Chereads / Infinitus: Tomo 3 / Chapter 9 - Capítulo 9: La batalla final

Chapter 9 - Capítulo 9: La batalla final

En Varah, grandes sectores estaban ahora sumidos en la oscuridad. Apenas se podía ver más allá de unos metros, pero para Rakku eso no era un problema. Aunque todavía no podía sentir presencias como su hermana, su oído funcionaba a la perfección, y percibió el sonido de cuatro criaturas, cuatro entes que se acercaban hacia él. Rakku activó el poder de su regalo y transformó su mano en una afilada cuchilla.

—Vamos, cabrones, venid todos. Luego no digáis que fui injusto con vosotros. —Anunció el joven con un tono de confianza y una sonrisa de oreja a oreja.

Mientras tanto, Raiden y Aiden esperaban, observando cómo Elea salía de la cocina con uno de los calderos del que asomaba un cálido vapor, fácilmente confundible con humo.

—Chicos, el almuerzo está listo, tomadlo como una muestra de agradecimiento por vuestra ayuda. —Dijo la chica mapache mientras destapaba el caldero y revelaba su contenido. La vista era desagradable: todo parecía negro, con motas de distintos colores. A simple vista, parecía que seguía hirviendo, de ahí las burbujas, pero si uno miraba fijamente, parecía moverse como si tuviera voluntad propia. Ambos paladines miraron el plato con asco, aunque Elea no se percató de ello. —Contiene todos los nutrientes y proteínas necesarias. Bueno, no quedan platos limpios, así que tendréis que comer de la olla. Traeré unas cucharas.

Cuando Elea se marchó, vieron su oportunidad: debían encontrar una forma de librarse de aquello. Miraron a su alrededor desesperados y encontraron una solución: Calibur estaba durmiendo con la boca abierta. Era poco ortodoxo y quizá amoral hacerle eso, pero estaban desesperados. Vertieron el contenido del caldero en la boca de Calibur y luego se sentaron de manera disimulada, esperando la llegada de Elea.

—Chicos, tampoco quedan cucharas; tendréis que apañaros con los tenedores. —Dijo Elea al regresar. En ese momento, notó la situación y cómo aparentemente habían acabado rápidamente con la comida. —Bueno, cada uno come como quiere. Iré a preparar la cena.

Mientras tanto, Paimon golpeaba repetidamente a Silverlight con todas sus fuerzas. Debido al efecto del regalo de Paimon, la pequeña no podía defenderse. Paimon mostraba ahora una mirada desquiciada y unas voluminosas ojeras, acompañadas por sus ojos, los mismos que tenía Aiden en su modo soledad: los ojos que tenían los portadores del aura maldita. Paimon tomaba aire a grandes bocanadas, aparentando estar cansado, o tal vez simplemente dominado por la rabia.

—Ponte en pie, tu castigo apenas comienza. —Dijo el hombre oculto en un cuerpo falso. Silverlight intentó obedecer y levantarse, pero su cuerpo no respondía. Paimon la golpeó con fuerza, arrojándola contra la pared y agrietándola. —¿Creías que podrías engañarme? Si tanto te importan, entonces te daré la oportunidad de morir con ellos. 

Las horas pasaban incesantes, y Raiden y Aiden se encontraban exhaustos en la azotea del edificio en el que residían. De pronto, el rugido del estómago de Raiden les hizo darse cuenta de que aún no habían comido nada.

—Me estoy muriendo de hambre… —Dijo Raiden con un tono de evidente pena.

—Aún no es hora de morir… —Respondió Aiden, intentando animar a su amigo.

De repente, todos llegaron a la azotea con ellos: Olan, Natira, Verónica, Lucía, Adela y la princesa Halia.

—Así que aquí estaban. Deberían entrar, ya es medianoche. —Dijo Verónica; al parecer, todo el grupo los había estado buscando. Olan, el extravagante hombre de otro mundo, se acercó a ellos con determinación.

—Chicos, por favor, dejadme ayudaros en la próxima batalla. —Pidió Olan mientras apretaba sus puños con frustración. —Yo también quiero demostrar que soy lo bastante fuerte para protegerlos a todos.

—Yo solo me basto. —Respondió Raiden rápidamente.

—La siguiente será una batalla de las duras, con tu poder al menos puedes apoyar desde lejos. —Respondió Raiden. Olan no parecía contento con su respuesta, pero solo con verlos podía notar que no estaba a su nivel.

Al final, Aiden y Raiden aceptaron volver a sus habitaciones. Una vez allí, Aiden sacó su broche de su gabardina y lo miró con nostalgia.

