Chereads / Misticismo Perdido / Chapter 26 - Capítulo 23: Viga, cuerda y una silla, parte 6

Chapter 26 - Capítulo 23: Viga, cuerda y una silla, parte 6

DǒuMàn ShūYǔ había desarrollado un terrible sentimiento de culpa dos meses atrás.

En su inmenso hogar, de esplendor y lujo arquitectónico, reflejante de la economía del clan DǒuMàn bajo un diseño funcional, se erguían numerosos almacenes. Tres de ellos habían estado en completo abandono. DǒuMàn ShūYǔ les ordenó a sus sirvientes renovar y asear el lugar.

Aquella mañana, el hogar se colmó de actividad. Los sirvientes atendieron prestamente sus deberes, iban y venían por el patio como si se tratase de un evento ceremonial. A lo largo de su carrera, DǒuMàn ShūYǔ recibió acaudalados presentes; también, dudaba si había descuidado documentos en uno de los depósitos; así que quedó al pendiente de la restauración y supervisó los ideales de la era: Refinamiento, orden y belleza. En su casa moraba el equilibrio, y, de esa manera, la conservaría.

Durante las primeras horas, estuvo parado sin ahondar demasiado, caminando por los corredores que eran como los ríos de piedra y apreciando la figura de dragón que colgaba del techo. Se estresó. No era lo suyo no colaborar si predisponía de tiempo y fuerza. En su vida, había sido siempre el más diligente del salón. Se aproximó a una de las cajas para inspeccionarla.

— ¿Qué es esto? —cuestionó, extrañado. Había prendas infantiles deterioradas. Las sujetó y escrutó con cuidado. Creyó que le pertenecía a un sirviente. Y se enojó. Pensó que habían utilizado el almacén como tiradero—. ¡Señora Nǎo! ¡Señora Nǎo! —llamó fuertemente. Los empleados quedaron pálidos. La señora se acercó nerviosa, caminó tan rápido que tuvo que elevar su falda algunos centímetros para no caerse—. Explíqueme. ¿Qué es esto?

La Señora Nǎo miró la ropa, las cajas, los artefactos sobre la mesa, pero no detectó problema alguno.

— HǎiWù-Hóu[1], no entiendo… ¿Sucedió algo? ¿Necesita algo? ¿Quiere que traiga…?

— Esto —señaló. Extendió la prenda hacia ella—. ¿Quién tuvo el atrevimiento de estar hurgando entre mis pertenencias, de ingresar aquí y utilizar este lugar como contenedor de desperdicios?

La Señora Nǎo tomó la prenda amarillenta y la palmeó con toques afectuoso. Sonrió.

— HǎiWù-Hóu, esta es la ropa de mi querido Shào-Yé[2], DǒuMàn Tě'Ō, su hijo, de cuando tenía tres años; es su ropa de juego. —Se acercó a un grupo de cajas que estaban debajo de otras. Retiró las que estaban superpuestas—. Mire, aquí están los juguetes de su hijo, y, en esta otra, están sus cuadernos. ¡Oh!, este era su cuaderno favorito de dibujos. Shào-Yé dibujaba muy lindo. Pensé que sería artista. ¡Y esta es la máscara que usted le compró en el Festival del Dragón! Todas las pertenencias de DǒuMàn Tě'Ō se encuentran aquí —Se puso de pie lentamente. Ya era una señora mayor, así que tembló en el proceso. Limpió su falda—. HǎiWù-Hóu, ¿desea que lleve los artículos a dónde exhibe la armadura de su hijo, o planea desechar esto con el resto de lo que seleccionó? Si no lo quiere, puede entregárselo al comandante Léi; estoy segura de que adoraría poseer las cosas de su padre. ¿HǎiWù-Hóu?

— Recuerdo el Festival del Dragón. DǒuMàn Tě'Ō se torció el tobillo corriendo, pero no dijo nada…

— Shào-Yé no quería importunarlo —asintió la Señora Nǎo—. Fingió ser fuerte a pesar de que sus pequeños ojitos brillaban. Usted lo notó, le compró la máscara; luego, lo cargó hasta la vivienda.

DǒuMàn ShūYǔ se quedó en silencio. El rojo de la habitación se tiñó de jugo de frambuesa y se potenció, y las lámparas colgantes se bañaron del mismo tono, transformando el cálido naranja en tensión colosal, plasmando sombras con formas de montañas en una tormenta siniestra. La Señora Nǎo evidenció que a HǎiWù-Hóu le apetecía tiempo a solas; se retiró como si fuese un fantasma.

