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Chapter 57 - La sangre de bestia no es fácil de conseguir

La luz del sol chocaba directamente con el verdor de los altos pinos, llenos de vida. En contraparte, los robles tenían otro color por el cambio de temporada. En unas semanas, sus hojas comenzarán a caer, dando inicio al periodo de cosecha.

Lufa corría entre la espesura del bosque como de costumbre. Sus pasos eran más rápidos que antes.

Gracias al mana, ahora podía acelerar y surcar decenas de kilómetros en cuestión de minutos y volver al pueblo antes del mediodía.

Debido a su práctica de recolectar y usar el mana al límite, en este momento, su cuerpo incrementó su capacidad en un veinte por ciento más que al principio, lo cual era un logro digno de ser mencionado.

Lamentablemente, tenía un par de problemas que no podía resolver.

El primer problema fue que su cuerpo quedaba totalmente negro al quedarse sin mana. ¿Por qué pasaba? Lufa no tenía idea.

Una de las mañanas en las que usó todo su mana hasta el límite, vertiendo todo en el uso de hechizos, sintió como si algo hubiera explotado dentro suyo. En ese instante percibió algo raro por el rabillo del ojo. Levantando su mano se dio cuenta que toda su piel era totalmente oscura como el carbón.

Lufa salió como una flecha hacia un charco de agua más cercano y se arrodilló. Allí, en su reflejo, percibió su cuerpo completamente negro, como si se hubiese chamuscado. Solo sus ojos, dientes y cabello eran de un color distinto.

Asustado, se lavó el rostro en el agua estancada, pero no logró cambiar su tono de piel.

La ansiedad de Lufa continuó por un buen tiempo hasta que la pigmentación de su piel comenzó a decaer con el paso de las horas. Poco a poco su piel regresó al tono trigueño de siempre.

El chico lanzó un gran suspiro de alivio. Pasase lo que pasase, Lufa estuvo decidido a no volver a quedarse sin mana. Por lo menos trataría de dejar un poco para no llegar al punto de quedar como un ciudadano del imperio Tánsico.

Su segundo problema fue Abigail.

Después de su transferencia inicial, la chica estuvo dispuesta a pasarle mana casi a diario. En sí, la transferencia no era el problema. El problema venía por su acercamiento intenso y los jadeos pesados que se asemejaban a esas nobles locas de sus memorias.

Lufa nunca había visto a nadie recargar mana tan rápido como Abigail, a quien solo le bastó medio día para recuperar todas sus reservas transferidas. Fue impresionante, en más de un sentido.

Lufa sabía que, si se usaba a sí mismo como recompensa, Abigail podría aprender hasta las cosas más complicadas. Aquel sentimiento agridulce lo llenó de renuencia.

Como última opción, dejó las transferencias de lado y se adentró al bosque. Su excusa fue que debía ganar experiencia con las bestias, lo cual era mentira. Pero, prefería tragarse los núcleos acuosos de las bestias con aquel sabor agrio, a tener que ser juguete de Abigail, al menos en este momento que era aún pequeña.

–Grrwwaaa.

El rugido proveniente de la derecha terminó con los pensamientos de Lufa.

Él, girando hacia el sonido, concentró el mana en sus piernas y, usándolo de la forma más eficiente posible, voló como una flecha en busca de su presa.

Lufa distinguió dos diferentes tipos de sonido al acercarse.

Antes de llegar, pegó un salto hacia los árboles y, usando la daga plateada para trepar, subió a sus ramas gruesas.

Encontrándose a varios metros por encima del suelo, sobre la madera, sus piernas infundidas en mana actuaron como resortes y avanzó de árbol en árbol como un simio.

Las bestias sintieron la llegada del tercero. Sus cabezas giraron al mismo tiempo hacia arriba.

Lufa vio hacia abajo a los animales quietos.

El primero era un lobo de ojos rojos. La bestia demoniaca de nivel medio era bastante grande y sus colmillos tenían sangre goteando. Su hocico estaba rasgado y su ojo izquierdo parecía inútil.

El otro era una cría de Krin. El felino plateado era una bestia de alto nivel, muy buscado por su sangre para pociones y dibujar hechizos de alto nivel. Tenía una marca de mordida en su lomo, posiblemente por el lobo.

Los ojos de Lufa brillaron por el material raro.

Como se trataba de una cría de krin no podía ser mayor a una bestia de sexto nivel. Estaba confirmado, pues el lobo era una bestia de sexto nivel y parecía estar ganando la lucha.

Hoy fue su día de suerte.

Los labios curvados del chico pusieron en alerta máxima a las bestias, que se acercaron entre sí, con cautela, dispuestos a actuar juntas por temor.

–Ups –mencionó Lufa.

Lufa calmó su sed de sangre, pues las bestias podrían correr al sentir la diferencia por su sensibilidad.