Maya se había acercado a Aiden, llena de ilusión, con los broches de alianza en las manos. La joven hechicera le enseñó los broches con entusiasmo.

—Mira, mi amor, les he grabado nuestros nombres. —Dijo Maya con una cálida sonrisa. A su lado, Aria revisaba una enorme pila de hojas y cuadernos.

—Maya, ¿estás segura de que quieres tirar todas estas cosas? —Preguntó la princesa, impresionada por la montaña de papeles.

—Sí, totalmente segura. Quiero deshacerme de todo lo que pueda hacer ver a Jade como una criminal. —Respondió Maya con una sonrisa.

—Entiendo. —Respondió Aria mientras seguía revisando las cosas de Jade. — Oye, ¿y qué hay en esta cajita? —Preguntó, tomando una pequeña caja de madera pintada de amarillo. Maya se giró y miró la cajita con una expresión algo más seria.

—No lo sé, no puedo abrirla; tiene un sello de confidencialidad, pero Jade solía decir que en esa cajita guardaba su investigación. —Respondió Maya, tomando la cajita entre sus manos y mirándola con nostalgia. —Creo que la guardaré; mejor sigamos limpiando.

Aiden agarró su broche con más fuerza y luego lo llevó a su corazón.

—Lo daría todo solo por volver a tenerte… —Susurró Aiden mientras las lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos.

Con la llegada de la mañana, Elea, Aiden, Halia y Raiden se dirigieron rápidamente a una posición elevada, en busca de pistas sobre la ubicación de Silverlight y Paimon. De pronto, en el centro de la ciudad, ahora evacuada gracias a la ayuda de Verónica, se produjo una gran explosión.

—Por fin ha llegado el día que tanto he esperado… —Anunció Paimon, con una mirada desquiciada. —Ahora, Silverlight, ve y cumple mi voluntad. —La joven no respondió; simplemente se alejó a gran velocidad en dirección a las montañas.

Desde la distancia, el grupo de héroes observaba la destrucción, preparándose para lo peor.

—Parece que decidieron atacar de una vez. —Comentó Elea. De pronto, bajo los pies de Elea, Aiden y Halia apareció un sello mágico. —Es un sello de transporte; ya han elegido con quién pelear, nos llevan ventaja. —Añadió Elea, tomando una postura pensativa. —Lo más probable es que yo lucharé con Paimon y vosotros con Silverlight. Aiden, tras derrotar a Silverlight podrás absorber todas las habilidades que no pudiste en su momento.

Tras decir esto, las tres personas fueron teletransportadas a sus respectivos enfrentamientos.

Aiden y Halia fueron transportados a las montañas, donde vieron frente a ellos a la niña con la que habían compartido aquella tarde hace unos días. Ahora portaba una avanzada armadura y estaba atravesada por una ostentosa daga.

—¡Esto no puede ser, ella no puede ser…! —Exclamó Halia, pero fue interrumpida por Aiden.

—Ella es Silverlight.

Mientras tanto, Elea fue llevada a un parque donde la esperaba Paimon.

—Elea, qué agradable sorpresa. Me alegra que hayas podido venir. —Comentó Paimon con un tono macabro y una sonrisa enigmática.

—Ve directo al grano, Paimon. —Respondió Elea, mientras disparaba varias esferas de aura para atacar a Paimon por la espalda. Sin embargo, un ala que parecía un despliegue de energía desvió rápidamente los ataques de Elea hacia el cielo.

—Todo esto es culpa tuya, ¿lo sabías? Si no nos hubieras abandonado, Marbas y Shax aún estarían con nosotros. Incluso has condenado a tu propio hermano. Por si no lo sabías, aquellos que hacen un pacto con ellos ya no son dueños de sus propias almas. —Dijo Paimon con una voz cargada de resentimiento. Al escuchar la explicación, Elea cayó arrodillada y comenzó a temblar, abrumada por las implicaciones de sus palabras. —En pocas palabras, Rakku ya no podrá reencarnar.