DǒuMàn ShūYǔ se quedó con la mirada fija en la caja de prendas, donde visualizó medias, abrigos infantiles, conjuntos de ropa que cada vez se hacían más diminutos, apareciendo en el radar una manta y objetos de bebé.

Experimentó la fricción de la tela en su mano, del conjunto de ropa de juego para la casa. Sintió la simpleza de la vestimenta escoltado por un vibrante vacío, el cual se extendió por su brazo hasta llegar a su pecho; su respiración se volvió pesada y sus sentidos se comprimieron. ¿Cómo era posible? Antes había sido importante, un ser la había utilizado y le había otorgado mérito, pero ¿ahora?, ¿qué tipo de valor poseían esos harapos? ¿Por qué lo desestabilizó? La tela lo orilló a padecer un amargo abandono atiborrado de conflictos. ¿Cómo una vieja vida podía caber en el estrecho de su mano al cerrar el puño? No tenía lógica, no existía comparación.

¿Dónde estaba su hijo? Sus cenizas no podrían poblar ese espacio, ni siquiera cubrir el pequeño calcetín izquierdo. ¿A qué se había reducido DǒuMàn Tě'Ō[3]? DǒuMàn ShūYǔ había participado en varias guerras y combates, asesinado a todo aquel que se elevó en su contra y le dio la espalda, pero jamás había experimentado lo que le sucedió en ese instante. Ver la pequeña y ligera prenda de un recién nacido y compararla con la última armadura que vistió su hijo, esa que pesaba más de quince kilos; lo golpeó. Se quedó congelado. ¿Por qué no solicitó el cuerpo de DǒuMàn Tě'Ō?, ¿fue por orgullo?, ya no lo recordaba. Fue Léi Qīng quien se lo notificó, le envió tablas ancestrales que ella talló y consagró con ayuda de un budista para el Salón Ancestral del clan DǒuMàn; en la carta le dijo: «Es su hijo».

DǒuMàn ShūYǔ sintió pesar en su cuello, una carga que fue aumentando día con día. En cada amanecer, pensó en DǒuMàn Tě'Ō, un hombre digno de ser, un caballero valiente y soñador, admirado y valorado por todos. HǎiWù-Hóu tuvo sus razones para actuar distante en su crianza. El tema no era sencillo. Hubo un tiempo en el que le cogió rabia y angustia. Cuando nació, no sintió nada al verlo llorar. Por sus labores y linaje, lo entrenó y crio como tal. Tenerlo lejos fue una buena opción, o su vida hubiera sido incluso peor conviviendo en la misma casa. Aunque, cuando lo meditaba, se regañaba por haber sido tan rígido en sus encuentros. No le prestó verdadera y constante atención. Durante años, actuó como si no existiera. Solo lo traía a la mente en situaciones relevantes. No objetaba haberse comportado como un cretino. Fingió asumir un papel, pero terminó apegándose a un personaje ajeno a su piel. Al final del día, no fue una digna cabeza de familia; al tratar de proteger el respeto, el orden y la unidad solo los terminó descuidando. Era su esposa o su hijo, y eligió a su esposa, porque la amó antes de aprender a estimar a DǒuMàn Tě'Ō.

Tras alcanzar la calma perpetua, Léi Dàrén decidió mantener comunicación con DǒuMàn ShūYǔ; seguido se escribían para platicar sobre el futuro de Léi HuāLín y Léi YǒngHuā. HǎiWù-Hóu estaba al tanto de la vida de ambos. Y, como era su abuelo, les había destinado la herencia de su padre y sus correspondientes propiedades, siendo ambos los herederos de sus riquezas y negocios; un tema que los jóvenes aún desconocían. Gracias al Señor de Noddon, DǒuMàn ShūYǔ supo que Léi HuāLín vendría al Sur antes de que Léi YǒngHuā se lo notificara. Vio en su menor nieto la oportunidad de volvérseles cercano, ya que Léi YǒngHuā era frío y rígido. Si quería cumplir sus metas rápido, primero, debía conseguir el favor del consentido del comandante.

«¿Cómo un anciano se vuelve cercano a su nieto? —se preguntó DǒuMàn ShūYǔ—. ¿Qué es lo que tengo que hacer?»

