Después de un año completo de intensas aventuras, Victor y sus compañeros héroes disfrutaban de un primer mes de paz y normalidad. Todos habían encontrado una rutina estable, con Victor, Luci y María viviendo una vida relativamente tranquila. La mayoría de los héroes habían formado sus propias familias y se encontraban inmersos en su vida cotidiana, frecuentándose menos entre sí.
Victor y Luci estaban al lado de María, quien había sufrido la pérdida de su bebé durante el embarazo. A pesar de que el bebé era también de Victor, él y Luci se esforzaban por brindar todo su apoyo a María. Victor intentaba alentarla y ofrecerle consuelo, aunque sentía una profunda culpa por lo sucedido. La pérdida del bebé pesaba sobre él, y estaba decidido a hacer todo lo posible para que María se sintiera mejor, tratando de restaurar la esperanza y la tranquilidad en su vida.
Durante este tiempo de paz, Victor, Luci y María decidieron buscar apoyo emocional para lidiar con la pérdida del bebé y el estrés que ello había causado. Juntos, asistían a sesiones con un psicólogo para trabajar en su bienestar mental y emocional. Mientras ellos estaban en las sesiones, José se quedaba en casa con la niñera, quien lo cuidaba con cariño y le brindaba compañía. Esto permitía a Victor y a las demás asegurar que José estuviera bien atendido mientras se enfocaban en su propia recuperación y fortalecimiento como familia.
Mientras María compartía sus sentimientos y preocupaciones con la psicóloga, Victor se sumergió en sus propios pensamientos. Se encontraba sentado en la sala de espera, inmóvil, reflexionando sobre el pasado y el presente. La culpa por la pérdida del bebé lo pesaba, y se cuestionaba si había hecho lo suficiente para apoyar a María. Su mente estaba llena de recuerdos dolorosos, las batallas que había enfrentado y las decisiones difíciles que había tomado. En ese momento, Victor buscaba la manera de reconciliar sus sentimientos de culpa y encontrar una forma de seguir adelante, mientras también trataba de mantener el equilibrio en su familia y en su vida cotidiana.
Victor había enfrentado una profunda angustia por haber muerto al menos dos veces. La primera ocasión fue cuando se vio forzado a matar a un amigo, una experiencia que lo marcó profundamente. La segunda vez, fue cuando realmente murió a manos de Demigra, una muerte que lo llevó a una serie de eventos traumáticos y difíciles de superar.
Estas experiencias de muerte y pérdida dejaron cicatrices emocionales en Victor, y sentía que esas vivencias eran una carga constante en su vida. Aunque intentaba seguir adelante y mantener una vida normal con Luci, María y José, el peso de sus pasadas tragedias a menudo lo sumía en la reflexión y la culpa. Estos sentimientos de dolor y arrepentimiento influían en su manera de enfrentar la vida y sus esfuerzos por brindar estabilidad a su familia.
Victor, durante sus sesiones con la psicóloga, se esforzaba por mostrar una fachada de normalidad y fortaleza. Aunque dentro de él se debatía con emociones profundas y traumas no resueltos, en el entorno de la consulta mantenía una apariencia de estabilidad y control. Ocultaba sus verdaderos sentimientos y el peso de sus experiencias pasadas para no preocupar a los demás ni parecer vulnerable.
Este esfuerzo por ocultar su dolor reflejaba su deseo de proteger a su familia y mantener la apariencia de que todo estaba en orden, a pesar de que, en realidad, llevaba consigo un pesado lastre emocional que no estaba dispuesto a compartir completamente.
Después de todos esos acontecimientos, Victor decidió que necesitaba un tiempo a solas para reflexionar y recuperarse. Se tomó unas vacaciones solo, alejándose de todo y todos para encontrar un poco de paz y claridad. Durante este tiempo, buscaba reconectar con su propio ser, procesar sus sentimientos y encontrar un camino hacia la sanación.
Victor se aventuró a un lugar tranquilo, rodeado de naturaleza, donde pudiera disfrutar de la serenidad y la calma que tanto necesitaba. Allí, mientras caminaba por senderos apartados y contemplaba la belleza del entorno, esperaba encontrar respuestas y el equilibrio interno que tanto anhelaba.
Victor se encontraba en una isla paradisiaca, alojado en un lujoso hotel rodeado de playas de arena blanca y aguas cristalinas. El sonido suave de las olas y la brisa cálida del mar lo envolvían mientras caminaba descalzo por la playa, disfrutando del sol y la tranquilidad del lugar.
Cada día, se dedicaba a actividades que le ayudaban a relajarse y desconectar: meditaba al amanecer, leía libros junto a la piscina, y exploraba los senderos naturales de la isla. Las noches las pasaba contemplando las estrellas, sintiendo una paz interior que no había experimentado en mucho tiempo.
Durante su estancia, Victor reflexionaba sobre su vida, sus decisiones y las experiencias que lo habían llevado hasta ese punto. Poco a poco, empezaba a encontrar la claridad y el equilibrio que buscaba, sintiéndose más en paz consigo mismo y con el mundo que lo rodeaba.
Victor se sentó en la arena, dejando que los granos finos se deslizaran entre sus dedos mientras miraba el vasto océano frente a él. El horizonte parecía infinito, y el vaivén constante de las olas le ofrecía una sensación de calma.
El cielo empezaba a teñirse de colores cálidos mientras el sol descendía lentamente, pintando el mar con tonos dorados y naranjas. Victor respiró profundamente, dejando que la brisa marina despejara su mente. En ese momento, se sintió verdaderamente conectado con la naturaleza y con una parte de sí mismo que había estado buscando durante mucho tiempo.
Sentado allí, en la serenidad de la playa, Victor se permitió simplemente ser, sin preocupaciones ni responsabilidades, disfrutando del presente y de la paz que tanto anhelaba.
Después de unos días estando en la playa disfrutando su paz y tranquilidad.
En la oscuridad de su subconsciente, las palabras de Victor resonaron como un eco que no podía ser ignorado: "Yo soy mejor que tú." La declaración cortó el silencio, penetrando el espacio negro donde Evil Victor permanecía.
Evil Victor apareció, su figura envuelta en sombras, con una sonrisa torcida en su rostro. "¿De verdad crees eso, Victor? ¿Crees que puedes deshacerte de mí tan fácilmente?" preguntó, su voz llena de desprecio y burla.
Victor se mantuvo firme, su mirada llena de determinación. "No se trata de deshacerme de ti," respondió. "Se trata de aceptar que eres parte de mí, pero no dejar que me controles. Soy mejor porque he aprendido de nuestros errores, he crecido y seguiré haciéndolo."
Evil Victor gruñó, su figura oscureciéndose aún más. "No has visto lo último de mí," amenazó. Pero Victor, con una calma recién encontrada, simplemente asintió.
"Puede que no," dijo Victor. "Pero sé que mientras siga luchando, siempre tendré la ventaja." Con esas palabras, la oscuridad se disipó, y Victor sintió una paz renovada, más fuerte y seguro de sí mismo que nunca.
Victor salió de su subconsciente, su mente finalmente en calma. Observó su cama en la habitación del hotel, sintiendo el peso del cansancio por toda la situación que había estado enfrentando. Lentamente se recostó, permitiendo que la suave textura de las sábanas lo envolviera.
Mientras cerraba los ojos, dejó que el sonido relajante de las olas rompiendo en la playa cercana lo arrullara. A pesar de todo lo que había pasado, en ese momento, se permitió sentir una paz momentánea, preparándose para un merecido descanso.
Fin.