Mientras tanto, Aiden le explicó a Halia que, durante su estadía en la biblioteca de las brujas, había leído acerca de ella:

—El Proyecto Plata: el poder que una princesa puede despertar es capaz de superar incluso al de los entes. Se planeó entrenar a la segunda princesa de los gatitos desde que era una recién nacida, pero su hermana mayor se opuso. Al saber que la reina no aceptaría un "no", se ofreció como voluntaria. Desde pequeña, fue instruida en la fuerza especial de la reina. En una misión, fueron emboscados y la princesa fue la única que sobrevivió. Sin embargo, tenía heridas graves y su muerte era inevitable. La que llamaban la bruja más poderosa, Akasha Moonveil, decidió fusionar su cuerpo con otro, lo que impidió su desarrollo físico. El precio fue alto: recibió la inmortalidad, pero perdió la capacidad de sentir y se le privó de la posibilidad de reencarnar. Su habilidad como arma de combate era tal que Akasha Moonveil decidió sellarla en un lugar llamado "el Faro", todo a espaldas de la reina. Al enterarse, la reina ordenó su ejecución. Solo una princesa podría haber roto su sello, por lo que la existencia misma de Silverlight es una burla a las leyes de Varah.

—Pero ella es solo una niña… —Respondió Halia, confundida.

—Es la hermana mayor de la princesa Mia. —Respondió Aiden con sequedad.

—¡Pequeña, no tienes por qué hacer esto! —Dijo Halia, ignorando toda cautela.

—Ni lo intentéis. —Respondió Paimon a través de Silverlight. —Está bajo mi total control. Todo esto es culpa tuya, Deiak. Me arrebataste lo que más quería; ahora yo te haré lo mismo. Aiden apretó los puños en señal de frustración.

—Lo siento. —Susurró antes de transformarse en su modo soledad.

Silverlight se lanzó para intentar propinarle una poderosa patada a Aiden, pero él la detuvo con una sola mano, dejando a ambas mujeres anonadadas. Luego, Aiden cerró su mano, destrozando la pierna de Silverlight con gran facilidad.

Mientras tanto, Elea yacía de rodillas en el suelo, con lágrimas brotando de sus ojos mientras Paimon se regodeaba en su sufrimiento.

—Tu lucha es inútil, Elea. He activado la habilidad de Silverlight y ahora conozco tu pasado. Estás enamorada de tu hermano. —Reveló Paimon, mientras Elea temblaba de frustración. —Déjame decirte algo: estás muy equivocada al pensar que morirás y salvarás a ambos. Con tu muerte se considerará que no cumpliste tu parte del trato, y tu hermano morirá. Tu única opción para salvarlo es matando al Deiak.

Elea se cubrió las orejas, no quería escuchar más. Aunque las palabras vinieran de Paimon, en el fondo sabía que eran verdad.

—¡Yo no quiero herir a nadie! Por eso soy tan fría. Si no amo a nadie, entonces nadie morirá. —Confesó Elea, ocultando su rostro avergonzada para que no la vieran llorar. —¡No tienes idea de lo que es desperdiciar lo poco que me queda de vida sin poder amar! Yo también quiero amar, pero ahora sé que solo he perdido el tiempo... —La voz de Elea se rompió a mitad de frase, sus sentimientos la ahogaban.

—Ahora entiendes lo que sentí al perder a Shax. Elea, voy a matarte. —Anunció Paimon, lanzando un rayo aural directamente hacia ella. El ataque parecía inminente, pero Raiden llegó en el momento preciso para bloquearlo con su espada. —Tú eres el amigo del Deiak. ¿Cómo supiste nuestra ubicación? —Paimon se dio cuenta de que el ataque anterior tenía la intención de desvelar su posición.

Raiden se giró hacia Elea con confianza y una brillante sonrisa.

—Elea, voy a hacer que te enamores de mí. —Dijo Raiden con seguridad, haciendo que Elea se sonrojara.

—¿Pero qué demonios dices, degenerado? ¿Acaso perdiste la razón? —Preguntó Elea, sintiendo su corazón latir con fuerza, sin saber si era por vergüenza o algo más.

—De esta manera, yo moriré y tu hermano seguirá vivo. —Respondió Raiden con una postura totalmente relajada.

—¡No seas tonto! —Exclamó Elea, pero Raiden simplemente cerró los ojos y desenvainó su espada.

—Te lo prometo, no dejaré que nadie más te haga daño. —Dijo Raiden, apretando con furia el mango de Calibur y entrando en posición de combate.

Cuando Raiden abrió de nuevo los ojos, Paimon temblaba de miedo. Algo había cambiado en él; sin duda, ahora era digno de temer.

—¡Esos... esos ojos... los ojos del infinito! —La voz de Paimon temblaba, pero tenía razón; Raiden había despertado los ojos del infinito. «Así es como se despiertan. Tras ser elegidos como usuarios, deben hacer una promesa que cambiará por completo sus vidas. Han elegido voluntariamente un camino de sufrimiento.»