Léi HuāLín buscó a su hermano por varias partes. Paseó por amplios y gustosos dormitorios. No lo encontró. Resignado, se quedó en el jardín interior de la vivienda. Allí, había un gigantesco cerezo en flor. El tronco era más robusto que un pozo de agua y más alto que las construcciones de dos niveles. En medio del tallo, se presumía un símbolo circular de borde rojo con un tallado de tortuga serpiente para proteger el hogar de malas energías y personas malintencionadas.

Su respiración encontró calma. Pronto, se quedó apoyado en la barandilla de piedra apreciando el ambiente.

DǒuMàn ShūYǔ había salido en su persecución. Cuando finalmente lo localizó, se aproximó y se detuvo a su lado.

— Eres como DǒuMàn RuòXī —dijo.

Léi HuāLín ni siquiera se volvió a verlo.

— ¿Qué? —preguntó, ofendido.

«¿Me está insultando? ¡Ah, no! ¡Ahorita le digo sus...!»

— De ese pie cojea tu abuela —sonrió DǒuMàn ShūYǔ. Léi HuāLín se espantó, no lo pudo creer. No imaginó que el señor fuera capaz de contentarse—. O cojeaba. Solía ser una persona energética y también consideraba que la pobreza es una enfermedad.

«¡Pero si está con vida! —pensó Léi HuāLín— ¿Por qué habla como si estuviera muerta? ¿De verdad solía ser así? ¡Ánimas, esa versión de ella debe haber quedado profundamente enterrada!».

— ¿Tampoco tolera ver lodo? —preguntó.

— Es lo que menos le gusta —disfrutó.

— ¿Qué hay de la carne?, ¿le gusta?

— Nunca se lo diría a nadie, ya que es una dama, pero su comida preferida son las costillas.

— ¿Qué hay de esto? —interrogó Léi HuāLín. Elevó el mentón y señaló el ambiente— ¿Le gusta este lugar?

— Ella lo diseñó —asintió DǒuMàn ShūYǔ. Estaba orgulloso, recordó a la versión joven de su esposa corriendo por el arenal, ensuciando sus zapatos y dibujando en un lienzo el paisaje perfecto en su cálida percepción—. El patio estuvo en remodelación muchos meses. DǒuMàn RuòXī anhelaba alcanzar la vista ideal para que un niño creciera con buenos valores y gracia.

— ¿Para mi padre?

— Para su primer hijo —corrigió.

— ¿Y qué pasó?

DǒuMàn ShūYǔ negó. No quería iniciar la cercanía engañándolo.

— Es difícil —expresó.

«Parece que DǒuMàn RuòXī era entusiasta de joven».

— Háblame de tu don.

«¿Y si lo obligo a contarme? No, a mi padre no le gustaría».

— No hay don —aseguró Léi HuāLín, desinteresado—. Soy un estudiante promedio, de vida promedio y, según mi Jiùjiu, de actitud arrogante y engreída. —De nuevo, elevó el mentón y señaló el árbol— ¿Qué significa que el borde sea rojo?

— Que el sol es eterno como la familia.

El joven se sintió como si fuese una hoja.

«¡Qué irónico!», pensó.

Ambos compartieron un momento de silencio.

— ¿Qué le gustaba a DǒuMàn Tě'Ō de Xiena? —preguntó DǒuMàn ShūYǔ, dudoso.

«Vaya, vaya, vaya, alguien está sofocado»

Léi HuāLín quiso aprovecharse de la situación. Ver a su abuelo sintiéndose nervioso lo complació.

— Mi madre —afirmó, digno—. Lo que más le gustaba de Xiena era mi madre. —DǒuMàn ShūYǔ quedó atónito—. ¿Le gusta coleccionar armas, pinturas y cerámica? ¿Hmn? Vi muchas cosas en su hogar. Y el tipo de telas que utiliza para ornamentar los salones es de colección de códigos en patrones. Posee cerámicas que pueden reconstruirse y variar de figura; eso es interesante; son desarmables. Le gusta los acertijos desafiantes, ¿no? Observe. —Léi HuāLín camuflaba grandes artefactos sin problemas. Extrajo algo de su ropa—. Gané un Cube Cipher U.

Curioso, DǒuMàn ShūYǔ cogió el artefacto de plata. Lo analizó.

— ¿Un qué?

