Rakku no se sintió intimidado por Elea; estaba seguro de su fuerza y confiaba en su superioridad.
—Lo siento mucho, hermanito, pero hay un cambio de planes. Es hora de acabar con esto. ¡Voy a salvarte! —No era solo la voz de Elea; todo en ella emanaba una seguridad y confianza claras.
—¡Yo no necesito ser salvado! —Exclamó Rakku con furia.
Elea se lanzó rápidamente, logrando golpear a Rakku en el estómago con una fuerza increíble, lanzándolo a una gran distancia y provocando que varios escombros de la ciudad cayeran sobre él.
Rakku apartó los escombros con enorme facilidad y sonrió contento mientras miraba a Elea de manera altiva y comenzaba a mostrar su poderosa aura.
—Así es como debes atacarme, haz que esta pelea sea interesante —comentó Rakku con seguridad.
Elea levantó sus manos y disparó sin necesidad de apuntar.
—¡Por fin vas a utilizar tu habilidad! —Exclamó Rakku, esquivando las esferas de aura que lo perseguían.
«Su habilidad es "Rastreo". Una vez que elige su objetivo, sus disparos perseguirán al objetivo hasta impactar.» Mientras recordaba todo lo que sabía sobre esa habilidad, usó los ojos del infinito para deducir qué podía hacer. —Esto será muy fácil.
Una vez más, Rakku evitó los ataques de Elea con dificultad y se posicionó junto a ella, intentando que sus propios ataques colisionaran con ella.
—Tu habilidad no es nada... —Antes de que Rakku terminara su frase, los ataques de Elea lo golpearon en la espalda.
—Te recomiendo no volver a intentarlo. Si es necesario, mis disparos se dividirán para pasar a través de mí. Recuerda que he perfeccionado mi habilidad.
Rakku soltó un potente grito de frustración y liberó una enorme cantidad de aura. Elea también comenzó a liberar una gran cantidad de aura para intentar intimidar a su hermano, pero Rakku no cedió.
—¡Hermana, voy a matarte! —Gritó Rakku furioso mientras que Elea tomaba una postura desafiante.
—Lo siento si no fué una buena hermana para tí, pero ahora voy a salvarte.
Rakku y Elea se lanzaron uno contra otro con todas sus fuerzas, sin embargo, en ese momento Rakku sale disparado del impacto ya que los golpes de Elea eran muy superiores.
Rakku respiró con dificultad y le costaba moverse, rápidamente Elea comenzó a reunir una enorme cantidad de aura en su puño y se lanzó directamente contra Rakku para asestarle un poderoso puñetazo que lo lanzó una gran distancia de nuevo.
Una vez más, Rakku intentó ponerse en pie, a pesar de que era evidente que no podía ganar.
—Ahora debo elegir: si te mato, el deiak vivirá y yo moriré eventualmente. Sin embargo, morir sería la única forma de expiar mis pecados… —Comentó Elea en voz baja, sin muchas ganas de que Rakku la escuchara.
—Tus pecados o los míos no me importan. Yo seré… el más fuerte. —Rakku preparó en su mano el Tsenomi y se dispuso a lanzarse al ataque. En respuesta, Elea susurró algo, escondió su mano izquierda detrás de su espalda y preparó un ataque similar en su otra mano: una esfera de energía en cuyo interior se podía ver energía fluyendo, el Taienomi.
Elea también se lanzó directamente y, antes de que ambos ataques colisionaran, un disparo que Elea había lanzado en secreto apartó la mano de Rakku, permitiendo que Elea lo golpeara de lleno en el pecho con una fuerza apabullante.
Rakku cayó al suelo y, con mucha dificultad, logró mantenerse consciente. Elea se preparó para dar el golpe de gracia, pero al ver la cara de su hermano, a quien amaba tanto, su mano empezó a temblar cada vez más hasta que la bajó. Era incapaz de matarlo.
—No puedo… Te quiero mucho… Por favor, hermano, no quiero hacerte daño. —anunció Elea entre lágrimas.
—Esto no cambia nada… yo estaré por encima de todos los entes, ya lo verás… —respondió Rakku, usando las pocas fuerzas que le quedaban para activar un sello de transporte y desaparecer de la vista de todos.
