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Chapter 61 - Lufa encontrado

Debido a la precipitación de la tarde el cielo estaba totalmente claro, sin nubes, logrando que el manto de estrellas iluminara débilmente todo el bosque.

Lufa se acercó rápidamente a las raíces entrelazadas que anteriormente vio.

No fue tan complicado para él extraer el huevo plateado, tan solo tuvo que forzar algunas ramas.

Al tomarlo sintió una oleada de energía proveniente desde dentro. Fue un tipo de energía parecida al mana, pero a la vez distinta.

Con un tamaño de tres puños adultos y el escamoso al tacto, aquella cosa tenía runas grabadas que nunca antes había visto.

De lo único que Lufa estaba seguro fue de que, ya sea bestia, monstruo o animal, aún seguía vivo, esperando a nacer.

–¿Cayó del cielo? – se preguntó, girando la cabeza a las estrellas lejanas.

Recordando su anterior interacción con el krin que casi lo mata, Lufa supo que se encontraba en un lugar prohibido.

–¿Tal vez estoy en un nido de una bestia de mayor rango? –un escalofrío recorrió su espalda, pero rápidamente descartó esa idea –. No hay vestigios de más vida en este lugar –habló consigo mismo.

Luego de algunas deliberaciones rápidas metió al huevo dentro de su morral de cuero que colgaba en su cinturón, quedando totalmente abultado, y se dirigió colina arriba, dispuesto a volver al pueblo.

–Aun si fuese el nido de alguna bestia mítica no iría a buscar este huevo al pueblo ¿cierto? –comentó casualmente –. La protección del bosque no se lo permitiría…

Contrarias a sus expectativas, y sin que nadie se diera cuenta, en el instante en el que tomó al huevo de su cuna enraizada, aquella protección del bosque que duró miles de años perdió su matriz energética y dejó de funcionar.

El bosque de los Noctas, conocido como un lugar prohibido y sumamente peligroso, dejó de serlo sin que nadie se percatara.

La espesa bruma que alejaba las bestias y animales seguirá existiendo por un par de años más hasta perder completamente la energía sobrante y disiparse, convirtiendo aquel lugar en un bosque normal.

Lufa tampoco se dio cuenta del camino de sangre que apareció cuando él estuvo desmayado. El huevo absorbió su sangre creando ese rastro difícil de observar por la oscuridad.

Ahora, dentro de su bolsa de cuero, el huevo emitía leves pulsaciones que se fueron sincronizando con los latidos del corazón de Lufa, además de copiar su aura.

Con el cuerpo adolorido, Lufa avanzó lentamente con sus sentidos al máximo, esperando no encontrarse con el krin o bestias nocturnas.

Los huesos de su brazo izquierdo estaban rotos en varias partes, pero para Lufa fue el menor de sus predicamentos. En su cabeza el único pensamiento era qué decirle a Miena y los pobladores.

Era casi seguro que las chicas no pudieron esconder sus salidas y ahora se encontraba en problemas graves.

–Busquemos algunas bestias –suspiró.

Al menos debía tener una coartada para demostrar que no vino solo a jugar.

Los minutos pasaron y no encontró ninguna bestia. Tan solo vio algunos animales menores e insectos.

Lufa aún no sabía que aquel huevo estaba funcionando como repelente natural y ninguna bestia o monstruo se acercaría.

Pasó una hora y todavía no encontraba una bestia para cazar, lo cual lo exasperó.

Luego de unos minutos más vio entre los árboles un par de bestias tiradas, muertas.

Lufa sonrió de alivio. Había regresado al lugar de su primera pelea y ambos animales que mató todavía se encontraban allí, sucios y desangrados.

Sin perder el tiempo, entrelazó ambas bestias y las amarró con una cuerda delgada que siempre llevaba y comenzó a tirar de ellas por el suelo ahora convertido en lodo.

Normalmente las llevaría cargando, pero su cuerpo se encontraba en malas condiciones y tenía un brazo inútil, así que solo le quedó ponerse la cuerda al hombro y jalar con fuerza.

Del otro lado del bosque.

Los pobladores formaron un cerco humano gigantesco para ubicar rápidamente a Lufa.

Cada uno de ellos se separó veinte metros que era lo máximo permitido para no perderse entre la bruma al vigilarse entre ellos. Con treinta y dos pobladores lograron mantener un área explorada de al menos seiscientos cuarenta metros.

En el extremo izquierdo, un joven llamado Trenor, sobrino de Crinar, avanzaba con sumo cuidado. Cada vez que sonaba el chirrido de algún insecto se sorprendía y apretaba su hacha con fuerza.

–¡Maldita sea! –se quejaba en voz baja.

Él no tenía planes de unirse a la búsqueda, pero lamentablemente era sobrino de Crinar y, la razón más importante, quería darle una buena impresión a Miena, que era la joven más bella del pueblo.

Desde antes estuvo bastante prendido de ella, instándola muchas veces a salir a conversar o pasear a las afueras del pueblo, pero ella siempre lo negaba con una encantadora reverencia. Incluso la invitó a bailar en las fiestas comunales, pero ella declinó.

Ahora tenía una oportunidad gracias al molesto Lufa.

