[Capítulo 15]
—Ya estoy buscando una solución —respondió Conrado con seriedad, dejando de sonreír. Roxana frunció el ceño mientras lo miraba y esperaba qué iba a decir—. Hace poco me reuní con un proveedor de ingredientes medicinales y le comenté sobre una colaboración a largo plazo. Lo único que queda es firmar el contrato y la hora acordada para hacerlo sería mañana a la tarde. El motivo por el cual la situación no salió bien antes fue porque el instituto de investigación aún se encontraba en fase de construcción.
»Había que lidiar con muchos asuntos variados y complicados, además, los empleados aún se estaban acostumbrando al sistema; hace poco comenzaron a adaptarse. Asimismo, los ingredientes medicinales de Horneros están monopolizados, en su mayoría, por unos pocos proveedores importantes y los suministros no eran suficientes para cubrir la demanda.
»Además, nuestro instituto de investigación es bastante nuevo en la industria, lo que provoca que muchos proveedores aumenten los precios a propósito y nos tomó bastante tiempo negociar un precio más bajo. Por ese motivo, todo se atrasó hasta ahora.
Conrado le hizo un breve resumen de lo que había sucedido. A pesar de que parecía sencillo, como él solo era un investigador, sufrió bastante cuando negoció con los astutos proveedores. Incluso si no reveló muchos detalles, Roxana pudo imaginarse lo difícil que fue todo. Dado que era la persona que estaba a cargo en el instituto de investigación, era evidente que tenía que encargarse de todo, por lo que era normal que enfrentara todo tipo de desafíos. De hecho, ella misma se encontró con algunos desafíos cuando estuvo en el extranjero.
Luego de escuchar la explicación de Conrado, la expresión de la mujer se relajó.
—Debió haber sido muy difícil para ti.
Él esbozó una sonrisa.
—En realidad, no. A fin de cuentas, es mi trabajo.
—¿Cuál es el nombre del proveedor de ingredientes medicinales? —Roxana volvió a hablar de negocios—. Si es posible, me gustaría acompañarte a firmar el contrato. Puesto que voy a encargarme de los futuros asuntos del instituto, creo que debería ir y conversar con ellos.
—Por supuesto. Puedes acompañarme mañana —respondió.
Ella asintió con la cabeza. A continuación, ambos regresaron a la oficina de Roxana y ella se quedó perpleja al ver que la persona que tenía detrás no tenía intenciones de irse.
—¿Hay algo más?
Conrado sonrió con amabilidad.
—En realidad, debo preguntarte algo. ¿Estás libre esta noche? Es tu primer día de trabajo y organicé una cena para darte la bienvenida. Además, puedes conocer a las personas del instituto.
Roxana relajó el ceño fruncido al escucharlo.
—Gracias. En ese caso, esta noche, la cena corre por mi cuenta. Trabajaremos en estrecha colaboración en el futuro, así que debería mostrar mi sinceridad como la persona a cargo.
Al ver que ella había accedido a ir, Conrado no discutió sobre los detalles y solo asintió con una sonrisa.
—De acuerdo, entonces te veo después del trabajo. —Dicho eso, se dio la vuelta para irse.
En ese momento, Roxana lo llamó:
—¿Podrías traerme los documentos de los que debo encargarme más tarde? De todos modos, no tengo ningún asunto urgente, así que puedo usar mi tiempo libre para darles un vistazo.
—Por supuesto, ahora los traigo.
Enseguida, Conrado le llevó todos los documentos a su oficina y, luego de dejarlos, se retiró con amabilidad y cerró la puerta. Roxana se quedó sola allí, sacó su teléfono y marcó el número de Magalí.
—Maga, ¿estás libre esta noche? ¿Podrías ayudarme a recoger a Andrés y a Bautista? Tengo algo que hacer y puede que llegue tarde a casa.
—Está bien —respondió su amiga sin indagar más.
Después de arreglar todo para los niños, Roxana comenzó a revisar los documentos y solo dejó de trabajar cuando Conrado llamó a la puerta; era hora de salir.
—El tiempo pasa muy rápido —murmuró ella mientras tomaba su abrigo y salía por la puerta.
El hombre sonrió.
—Cuando uno está muy concentrado trabajando, es normal no darse cuenta del paso del tiempo.
Ambos continuaron conversando durante todo el camino. Después de que salieron del instituto de investigación, se subieron al auto de Conrado y fueron directo al restaurante. Unos diez minutos después, él le indicó que mirara adelante.
—Allí es.
Roxana levantó la mirada y vio un edificio de aspecto antiguo con hermosos tallados en el exterior. Además, estaba ubicado frente al río, por lo tanto, se veía bastante encantador. El restaurante se llamaba El Muelle.
Conrado estacionó el auto, se bajó y se dirigió a abrir la puerta del acompañante; luego, ambos caminaron hacia la entrada del lugar. Justo cuando estaban a punto de entrar, un Rolls-Royce se detuvo despacio al costado de la carretera en la oscuridad. La esbelta figura de Luciano apareció y sus ojos entrecerrados y sombríos estaban fijos en la entrada de El Muelle. Cuando estaba en el auto más temprano, había visto una figura que se parecía a la de Roxana.