Un par de semanas después.
En aquel lugar escondido tras el riachuelo se encontraba el trío de siempre.
Abigail y Lufa yacían sentados en el tronco caído observando la exhibición de los hechizos de Clorinde.
Les costó un par de semanas convencer a los adultos para que puedan salir a "jugar" como antes.
–Es suficiente –dijo Lufa.
Con esa orden, Clorinde disipó los círculos brillantes de ambas manos.
Luego de observar el doble casteo de Abigail, Clorinde trabajó bastante para lograrlo. Ahora podía realizarlo en una velocidad decente.
–Buen trabajo, lo lograste pequeña Cloro –sonrió.
Lufa le dio la aceptación que ella necesitaba, lo que la llenó de satisfacción.
Abigail aplaudió, también contenta.
–Solo te queda mejorar la velocidad, pero eso lo lograrás con el tiempo.
–Sí –respondió con alegría.
Lufa se movió un poco, acercándose a Abigail y dejando espacio suficiente para que Clorinde se sentara. Él quedó entre el par de chicas.
El viento sopló, trayendo consigo muchas hojas caídas que danzaron a varios metros sobre el suelo.
–Ya falta poco para el festival de la cosecha –mencionó casualmente Lufa.
–Veo que adultos andan más ocupados que años anteriores –añadió Clorinde.
–Ah. Este es el año en el que volveremos a dar tributos al duque –recordó Abigail.
–¿Hay algo diferente?
–No mucho, solo que este festival verás una montaña de sacos repletos de trigo en la plazuela. Por cierto, olvidé avisarles que viajaré a Briefel luego del festival.
–¿¡Qué!? –Abigail gritó, levantándose de golpe –¿¡Te irás!?
–Sí, pero solo será una semana.
Clorinde, quien era más observadora que Abigail, vio un ligero temblor casi imperceptible en las pupilas de Lufa. Con ello supo que había soltado una mentira, pero no dijo nada.
–Si es solo una semana, entonces está bien.
Aunque Abigail no pudo distinguir las cosas como Clorinde, dentro suyo tenía un sentimiento de ansiedad nacido de su instinto, lo que la llevó a ser más consciente de Lufa.
Ambas chicas cruzaron miradas.
Lufa fue testigo de las muecas que hacía Abigail hacia Clorinde. Parecían tener un lenguaje no verbal que desconocía.
–¿Tienen algo que decir?
–Y-yo… –Abigail titubeó –. ¡Clorinde tiene algo que contar!
Lufa giró la cabeza.
Clorinde desvió la mirada, pero pudo sentir los ojos clavados de Abigail en la parte posterior de su cabeza.
Ella, recordando que Lufa se iría por más tiempo de lo esperado y Abigail ni siquiera lo sabía, suspiró con agotamiento. "Soy demasiado buena", pensó, mientras se preparaba para apoyar a su mejor amiga.
–La fiesta de este año será bastante animada.
–¿Es así? –respondió Lufa, sin comprender bien.
–El año pasado Miena tuvo muchos seguidores –continuó –. Este año serán más.
Lufa frunció el ceño.
–Ahora está ese tipo, ¿cómo se llamaba?, Trenor, sí.
–No hables de ese idiota –Lufa lucía exasperado.
–Jaja –rió Clorinde –. Pero ¿sabes quién más tiene muchos fanáticos?
Lufa ladeó la cabeza. Abigail frunció el ceño porque esa no era la conversación que acordaron llevar.
–Te lo diré. ¡Es Abi! –Clorinde parecía bastante divertida mientras apuntaba con ambas palmas hacia la otra chica.
–¿Eh? –soltaron ambos oyentes al unísono.
–Aunque no lo creas, hay muchos chicos que quieren bailar con Abi en el festival.
La mandíbula de Abigail cayó al máximo. Ella no tenía ni idea.
–¿Hablas en serio? –preguntó Lufa, divertido.
–Por supuesto. El primero en la lista es Puli.
Los labios de Lufa temblaron a punto de curvarse. Su previsión sobre los chicos rondando a una Abigail adolescente comenzaron a hacerse realidad. Giró su cabeza hacia Abigail, quien se encontraba estupefacta.
La expresión burlesca de Lufa, para ella, lucía como una mirada inquisidora.
–¡Yo no sé nada! ¡No tengo nada que ver con nadie! –sus manos se movieron de un lado a otro, negándolo con vehemencia.
Lufa sonrió irónicamente.
"Es tan fácil de leer como siempre", suspiró.
–Tranquila, es normal que le gustes a mucha gente ya que eres bastante bonita.
Aquellas palabras hicieron que Abigail se quedé totalmente pasmada, tiñendo hasta sus orejas de un carmesí vibrante. Sin poder soportarlo más, bajó su cabeza tratando de esconderse.