–Lo único bueno que tiene es su rostro –escupió al suelo.

Él se había percatado que el crecimiento de Lufa hizo que sus facciones corporales mejoren visiblemente. Incluso las mujeres de su edad estuvieron bastante interesadas en él.

El chico suspiró con desgana, pero se recompuso nuevamente al recordar a la bella Miena.

Al pensar en cómo ella le agradecería con su sonrisa característica y mejoraría su relación futura, Trenor curvó sus labios con deleite y fantaseó con su acercamiento y posible enamoramiento.

Sus pensamientos se detuvieron al igual que sus pasos al percibir un movimiento más adelante.

Sus puños se apretaron con ansiedad. Su mano derecha que tenía la antorcha por encima de su cabeza se movió hacia adelante, como queriendo verificar de qué animal se trataba.

Sus vellos corporales se erizaron al notar que se trataba de una sombra bastante grande. Su mano izquierda apretó su hacha y su boca se abrió para gritar por ayuda.

Aquella figura se acercó más, entrando al campo de luz proveniente de su antorcha. Entonces Trenor gritó por una razón diferente.

–¡T-Tío! ¡Tío! ¡Lo encontré! ¡Encontré a Lufa! –avanzó rápidamente a encontrarse con su boleto de su futuro soñado.

Trenor mostró sus dientes amarillentos por la felicidad, pero se detuvo en seco al acercarse a unos metros de Lufa y ver lo que llevaba arrastrando.

–¡B-b-bestia! –tartamudeó. Su rostro estaba totalmente rígido

 Con un silbido, Crinar reunió rápida y ordenadamente a los pobladores, congregándose donde estaba Lufa.

Crinar y Tudor se acercaron con enojo y alivio.

–Mocoso, sí que sabes causar problemas –mencionó Crinar –. Espera que regresemos al pue…

Al igual que su sobrino, Crinar verificó las bestias que Lufa tiraba y abrió los ojos con asombro.

No eran solo unas bestias de bajo nivel, al contrario, eran de alto nivel. Incluso con la ayuda de su grupo solo podrían escapar con muchas heridas y hasta muertos. ¡Ni hablar de tratar con dos bestias!

–¡Tú! –miró a Lufa como si no lo reconociera –¿Tú los mataste? –añadió con incredulidad.

Al no conseguir respuestas de Lufa, Crinar lo observó de arriba abajo con detenimiento. Solo en ese momento se percató del estado del chico. Toda su ropa estaba llena de suciedad y sangre, aparte de tener un brazo colgado. Por su experiencia pudo saber que lo tenía roto.

–¡Rafa! ¡Revísalo! –instó con un poco de vergüenza.

Por un momento su asombro no le permitió pensar con calma. No le había pasado en un buen tiempo. La última vez fue cuando trató con Porcus y el duque. Ahora que lo pensaba bien, Lufa también estuvo involucrado en ese entonces. Su ceño se frunció.

Rafa se acercó rápidamente a Lufa y revisó su cuerpo, mientras hacía que este se siente en el suelo.

–Tiene varios huesos rotos, tanto en su brazo como costillas –mencionó, luego de revisarlo –. Aparte de ello solo cansancio porque su cuerpo llegó al límite.

Los pobladores hicieron un círculo mientras admiraban a las bestias.

–Mira, es un lobo. –¡Es una bestia de sexto nivel! –¡Imposible! –Tiene muchos cortes de una daga. –Este gato plateado también luce fuerte. –¡Mira el tamaño de esas garras! –¡No lo toques! –¡Ay! ¡Me cortó!

Los adultos hablaron entre ellos.

–Esa es una cría de krin –Rafa tenía una mano en la frente, aturdido.

–¿Krin? –¿Qué es eso?

–¿Estás seguro de que es una cría de krin? –Crinar habló más serio de lo normal.

Todos se quedaron en silencio esperando la confirmación de Rafa.

–Pelaje plateado casi metálico, garras filosas y ojos dorados –enumeró Rafa mientras levantaba los párpados del felino –. Es seguro, se trata de un krin.

–¿Es fuerte? –preguntó un adulto.

Crinar respondió –Un krin adulto puede llegar a ser una bestia de cuarto nivel.

Jadeos de asombro se expandieron rápidamente, antes de clavar sus ojos en la figura débil de Lufa.

Crinar suspiró.

–Podemos hablar luego de regresar al pueblo, recuerden que estamos en el bosque rodeado de peligros.

Los pobladores asintieron.

–Tudor lleva a Lufa –mandó.

Sin esperar, algunos pobladores ayudaron a Lufa a subir a las espaldas de Tudor. El chico parecía un muñeco a punto de desmayarse, lo que les provocó un sentimiento de respeto. ¡Aquel joven había sobrevivido contra esas bestias!

Por otro lado, Lufa no se sentía cansado, solo adolorido. Todo fue un acto para que ellos no pregunten nada y lo logró. Ahora solo tenía que reunirse con Abigail y Clorinde para preguntarles cuánto dijeron.

"Va a ser una larga noche", pensó, mientras observaba de reojo a los pobladores que parecían absortos en las bestias muertas.