes listos para enfrentar la amenaza que tenían ante ellos.
De vuelta en la ciudad, uno de los demonios avanzó hacia Ushibaa, su silueta oscura destacando contra el cielo gris. La criatura parecía ansiosa por la batalla, con garras afiladas y ojos llenos de odio. Ushibaa mantuvo su calma habitual, aunque en su interior ardía la preocupación por lo que podría estar sucediendo en la academia.
-Espero que no me hagas perder el tiempo -dijo Ushibaa con una voz llena de desafío, mirando al demonio que estaba a punto de atacarlo.
El demonio lanzó un rugido y se lanzó hacia Ushibaa, pero él ya estaba listo. Sabía que cada segundo contaba, y estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para detener a Necross, proteger a Daniela, y garantizar la seguridad de todos los que había jurado proteger.
Ushibaa, recordando las enseñanzas de Victor, adoptó una postura de combate sólida. Sabía que, para enfrentar a un enemigo tan formidable como un demonio, necesitaría más que fuerza bruta; necesitaría precisión y técnica. Sin perder tiempo, canalizó su energía y comenzó a aplicar las técnicas de boxeo que Victor le había enseñado, combinándolas con su conocimiento de los puntos de precisión del cuerpo.
El primer golpe de Ushibaa fue directo al rostro del demonio, un golpe rápido y contundente que resonó en el aire, haciendo que la criatura retrocediera, sorprendida por la velocidad y la fuerza. Pero Ushibaa no le dio tiempo para recuperarse. Con una velocidad impresionante, lanzó una serie de golpes rápidos, cada uno dirigido a puntos clave en el cuerpo del demonio.
Cada impacto era calculado, apuntando a puntos vitales que debilitaban al demonio. Los golpes no solo causaban dolor, sino que también desorientaban a la criatura, haciendo que sus movimientos fueran más lentos y torpes. Ushibaa lo usó como un saco de boxeo, golpeándolo con una fuerza que parecía amplificarse con cada segundo.
Con cada puñetazo, Ushibaa recordaba las lecciones de Victor: la importancia de la precisión, de saber exactamente dónde golpear para causar el máximo daño con el mínimo esfuerzo. Usó esa sabiduría para mantener al demonio a la defensiva, sin darle oportunidad de contraatacar.
Finalmente, con un último golpe certero, Ushibaa derribó al demonio, dejándolo en el suelo, incapacitado y derrotado. Se tomó un momento para recuperar el aliento, sus ojos fijos en la criatura caída. Sabía que no podía relajarse, pues aún había mucho por hacer. Sin embargo, en ese momento, sintió una satisfacción silenciosa. Había utilizado todo lo que había aprendido de Victor para ganar esta pelea. Pero su mente no se desvió del objetivo principal: detener a Necross y proteger a Daniela.
Ushibaa, con los sentidos agudos y la adrenalina corriendo por sus venas, notó un movimiento rápido a su derecha. Sin perder un segundo, giró su cuerpo y, con una precisión letal, colocó su mano derecha en el rostro del demonio que se acercaba. En un instante, canalizó su energía en un poderoso ataque. Una explosión resonó, lanzando al demonio hacia atrás y desintegrándolo en el proceso.
Pero Ushibaa no se detuvo ahí. Con un simple movimiento de sus dedos, concentró su energía y la liberó en una serie de explosiones que arrasaron la mitad del área, eliminando a los demás demonios que se acercaban. El suelo tembló bajo sus pies mientras el humo y los escombros llenaban el aire.
Observando el caos que había desatado, Ushibaa respiró hondo, sintiendo la intensidad de la batalla en cada fibra de su ser. Sabía que no podía perder más tiempo. Cada segundo contaba, y Daniela seguía en peligro.
-Tengo que apresurarme -murmuró para sí mismo, antes de lanzarse hacia su próximo objetivo, decidido a detener a Necross y salvar a la joven a toda costa.
Mientras los dos héroes intentaban rodear y enfrentar a Necross, él se movía con astucia y determinación. Usando su habilidad con la magia, Necross creó explosiones que destruyeron parte del edificio, forzando a los héroes a seguirlo hasta la azotea.