Raiden apretó su mano izquierda, donde portaba dos anillos de atributos, y mostró cómo su atributo de rayo cubría su cuerpo y envolvía la hoja de Calibur en un aura brillante.

—Oye, chico, me agradas. ¿Por qué no te unes a mí? —Dijo Paimon con confianza. —No hay problema si debo hacerlo por la fuerza. —Anunció, y luego salió de su cuerpo falso, desvelando su verdadero aspecto. Su cuerpo era completamente blanco, similar a una polilla humanoide, y en su espalda tenía lo que parecían alas de mariposa, pero hechas de cristal.

—Este ente es el más poderoso al que nos hemos enfrentado. Nunca había sentido tanta energía junta. —Anunció Calibur, impresionado.

—La habilidad metamorfosis le ha permitido acumular energía durante años mientras estaba oculto en un cuerpo falso. —Explicó Elea.

Por su parte, Aiden, tras destrozar la pierna de Silverlight, le propinó una potente patada que Silverlight intentó bloquear, pero sus brazos se rompieron bajo el impacto. Aiden preparó el Taienomi, pero la princesa Halia intentó detenerlo.

—Dominarse a uno mismo es dominar la pelea —Dijo la joven princesa, pero Aiden ni siquiera la miró.

—Necesito esta forma o no creo poder vencerla —Respondió Aiden, y luego se lanzó a toda velocidad contra Silverlight. Ella logró bloquear su ataque con su escudo, pero con gran dificultad. Tras esto, Aiden se alejó y Silverlight aprovechó la oportunidad para recuperar su mejor estado. «Absorbió mi ataque con su escudo y aprovechó para curarse con la habilidad de mejor momento. Ahora verá esa niñata...» Pensó Aiden, dejándose llevar completamente por su aura.

Rápidamente, Halia abrazó a Aiden por la espalda, tratando de razonar con él.

—No te conviertas en un monstruo. La incertidumbre es el fracaso. —Dijo Halia con tono calmado. Aiden miró sus manos con expresión afligida, comprendiendo la situación.

—Si no peleo de esta forma, no creo ser capaz de vencer... —Respondió Aiden.

—Así no. Sabías quién era y, en lugar de atacarla, te acercaste a ella y te hiciste su amigo. Juntos venceremos. —Dijo Halia. A esto, Aiden suspiró y volvió a su forma base.

Por su parte, Raiden y Elea se prepararon para pelear cuando lograron escuchar a Olan cerca, dispuesto a acercar el "Super Dopaje" a Raiden. Pero antes de que pudiera hacer nada, Paimon lo atravesó con múltiples rayos de aura, dejando a Elea y Raiden paralizados por la impresión.

—Conozco muy bien lo que pueden hacer las pastillas —Comentó Paimon con total frialdad.

—¡Eres un monstruo desgraciado…! —Exclamó Raiden. De pronto, las extremidades de Paimon se estiraron, inmovilizando a Elea y arrojando a Raiden contra una pared. Raiden intentó incorporarse rápidamente, pero cuando se dio cuenta, Paimon había atrapado su mano con su boca. Raiden trató de liberarse, pero Paimon lo soltó poco después.

—Ahora el atributo oscuridad tomará posesión de ti —Comentó Paimon. Raiden no entendió de inmediato, pero al mirar su mano se percató de que ahora llevaba un tercer anillo, uno completamente negro que parecía repeler la luz. Raiden se envolvió en un destello, como cuando cambiaba de modo, pero esta vez parecía que robaba la luz del propio ambiente. —Los atributos fuego y oscuridad son imposibles de poseer de manera natural, son demasiado poderosos, especialmente la oscuridad, una fuerza negativa capaz de doblegar cualquier corazón. Quiero que lo observes, Elea, cómo la negatividad transforma a las personas.

Elea veía impotente cómo la figura de Raiden se distorsionaba a través del manto de luz. Cuando el manto se disipó, Raiden surgió con una nueva apariencia: su cabello ahora era plateado y llegaba casi a su cadera, y en su espalda portaba alas similares a las de un ángel. Sus colmillos se habían vuelto más afilados, y sus ojos mostraban que portaba el aura de la amistad. Su complexión era más delgada, pero su musculatura más desarrollada. Sus botas se volvieron negras, sus guantes blancos y su bufanda se tornó azul. Calibur también había cambiado, mostrando un filo completamente negro con líneas rojas siguiendo su contorno.

—Tengo un corazón tranquilo, pero ahora vas a conocer mi ira. —Dijo Raiden con una gran sonrisa orgullosa hacia Paimon.

