Durante unos días, Victor disfrutó de su tiempo en la isla. Un día, con su camisa negra, pantalón blanco y zapatos negros, decidió explorar un sendero. Mientras caminaba, notó algo en el cielo que descendía a gran velocidad. El objeto impactó en el mar con un estruendo, levantando una enorme columna de agua.
Intrigado y alerta, Victor se acercó a la orilla para observar mejor. El mar estaba agitado por el impacto, y una sensación de inquietud comenzó a apoderarse de él. ¿Qué podía haber caído del cielo?
Victor, aún alerta, observó cómo un chico de cabello blanco y ojos verdes emergía del agua. Vestía una camisa de estilo japonés y sostenía una katana en su mano. Sin previo aviso, el chico se teletransportó y apareció justo al lado de Victor, mirándolo con una mezcla de desafío y determinación.
"¿Quién eres y qué quieres?" preguntó Victor, manteniendo la calma mientras evaluaba la situación.
El chico lo miró con intensidad. "Soy Daiki Talloran, hijo de un científico que asesinaste. He venido para vengar su muerte."

Daiki, sin previo aviso, lanzó un golpe preciso con su katana, abriendo una herida en el pecho de Victor. Aprovechando el momento, giró y lanzó una patada directa al rostro de Victor, enviándolo volando hacia el mar.
Victor, aturdido por la rápida sucesión de ataques, se estrelló contra el agua, sintiendo el dolor y la furia mezclarse dentro de él. Mientras caía, escuchaba la voz de Evil Victor riéndose en su mente.
"¿Es esto lo mejor que tienes, Victor?" resonó la voz. "¿No te dije que te matarían si no aceptabas tu verdadero poder?"
Victor, luchando por mantenerse a flote, se concentró y comenzó a canalizar su energía, preparándose para enfrentarse a Daiki con todo lo que tenía.
Victor, todavía aturdido por el primer ataque, apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando Daiki apareció detrás de él. Con un golpe poderoso, Daiki lanzó una patada que resonó en todo el lugar, impactando con fuerza en la mejilla de Victor. El golpe lo envió volando hacia unas rocas grandes, que se hicieron añicos bajo la fuerza del impacto, antes de caer nuevamente al mar.
Victor sintió el dolor atravesar su cuerpo mientras el agua fría lo envolvía. A pesar del dolor, su determinación se encendió aún más. Emergiendo del agua, sus ojos brillaban con una intensidad renovada.
"Esto no ha terminado", murmuró para sí mismo, mientras se preparaba para enfrentar a Daiki con toda su fuerza.
Victor apenas había emergido del agua cuando sintió un dolor agudo en la espalda. Daiki Talloran, con una velocidad que desafiaba toda lógica, había logrado darle otro corte con su katana. La rapidez de Daiki era más allá de lo imaginable, moviéndose a una velocidad que no solo rivalizaba con la luz, sino que parecía imposible de rastrear.
Victor, consciente de la gravedad de su situación, sabía que debía adaptarse rápidamente a la velocidad y la habilidad de Daiki. Tomando una bocanada de aire, sintió el ardor del corte en su espalda, pero su determinación solo se fortaleció. Este oponente era diferente a cualquier otro que había enfrentado antes.
Concentrándose, Victor intentó anticipar el siguiente movimiento de Daiki, dispuesto a usar todo su poder y habilidad para contrarrestar este formidable enemigo.
Victor cargó rápidamente hacia Daiki, lanzando un puñetazo con todas sus fuerzas. Sin embargo, Daiki esquivó el ataque con una facilidad asombrosa y contraatacó, dando un corte limpio en la mejilla derecha de Victor. El dolor era intenso, pero Victor no se dejó intimidar. Aprovechó el momento para lanzar un ataque de energía que finalmente logró impactar a Daiki Talloran, haciendo que retrocediera.
Victor respiró con dificultad, sabiendo que había logrado un pequeño avance, pero consciente de que la verdadera batalla apenas comenzaba.
Victor se movió con velocidad lumínica, pero Daiki Talloran reaccionó con una destreza igual de impresionante. En el momento en que Victor se detuvo, Daiki ya estaba detrás de él. Antes de que Victor pudiera siquiera procesar lo que estaba ocurriendo, sintió el puño de Daiki estrellándose contra su mejilla.
El golpe fue devastador, enviando a Victor tambaleándose. La velocidad y la precisión de Daiki dejaban claro que Victor no era un rival a su altura. Cada movimiento de Daiki parecía calculado, cada golpe destinado a subrayar la diferencia abismal entre sus habilidades.
Victor, aún tambaleándose por el impacto, miró a Daiki con determinación. Las palabras de Daiki resonaron en su mente, incrementando su furia y su deseo de redimirse.
Daiki, con una voz fría y calculada, dijo: "Pareces dañado, chico. Tal vez mi padre murió por error, pero no me confío en nadie. Yo no soy mi padre."
Victor apretó los puños, su energía comenzando a arremolinarse a su alrededor mientras trataba de encontrar una forma de igualar la velocidad y la fuerza de Daiki. No podía permitirse ser derrotado tan fácilmente, no después de todo lo que había pasado.
El combate sigue tan rápido como nunca se había visto un combate sin igual pero en esos momentos Victor cayó de rodillas, jadeando. "¿Cómo es posible?", pensó, sintiendo la desesperación crecer dentro de él. "Mis heridas... no se curan."
Daiki sonrió con frialdad. "Mis cortes no son simples heridas, Victor. Están imbuidos con una energía que anula cualquier forma de regeneración."
