La noche en la habitación de Yūto estaba tranquila, solo interrumpida por la luz tenue de la luna que se filtraba a través de las cortinas.
Akane y él estaban acostados, ambos en silencio, pero la cercanía de Akane hacía que su corazón latiera con fuerza, incluso aunque tratara de relajarse.
Yūto cerró los ojos, pero los pensamientos sobre su reciente conflicto con Haruki seguían dando vueltas en su cabeza.
La preocupación por Akane y el deseo de protegerla se mezclaban con la confusión sobre sus propios sentimientos.
Lentamente, fue cayendo en un sueño inquieto.
El sueño comenzó.
Se encontraba de nuevo en el mirador del parque nacional, donde la vista se extendía bajo el cielo estrellado.
La brisa fresca acariciaba su piel mientras miraba las estrellas.
A su lado estaba Akane, con una expresión suave y serena en su rostro.
Yūto sintió una oleada de valor, como si el universo mismo le diera un empujón.
"Akane..." comenzó, su voz temblando ligeramente. "Hay algo que necesito decirte."
Akane lo miró con curiosidad, con una leve sonrisa que iluminaba su rostro. "¿Qué es, Yūto?"
El corazón de Yūto latía con fuerza.
En sus sueños, no había el mismo miedo paralizante que sentía en la realidad.
Aquí, parecía que todo era posible.
Tomó aire profundamente, y por fin dijo las palabras que había estado conteniendo durante tanto tiempo:
"Me gustas, Akane. Más que nada. Desde el primer momento en que te conocí, supe que había algo especial en ti.
No quiero que esto cambie, pero tampoco puedo seguir sin decírtelo."
Akane parpadeó, sorprendida, y su sonrisa se volvió aún más suave. "Yūto... yo..."
Pero antes de que pudiera terminar la frase, la escena se desvaneció.
De regreso a la realidad, Yūto estaba durmiendo, su sueño aún nublando su conciencia.
Sin darse cuenta, su cuerpo se movió por sí mismo.
Sin ser consciente de ello, Yūto se giró y abrazó a Akane con fuerza.
Su brazo se enroscó alrededor de su cintura, acercándola más a él.
Sentía su calor, y un sentimiento de tranquilidad lo invadió, como si el sueño todavía lo estuviera guiando.
Murmuró algo incoherente, pero su cuerpo no la soltaba.
Akane, por otro lado, se despertó lentamente al sentir la presión del abrazo de Yūto.
Se quedó inmóvil por un momento, notando la fuerza con la que la sujetaba.
Su rostro estaba justo contra el pecho de él, escuchando el ritmo de su respiración profunda.
Al principio, pensó en apartarse, pero al ver la expresión serena de Yūto, se quedó donde estaba.
"¿Estará soñando algo?" pensó Akane, sintiendo su propio corazón acelerarse al estar tan cerca de él.
Los brazos de Yūto se apretaron un poco más, y un suave suspiro salió de sus labios.
"Akane... no quiero perderte..." murmuró en su sueño, palabras que Akane apenas pudo captar.
La sensación de seguridad en su abrazo era reconfortante y, por un instante, olvidó cualquier preocupación.
Simplemente cerró los ojos, dejando que la calidez del momento la envolviera.
Al cabo de un rato, Yūto despertó lentamente, sintiendo el peso cálido de algo contra él.
Abrió los ojos con pesadez, dándose cuenta de que estaba sosteniendo a Akane entre sus brazos.
La realidad se filtró rápidamente y el pánico lo atravesó.
"¡Ah! Akane, lo siento, yo... no quise—" intentó decir, pero su voz se quebró por la vergüenza.
Sin embargo, antes de que pudiera alejarse, Akane, con una voz suave y adormilada, susurró: "No te preocupes, Yūto... parece que estabas teniendo un sueño interesante."
Ella se quedó ahí, sin apartarse.
El rostro de Yūto se sonrojó profundamente, pero por primera vez, no sintió que tenía que huir.
Había algo en la forma en que Akane había dicho esas palabras, con una mezcla de dulzura y tranquilidad, que hizo que el miedo se desvaneciera.
"Akane... gracias," murmuró él, su voz más baja de lo normal.