— Es del extranjero —informó el joven—. Es un rompecabezas. Se puede girar, deslizar y presionar. Los patrones geométricos son parte del juego. Necesito hallar un orden específico para abrirlo. Es algo así como una caja cerrada. Me dijeron que contiene un premio.

— ¿Qué clase de premio?

— No se sabe. —Léi HuāLín lo miró a los ojos. Colocó una expresión dulce e infantil; era bueno convenciendo a otros. Preguntó afectuosamente—: ¿Quiere ayudarme abrirlo, Yéye-Yéye?

Abuelo y nieto invirtieron su tiempo en ello. No se presentaron en la hora del almuerzo. Léi YǒngHuā imaginó que de verdad se estaban tomando su tiempo conociéndose, así que no los quiso importunar. En la noche, cuando alistó a sus hombres para regresar al imperio, Léi HuāLín lo sorprendió.

 — ¿Si me das permiso para quedarme?

— ¿A qué viene esto? —interrogó Léi YǒngHuā—. A Jiùjiu no le gustará que te abandone en cualquier lugar. Se molestará.

— No me estás abandonando. Y Jiùjiu no se sentirá agraviado; es más, puedo asegurarte de que le complacerá saber que estoy conviviendo con Yéye-Yéye.

— ¿"Yéye-Yéye…"? —cuestionó, estupefacto. Cortó de pronto y agitó la cabeza—. Entonces soy yo quien dice que no. No te voy a dejar aquí.

— ¿Por qué no?

— No te debo explicaciones, A-Píng.

— ¿Me respondes así y pretendes que madure? Gracias por el ejemplo.

— ¡Léi Píng! —resondró.

— ¡¿Qué?! —preguntó, molesto.

«¿Por qué siempre soy yo quien obtiene tus facetas más heladas?», se preguntó Léi HuāLín.

Léi YǒngHuā lo evadió y continuó caminando. Se dirigía a despedirse de DǒuMàn ShūYǔ.

— También es mi familia, ¿sabes? ¿Qué no puedo convivir con ellos?

— ¿A qué clase de familia quieres pertenecer?

Léi HuāLín soltó una bocanada de aire, sorprendido, tocándose el pecho.

— Eres una persona que mira todo de negro o blanco. Por algo existe el gris. Él dijo que era difícil de explicar. ¿Acaso las personas no pueden tener segundas oportunidades?

— Léi Píng, yo te traje y te regresas conmigo. Si quieres volver, entonces también te traeré mañana, pero no pasaras la noche aquí.

— ¿No puedo dormir donde alguna vez mi padre pasó sus noches? ¿Acaso solo era tu padre? ¿Estoy pintado en esta historia familiar? Actúas como si fueras el único que lo quisiera.

— Una palabra más y olvídate de volver a salir —determinó duramente—. Escucha, DǒuMàn ShūYǔ, no puede enterarse de tu habilidad. ¿Quién sabe que quiera ese señor?

— No sospecha nada. Técnicamente le dije que soy un don nadie.

— ¿Qué hiciste qué? ¿Qué le dijiste exactamente?

— Que soy un promedio —asintió, exitoso, fluyendo sus manos en el aire—. No te preocupes.

Léi YǒngHuā se tocó la raíz de la nariz, estresado.

— ¿Qué te pasa? ¡¿Qué no me preocupe?! Si alguien más se entera, quién sabe que lo te vayan a hacer. ¿Y qué no me preocupe? —Lo contempló, enojado—. ¿Cómo le dices a DǒuMàn ShūYǔ que eres un promedio? Te comportas como alguien inteligente, pero haces las cosas como si fueses todo lo contrario.

— Si estás para cuidarme, ¿a qué debo temer? No es como si estuviera desprotegido y en la intemperie. Está bien quedar como un promedio. ¿Qué importa lo que piense la gente?

— No te vas a quedar, Léi Píng. Eso es todo. No confío en ellos, tú tampoco deberías.

Léi HuāLín enfureció. Realizó un largo voto de silencio durante todo el camino de regreso. Los oficiales se sintieron incomodos. El chico se mostraba hablador y alegre, lleno de comentarios y criticas extrañas y particulares. Hasta el caballo del joven parecía perturbado, caminaba detrás de Léi YǒngHuā, prevenido a regaños.

Uno de los subalternos se acercó a Léi YǒngHuā desde otra dirección. Lo detuvo y habló:

— Comandante, Shū Chūn regresó a la ciudad. Se acaba de instalar.

