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Chapter 11 - La pequeña muda también está aquí

[Capítulo 11]

A mitad de la noche, Luciano entró sigilosamente a la habitación de Estela y la arropó. En el instante que salió de la habitación, Camilo dio un paso al frente para ponerlo al día.

—Señor Fariña, fui al restaurante para investigar el asunto; sin embargo, no descubrí nada dado que las cámaras de seguridad estaban rotas. 

—¿Tanta casualidad? —Luciano frunció el ceño.

«¿En el instante en que se despertaron mis sospechas, se rompieron las cámaras de seguridad?».

—Puede que sea una mera coincidencia —respondió Camilo vacilante, se veía contrariado—. A fin de cuentas, no hemos recibido ninguna noticia de la señora Fariña, quiero decir, de la señorita Jerez, desde que se marchó hace años. No creo que aparezca de improviso en esta ciudad —dijo.

Notó que la expresión de su jefe se tornaba sombría y le dio un vuelco el corazón, por lo que bajó la cabeza y no se atrevió a decir nada más. 

—Comprendo —respondió Luciano con incertidumbre, luego, se dio la vuelta y se dirigió a su habitación. 

A la mañana siguiente, después de desayunar, Roxana llevó a sus dos hijos al prestigioso jardín de infantes que Magalí le había recomendado. Dado que era alguien bastante eficiente, la noche anterior, Roxana se había quedado despierta hasta tarde para preparar todo después de escoger el jardín; planeaba inscribirlos de inmediato. 

Como Magalí le había comentado, los requisitos de ingreso para ese jardín de infantes en particular eran bastante estrictos. Los estudiantes pertenecían a familias adineradas y prominentes; además, allí eran estrictos en la evaluación de los padres de sus alumnos. 

Cuando Roxana llegó a la oficina del director del jardín de infantes, le pidieron que proporcionara los detalles de su ocupación y poder adquisitivo junto con la documentación relacionada. Por fortuna, había hecho los arreglos necesarios, puesto que Magalí se lo había recordado antes. A pesar de que no era ni una directora ejecutiva ni una directora común y corriente, había ganado bastante dinero durante los últimos años con su experiencia en el campo de la medicina; por lo tanto, su poder adquisitivo era mucho más alto que el requisito mínimo del establecimiento. 

—Señorita Jerez, ahora inscribiré a sus hijos. ¿Podría firmar aquí? —comentó el director con amabilidad luego de revisar la documentación. 

Roxana firmó el documento. Poco después, el hombre llamó a una maestra con una mirada agradable y le indicó que llevara a los dos niños a su aula, así podían familiarizarse con el ambiente y sus compañeros de clase. Ambos niños saludaron a su madre despreocupadamente y se fueron con la maestra. Roxana apartó la mirada luego de que ambos se perdieron de vista, le asintió al director y se marchó. A diferencia de otros padres, no tenía nada de qué preocuparse cuando se trataba de sus hijos, ya que había comenzado a llevarlos al instituto de investigación hacía años. En otras palabras, no eran tímidos, puesto que se habían acostumbrado a socializar con otras personas y podían adaptarse bien al entorno. Además de eso, el plan de estudios del jardín de infantes era muy fácil para los dos pequeños genios. 

En lugar de que otros niños los acosaran en el jardín, a Roxana le preocupaba más que sus dos hijos fueran los que molestaran a los demás. Después de todo, casi todos los miembros talentosos del instituto de investigación habían sido víctimas de sus trucos.

Por otra parte, los dos niños miraron a su alrededor con curiosidad mientras la maestra los guiaba al aula. En el instante que entraron, su maestra los presentó con dulzura ante los otros niños. 

—Escuchen, ellos son nuestros nuevos compañeros de clase. Démosles un aplauso para darles la bienvenida, ¿de acuerdo? 

Los demás niños los miraron con intriga. Por su parte, el dúo también se presentó con gracia y tanto por el aspecto adorable como por la alegría que tenían fueron irresistibles para los otros niños, por lo que, después de su presentación, todos los aplaudieron con entusiasmo. Bautista le dio un vistazo al lugar antes de que alguien entre los niños llamara su atención. 

—Andrés, mira. ¿Acaso no es nuestra hermana paterna? Está en misma clase que nosotros —le susurró a su hermano, jalándole la camisa.