No estaba seguro de por qué, pero en ese momento, se sintió como si estuviera más cerca de una confesión, más cerca de decir esas palabras de verdad, y no solo en sus sueños.
Ella sonrió, sintiendo el calor de su cuerpo todavía envolviéndola. "Supongo que... tal vez, en otro momento, deberías decirme qué estabas soñando," dijo con una pequeña risa.
Yūto rió suavemente, sintiendo cómo su ansiedad disminuía poco a poco.
"Sí... tal vez lo haga," respondió, aunque sabía que ese momento sería más fácil soñarlo que vivirlo.
Pero por ahora, estaba bien con eso.
Para él, los pequeños pasos eran suficientes.
Ambos cerraron los ojos nuevamente, dejando que la noche siguiera su curso, envueltos en el silencio y en el inesperado confort de sus corazones latiendo al unísono.
La habitación estaba nuevamente en calma después de que ambos se hubieran acomodado tras el abrazo inconsciente de Yūto.
Aunque habían cerrado los ojos, ninguno de los dos podía dormir.
El corazón de Yūto seguía latiendo con fuerza, y podía sentir el leve movimiento de Akane a su lado, indicando que ella tampoco estaba dormida.
Después de unos minutos de silencio que parecieron eternos, Akane rompió la quietud con una voz suave.
—Yūto... —susurró, con un tono que era un poco más serio que de costumbre—. ¿Qué harías si todo cambiara? Es decir... entre nosotros.
Yūto abrió los ojos de inmediato, su respiración se volvió más profunda.
La pregunta le llegó como un rayo.
Se giró para mirarla, encontrándose con sus ojos brillantes bajo la luz de la luna.
—No lo sé, supongo —respondió con sinceridad, tragando saliva.
La posibilidad de perder esa cercanía que habían cultivado lentamente le aterraba—.
Supongo que me gustaría que todo siguiera como está... o tal vez...
Akane esperó, notando la vacilación en su voz.
—...tal vez algo más —completó Yūto en voz baja, sintiendo que su pecho se apretaba al decirlo.
No había sido exactamente una confesión, pero definitivamente se estaba acercando a ella.
Akane se quedó en silencio, procesando sus palabras. Sentía cómo su propio corazón latía más rápido.
Y aunque no estaba segura de qué significaba exactamente ese "algo más", la idea de descubrirlo junto a Yūto la hacía sentirse extrañamente feliz.
Se giró para mirarlo directamente, con un leve sonrojo en sus mejillas.
—¿Algo más, eh? —respondió con una sonrisa juguetona—. Bueno, no eres el único que tiene sus pensamientos enredados.
Ambos soltaron una pequeña risa, compartiendo un momento de conexión que fue más allá de las palabras.
Yūto la miró, notando cómo la luz de la luna resaltaba su cabello y la suavidad de sus rasgos.
Sintió un impulso, uno que había reprimido muchas veces antes, pero antes de que pudiera actuar, Akane hizo algo inesperado.
Se acercó un poco más y, con un movimiento lento, apoyó su cabeza contra su hombro.
—Esta noche... no quiero pensar demasiado. Solo... quiero estar aquí, contigo —murmuró, con una honestidad que hizo que el corazón de Yūto diera un vuelco.
Él asintió, sin saber muy bien cómo responder.
Lo único que sabía es que, en ese momento, nada le hacía más feliz que tener a Akane tan cerca.
—Entonces, quedémonos así, solo por un rato más —respondió, sintiendo que las palabras salían naturalmente de sus labios.
Los minutos pasaron lentamente mientras ambos se quedaban en esa posición, con el sonido de la respiración de Akane calmándolo poco a poco.
Se sentía más cerca de ella que nunca, como si el simple acto de estar juntos bajo la luz de la luna hubiera creado un vínculo invisible, uno que era más fuerte que cualquier otra cosa.
Y tal vez, pensó Yūto, esta vez el sueño no era lo único que le permitía acercarse a ella.
Akane cerró los ojos y dejó escapar un suave suspiro.
A su lado, Yūto se sentía cada vez más cerca de decir aquellas palabras que había soñado tantas veces.
Quizás pronto, muy pronto, reuniría el valor para hacer de ese sueño una realidad.