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Chapter 3 - Capítulo 3: Placer de rencor

Aiden, Verónica, Natira, Elea y Diego se encontraban cenando en un restaurante. Elea se mostraba visiblemente incómoda, así que decidió levantarse, manteniendo su expresión seria tan característica.

—Me iré a casa, necesito meditar algunas cosas —Se excusó la extraña chica mapache, caminando hacia la puerta. De pronto, una voz la hizo detenerse en seco.

—Los verdaderos pecados no pueden ser expiados… —Dijo Aiden, dejando a todos impactados. Ninguno entendió a qué se refería, pero Elea se giró hacia él, mirándolo por encima del hombro.

—¿Qué quieres decir con eso? Tú no sabes nada de mí, no te metas en mis asuntos. —Respondió Elea, con un tono que denotaba que se había sentido insultada, aunque intentó disimularlo —No es necesario conocer el pasado del otro para continuar con nuestro contrato. Me retiro. —Anunció Elea. Una vez fuera, se apoyó contra la pared y tomó aire fuertemente mientras sangre caía de su boca.

«Hermano… Necesito verte. Nunca he dejado de quererte, por eso me alejé de ti…» Pensó Elea, intentando recomponerse.

Muy lejos en el escondite de los antiguos compañeros de Rakku, las tres extrañas personas analizaban la información recibida por el baku.

—Ahora que conocemos la identidad y el pasado del deiak solo nos queda saber cómo proceder. —Comentó Paimon.

—Entonces ¿Quién será el próximo en actuar? —Comentó Silverlight, mientras acariciaba ligeramente sus extremidades.

—Por favor, dejadme a mí, quiero compensar mi error de la última vez, además ya tengo un plan —Comentó la pequeña mujer.

—Como desees Shax. —Respondió Silverlight con tono tranquilo.

—Oye Silverlight ¿Por qué no sales a estirarte? No queremos que tu cuerpo se atrofie por la inactividad. —Comentó Shax al notar como Silverlight tocaba sus extremidades. La aparente niña hizo una reverencia y salió del lugar para moverse. —Paimon ¿Conoces la habilidad de Silverlight? Tengo entendido que es tan poderosa que la propia Elea le ordenó que no la usase.

—Lo sé, yo también tengo miedo, pero recuerda que aún tengo mi regalo, Laevateinn, la daga de la herencia. Con su efecto podré convertir a quien atraviese en una marioneta sin voluntad.

—Esperemos que cuando active su habilidad tu regalo pueda controlarla. —Susurró Shax 

A la mañana siguiente, Aiden despertó al notar que Elea estaba en su puerta esperando.

—Llegas tarde al entrenamiento, así que vine a buscarte. Un día no es suficiente para aprender las técnicas. —Comentó Elea mientras Aiden se recomponía. —Sécate las lágrimas y vayamos a entrenar.

Aiden se percató de las lágrimas en sus ojos y accedió a secárselas. Elea se giró para salir de la habitación, pero Aiden llamó su atención.

—No puedes huir de ti misma, ya lo he intentado. —Dijo Aiden.

—Mi pasado no es de tu incumbencia. Apuesto a que tú también tienes secretos que no quieres que se sepan. Te lo advierto, deja de intentar meterte en mis asuntos. —Respondió Elea, y luego se fue de la habitación.

Aiden, Elea, Natira, Verónica y Diego iban en grupo camino al descampado donde podrían entrenar. De pronto, Elea se detuvo, mostrando una expresión aterrada. Los demás no entendieron nada, pero Elea fue la primera en hablar.

—Eres tú… Rakku… —Al escuchar a Elea, todos se giraron para ver cómo se acercaba Rakku. Su aspecto era diferente: ahora llevaba una gabardina morada y blanca, su pelo era más largo, y llevaba botas similares a las de los soldados de Varah.

Rakku se acercaba a ellos con una sonrisa confiada y los ojos cerrados.