Victor se levantó lentamente, sus ojos brillando con determinación. "Entonces tendré que derrotarte sin depender de mi regeneración," murmuró, concentrando su energía en un ataque devastador.
Con un grito de guerra, Victor se teletransportó detrás de Daiki, lanzando una ráfaga de energía pura. Daiki apenas tuvo tiempo de girar y bloquear el ataque con su katana, el choque de energías resonando en el aire.
Justo cuando parecía que Victor tenía la ventaja, Daiki reveló una segunda katana, su hoja brillando con una energía oscura. "Esto apenas comienza," dijo, avanzando hacia Victor con una sonrisa siniestra.
Daiki Talloran, con una katana en cada mano, observó a Victor y dijo con una voz fría: "Bien."
Con un movimiento fluido, combinó ambas katanas en una sola arma más poderosa. En un parpadeo, apareció frente a Victor. El movimiento fue tan rápido que Victor apenas pudo verlo. Con un esfuerzo sobrehumano, logró esquivar el ataque, pero el corte fue tan veloz y preciso que atravesó la luna y varios universos, causando una explosión de proporciones inimaginables.
La explosión resonó en la Gran Laniakea, una estructura cósmica de tamaño inimaginable, comparable al número de Graham, G⁶⁴. La onda expansiva se extendió, cubriendo omniversos enteros. La luz de la explosión escapó, visible incluso fuera del omniverso observable.
Victor, aún recuperándose del impacto, sintió la inmensidad del poder de Daiki. "Esto es... imposible," murmuró, sus ojos reflejando la devastación a su alrededor.
Daiki, con una sonrisa siniestra, avanzó lentamente hacia Victor. "Esto es solo el comienzo," dijo, su voz resonando con una confianza aterradora. "Prepárate para enfrentar el verdadero poder."
Victor, con el cuerpo herido y la mente en caos, sabía que debía encontrar una manera de superar esta nueva amenaza. Con cada paso que daba Daiki, la presión aumentaba, pero Victor no estaba dispuesto a rendirse. Con una determinación renovada, comenzó a concentrar toda su energía, preparándose para el próximo enfrentamiento.
La batalla entre Victor y Daiki estaba lejos de terminar, y el destino de múltiples universos pendía de un hilo.
Victor luchaba con todas sus fuerzas, utilizando su velocidad y habilidad para esquivar tantos cortes como podía. Sin embargo, Daiki Talloran, con su maestría en kendō y su velocidad sobrehumana, logró infligir varios cortes profundos en el cuerpo de Victor. Cada movimiento de Daiki era preciso y letal, dejando a Victor en una posición cada vez más precaria.
A pesar del dolor y las heridas, Victor se negaba a rendirse. Con cada golpe que esquivaba y cada herida que recibía, su determinación solo se hacía más fuerte. Necesitaba encontrar una apertura, una debilidad en la técnica impecable de Daiki.
"¡No voy a caer tan fácilmente!" gritó Victor, concentrando su energía y lanzando una poderosa onda de choque hacia Daiki, con la esperanza de ganar algo de espacio y tiempo para planear su próximo movimiento.
Daiki Talloran, con una velocidad asombrosa, no dio tiempo a Victor para reaccionar. En un movimiento fulminante, perforó el pecho de Victor, seguido de un corte largo que dejó su pecho abierto. Victor apenas tuvo tiempo de procesar el dolor antes de que Daiki lo lanzara al cielo con otro corte devastador.
Victor cayó al suelo con un estruendo, su cuerpo herido y su mente nublada por el dolor. Antes de que pudiera levantarse, Daiki se abalanzó sobre él, penetrando su cráneo con una precisión letal, dañando su cerebro.
Victor, con su cuerpo devastado y su vida apagándose, yacía inmóvil en el suelo. Sus ojos, antes llenos de determinación y fuerza, ahora se apagaban lentamente, reflejando la aceptación de su destino. Daiki Talloran, con una expresión impasible, observó su obra finalizada.
"Así termina," murmuró Daiki, observando el cuerpo de Victor.
Daiki Talloran, con una fría determinación, levantó el cuerpo inerte de Victor. Sin mirar atrás, abrió un portal con un movimiento de su katana y desapareció en un destello, llevándose a Victor con él.
El portal se cerró tras ellos y reapareció en un planeta distante conocido como K-33B. Este planeta, desolado y hostil, era un lugar olvidado por la mayoría de las civilizaciones. La superficie estaba cubierta de rocas afiladas y cráteres, bajo un cielo de un tono extraño, casi irreal.
Daiki colocó el cuerpo de Victor en el suelo y lo miró con una expresión de desdén y reflexión. "Aquí no serás recordado como un héroe," murmuró para sí mismo. "Aquí serás solo una sombra, un eco de lo que fuiste."
Daiki Talloran, después de dejar el cuerpo de Victor en el árido planeta K-33B, se acomodó en una roca cercana. Con un gesto hábil, abrió un portal que reveló una caja de comida especial, preparada con esmero por él mismo. Mientras se sentaba, Daiki comenzó a comer con calma, observando el cuerpo inerte de Victor a lo lejos.
Cada bocado era meticulosamente saboreado, y Daiki mantenía una expresión de concentración en su rostro. A través de la calma que transmitía su comida, su mente estaba inmersa en el significado de sus acciones. Aunque parecía disfrutar del momento, sus pensamientos eran profundos y llenos de reflexión sobre lo que había hecho y el camino que había tomado.
El desolado paisaje y el cadáver de Victor contrastaban con la tranquilidad que Daiki experimentaba al comer. El silencio del planeta solo se interrumpía por el suave sonido de su comida y el ocasional susurro del viento.
Fin.