La mañana siguiente, el aula estaba llena de enrgía y emoción.
Los estudiantes hablaban envoz alta sobre la excursión que tenían planeada para ese día.
Un parque nacional fuera de la ciudad, conocido por sus rutas de senderismo y hermosas vistas panorámicas, les esperaba.
Para muchos, esta era una oprtunidad para descansar de la rutina diaria, pero para Yūto, era otra histoira.
Mientras sus compañerps conversaban animadamente, él se sentó en su pupitre, tratando de recordar cómo había terminado tan cerca de Akane otra vez.
Akane, sin embargo, estaba de buen humor.
Se acercó a su lado, con una sonrisa que iluminaba su rostro.
—¿Listo para la excursión? —preguntó, fingiendo inocencia, aunque sabía que Yūto podría estar sintiéndose algo avergonzado por lo ocurrido.
—Uh... supongo. —Yūto trató de no mirarla a los ojos, pero no pudo evitar sonreír ligeramente—.
No estoy seguro de que esperar.
—¡Será divertido! —aseguró Akane, dando un ligero golpecito en el hombro de Yūto—.
Ademaás, dicen que desde la cima del mirador se pueden ver estrellas preciosas si nos quedamos hasta tarde.
La idea de pasar tiempo con Akane fuera de la escuela hizo que la ansiedad de Yūto diminuyera un poco.
Tal vez,pensó,sería una oportunidad perfecta para aclarar sus sentimientos.
Después de todo, momoentos como estos siempre parecen ser decisivos en las novelas ligeras que tanto leía, pero por algun casual a el nunca le servian.
El bullicio en el autobús era ensordecedor. Yūto y Akane terminaron sentándose juntos, como era de esperar.
Aunque sus compañeros los molestaron un poco al principio, pronto se dieron cuenta de que era una broma amistosa.
Akane y Yūto se acomodaron en sus asientos mientras el autobús empezaba a moverse.
Durante el viaje, el sol brillaba por las ventanas, y el autobús se llenó de conversaciones, risas y planes sobre lo que harían de conversaciones, risas y planes sobre lo que harían al llegar al parque.
A medio camino,Akane, que estaba disfrutando del paisaje, empezó a cabecear de sueño.
Su cabeza golpeó ligeramente contra el cristal, y Yūto, sin pensarlo dos veces, la ayudó a moverse para que se recostara sobre su hombro.
Mientras Akane dormía plácidamente, Yūto miró por la ventana, dejando que sus pensamientos vagaran.
Recordó las novelas que había leído donde los protagonistas se enfrentaban a momentos decisivos en excursion o viajes escolares.
Una parte de él se preguntaba si debería seguir el ejemplo de esas historias que tanto le gustaban.
Al llegar al parque, el grupo de estudiantes se organizó en pequeños equipos para explorar las rutas de senderismo.
Akane y Yūto, junto con algunos amigos, decidieron tomat el camino que llevaba al mirador más alto.
La caminata era tranquila, con el sol filtrándose a través de las copas de los árboles y la brisa fresca dándoles un respiro en el ascenso.
En un momento dado, Akane tropezó ligeramente con una raíz.
Yūto, que estaba cerca, la sostuvo rápidamente de la mano, ayudándola a recuperar el equilibrio.
—Gracias... —murmuró Akane, sonrojada.
—Con cuidado —respondió Yūto, sonriendo suavemente mientras no soltaba su mano de inmediato.
Ambos continuaron subiendo el sendero, con las manos entrelazadas un poco más de lo necesario.
Parecía que ninguno de los dos quería soltar la mano del otro.
Cuando finalmente llegaron al mirador, la vista era impresionante.
El lago se extendía a lo lejos, reflejando el cielo azul y las montañas circundantes.
El sol ya comenzaba a descender en el horizonte, tiñendo el cielo con tonos dorados y rosados.
El grupo decidió descansar y disfrutar de la visita, tomando bocadillos y tomando fotos.
Yūto y Akane, sin embargo, se alejaron un poco del grupo, buscando un lugar más tranquilo para contemplar el paisaje.
Sentados en silencio, Akane se acurrucó un poco más cerca de Yūto, buscando calor cuando el aire comenzó a enfriarse.
—Es... hermoso —susurró Akane, con la mirada perdida en el horizonte.
—Sí... lo es —respondió Yūto, con el corazón latiendo más rápido de lo normal.
Pensó en el sueño que había tenido recientemente y la posibilidad de confesar sus sentimientos.
(nota del creador: otra vez no... (en verdad me gusta hacer esto))
Tal vez, si las estrellas se alineaban y todo parecía correcto, ese podria ser el momento.
"¿Si esto es como el típico capítulo del festival en un manga o una novela ligera, podría intentar... declararme?" pensó, sintiendo un leve nerviosismo en su estómago.
Miró a Akane y abrió la boca, tratando de reunir coraje necesario, pero al final..., las palabras se quedaron atascadas.
No era el momento adecuado, o tal vez simplemente no estaba listo.
—¿Yūto? —Akane lo miró, notando su expresión.
—Oh, nada... solo pensaba en algo. —Sonrió quitándole peso a la situación.
Ella asintió, sin presionarlo más, y ambos volvieron a mirar al horizonte, disfrutando del momento compartido.
De regreso en casa, después de un día agotador y lleno de emociones, Yūto, Y Akane se prepararon para dormir.
La luz se apagó, y la habitación quedó en silencio.
Yūto, con la mente aún ocupada por lo que no se había atrevido a decir en el mirador, esperó hasta que Akane se quedara dormida antes de dejarse caer "inconscientemente" de su cama, rodenado hacia el futón de Akane.
—Este habito se estaba volviendo una costumbre —pensó Yūto, medio dormido, sintiendo el calor de Akane a su lado.
—¿Te parece normal infiltrarte cada noche en el futón de una chica? —Dijo Akane dejando escapar una pequeña risa.
Ambos comprartieron una risa silenciosa antes de que la fatiga del día los venciera, quedándose dormidos bajola misma manta y bajo la misma sensación de conexión profunda.