Léi HuāLín se sorprendió. ¿Hablaba de una mujer? ¡Se trataba de una mujer!

«¿Shū Chūn? Su prometida nunca podría llamarse así —caviló Léi HuāLín—. Debe ser… ¿una amante? ¡Tiene una amante!»

Léi YǒngHuā lo miró de soslayo. Actuó como si no se tratara de un asunto relevante.

— Sī ZǐZhēn, hazte cargo de mi hermano, vuelvo más tarde —ordenó, y se marchó. 

El comandante asió las riendas dejando a Léi HuāLín confundido.

En la Sala del Bravío Sustento: Comedor de los soldados.

— ¿Dónde está Léi XuěWēi? —preguntó Léi HuāLín.

— Quiso dormir temprano —respondió Sīkòu Fēng, atorándose con una pierna de pollo—. No tiene hambre.

Yán YǒngZhōng lo miró con asco.

Sīkòu Fēng masticó cerca de su cara.

— Oiga, Sī ZǐZhēn, ¿quién es Shū Chūn? —consultó Léi HuāLín.

— ¡El pollo sabe rico! —exclamó Sī ZǐZhēn de inmediato. Colocó una sonrisa y le sirvió más al joven—. Oye, Sī Wěi —le dijo a su a primo—, tráeme más, ¿sí?

— Toma. —Sī Wěi se sentó a su costado. Dijo con sarcasmo, elevando las cejas—: El ambiente está animoso.

Al final de la mesa, había un numeroso grupo de personas haciendo desorden y riéndose descontroladamente, algunos realizaban chistes obscenos y molestos. Se lanzaban comida fastidiando a otros.

Sī YùTán, cuyo nombre de nacimiento era Sī Wěi, rodó los ojos.

— Sī YùTán —llamó Léi HuāLín—, dime, ¿quién es Shū Chūn?

— Oye, Pequeño Léi YǒngHuā, ¿has probado la bebida?, ¡sabe bien!, ¿quieres que te sirva más?

— ¡Ya está bueno! —gritó Léi HuāLín, quitándole el vaso— ¡Uno de ustedes responda! ¡¿Quién es Shū Chūn?!

— Pregúntale a tu hermano —respondieron los Sī unísonamente.

Léi HuāLín regresó a su asiento, abatido. Su ceño se frunció. Observó a Yán YǒngZhōng y a SīKòu Fēng, los dos tenían el dedo del medio y el índice, de la mano izquierda, encima de sus propias mejillas. Del mismo modo, en cuanto aspecto, lucían desahuciados, como si todo el día hubieran sido golpeados, sus botas estaban llenas de barro y su ropa dejaba mucho que pensar.

— ¿Y ustedes dos por que se sujetan las mejillas?

— Quien retiré su mano recibe un golpe —anunció SīKòu Fēng.

— ¿Y por qué lucen así?

Tanto era el desprecio de ambos jóvenes que respondieron al mismo tiempo. Estaban realmente sincronizados.

— Alguien merecía una paliza.

Alguien recibió una paliza —acotó Yán YǒngZhōng.

— Perdiste —aseguró Léi HuāLín, mirando a SīKòu Fēng.

— El día aún no termina —aseveró el chico, observando, vengativo, a Yán YǒngZhōng—. Te voy a golpear.

— Sueña —le respondió.

— ¿Quién es Shū Chūn? ¿Te enamoraste de alguien? Nunca he escuchado de la familia Shū. —precisó SīKòu Fēng, reflexivo. Yán YǒngZhōng se mofó. Él lo había entendido al instante. Admiró a SīKòu Fēng como si fuese un lerdo—. No me mires así. ¿Acaso tú has escuchado de ellos?

— "Shū Chūn" es un nombre artístico —clarificó Léi HuāLín, elevando una ceja—. ¿"Placeres de la primavera", "Luces de la primavera"?, ¿hum?, ¿entiendes?

SīKòu Fēng no lo comprendió.

Yán YǒngZhōng leyó lentamente los caracteres.

— ¿La primavera literaria? —cuestionó SīKòu Fēng.

— Eres un tonto —criticó Yán YǒngZhōng.

— ¡No me insultes, estúpido! —gritó, sacándole la lengua.

