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Chapter 59 - La rueda del destino comienza a girar

En algún lugar desconocido.

Un anciano pulcro de cabellera blanca caminaba con las manos en la espalda.

Sus túnicas eran tan blancas como su cabello y rozaban el suelo, impidiendo ver correctamente sus pies.

Sus rápidos movimientos no eran propios de alguien de su edad.

El abuelo se encontraba paseando por uno de los tantos caminos empedrados y ramificados del recinto.

En ese punto, mirara a donde mirara, podía observar lo mismo: miles de estanques artificiales entre los caminos; algunos más grandes que otros, pero todos eran circulares y contenían un líquido extraño, haciendo que parecieran miles de espejos.

Aquel lugar era tan extenso que no se podía ver el inicio ni el final.

El manto de estrellas y constelaciones brillantes en la cúpula celeste cubría aquel sitio. El reflejo de los astros reverberaba en los estanques y lograban que todo el lugar se ilumine con una luz mística.

El anciano tenía grabado en su arrugado rostro una sonrisa amigable.

Algunas veces se detenía y miraba durante unos segundos los estanques, antes de dar una sonrisa de satisfacción y pasar a verificar otros.

Se notaba que amaba lo que hacía.

Su rostro bien proporcionado y sonriente harían que cualquiera se lleve una buena impresión de él. Si no fuera por sus extraños ojos entonces pasaría como un abuelo agradable.

Mientras caminaba observando los estanques, de repente, todos ellos comenzaron a enturbiarse y producir olas, provocando el caos.

–¡Que está pasando! –miró de un lado a otro, intentando encontrar la fuente de la anormalidad.

En ese momento, por el rabillo de sus ojos, percibió una luz tenue y giró la cabeza con rapidez.

Sus pupilas se encogieron, sus manos dejaron su espalda y se apretaron en puños.

Sin perder el tiempo voló hacia el estanque mayor, el más grande, con cientos de metros de diámetro.

Más que un estanque, lucía como un pequeño lago. Se encontraba al centro del lugar, lo que demostraba su importancia. Cada segundo que pasaba hacía que su brillo incremente en varios pliegos. 

El anciano se arrodilló sin dudarlo y puso sus palmas sobre el líquido brillante, como intentando calmarlo.

Los ojos del anciano se asemejaban a un universo con millones de estrellas. Dentro de ellas, seis runas se encontraban separadas simétricamente, como si se tratase de un reloj con solo seis números.

Los ojos estrellados del abuelo emitieron el mismo brillo del estanque. Luego, levantando su cabeza hacia el manto de constelaciones, se quedó en trance, temblando, murmurando y soltando lágrimas cristalinas.

–Las ramas se entrelazaron y una variable nació –murmuró con excitación.

Las visiones del anciano comenzaron a fluir con mayor potencia. Sus ojos comenzaron a llorar sangre, al igual que su nariz. Sus prendas pulcras se mancharon con un carmesí intenso, mientras su cuerpo comenzó a convulsionar.

–¡Papá! ¡papá! ¡Qué te sucede! ¡Qué tienes!

Una hermosa joven de ojos estrellados llegó del vacío, se arrodilló junto a su padre y lo movió de un lado a otro, buscando ayudarlo.

Mordiéndose los labios, la chica cerró los ojos, provocando que todo el lugar comenzara a temblar. Justo cuando estuvo a punto de abrirlos, sintió una palma arrugada que se posó sobre su rostro, sin permitir que abriera los ojos.

–Niña tonta, ¿intentas suicidarte?

Con esas palabras el lugar quedó en tranquilidad nuevamente.

–¡Papá! –gritó la joven, y se lanzó a los brazos del anciano –¿Estás bien? ¿Qué te pasó?

El viejo abrazó a la joven con dulzura y le acarició su largo cabello azul oscuro.

–No te preocupes. Ya me encuentro bien. Hubo algunos problemas con el estanque principal.

La niña parpadeó un par de veces antes de abrir los ojos con impacto.

–¿¡El principal!? ¡Imposible! –soltó un grito – Los ancianos aseguraron que ahora solo tiene valor simbólico y no debería mostrar ningún signo.

–Hija, escúchame bien. Lo que pasó hoy no debe saberlo nadie, ni siquiera tus hermanos.

–Pero si pasó algo ellos pueden ayudarte.

–Shruiya –dijo el anciano, serio –. Nadie debe saberlo. Absolutamente nadie.

Notando el peso de esas palabras, la joven asintió.

–¿Viste algo? –preguntó ella.

–Mi querida hija –observó las estrellas en lo alto –Las cosas están a punto de cambiar para todos. Necesito prepararme.

Ella sintió algo ominoso en su pecho.

–Necesitas prepararte –continuó el anciano, algún tiempo después.

–¿yo? –preguntó con consternación.

El anciano giró hacia su hija.