En la azotea, Necross se encontraba de pie, con una sonrisa calculadora en el rostro. La destrucción que había causado y las dificultades que había puesto a los héroes demostraban que estaba en control de la situación.
-¿De verdad creen que pueden detenerme? -preguntó Necross, su voz resonando con confianza.
Los héroes, exhaustos pero decididos, se prepararon para el enfrentamiento final. La batalla en la azotea estaba por alcanzar su punto culminante, con el destino de Daniela y el futuro de la academia en juego.
Cuando Necross causó otra explosión, los dos héroes se esforzaron por proteger a Daniela, pero pronto fueron vencidos y cayeron desmayados. Daniela, aún en estado de shock, observó cómo su poder latente despertaba. Necross, con una sonrisa, se acercó a ella mientras decía:
-Vaya, héroes protegiendo a alguien sin poder... Me encanta ver cómo se sacrifican por los demás. Este es el tipo de lealtad que me da fuerzas para continuar con mi visión.
La sonrisa de Necross reflejaba una mezcla de triunfo y satisfacción. Con un grito de orgullo, con leves lágrimas en sus ojos y una sonrisa en su cara, exclamó:
-El mundo que tanto anhelo se abre ante mis ojos.
Daniela, con su poder latente desatado, se lanzó contra Necross con una fuerza impresionante, utilizando el poder del infinito. Sus ataques eran imponentes, abrumadores, y su habilidad parecía no tener límites. Cada golpe y ráfaga de energía que Daniela enviaba estaba cargada de un potencial casi infinito, haciendo que el suelo temblara y el aire vibrara.
Necross, a pesar de su astucia y experiencia, se sorprendió al enfrentar semejante poder. No cedía, pero no podía evitar asombrarse por la magnitud del poder que Daniela estaba demostrando. La habilidad de ella era algo que ni siquiera él había anticipado, y esto lo hizo reevaluar su estrategia.
Mientras Daniela seguía atacando, Necross se esforzaba por mantenerse en pie, defendiendo sus posiciones con magia y técnicas de combate que había perfeccionado a lo largo de su carrera. Aunque estaba impresionado, su determinación seguía intacta. La batalla entre ambos se volvía cada vez más intensa, con cada uno empujando sus habilidades al límite.
Daniela, con determinación y furia, gritó: "Esto es por esos dos héroes que atacaste," y, con un movimiento rápido y certero, lanzó un golpe directo al rostro de Necross. El impacto fue tan fuerte que le causó un daño notable, hiriéndole un ojo y haciendo que retrocediera momentáneamente.
Necross, aunque atónito por la intensidad y la precisión del golpe, no pudo evitar sentir admiración por la habilidad y el coraje de Daniela. La fuerza con la que ella estaba luchando le mostró que, a pesar de la desesperación, había un potencial formidable en ella. La batalla continuaba con un nuevo nivel de intensidad, mientras Daniela se mantenía firme en su lucha, motivada por su deseo de venganza y justicia.
Daniela, aún respirando con dificultad, creó una técnica de energía al concentrar una pequeña estrella de neutrones. Aunque redujo su tamaño y la potencia de la explosión, el resplandor de la técnica brillaba intensamente, demostrando su habilidad y control.
Necross, al levantarse, comenzó a cargar un ataque de energía que combinaba resucitación de muertos con poder demoníaco. La energía oscura y sobrenatural emanaba de sus manos, creando un aura intimidante que contrastaba con el destello brillante de la técnica de Daniela.
Ambos se miraron fijamente, reconociendo la determinación y la amenaza que representaba el otro. El enfrentamiento estaba en su punto culminante, con cada uno dispuesto a usar todo su poder para superar al otro.
Daniela lanzó su ataque primero, enviando la estrella de neutrones reducida hacia Necross con una fuerza devastadora. La energía radiante de la técnica de Daniela chocó contra el ataque combinado de resucitación de muertos y poder demoníaco de Necross. La energía de Daniela, pura y concentrada, logró desintegrar la técnica de Necross antes de alcanzar su objetivo.
La explosión resultante fue colosal, destruyendo la mitad de la academia en el proceso. El poder desatado arrasó con todo a su paso, dejando una devastadora marca en el lugar. El ataque de Daniela, a pesar de haber sido lanzado en defensa, se convirtió en el golpe de gracia para la batalla, demostrando su formidable habilidad y la magnitud del conflicto.