— No soy un infante, Sī ZǐZhēn —habló Léi HuāLín, suplicante—. Dígame, ¿cómo es la dama? ¿Cuál es su verdadero nombre? ¿De dónde es? ¿Dónde trabaja?

JiàngYīn JùShēn se acercó y abrazó a Léi HuāLín por el cuello, más que un acto amistoso, se sintió como un tipo de acoso.

La acción cogió a Yán YǒngZhōng y SīKòu Fēng desprevenidos. Cuando evidenciaron la oscura y mordaz mirada del joven, se pusieron alerta y lo miraron indignados. SīKòu Fēng había regresado temprano de conocer a su prometida, y tan pronto a su vuelta se puso a discutir y a pelear con Yán YǒngZhōng. En su "juegos", hace tan solo una hora, se habían topado con aquel sujeto, quien había sido desalmadamente arisco.

— ¿No le van a decir a nuestro Léi Píng quién es Shū Chūn? —les cuestionó JiàngYīn JùShēn a Sī ZǐZhēn y Sī YùTán.

— ¿La conoce? —preguntó Léi HuāLín.

— ¿Si la conozco? ¿Hay alguien quien no la conozca?

— JiàngYīn JùShēn, no te involucres en los asuntos de los hermanos Léi, respeta a tu comandante —advirtió Sī ZǐZhēn.

JiàngYīn JùShēn arrugó la nariz. Le disgustaba que Léi YǒngHuā fuera su superior. Le tenía un descomunal odio jurado. Si algo quería, era acabar con él.

— El pequeño Léi Píng está preguntando. ¿Qué tiene de malo saciar sus dudas?

Los amigos de JiàngYīn JùShēn se burlaron sin contención.

— No, gracias, ya no estoy interesado —aclaró Léi HuāLín, apartándolo de su lado—. Si es algo que mi DàGē no quiere que sepa, entonces no me importa.

JiàngYīn JùShēn lo admiró antipático. Decidió ignorarlo y continuó.

— Shū Chūn es una cortesana, la mejor en su trabajo. Muchos hombres han pasado a visitarla. Tu DàGē es quién más la frecuenta, ha caído rendido ante los pies de una sucia y arrastrada meretriz, a quién, por cierto, se rumorea y no ha tocado. Léi YǒngHuā se arrastra tras sus faldas, tras unas telas que han sido elevadas por casi todo el imperio.

— ¿Y qué tiene de malo? —discrepó Léi Huālín, en tono serio—. ¿Por qué otra cosa es mejor arrastrarse en la vida si no es por el amor? ¿No tiene hermanas o primas, JiàngYīn JùShēn? ¿No valen lo suficiente como para que un hombre gatee en el suelo por ellas?, ¿tan insignificante es su valor?

JiàngYīn JùShēn quedó contrariado. ¿Qué era lo que acababa de escuchar?

— Te tocó soportar, JiàngYīn JùShēn —se burló Sī YùTán.

— Aléjate —advirtió Sī ZǐZhēn, quien se puso de pie y sostuvo a JiàngYīn JùShēn del brazo—. Vete al lado de tus amigos, y ni te atrevas a amenazarlo. Tú te lo buscaste.

— Prefiero no discutir con un virgen —declaró, acrimonioso, mirando de soslayo a Léi HuāLín.

— ¿Qué tiene de malo ser virgen? —cuestionó el joven de inmediato. Su sistema de cultivación Hé se constituía en la castidad— ¿Y qué si lo soy? ¿Es asunto tuyo? Prefiero mantenerme al margen del placer. Eso se llama autocontrol. Eso debería ser digno de admiración, no un chiste. El verdadero hazmerreír son los que se entregan al deseo. Solo demuestran que no pueden controlarse así mismo, por lo que son incapaces de ser buenos lideres.

Sī YùTán asintió con orgullo. Léi Huālín le había dado en dónde más le dolía a JiàngYīn JùShēn.

— No conoces el elixir que se le puede brindar una mujer —repuso, intentando dejarlo mal.