—Elea, Deiak, he venido a mostraros mis nuevos poderes. —Anunció Rakku. En un parpadeo, desapareció de delante de todos para aparecer frente a Elea, mostrando una enorme confianza. —Ellos me dieron lo que tú me negaste. Tengo la habilidad Experiencia, puedo absorber la energía de aquellos a quienes he matado. —Anunció Rakku, para luego abrir los ojos y mostrar que ahora tenía los mismos ojos que Aiden, unos ojos rojos brillantes con un infinito dorado grabado en ellos. —Los entes Valefor, Leraje y Botis cayeron ante mí y absorbí sus energías. Y ahora absorberé la tuya y la del deiak.

Rakku alzó su mano, que se transformó en una cuchilla, y lanzó un ataque directo a Elea, pero Aiden logró llegar a tiempo para bloquear el ataque.

—Te presento a mi regalo, Damocles, una célula situada en mi corazón que permite transformar mi cuerpo en afiladas cuchillas. —Dijo Rakku con una sonrisa.

—¡Diego, llévate a Elea, Verónica, Natira, id con ellos! —Exclamó Aiden y todos obedecieron sin dudar.

«Hermanito… ¿Pero qué has hecho?» Pensó Elea mientras se alejaba de Aiden y Rakku. «Todo lo que he intentado hacer para protegerte… lo has arruinado. Lo he perdido todo».

Aiden y Rakku procedieron a un violento intercambio de golpes, donde todos los ataques de Aiden iban dirigidos a matar, mientras que Rakku solo bloqueaba sus golpes como si jugara con él. Se regocijaba con cada movimiento y se notaba muy cómodo.

—Me he convertido en lo que siempre quise… —Comentó Rakku mientras Aiden seguía lanzando ataques directos. —Y ahora que tengo este poder… nada ni nadie podrá detenerme. —El intercambio de golpes se volvía cada vez más parejo, como si ambos se adaptaran al estilo del contrario.

—¡¿Pero qué demonios?! —Exclamó Aiden, sin entender cómo Rakku pudo volverse tan fuerte en tan pocos días. —¿Quién eres?

—Ya lo sabes bien… El antiguo yo era débil… —Antes de que Rakku pudiera terminar su frase, Aiden le asestó un potente ataque de fuego que devastó parte de la ciudad frente a ellos. Pero, al disiparse la nube de humo y polvo, Rakku se mostró sin ningún rasguño. —Sin embargo, gracias a este poder ilimitado que he obtenido… ¡Soy invencible!

Aiden aprovechó la distancia para tomar aire y miró a Rakku confundido.

«Algo va mal, no puedo ver sus posibilidades.» Pensó Aiden mientras apretaba el mango de Dyrnwyn frustrado.

Aiden y Rakku prosiguieron con su intercambio de golpes, haciendo que incluso el suelo temblara a su alrededor.

—¡Yo soy el más fuerte de todos! ¡Yo soy Rakku, la criatura de los sueños! —Exclamó Rakku extasiado por su superioridad en este combate.

Aiden lanzó un ataque aural como múltiples disparos hacia un cristal que se encontraba sobre Rakku.

—Qué mala puntería tienes. —Comentó Rakku para luego notar como el infinito en los ojos de Aiden estaba brillando y cómo los ojos de Aiden se reflejaban en todos los cristales. —Ya veo, tratas de ver más posibilidades. —Tras esto, Rakku aprovechó para golpear a Aiden y lanzarlo lejos.

«Los ojos del infinito no funcionan en él… Se ha vuelto una persona completamente impredecible.» Pensó Aiden. Rakku tomó una postura confiada y lanzó una esfera hecha de aura con una sola mano.

—Ya no tengo ningún interés en tí, deia. —Anunció Rakku al lanzar la esfera.

