Capítulo 1
Yoruha estaba acostado en su cama, en la tranquilidad de su habitación. Su cabello, tan oscuro como la noche, caía en mechones desordenados sobre la almohada. Sus ojos azules reflejaban la luz del día que se colaba a través de las cortinas. Mientras miraba al techo, reflexionaba sobre lo que había sido su vida hasta ahora. Desde que nació, siempre supo que era diferente. Poseía dos habilidades sobrenaturales que lo distinguían del resto.
La primera de sus habilidades le permitía percibir la temperatura corporal, el ritmo cardíaco, los niveles hormonales de las personas a su alrededor, y detectar la temperatura del entorno. Al principio, usar esta habilidad le exigía un poco de energía mental, aunque ahora apenas lo notaba.
Sin embargo, era su segunda habilidad la que realmente complicaba las cosas. Esta le permitía hacer contratos con cualquier ser vivo. Había dos tipos de contratos: el de beneficio mutuo y el de otorgar habilidades especiales. Aunque el segundo tipo de contrato tenía un inconveniente: consumía tanto energía física como mental, y además requería un objeto que absorbiera toda esa energía.
Pensó en las limitaciones que venían con su habilidad. No podía usarla en sí mismo. Solo podía realizar tres contratos por día y mantener un máximo de cincuenta contratos activos al mismo tiempo. A diferencia de esta habilidad, su primera le permitía aplicarla sobre sí mismo sin problemas.
Recordó con una sonrisa el primer contrato que había hecho. Fue con un gato callejero al que llamó Kuro. Le otorgó más fuerza e inteligencia usando un contrato de beneficio mutuo. Luego, decidió probar el contrato de habilidades especiales y le dio la capacidad de hablar cualquier lenguaje. Lo primero que Kuro dijo fue: "¿Me puedes dar más comida?". Y lo segundo: "¿Me dejas descansar?". El contrato, por defecto, tenía una duración de treinta días, y los efectos secundarios parecían solucionarse simplemente con comer y dormir bien.
Se levantó de la cama con un suspiro, dispuesto a bajar a la cocina para desayunar. Desde que tenía uso de razón, había vivido con estas habilidades sobrenaturales. Mientras bajaba las escaleras, se preguntaba dónde estaría Kuro en ese momento. Siempre andaba rondando fuera de la casa. "Espero que no se meta en problemas", pensó, antes de escuchar un maullido familiar.
"¡Oh, Yoruha! ¿No puedes darme un poco más de comida?", dijo Kuro, entrando en la cocina con paso decidido.
"No, ya te dieron tu comida respondió Yoruha mientras abría la alacena.
"Sí, pero no me llené", replicó Kuro con una expresión de falsa inocencia. "Come mucho y engordarás", dijo Yoruha.
"¿Cómo voy a engordar? Soy flexible, fuerte, rápido e inteligente. Además, ¡estoy hablando contigo! Por favor, solo un poco más de comida", rogó Kuro, mientras se sentaba en una silla.
Yoruha suspiró, resignado. "Está bien, siéntate y te daré un poco más."
Kuro, feliz, se sentó en la silla mientras recibía su ración extra. "No digas que no te cuido", murmuró Yoruha antes de servir su propio desayuno y sentarse en la otra silla. Mientras comía, observaba a Kuro disfrutar de su comida con una mezcla de frustración y diversión.