Elea se giró hacia el inconsciente Aiden y sonrió felizmente.
—Puede que no sirva de nada, pero ya tienes mi bendición.
Han pasado unas pocas semanas desde el enfrentamiento con Rakku. Aiden y Elea han estado recibiendo atención médica debido a las heridas graves que sufrieron, pero sobre todo, Elea ayudó a curar a Aiden con su magia. Aiden finalmente despertó adolorido y, poco a poco, movió sus extremidades y suspiró.
—Debería cuidarme mejor… —Comentó para sí mismo, solo para notar que Verónica se encontraba a su lado.
—Has tardado bastante; por poco no despiertas. —Comentó Verónica con tono calmado.
—¿Cuánto tiempo llevo fuera de combate? —Preguntó Aiden con sequedad.
—No mucho más de una semana. —Respondió Verónica con tranquilidad, para luego cambiar su expresión a una más seria. —Aiden… Tengo que pedirte algo. Desde el día de la pelea no he visto a Diego. Tenemos que ir a buscarlo, pero con todos estos peligros… Eres el único al que puedo pedirle ayuda. —Aiden no dudó ni un segundo en asentir y luego se levantó para ir a la recepción del edificio donde los esperaban.
Una vez en la planta baja, Elea se puso de pie y hizo una reverencia ante Aiden.
—Déjame presentarme de nuevo. Mi nombre es Elea Caritad. ¿Puedes decirme el tuyo?
—Soy Aiden, Aiden Astross. —respondió Aiden, y Verónica arqueó una ceja al escucharlo.
—Yo soy la responsable de otorgar habilidades a las personas que están atacando este mundo. Pertenezco a la tierra de Uthird. —Comentó Elea. Todos en la sala se sorprendieron, mientras que Aiden se mantuvo firme. —Antes de que llegaras, había una persona llamada Marbas. Su habilidad era "dividir". El que acaba de atacar se llama Rakku, y él es mi hermano pequeño. Su habilidad es "experiencia". Mi habilidad se llama "rastreo"; mis disparos nunca fallarán con esta habilidad. Además, existen otras tres personas. Una de ellas es Shax. Ella tiene una habilidad, pero me fui antes de descubrir cuál era, y por eso me guarda rencor. El siguiente se llama Paimon; su habilidad se llama "metamorfosis". Oculta su verdadera forma dentro de un cuerpo falso y puede acumular una enorme cantidad de energía de esta manera. Por último, tenemos a una chica llamada Silverlight. Ella es muy peligrosa incluso para sí misma. Posee la habilidad "espacio en blanco", con la cual puede utilizar todas las habilidades que se encuentran en el vacío, pero a costa de su cordura. —Explicó Elea, dejando a todos en la sala perplejos. —No te pido esto como a un perro, te lo pido como a un caballero que se ha ganado mi respeto. Ayúdame a derrotarlos.
Aiden no dudó y tendió su puño hacia Elea con seguridad.
—Está bien, no hace falta ponerse emocionales. —respondió Aiden con una sonrisa burlona. Elea le devolvió la sonrisa y ambos chocaron los puños.
—Entonces está decidido, los derrotaremos y regresaremos juntos a Uthird. —respondió Elea felizmente. Al escuchar esto, la expresión de Verónica cambió a una mezcla de sorpresa y terror.
Después de esta agradable interacción, Aiden explicó a Elea lo ocurrido con Diego y que debía ir a buscarlo.
—Ya veo, si es algo importante entonces debes ir. Yo estoy algo cansada, así que me quedaré con Natira por si pasa algo. —dijo Elea. Aiden se dirigió hacia la puerta, pero la voz de Elea lo detuvo. —Una cosa más, cuando vuelvas me gustaría enseñarte a usar el Tsenomi. —Elea alzó su mano y generó la pequeña esfera. —Consiste en usar tu vía de enlace con la sacerdotisa de la luna. A diferencia de tomar su aura, en este caso tomas directamente de su poder. Esta técnica no debe usarse a la ligera; es una técnica de creación y destrucción. Te estaré esperando.
Aiden y Verónica partieron para buscar a Diego, pero cuando llegaron a las afueras de la ciudad, Verónica arrinconó a Aiden contra un árbol.