—¿Qué demonios…? ¡Este no es el resultado que esperaba! —Exclamó Paimon, totalmente sorprendido.

—La personalidad positiva de mi compañero evita que cosas tan absurdas como la oscuridad tomen control sobre él. —Respondió Calibur, dejando a Paimon y a Calibur anonadados. —Tienes ante ti a Raiden modo arcángel, el perfecto equilibrio entre el bien y el mal. —Paimon temblaba, impresionado por lo que acababa de suceder.

—¡Yo me encargaré de acabar contigo! —Exclamó Raiden mientras colocaba su mano en el mango de Calibur y, con un veloz movimiento, liberaba a Elea de las manos de Paimon, protegiéndola en un cálido abrazo. —Disculpa que tardase tanto. —Dijo Raiden con tono cálido.

—No te preocupes, estoy bien —Respondió Elea, aún impresionada. Ambos se miraron a los ojos: Elea, asombrada por el nuevo aspecto de Raiden, y Raiden, admirando la belleza de la joven mapache, lo que hizo que ella se sonrojara al darse cuenta. —¡Espero que no estés pensando en besarme! —Exclamó Elea, provocando que Raiden soltase una risa. —¡Oye! ¡No me trates con tanta confianza, que aún no te he dicho que te amo! —Añadió Elea, nerviosa. —Bueno, tú tampoco me lo has dicho...

—Te amo. —Dijo Raiden rápidamente, con un tono suave y tranquilizador.

—¡Idiota, no lo digas tan a la ligera! —Replicó Elea, cubriendo su rostro con las manos por la vergüenza.

—No puedo creer que la oscuridad no lo haya controlado; con razón fue elegido para el regalo más poderoso del adalid. —Susurró Paimon para sí mismo. —Pero aún me queda un último as bajo la manga. —Comentó el ente, haciendo aparecer a "Demon", el regalo que había estado paralizado con un sello, con un simple movimiento. —Contemplad a Demon, la espada de la venganza.

Por su parte, Silverlight fue la primera en actuar, activando otra habilidad y comenzando a golpear repetidamente a Halia. La princesa, utilizando su habilidad "Revelación", descubrió que se trataba de "Impulso". Halia bloqueó el ataque y, junto a Aiden, empezaron a atacar sin cesar. Sin embargo, Silverlight bloqueaba sus ataques con gran facilidad. Finalmente, su escudo voló hacia ella, separando a los dos guerreros. Luego, se lanzó para atacar con su escudo, pero Aiden y Halia contraatacaron con un golpe de codo en el estómago.

«Han permitido que Silverlight se vuelva más rápida al recibir esos golpes, y ahora aprovecha esa velocidad en su contra. Los ojos del infinito no permiten caer en la misma trampa dos veces» Pensó Paimon, observando todo a través de los ojos de Silverlight.

Halia liberó su guadaña, "Homakana", y miró a Silverlight a los ojos, sabiendo que así Paimon podría verla.

—Te lo advierto, Paimon, devuélvela a la normalidad o tendrás que enfrentarte a mí. —Anunció la joven princesa. La voz de Paimon respondió desde el escudo de Silverlight.

—Ni yo sé cómo revertir esto. Además, no te veo capaz de matarla. —Respondió el ente con tono indiferente.

—Mi misión es llevar al deiak de vuelta a Varah. Millones de vidas están en juego. —Respondió Halia, alzando su guadaña. Pero Silverlight utilizó otra habilidad, transformándose en Aradia Lunanova, la madre de la princesa Halia, lo que paralizó a Halia al volver a ver a su madre.

—Estoy orgullosa de ti, hija, te has convertido en una gran princesa. —Dijo la falsa Aradia, tocando profundamente los sentimientos de la princesa y provocando que lágrimas estuvieran a punto de caer de su rostro. —Pero aún te falta fuerza de voluntad. —Anunció, y luego, al igual que Aiden, atrajo un meteorito con el atributo tierra.

Mientras tanto, Paimon retiró el sello de contención de Demon y trató de apoderarse de ella.

—Por fin podré acceder a mi forma bestial sin arriesgar mi esperanza de vida. —Dijo Paimon, convencido de que podría tomar la espada. Sin embargo, esta voló directamente hacia Elea, quien la atrapó con gran facilidad.

—Así que Demon me ha elegido... —Comentó Elea, impresionada.

—El efecto de Demon es convertir a su usuario en el equivalente de la forma bestial de un ente, pero sin perjudicar su vida. —Explicó Calibur, observando el evento.