La chica se perdió en el universo contenido en los ojos de su padre. Solo reaccionó cuando este bajó sus párpados y puso una expresión dubitativa.

–Shruiya. Si tuvieras que elegir entre vivir tu vida predestinada tal como lo hacías hasta ahora o romper el destino y tomar tus propias decisiones, aunque tengan un costo grave ¿cuál preferirías?

–Padre. El destino no se puede cambiar, tú mismo lo dijiste.

–Solo responde.

Ella parecía dudar.

–Di lo que realmente piensas. En este momento no estás delante de los ancianos.

–La verdad es que … elegiría lo segundo, incluso si no tuviera probabilidad que suceda –sus mejillas se sonrojaron por la vergüenza. Sentía que dijo algo malo.

El anciano sonrió dulcemente y posó su mano sobre la cabeza de su hija.

–Querida Shruiya, tenemos mucho que preparar.

Con esas palabras, ambos desaparecieron instantáneamente, dejando el recinto en silencio, tal como antes.

En un castillo apartado.

Una joven de cabello plateado y vestido azabache se encontraba tomando un líquido esmeralda de una copa de oro.

El contenido estuvo a punto de tocar sus labios cuando, de repente, se quedó quieta.

Sus delicadas y suaves manos perdieron fuerza, tirando la copa al reluciente piso y provocando un tintineo sonoro que hizo eco en el inmenso salón.

–¡Ah! –gritó.

Las sirvientas se acercaron con velocidad.

–¡Señora! ¿Qué pasó? ¿No se encuentra bien? –preguntó la más experimentada de todas.

–Lo sentí. Lo sentí.

La joven dama quedó tiritando con los ojos llorosos mientras murmuraba las mismas palabras.

–Maya ¡Lo sentí! –expresó la dama hacia la sirvienta. Sus ojos mostraban una fusión de miedo e incredulidad.

–Primero debe calmarse mi señora –mencionó, mientras la ayudaba a ponerse de pie –. El lord llegará en cualquier momento.

Como esperando esas palabras, la gigantesca puerta dorada de ese salón se abrió e ingresó un hombre guapo de cabello negro y traje pomposo.

–Esposa –avanzó a grandes zancadas, llegando en un par de pasos –. ¿Qué pasó? ¿te sientes bien? –sus manos revisaron su rostro, como buscando aquello que la aquejaba.

–Tal, ¡lo sentí! ¡Sentí a nuestro pequeño!

Los ojos multicolores de la bella joven miraron con expectativa a su esposo, tratando de compartirle sus sentimientos.

El hombre quedó pasmado, sin poder reaccionar por un momento, antes de levantar sus cejas al máximo y dejar caer su mandíbula.

–¿Hablas en serio? ¿Estás segura de que no te equivocas?

–¡Cómo puedo equivocarme con estas cosas! –reclamó.

–Ah, no. No intentaba menospreciar tus sentidos. Solo… es increíble –tartamudeó –. Dime, dónde lo sentiste, tenemos que enviar a todos a buscarlo. ¡No! Lo más importante es cómo es que llegaste a sentirlo solo en este momento.

–Yo … tampoco lo sé. Pero, al parecer está a punto de activarse.

–¿Activarse? ¡Imposible! ¡Solo nosotros podemos hacerlo! –su ceño se frunció aún más.

–¡Es lo que siento! –La joven se llevó las manos a la cara, presionando su rostro con frustración.

–Lo importante es que ahora tenemos una pista. ¿Sabes dónde se encuentra? –preguntó con expectativa.

–Lo lamento –los ojos de la joven se pusieron más llorosos –. Con este hilo de percepción me tomará al menos 10 años en encontrar el lugar exacto – sus lágrimas doradas cayeron por sus mejillas.

–No llores esposa. Lo encontraremos antes de ese tiempo –el hombre le limpió las lágrimas con delicadeza.

Las docenas de sirvientas que presenciaban todo el suceso se encontraban extasiadas. ¡Su joven maestro había aparecido!

El hombre, luego de calmar a su esposa, cambio totalmente su expresión.

–¡Atención a todas las unidades de combate! –habló. Su voz se expandió a cientos de kilómetros a la redonda – ¡Todos preséntense en este momento!

La tierra comenzó a temblar con fuerza como si se tratara de un terremoto. Los cielos se oscurecieron y sonidos atronadores se acercaron de todas partes.

En menos de cinco minutos, a las afueras del castillo, miles de hombres con armaduras blanquecinas se encontraban perfectamente ordenados, formando escuadrones y portando estandartes multicolores.

De lo más alto del castillo, el hombre de cabellera negra salió junto a su esposa.

Mirando a todos sus súbditos, mencionó –El día de hoy les tengo buenas noticias ¡Mi hijo vive! Regocíjense.

Los vítores sonaron como explosiones provenientes de todas las partes del reino.

–Levanten sus armas y cumplan mi orden ¡Encuentren a mi heredero! ¡A partir de hoy dejamos el exilio!