Los músculos de sus piernas se tensaron antes de patear la rama con fuerza.

El árbol osciló de un lado a otro por la potencia.

Menos de un segundo bastó para recorrer toda la distancia hacia las bestias listas para pelear.

Su primer objetivo fue el lobo.

Lufa había saltado hacia la parte izquierda de este, donde no tenía visión por su ojo destrozado.

La cabeza del lobo giró inconscientemente al máximo para poder percibir al chico, pero fue demasiado tarde.

Los pies de Lufa tocaron el suelo y dejó que su cuerpo baje hasta casi mantenerse en cuclillas para escapar de la visión del animal, luego, hizo un corte en diagonal con la daga.

Percibiendo su muerte, el lobo retrocedió de un salto.

La daga hizo un corte en el cuello del lobo, pero no fue fatal.

En ese instante el pequeño krin ya se encontraba con las garras abiertas frente a Lufa.

Aprovechando de que sus piernas se encontraban en cuclillas, Lufa usó mana para acelerar y potenciar sus músculos. Luego, se elevó de un salto, esquivando las garras entrantes del krin.

Lufa giró en el aire. Su pierna derecha fue usada como un látigo y su talón cayó sobre el lomo del krin que aún no había reaccionado.

Como la pierna de Lufa tenía mana quebró los huesos del krin, haciendo que este gruña de dolor.

El lobo corrió con las fauces abiertas.

Lufa curvó su cuerpo hacia atrás, haciendo que el lobo muerda la nada. Para ese momento, el puñal en la mano derecha de Lufa iba cayendo con fuerza hacia el cráneo del animal.

Sin tiempo de esquivar, la daga se enterró en el cráneo del lobo, acabando con su vida instantáneamente.

El pequeño krin lanzó gemidos de dolor que resonaron en el bosque.

Lufa deslizó suavemente su daga por el cuello del krin, cesando con su sufrimiento.

El tiempo total de la pelea con ambas bestias fue de cinco segundos.

Sin perder el tiempo, Lufa incrustó la daga en el cráneo del lobo y lo abrió con fuerza para luego meterse a la boca el líquido circular. Lo mismo con la cría de krin.

Con el núcleo viscoso del krin, Lufa sintió que una gran cantidad de mana se reponía, así que sonrió de satisfacción.

Lufa sacó un vial de vidrio que tenía guardado en su pequeña bolsa colgada en su cinturón. La sangre del krin llenó los únicos tres recipientes vacíos que tenía.

El chico miró los otros tres viales con contenido. No sabía si tirar las pociones de curación y usar esos recipientes para contener más sangre.

Mientras se encontraba en deliberación, sintió que sus pelos se erizaban y ses instintos gritaron de alarma.

Su posición actual no le permitió hacer movimientos de escape, así que solo le quedó girar y protegerse cruzando los brazos.

El mana brillante rodeó sus brazos y las garras de la bestia se incrustaron con maldad.

Lufa alcanzó a ver a un krin gigantesco cerrando sus garras.

La luz celeste se hizo añicos por la fuerza de agarre y sus garras rozaron los brazos de Lufa.

El chico cayó de espaldas a la tierra y usó sus piernas imbuidas en mana para patear a la bestia y alejarla.

El krin plateado dio vueltas en el aire y cayó de pie. Lufa usó ese tiempo para ponerse de pie y alejarse.

La bestia, avanzó lentamente y bajó la cabeza hacia el pequeño krin que yacía muerto en el suelo.

La cabeza del inmenso animal movió el cuerpo interne de su cría, pero esta última no se movió.

La espalda de Lufa sintió escalofríos.

El pelaje metálico del krin brillaba con la luz del sol. Por el contrario, sus ojos en ese momento no eran nada brillantes, solo tenían una expresión oscura, dispuestos a matar.

–Gwrrrr.

Aquel gruñido lleno de resentimiento estaba dirigido a Lufa.

Aquel krin era por lo menos una bestia de cuarto nivel. Lufa no tenía oportunidad de ganar. Lo único que podía hacer era correr.

Sin darle más vueltas al asunto, Lufa tensó su cuerpo y salió corriendo, poniendo todo el mana que podía en los músculos de sus piernas.

El krin salió con una aceleración impresionante. A diferencia de Lufa que iba pisando la tierra, las patas de la bestia se impulsaban con los troncos y prácticamente volaban por el bosque.

Solo pasaron algunos segundos antes de que el krin lo alcanzara e intentara clavar sus garras.

Lufa esquivó doblando su cuerpo al raz del suelo y continuó con su escape.

Lufa apretó los dientes con el cuerpo repleto de ansiedad.

No se encontraba de camino hacia el pueblo, pues el krin le cortó todas las rutas de escape, así que se adentró mucho más en el bosque, hacia una región inexplorada, con la fe de encontrarse con otra bestia que pueda quitar al gigantesco gato de su radar.