—Muy bien, Paimon, como agradecimiento por estos regalos que nos diste, te mostraremos de qué somos capaces. —Dijo Elea con un tono de determinación, mientras Paimon temblaba de frustración. Elea activó el efecto de su regalo y se transformó. Su cuerpo no sufrió alteraciones graves; una mecha morada apareció en su cabello, el manto que siempre llevaba se convirtió en una capa, y ahora llevaba gruesas hombreras metálicas que se le hacían ligeras en el movimiento. Sus manos estaban cubiertas por gruesos guantes de cuero negro, llevaba un top con placas metálicas para mayor protección y una larga falda negra. En su espalda, portaba alas membranosas, mucho más pequeñas que las de Raiden.

—Es hora de acabar con esto. —Anunció Elea, y al instante comenzó el combate. Raiden y Elea llevaban la ventaja mientras Paimon se defendía con gran habilidad.

Todos los golpes iban dirigidos a matar con la ayuda de sus regalos. El combate se llevó al cielo, ahora que todos podían volar. Paimon se defendía con facilidad, pero en un momento bajó la guardia, lo que Raiden y Elea aprovecharon para golpearlo con fuerza de manera coordinada, haciendo que Paimon saliera disparado. Posteriormente, la pareja lanzó un poderoso ataque combinado que generó una gran explosión.

—Esto no es suficiente para derrotar a Paimon. —Anunció Elea. —Si queremos derrotarlo, tendremos que usar nuestras mejores técnicas. Necesito que abráis una brecha para poder asestar el Taienomi, que es cien veces más poderoso que el ataque que hicimos.

Tras decir esto, ambos se dieron cuenta de que Paimon había comenzado a liberar una gran cantidad de aura de color verde.

—¡Todos vosotros me las pagaréis! ¡Me lo habéis quitado todo! ¡Juro no descansar hasta convertir este mundo en un lugar desolado! —Exclamó Paimon furioso, pero a una velocidad de vértigo, Raiden se plantó frente a él.

—Es una pena que no tengas nada mejor que hacer en la vida. —Comentó Raiden con tono juguetón, para luego golpear a Paimon con un uppercut en el estómago, lanzándolo por los aires. La velocidad a la que Paimon ascendía era impresionante, rozando incluso la velocidad del sonido, pero antes de que terminara de ascender, Raiden se interpuso en su trayectoria y le asestó una poderosa patada con ambos pies, lanzándolo de vuelta al suelo. Luego, arrojó una enorme esfera hecha con el atributo oscuridad, una esfera tan negra que parecía devorar la luz a su paso.

Elea preparó el Taienomi más grande que había hecho en su vida y se lanzó directamente hacia Paimon, quien respondió con una potente ráfaga de aura, logrando contener a Elea.

Raiden y Calibur observaron la situación incrédulos, ya que Paimon estaba rivalizando con Elea en cuanto a poder.

—Algo anda mal. El Taienomi no puede ser detenido con tanta facilidad. —Anunció Calibur, y luego Elea deshizo el Taienomi y se apartó de la trayectoria del aura de Paimon para tomar aire.

—Paimon, antes dijiste que necesitabas a Demon para entrar en tu forma bestial sin problemas. Entonces, ¿eres un ente, verdad? —Dedujo Elea, notando algo extraño en el curso de la batalla y que eso añadía un nuevo detalle. —Yo te trasplanté la habilidad metamorfosis, entonces ¿Cuál es tu habilidad original?

Entonces, Paimon extendió de nuevo sus alas, adoptando una postura que le hacía sentir superior.

—"Energía infinita". —Anunció Paimon lleno de júbilo—. Gracias a la habilidad que me diste, puedo acceder a toda esa energía sin ningún tipo de desgaste. Perderéis vuestra energía con el curso de la batalla mientras que la mía quedará intacta. —Paimon se mostró orgulloso de sí mismo.

La pareja comenzó a deducir cómo sobrellevar la pelea cuando se dieron cuenta de que un meteorito estaba a punto de impactar en las montañas. Era un impacto que Aiden difícilmente podría contener, y que pondría en riesgo la supervivencia tanto de él como de Halia.

Aiden fue el primero en ponerse en pie, observando que Silverlight había recuperado su forma original. Esto le recordó su estancia en la ciudad de los Gatitos, donde la princesa Mia lo observaba con admiración.

—Me recuerdas a la leyenda de Gatita Plateada. —Dijo la pequeña princesa con admiración. —Hace mucho tiempo, la ciudad de los Gatitos estuvo al borde de la extinción, pero un día Gatita Plateada, cubierta con una brillante armadura plateada, trajo a los gatitos perdidos a la ciudad. Después de eso, nunca se la volvió a ver. Por eso me recuerdas a ella; ayudas a los demás sin esperar nada a cambio.