–Hablando de ello –cortó Clorinde –. Nunca antes hablaste sobre esos temas.
–No es que sean mi prioridad –respondió Lufa.
–¿No tienes interés? Al menos dime qué tipos de chica te gustan.
Abigail, quien estaba hundida en su vergüenza, agudizó sus oídos. Por fin Clorinde llegó al tema principal. Ella tuvo ganas de lanzarle un pulgar hacia arriba.
–Tipos de chica, eh. Supongo que me gustan las chicas bonitas.
No solo Abigail se encontraba ansiosa. Lufa quería también zanjar algunos temas antes de retirarse.
–¿Ah? No sabía que eras bastante superficial.
–A quién no le gusta la belleza –fue la respuesta de Lufa.
–¿¡No puedes ser más específico!? –vociferó Abigail con algo de molestia.
En algún momento la chica no pudo soportarlo más y soltó aquellas palabras levantando la mirada.
–No sabía que estabas tan interesada –respondió Lufa con los labios curvados hacia arriba –. ¿Acaso quieres ser ese tipo de chica?
Abigail se quedó de piedra, sin saber que responder –Y-y-yo… –llegó a vocalizar con dificultad.
–¿Estaba equivocado? Eres bastante bonita, así que eres mi tipo.
–¿¡En serio!? –Abigail estaba incrédula, con los ojos muy abiertos.
–Claro.
Clorinde, quien presenciaba todo en primera fila, estuvo a punto de gritar de emoción, pero se tapó la boca. Ella sentía que no podría comer más dulces este año.
–Entonces … –comentó Abigail con duda.
–Cuando seas un poco más grande, si quieres, podemos estar juntos –mencionó Lufa con seriedad.
Abigail quedó pasmada, al igual que Clorinde.
–Incluso podemos casarnos –añadió.
Los ojos de Abigail se humedecieron, mientras Clorinde pensaba dentro suyo "¿Esto es real? No parece real".
–Puedes ser una de mis esposas –finalizó Lufa.
La cabeza de Clorinde sufrió un mareo. "¿Qué acaba de decir este tipo?", pensó. Sus ojos se abrieron como platos y dejó caer su mandíbula, sufriendo casi un colapso mental.
Por otro lado, Abigail repetía las palabras de Lufa. Ella sentía que estaba a punto de volar por la felicidad.
"¡Podemos estar juntos!", apretó sus puños. "¡Podemos casarnos más adelante!", su corazón comenzó a latir como un tambor. "¡Puedo ser una de sus esposas!", continuó soñando. "¿Eh?"
–Puedo ser una de … –Abigail tardó en comprender aquellas palabras – ¿más esposas?
La cabeza de Abigail giró lentamente. Sus ojos desenfocados lucían aterradores.
–Creo que escuché mal –murmuró –. Escuché mal, ¿cierto?
Lufa no respondió. Su espalda comenzó a sudar frío.
Clorinde se levantó y huyó sin mirar atrás.
Una serie de círculos mágicos comenzaron a condensarse en diferentes lugares.
–Abi, espera.
–Eres un chico malo.
Lufa sintió lo mismo que al pelear contra Belkial.
Ese día hubo un temblor que sacudió todo el bosque de los Noctas. Los pobladores llegaron incluso a hacer sonar la alarma comunal.
Clorinde fue testigo de cómo Abigail salió corriendo con los ojos llorosos totalmente enojada a los quince minutos de iniciadas las explosiones.
Rápidamente se acercó al epicentro a verificar el estado de Lufa.
Lo encontró tirado, cubierto de suciedad, quemaduras, algunas partes con hielo y totalmente pálido.
–Hermano … Esta vez fuiste demasiado lejos.
–Al menos ayúdame a ponerme de pie. No siento muchas partes del cuerpo.
–Haaa –Clorinde soltó un suspiro cansado –Tus bromas fueron demasiado lejos.
Con dificultad, Lufa se sentó en el suelo con ayuda de Clorinde. Aquel tronco caído que los había acompañado tanto tiempo había desaparecido ahora, durante su castigo.
–Tenía que decirlo en este momento, pues sería más complicado para ella en el futuro –Lufa exhaló con dolor.
–¿Ah? Espera ¿¡Lo decías en serio!?
–Claro que sí. No podría bromear con estas cosas.
–Pero. Ah… ¿En serio? –los dedos de la chica surcaron su cabeza, casi jalándose los cabellos –. Eres… increíble.
–Bueno, ya sabes, dejaré el pueblo en una semana y no sé cuándo regresaré.
–Lo presentía… pero, igual me sorprende.
–Solo puedo confiar en ti para calmar a Abigail –Lufa mencionó con culpa –. Cuando me vaya hay varias cosas que debes tener en cuenta…
Ambos charlaron hasta el mediodía.