Daniela quedó desmayada después del intenso enfrentamiento. Necross, con la mitad de su torso destruido y con el cuerpo debilitado, se levantó lentamente, tambaleándose antes de caminar unos 30 metros. Se sentó en un pedazo de ladrillo, su respiración entrecortada pero una sonrisa de admiración en su rostro.
-Tardaste mucho, Ushibaa -dijo Necross con voz cansada, pero llena de una mezcla de orgullo y desafío-. Ya es muy tarde.
Ushibaa se acercó a Necross, sus ojos llenos de determinación mientras observaba la devastación alrededor. Se acercó lentamente, sin dejar de mirar a su viejo amigo, ahora en un estado crítico.
-Necross -comenzó Ushibaa con una voz grave-. ¿Por qué has hecho esto? ¿Por qué has elegido este camino?
Necross, con la mirada fija en Ushibaa, respiraba con dificultad. La sonrisa en su rostro se había desvanecido, reemplazada por una expresión de tristeza y resignación.
-Ushibaa -dijo Necross-. He visto demasiado dolor y sufrimiento en este mundo. Creí que eliminando a los seres con poderes, podría crear un mundo más justo, un lugar donde las personas normales pudieran vivir sin temor. Pero ahora veo que mi camino ha llevado solo a más destrucción.
Ushibaa, con el rostro endurecido por la preocupación, preguntó:
-¿Y qué pasa con la gente que ha sido herida por tus acciones? ¿Qué pasa con los héroes que has matado?
-Era necesario -respondió Necross con un suspiro-. Era el único camino que creía correcto. Pero ahora, al final, me doy cuenta de que he fallado. He perdido mi camino y he causado más daño del que imaginé.
Ushibaa se arrodilló frente a él, su voz llena de pena y tristeza.
-No tenías que hacerlo así. Hay otras maneras de enfrentar la injusticia y el dolor. No tenías que convertirte en un villano para cambiar el mundo.
Necross bajó la cabeza, sintiendo el peso de sus propias decisiones.
-Quizás tenías razón, Ushibaa. Tal vez debería haber buscado una solución diferente. Pero el daño ya está hecho, y no puedo deshacer lo que he hecho.
Ushibaa miró a Necross, su expresión de dolor y determinación.
-No puedo salvarte, pero quiero que sepas que siempre consideré a nuestros compañeros y a ti como parte de una familia. Aunque hayas cometido errores, aún creo en el potencial de las personas para redimirse.
Necross, con dificultad, miró a Ushibaa con una expresión de arrepentimiento y gratitud.
-Gracias, Ushibaa. Lamento el dolor que he causado y desearía poder retroceder el tiempo. Haz lo que puedas para reparar el daño que he hecho.
Ushibaa asintió, con lágrimas en los ojos, mientras Necross comenzó a perder la conciencia.
-Lo haré, Necross.
Necross miró a Ushibaa una última vez, sus ojos cansados reflejando tanto arrepentimiento como un atisbo de paz.
-Ushibaa -dijo con voz débil-. Solo deseaba lo mejor para todos. Quería un mundo donde los poderes no causaran daño, donde la gente pudiera vivir sin temor. Creí que si eliminaba a aquellos con habilidades, todo sería mejor. Pero al final, me doy cuenta de que he cambiado tanto que ya no soy el mismo de antes.
Ushibaa, con una mezcla de tristeza y comprensión, lo escuchaba atentamente.
-Lo que intentaste hacer, aunque mal dirigido, vino de un lugar de preocupación. Pero el camino que elegiste ha causado más dolor. A veces, el deseo de cambiar el mundo puede llevar a uno por caminos oscuros, y es difícil encontrar el regreso.
Necross sonrió débilmente, su rostro pálido y debilitado.
-Quizás tenía una visión equivocada de lo que realmente significaba el cambio. Ahora, todo lo que puedo hacer es aceptar el final y desear que, en algún lugar, se pueda aprender algo de todo esto.
Ushibaa se inclinó, con una expresión de pesar, mientras Necross continuaba.
-Lo siento por todo el dolor que he causado, Ushibaa. Lamento que las cosas hayan llegado a este punto. Solo espero que puedas encontrar una manera de hacer que el mundo sea un lugar mejor, sin cometer los errores que yo cometí.