Aiden bajó la mirada y apretó sus puños con fuerza, recordando la promesa que le había hecho a la pequeña princesa de los Gatitos.

—No descansaré hasta que su deseo se cumpla… —Dijo cansado. Justo en ese momento, Silverlight, usando la habilidad de electromagnetismo, atrajo a Aiden hacia ella mientras creaba un proelio, un espacio vacío donde luchar. Halia reaccionó a tiempo y entró también en la jaula.

Una vez dentro, ambos contemplaron el panorama agotados.

—Aiden, quiero salvarla… De verdad quiero salvarla… —Dijo Halia, intentando recuperar el aliento.

—Yo también, pero los ojos del infinito no me muestran nada. Sin suficientes datos, no puedo ver las probabilidades; mi única opción es alargar la pelea. —Respondió Aiden con frustración.

—Mi habilidad solo me dice que si retiramos la daga, ella morirá. Sé cómo vencerla, pero no sé cómo ayudarla. —Prosiguió Halia, mientras apretaba el mango de su guadaña con furia.

—Si la situación se complica, seré yo quien la mate. Tú no debes cargar con esa culpa. —Dijo Aiden, dando un paso al frente.

—Aiden… —Dijo Halia anonadada. «No solo cargas con tus propias penas, sino también con las de los demás.»

Una vez más, la voz de Paimon emanó de Silverlight con tono de orgullo.

—Ahora que estáis en el proelio, es matar o morir. —Anunció Paimon.

—¡Vamos a liberarla y ella deshará el proelio! ¡Nosotros crearemos nuestras propias opciones! —Exclamó la princesa con determinación, mientras Aiden desenvainaba a Dyrnwyn con decisión. —Entonces, si alargamos la pelea, ¿podrías encontrar la manera de ayudarla?

—Así es, pero tenemos que evitar que use más habilidades. —Respondió Aiden, advirtiendo que algo malo se acercaba.

De pronto, Silverlight extrajo una pieza de su escudo, que se convirtió en un shuriken, y usando otra habilidad, creó cientos de clones. Aiden y Halia se prepararon y todas las réplicas arrojaron shurikens tras rodear a los guerreros. Aiden y Halia saltaron; Halia aprovechó sus sellos para lanzar una lluvia de flechas de hielo, mientras que Aiden combinó su atributo fuego con su aura para disparar cientos de flechas ardientes, deshaciéndose de la mayoría de los clones, mientras Paimon observaba sorprendido por la habilidad de ambos.

—Ya he visto lo que puedes hacer contra habilidades que conozces, pero veamos qué puedes hacer contra la habilidad más poderosa de todas. —Anunció Paimon. Luego, con un enorme destello de luz, Silverlight apareció cubierta con una imponente armadura metálica, armada hasta los dientes. —La habilidad creación.

—Si continúa usando habilidades, su salud mental seguirá mermando. —Dijo Aiden, comenzando a frustrarse.

—Agradezco lo que intentáis hacer por mí, pero, por favor, dejad de intentarlo. Os lo ruego, matadme. —Dijo Silverlight con un claro tono de impotencia en su voz.

—No te rindas, pequeña. Nosotros no lo haremos. —Dijo la princesa Halia, y luego, aprovechando sus atributos, creó una enorme armadura de hielo, de tamaño similar a la de Silverlight. Aiden, por su parte, utilizó su atributo fuego, rodeándose con este y adoptando la forma de Susaku.

—No dejaré que os quedéis con Silverlight, eso tenedlo por seguro. —Dijo Paimon, volviendo luego a centrarse en su propio combate, donde había recibido múltiples heridas. —Veo que estáis empezando a quedaros sin energías, mientras que yo sigo con la mía. —Añadió el ente al notar el cansancio de sus rivales.

—Pero eso te sirve de poco si tu cuerpo está tan dañado. —Dijo Elea, determinada a continuar.

—Oye, chico. —Paimon se giró hacia Raiden y tomó una leve pausa. —Tenías razón, mi vida es una lástima, y quizás no pueda cumplir con lo que dije. —Tras esto, Paimon comenzó a reunir enormes cantidades de aura en su cuerpo. —¡Pero al menos usaré lo poco que me queda para acabar con vosotros! —Poco a poco, la musculatura de Paimon comenzó a aumentar y aparecieron dos cabezas adicionales en sus hombros. —¡Ya no me importa nada, ni siquiera la misión que nos trajo aquí, solo me importa acabar con vosotros!