—No he llegado hasta aquí para morirme ahora… —Dijo Aiden para sí mismo para luego salir corriendo para evitar recibir ese poderoso ataque, sin embargo el ataque logró impactar contra Aiden haciendo que Rakku estuviera seguro de su muerte.

Diego, Natira y Verónica rodearon a Elea para evitar que Rakku llegara a ella.

—Tranquila, Elea, no tienes que darnos explicaciones. No permitiremos que ese tipo se acerque a ti. —Comentó Natira. Pero Elea no alzó la mirada; no encontraba fuerzas para levantar la cabeza.

No pasó demasiado tiempo hasta que Rakku los encontró. Se acercaba a paso lento, con una enorme sonrisa de confianza.

—¡Si quieres llegar hasta ella, primero tendrás que pasar por nosotros! —Exclamó Diego, posicionándose entre Rakku y Elea junto a Natira y Verónica.

Elea permaneció con la mirada baja y apretó los puños con fuerza.

—Ya me da igual… si de verdad tienes tantas ganas de matarme, entonces hazlo. —Comentó Elea.

De pronto, Rakku evitó a todo el molesto grupo que se interponía entre él y su hermana

—No necesito tu permiso para eso. —Anunció Rakku, golpeándola repetidamente con una fuerza abrumadora. —Antes de eso, quiero saberlo. ¿Por qué te fuiste sin más?

—Cometí tabú... Estoy muriendo. Hice un trato con ellos: restaurarían mi cuerpo si cumplía mi parte del trato, pero si no, entonces mi ser más amado moriría, y ese eres tú... —Respondió Elea con voz temblorosa.

—Pobre ingenua, yo no tengo nada que perder, porque no amo a nadie. —Dijo Rakku, lanzando un poderoso rayo mágico que causó un gran daño a Elea.

Diego, Verónica y Natira corrían hacia ellos para ayudar a Elea. Rakku se percató de su presencia y, con una onda de aura, los alejó con enorme facilidad sin causarles mucho daño. Luego se giró hacia su hermana y comenzó a pisar su abdomen con enorme fuerza, incluso agrietando el suelo bajo ella.

El grupo intentó lanzarse de nuevo hacia él para asistir a Elea, pero Rakku se deshizo de ellos con gran facilidad. Sin embargo, alguien logró atraparlos, evitando que cayeran al suelo.

—No esperaba que siguieras con vida, deiak. —Comentó Rakku con tono de sorpresa al ver a Aiden dejar al grupo en un lugar seguro y luego acercarse a Elea.

—¿Qué haces aquí? —Preguntó Elea al ver a Aiden.

—Confía en mí. —Dijo Aiden, tendiéndole su puño a Elea con una mueca de confianza.

—¡Eres un estúpido! ¿No ves que quiero morir? —Exclamó Elea con tono cansado.

Aiden tomó aire profundamente y soltó una leve frase para sí mismo.

—Maya, protégeme para no perder el control. —Tras esto, Aiden soltó un potente grito de ira y frustración y se envolvió en una fuerte luz roja. Al disiparse la luz, la musculatura de Aiden había aumentado junto con su altura. Su cabello se volvió más largo y cambió a un color rojo con dos mechones blancos que iban desde su frente hasta las puntas. Su piel adquirió un tono grisáceo, sus colmillos se volvieron más afilados y sus manos crecieron ligeramente, acompañadas de garras afiladas. Su gabardina se volvió más oscura, y su cuello estaba emplumado, con dos líneas negras completamente simétricas desde sus manos hasta sus cejas. Los ojos de Aiden se tornaron de un verde esmeralda, y la esclerótica de sus ojos cambió a negro. En su espalda también tenía dos rayos de aura que tomaban forma de alas.

—Vaya despliegue de poder… Sin duda absorberé tu energía. —Comentó Rakku, tomando una postura relajada y mostrando una expresión de felicidad.

Aiden, en su modo ira, alzó una mano y creó una enorme bola de fuego casi del tamaño de la ciudad.