—Dime la verdad, ¿volverás a irte? —Dijo Verónica, molesta.
—Lo siento... —Fue lo único que Aiden alcanzó a decir en respuesta. Verónica hundió su cara en el pecho de Aiden.
—¡¿Pero qué pasa conmigo?! —Respondió Verónica con un profundo dolor en su voz.
—Tengo una promesa que cumplir... —Respondió Aiden con pena.
—¡Otra vez con eso! ¿Acaso solo vives por eso? —Verónica soltó más y más lágrimas mientras dejaba salir todos sus sentimientos.
Mientras tanto, más adentro en el bosque, Rakku corrió directamente hacia un claro donde encontró a Shax junto a una criatura extraña: un ente cuyo cuerpo era similar al de un pato, pero con una cabeza azul esférica y una máscara de oso colorida.
—Rakku, qué sorpresa verte. Pensaba que te habíamos matado —comentó Shax con tono satírico—. Al parecer, aún no puedes igualar a Elea.
—¿Cómo se atreven a utilizar a mi baku después de lo que me han hecho? —exclamó Rakku furioso.
—Es necesario para cumplir nuestro plan —respondió la pequeña anciana.
—¡No! ¡No pienso permitir que hagan algo tan bajo! ¡Él ya ha pasado por mucho! —replicó Rakku.
—¿Acaso te estás escuchando? Tú no eres así.
En ese momento, Aiden llegó al lugar, observó la situación y vio a Diego tirado en el suelo junto a la pequeña anciana y el ente.
—¿Qué le has hecho? —Dijo Aiden con tono serio, mientras la pequeña anciana sonreía sádicamente.
—Yo no he hecho nada, has sido tú. Portas una maldición, todo lo que les pase es culpa tuya —Respondió Shax con tono burlón.
Aiden ignoró a Shax por completo hasta llegar a Diego, pero al tocarlo, se percató de que estaba muerto. No tardó mucho en notar que le habían arrancado los ojos y los pulmones.
La escena era aterradora, con todas las heridas llevadas a una simple oscuridad. Aiden cayó de rodillas y apretó los puños, furioso.
—Te lo dije, mira la desgracia que le trajiste a tu amigo. ¿Quieres librarte de esa maldición? —Comentó Shax, dando un paso para que el ente a su lado fuera visible para Aiden—. Te presento a Hippos, tiene la habilidad de romper maldiciones.
—Puedo romper tu maldición, pero a cambio de que tu fuerza nos pertenezca —Añadió el pequeño ente—. Piénsalo, tu maldición ha afectado a tu esposa Maya, a tus amigos, a las personas que más amas. Tú vives y ellos mueren, te quedarás solo.
—Hiciste una promesa que está consumiendo tu vida. ¿De qué te sirvió amar si ahora estás sufriendo por eso? —Prosiguió Shax—. ¿De verdad pensaste que podrías ser feliz? No eres más que una herramienta que las personas usan para su conveniencia. Las princesas solo te utilizan para que seas quien se sacrifique por todos. Tú no pediste ser el deiak, solo lo haces por amor, pero ese amor ya no existe. Libérate de esa responsabilidad.
En ese momento, Aiden liberó una enorme cantidad de aura morada mientras emitía un potente brillo. La energía que liberaba era descomunal. Al disiparse la luz, su aspecto había cambiado: su pelo ahora era de color azul grisáceo y llegaba hasta sus hombros, su gabardina cambió de color morado grisáceo a negro con marcas azules, y en sus antebrazos llevaba placas de metal. Su piel se volvió más pálida y sus ojos ahora eran de color amarillo apagado con pupilas de felino. En su espalda tenía dos enormes alas negras.
—Quizás en algún momento pude sentir ese sentimiento del que hablas, pero el amor solo es una efímera ilusión. Es una verdadera lástima. —Dijo Aiden, ahora con una voz diferente, más seca, oscura y vacía. Aiden empezó a reírse de manera sádica y macabra.
—¡Qué inmenso poder, y ahora ese poder nos pertenece! —comentó Shax emocionada. Rakku se percató del error de la pequeña anciana y la corrigió:
—¡Posee el aura maldita!
Rápidamente, Aiden apareció entre los tres con la mirada baja.