— ¿Y tú sí? Hasta donde entiendo, las meretrices están entrenadas para fingir placer —afirmó. Lo miró, déspota, de pies a cabeza—. No estoy interesando en el falso amor, no tengo baja autoestima. Prefiero el amor de verdad. Todo aquel que se aprecie un poco preferiría lo mismo. —Se cruzó de brazos y rodó los ojos—. En todo caso, para obtener esa escencia incomparable, uno debe trabajar la tierra, ¿sabes? El tiempo entrega buenos frutos. Un acostón es solo eso; en cambio, hacer el amor… No hace falta que lo explique, ¿no? El verbo habla por sí mismo. Si se va a realizar algo tan íntimo, y buscas el mejor de los éxtasis, apuesto a que primero debes esforzarte. ¿O eres mal amante? ¿Acaso dejas insatisfecha a las mujeres? Debe haber amor para el sexo, sino quién sabe lo que estés intentando lograr.

Los discípulos del clan DǒuMàn vitorearon a Léi Huālín.

JiàngYīn JùShēn hirvió en furia. Se la tenía jurada a Léi YǒngHuā, ahora también al hermano. Su odio era más profundo que el Pozo de Kola y más pesado que su escudo. No aguantaba que la gente se burlara de su persona.

Antes de que Léi YǒngHuā se volviera comandante, había sufrido múltiples altercados con él. Discutieron por muchas cosas: Qué si quien había limpiado mal el campo, quién no había atendido sus albores, si alguien se había portado rudo con un ciudadano, etc… En cada situación el conflictivo era JiàngYīn JùShēn, responsable del disturbio, quien acusaba a otros y se comportaba cínicamente. Léi YǒngHuā no era un soplón. Siempre lo regañó y se empeñó en corregirlo sin la necesidad de acudir a sus superiores. Pero un día, una autoridad destacada le consultó por JiàngYīn JùShēn. El señor había recibido quejas de terceros que lo acusaban de sus fechorías, quería saber si eran verídicas. Léi YǒngHuā lo confirmó; despues de todo, se lo había advertido al chico. Como sanción, JiàngYīn JùShēn se estancó en su estatus, y se le negó la posibilidad de volverse comandante.

Fue Léi YǒngHuā la persona con la que compitió por el grado. JiàngYīn JùShēn lo figuró como un detestable viento traicionero que desvió la gloria de su vida. Léi YǒngHuā le arrebató su destino. El resentimiento no solo nació de allí. Hubo un tiempo en el que JiàngYīn JùShēn acosó a Léi YǒngHuā más de un mes. Comenzó cuando apenas llegó al Imperio DǒuMàn. Léi YǒngHuā no sabía si podía hablar al respecto sin dañar su imagen. Un día no lo toleró más. Él estaba limpiando las duchas. JiàngYīn JùShēn embarró todo con lodo y arrojó desperdicios como un cerdo. No era la primera vez, iniciaron una pelea. Estresado, Léi YǒngHuā le rompió dos de sus dedos, el brazo derecho y la nariz. Solo de esa forma detuvo a JiàngYīn JùShēn. El rencor de este rebasó la cordura humana, abandonando toda empatía. Gastó sus días imaginando a Léi YǒngHuā sufrir. Quería arrebatarle sus sueños, su vida, ¡todo! Ambicionaba arruinarlo. No solo lo había humillado, por su culpa, su padre lo repudió. La meta de JiàngYīn JùShēn era destruir a Léi YǒngHuā en todo sentido. Codiciaba escucharlo rogar.

Pensando en que responderle a Léi HuāLín, se distrajo al escuchar platos fragmentarse.

SīKòu Fēng había golpeado a Yán YǒngZhōng.

— ¡Bajaste la mano! —gritó, contento.

SīKòu Fēng bailó a su alrededor, cachaciento. Realizó muchas muecas.

Yán YǒngZhōng le propinó una golpiza, enviándolo al suelo.

— ¡Dijimos hasta la media noche! —repuso, audaz y exaltado—. ¡También bajaste la mano!

— ¡Ah! —rugió, rabioso.

El comedor se colmó de los gritos de ambos jóvenes. El resto de los presentes se dedicó a apreciar la escena con mofa. ¡Es más!, quienes apostaron por Yán YǒngZhōng, empezaron a reclamar su dinero.

— ¡Respeta a tu Shī-Xiōng! —gritó alguien, riéndose.

— ¡Son como dos buenos viejos amigos!

Léi HuāLín los calmó, y le ordenó a SīKòu Fēng llevarle a Léi XuěWēi su cena; algo le decía que su Biǎo Dì estaba despierto, padeciendo una fuerte histeria.

[1] Duque de la Niebla del Mar

[2] 少爷 (Shào Yé) – "Joven Amo"

[3] "Único como una gaviota", "gaviota especial"