—Deiak, tenías razón al llamarme débil, pero… Ahora tú eres el débil. —Tras decir esto, aprovechando el efecto de su regalo, Rakku convirtió su mano en una enorme cuchilla con la que cortó el brazo con el que Aiden sostenía la esfera de fuego.

Aiden soltó un potente grito de dolor al notar cómo la enorme esfera de fuego caía sobre él. Cuando por fin la esfera se disipó, Rakku se percató de que el brazo de Aiden había vuelto a crecer, pero no podía moverse para contraatacar.

—Te diré algo, hermanita. Ellos me enseñaron algo que tú me negaste. —Dijo Rakku, levantando a Aiden por el cuello y preparando una poderosa técnica en su mano. Era un pequeño núcleo del cual surgían líneas que, tras un leve ascenso, regresaban al núcleo. Elea reconoció la técnica automáticamente.

«Tsenomi…»

Rakku lanzó su ataque contra Aiden, quien sufrió un enorme daño en todo su cuerpo. No pasó mucho tiempo hasta que Aiden se destransformó y cayó al suelo adolorido.

—Vaya, sí que es difícil de matar. Ha resistido un ataque directo de Tsenomi. —Comentó Rakku, girándose hacia Elea. —Dime, ¿cuándo pensabas traicionarlo? Sé que debes ser tú quien lo mate. —Tras decir esto, Rakku creó un sello mágico del cual sacó un baku. —Vamos a echarle un vistazo a sus sueños.

Con la ayuda del poder del baku, creó un área donde tanto él como Elea pudieron ver los sueños y recuerdos de Aiden. El rostro de ambos hermanos se paralizó en sorpresa. Elea apretó sus puños con frustración y comenzó a llorar de nuevo.

—No sabía que hubieras pasado por tantas cosas… —Elea se percató de que estaba llorando y rápidamente secó sus lágrimas.

—¡No importa, yo… yo estaré por encima de todos los entes! ¡Yo seré quien absorba la energía de Efialtes! —Exclamó Rakku, apretando sus puños con fuerza. Elea quedó impresionada al escuchar a Rakku. Este rápidamente recuperó su postura y expresión confiadas. —Y para eso, primero tengo que acabar contigo. —Rakku lanzó un poderoso ataque aural con intención de matar. Elea se achantó y se cubrió del ataque, pero al abrir los ojos se percató de que alguien había bloqueado el ataque de Rakku. Aiden estaba frente a ella; Elea quedó anonadada, ya que pensaba que Aiden estaba inconsciente.

—¿Por qué me protegiste? Yo no te lo pedí. —comentó Elea, intentando parecer enfadada.

—Está bien, no hace falta que me lo digas… —dijo Aiden, y Elea comprendió a qué se refería.

—Mi pasado no es de tu incumbencia. Apuesto a que tú también tienes secretos que no quieres que se sepan. Te lo advierto, deja de intentar meterte en mi pasado.

Entonces, Aiden cayó al suelo desmayado y, de nuevo, Elea apretó sus puños.

—No esperaba que el deiak te protegiese, pero mejor para mí. —comentó Rakku, pero Elea lo ignoró.

«A pesar de haberlos tratado tan mal y de que apenas nos conocemos, ellos estaban dispuestos a dar su vida por mí…» Elea recordaba todos esos momentos donde la vida del extraño grupo corría peligro, pero aún así decidieron luchar, solo por ayudarla. «En ese caso, yo también lucharé.»

De pronto, una enorme onda de aura surgió de Elea, un poder abrumador que hizo temblar incluso a Rakku.

—Otra vez despertaste esa aura, un aura que solo puede ser heredada por su inmenso poder, el aura de la compasión. —comentó Rakku con voz temblorosa.

Elea tomó una postura desafiante y una expresión de determinación.

—¡Cambio de planes, hermanito! ¡Lucharé para proteger al deiak aunque me cueste la vida! ¡Lo veré avanzar!