—Soy el deiak. Se me ha dado el derecho de hacer lo que quiera con la tierra de Uthird, y mi decisión es... destruirla. —Tras decir esto, Aiden lanzó dos poderosos ataques que lanzaron por los aires a Shax y Rakku.
Con un simple movimiento de manos, Aiden cortó la cabeza de Hippos y absorbió la habilidad del ente en el diamante de Varah.
Luego Aiden se giró hacia Shax y caminó hacia la pequeña anciana sin prisa, con una intención asesina. Shax intentó arrastrarse para escapar, pero Aiden llegó antes y posó su pie sobre la cara de Shax.
—¡No soy una herramienta que puedas utilizar! —Exclamó Aiden, para luego aplastar sin esfuerzo la cabeza de Shax.
—Deiak, debes despertar, tu dolor solo alimenta esa aura maldita —Comentó Rakku, intentando entrar en razón con Aiden.
—Creo que me has subestimado si alguien como tú siente lástima por mí. —Respondió Aiden sin mucha emoción en su voz.
—Pude espiar tus sueños. Sé que el único motivo por el que me dejaste vivir fue porque tu amada te lo pidió. —dijo Rakku, pero Aiden avanzó poco a poco hacia él mientras preparaba una técnica en su mano derecha.
—Ya me olvidé de ella; ese sentimiento de amor no es algo que necesite. —Respondió Aiden, mostrando que en su mano había creado el tsenomi y asestó su ataque de lleno en el pecho de Rakku.
Verónica corría hacia el lugar donde Aiden se encontraba. Después de su discusión, la inquietud la había consumido y le preocupaba la enorme energía que se había liberado. Mientras tanto, Aiden jugaba con Rakku, lanzándolo y regodeándose en su dolor. No tardó mucho en aburrirse; las escleróticas de Aiden se tornaron moradas y Rakku se movió hacia él de manera antinatural.
—Tú no te mereces esos ojos… —Comentó Aiden, para luego arrancarle los ojos del infinito a Rakku. Una vez más, Aiden lanzó a Rakku y se dispuso a matarlo, pero Elea llegó al lugar agotada y se plantó ante Rakku para protegerlo.
—¡Detente, Aiden! No dejaré que le hagas daño a mi hermano —Exclamó Elea. Aiden tomó una postura seria y se preparó para atacar, y Elea hizo lo mismo.
—Te lo advierto… —Comentó Aiden con claras intenciones.
—Si decides destruir Varah, te mataré aquí y ahora. —Respondió Elea. En ese momento, Verónica llegó corriendo hacia Aiden y lo agarró de las solapas.
—¡Aiden, espabila! Recuerda la promesa que le hiciste a tu amiga. ¿Crees que a tu amada le gustaría verte así? —Exclamó Verónica, al borde de las lágrimas.
—¿Dónde quedó el caballero que lucha con honor? —Añadió Elea.
—El honor me abandonó hace mucho tiempo —Respondió Aiden sin moverse ni un ápice.
—¡Espabila de una vez! —Repitió Verónica, agitando a Aiden por su gabardina hasta que de esta cayó una especie de amuleto.
Automáticamente, al verlo, Aiden perdió su forma de soledad. Rápidamente, se desplomó, agarró el amuleto y lo apretó contra su pecho con fuerza mientras temblaba. Ese amuleto era la prueba de su matrimonio con Maya, el símbolo de su unión. Las lágrimas empezaron a brotar de los ojos de Aiden.
—Juré jamás olvidarte… —Dijo Aiden para sí mismo mientras Elea y Verónica suspiraban de alivio.
—Aiden… —Dijo una voz conocida que apareció entre los árboles. Se trataba de un joven con pelo castaño, ojos verdes y ropa sencilla: una camiseta azul marino sin estampados y unos pantalones vaqueros rotos de color marrón, junto con zapatos de deporte blancos y negros. A su espalda llevaba una espada envainada que parecía tener rostro. Era Raiden, y junto a él había dos chicas, Lucía y Adela.
Aiden se puso de pie y ambos se miraron a los ojos, observando cuánto habían cambiado, especialmente Aiden. De pronto, la espada de Raiden salió volando hacia Aiden, lista para matar.