Ushibaa asintió solemnemente, sintiendo el peso de las últimas palabras de su amigo.
-Lo haré, Necross. Trataré de hacer que el mundo sea un lugar donde todos puedan encontrar un equilibrio, sin recurrir a la violencia ni al sufrimiento.
Con esas últimas palabras, Necross cerró los ojos, su cuerpo finalmente sucumbió a la gravedad de sus heridas. Ushibaa, con una mezcla de tristeza y resolución, se quedó junto a él, contemplando el final de un capítulo doloroso y la carga que ahora debía llevar hacia el futuro.
Ushibaa dejó el cuerpo de Necross reposando entre los escombros, su rostro cargado de tristeza y resignación. Luego se dirigió rápidamente hacia la academia, donde los dos héroes sobrevivientes y Daniela yacían heridos.
La escena en la academia era desoladora: los escombros esparcidos por todas partes, y el daño causado por la explosión era evidente. Ushibaa, utilizando sus habilidades para sortear los escombros y el caos, encontró a los dos héroes que habían quedado gravemente heridos pero vivos, y a Daniela, que yacía inconsciente.
Se arrodilló junto a ellos, revisando rápidamente sus estados. Los héroes, aunque conscientes, estaban exhaustos y apenas podían moverse, mientras que Daniela, a pesar de su heroísmo, había colapsado por el agotamiento y el daño sufrido durante la batalla.
-Mantengan la calma -les dijo Ushibaa con voz firme pero llena de preocupación-. Voy a llevarlos a un lugar seguro y procuraré que reciban atención médica.
Ushibaa utilizó su capacidad para conjurar un portal y, con gran esfuerzo, transportó a los héroes y a Daniela a un centro médico cercano donde podrían recibir el tratamiento necesario. El lugar estaba bien equipado para manejar emergencias, y Ushibaa se aseguró de que todo el mundo recibiera la atención adecuada antes de retirarse a un rincón tranquilo para reflexionar sobre lo ocurrido.
El peso de los eventos recientes lo abrumaba, pero sabía que su tarea ahora era asegurar que los sobrevivientes se recuperaran y que el legado de Necross, por doloroso que hubiera sido, sirviera de lección para el futuro. Mientras contemplaba el futuro incierto, Ushibaa se comprometió a trabajar para construir un mundo donde el equilibrio y la comprensión prevalecieran sobre el conflicto y la desesperación.
El cuerpo de Necross, aún cubierto de escombros, comenzó a moverse lentamente. Un oscuro brillo emanó de él cuando un demonio, el último de su especie, realizó un trasplante de memoria en el cuerpo del fallecido. El proceso de transferencia de conciencia fue preciso y meticuloso; el demonio se asentó en el cuerpo de Necross, utilizando sus habilidades para restaurar y regenerar las partes dañadas.
Una vez completada la regeneración, el nuevo ser en el cuerpo de Necross se incorporó lentamente, observando su nuevo cuerpo con una sonrisa de satisfacción.
-Creo que esto servirá para más tarde -murmuró, mientras se estiraba y se acomodaba en su nuevo recipiente. La sonrisa en su rostro indicaba que tenía planes y propósitos que aún no se habían revelado.
El demonio, ahora en el cuerpo de Necross, estaba listo para continuar con su misión, y con una nueva perspectiva y una nueva fuerza, se preparaba para abordar el futuro con renovada determinación. Su presencia no solo significaba la resurrección de Necross, sino también el regreso de una amenaza aún mayor.
El demonio, ahora con el cuerpo de Necross, se alejó del lugar de la batalla y se dirigió hacia un rincón apartado de la academia. Con un movimiento elegante de sus manos, abrió un portal oscuro que ondulaba con energía mística y demoníaca. La abertura se expandió lentamente, revelando un universo alternativo más allá.
Con una última mirada a su entorno y una sonrisa enigmática, el demonio cruzó el umbral del portal, desapareciendo en el vórtice. La energía del portal se disipó, dejando tras de sí el lugar de la batalla vacío y desolado. El nuevo objetivo del demonio, ahora en el cuerpo de Necross, era un misterio que solo el tiempo revelaría.
Fin.