Raiden y Elea observaban impresionados cómo el cuerpo de Paimon se deformaba mientras su poder aumentaba.

—Esa es su forma bestial... —Dijo Elea anonadada. Mientras tanto, Paimon volvió a centrar su atención en el combate de Silverlight.

—Ya no me eres de utilidad, Silverlight. Con el espacio reducido, esta será la mejor opción. Haz que el meca use bomba suicida. —En ese momento, el meca comenzó a desprender un brillo amarillo mientras Halia forcejeaba con la armadura para inmovilizarla.

—¡Aiden, el meca se autodestruirá! ¡Tenemos que liberarla antes de que esto ocurra! —Dijo la princesa. Pero el meca comenzó a disparar múltiples metralletas potenciadas con aura. Aiden intentaba esquivar todos los disparos, mientras recordaba que ya había visto a dos personas morir con esa técnica.

Paimon volvió a centrar su atención en su propia pelea y notó que Elea comenzaba a toser sangre.

—Lo siento mucho, Raiden, pero mi cuerpo ha llegado a su límite. —Dijo Elea preocupada, pero Raiden tomó sus manos con determinación.

—No te preocupes, yo acabaré con él. —Respondió Raiden con seguridad, logrando que Elea soltara una leve risa.

—Por favor, usa la energía que me queda para eso. —Dijo Elea. Tras esto, su mano comenzó a brillar y ella volvió a su forma base, mientras que Raiden se sentía vigorizado.

Con la misma determinación y gran sincronización, Aiden y Raiden se lanzaron a cumplir su objetivo. Raiden preparó el Taienomi en su mano mientras Paimon se preparaba para usar "bomba suicida". Por su parte, Aiden se lanzó con todo lo que tenía para sacar a Silverlight del meca antes de que explotara, aprovechando el calor de sus llamas para fundir el metal a su paso. Antes de que Paimon explotara, Raiden golpeó con el Taienomi, acabando con la vida del ente, mientras Aiden lograba sacar a Silverlight del meca al mismo tiempo.

Elea contemplaba al ahora estoico Raiden, quien miraba al cielo mientras el alma de Paimon regresaba a su mundo.

«Aunque siempre te rechacé, tú siempre estuviste a mi lado y ahora estás dispuesto a dar tu vida por mí. Nunca dejas de sorprenderme, Raiden» Pensó Elea, maravillada por la determinación de Raiden.

Mientras Aiden suplicaba que Silverlight estuviera libre, esta habló con tono suave:

—Quería darte las gracias por el peluche; lamento no haber podido cuidarlo mejor. Pero ya no tengo control de mí misma, por favor, acaba con mi vida. —Esas palabras tomaron a Aiden por sorpresa. De repente, el escudo de Silverlight se acercó a gran velocidad, golpeando a Aiden con gran fuerza. —El efecto de mi escudo, "bumerang", se llama "venganza". Todo el daño que yo o él recibamos se devolverá en forma de ráfaga. Voy a suicidarme con eso. —Dijo Silverlight en un breve momento de cordura mientras su escudo se colocaba sobre ella. Halia corrió hacia ella y la agarró con fuerza de los hombros.

—No lo hagas, pequeña. Si lo haces, tendrás que llevarme contigo. —Anunció la princesa, envolviendo a la pequeña en un cálido abrazo. Por primera vez en años, Silverlight comenzó a derramar lágrimas.

—Muchas gracias por el helado; es lo más delicioso que he probado. —Dijo Silverlight con gratitud.

—En cuanto salgamos de aquí, te cuidaré e iremos a visitar a tu hermana. —Respondió Halia con tono reconfortante, cuando de repente una gran ráfaga de energía cayó sobre ambas. El poder era tan inmenso que incluso el proelio resultó dañado.

Aiden alzó la vista y vio a Halia malherida a los pies de Silverlight, quien parecía no haber recibido daño del ataque, ya que había activado inconscientemente la habilidad Coraza.

Emociones confusas recorrían la mente de Aiden, pero pronto se dio cuenta de que había entrado en su modo Soledad, potenciado por las alas de Susaku.

—Lo siento. —Susurró Aiden y luego se lanzó con todas sus fuerzas, decidido a acabar con el Taienomi. Silverlight intentó defenderse con su escudo, pero esta vez, Aiden superaba por mucho a su escudo, logrando destruirlo en el intento y golpeando de lleno a Silverlight en el pecho, destruyendo así el proelio.