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Chapter 23 - Extra Fragment 20.1: Hablemos por aquí

DǒuMàn TiánYì luce enfadado —narró LíngZé YúnChuān. Poseía esa manía. Era consciente de que el General de Ala podía descifrar por medio de ondas los estados de ánimos y de distinguir a la gente con la misma técnica. No obstante, se sentía comprometido a narrar todo para Piān Níhóng—. Nos está mirando.

Léi YǒngHuā estaba demasiado animado, como un cachorro corriendo y saltando alrededor de su amo (un completo Labrador Retriever); no paraba de sonreír. Su mentón portaba dos hoyuelos que se enaltecían con la entonación agradable de su voz, energético como una uva y dulce como una ciruela.

— Vamos, vamos —dijo, tocando el hombro de Piān Níhóng. Lo invitó a pasar primero—. Allá está despejado. Así podremos contarle todo con tranquilidad —asintió, dinámico. Sonrió. Se estaba divirtiendo. Su mente recordaba todo lo que había vivido durante ese tiempo. Quería festejar su aventura, y, de paso, llenarse de los cumplidos de su superior—. Estaba diciéndole que DǒuMàn Wénrú se cayó en el lago. ¡Se resbaló! ¡Pescando! El resto tenía problemas con las redes. LíngZé YúnChuān —lo señaló con el mentón— agarró su arco dispuesto a conseguir algo de comida (habíamos pasado días sin comer), pero, los chicos que sostenían las redes, por error, le lanzaron encima la red. La flecha se disparó y casi atraviesa la pierna de DǒuMàn Wénrú. ¡Se puso pálido! ¡La pierna, la pierna! ¡Casi la pierde, General!

Las mejillas y ojos de Léi YǒngHuā brillaban como los soles. Su semblante estaba lleno de vida. Sus lunares se balanceaban con atractivo pasional y seducción. De vez en cuando, llevaba su mano a su barriga mientras se reía, ya comenzaba a quemar en esa zona.

— Se divirtieron —sonrió Piān Níhóng.

El hombre parecía observarlos. Su cabeza estaba perfectamente situada. Una cinta roja cubría sus ojos, de los que, en cada uno, una larga y recta cicatriz se asomaba. Su piel estaba ligeramente bronceada, por lo que la cicatriz todavía se vislumbraba rosa.

Piān Níhóng se sentía feliz de escucharlos platicar, y, como no era una persona que ocultaba o disimulaba sus estados de ánimo, entonces, como el rio cruzándose con el mar, su alegría arribó y se volvió una a la de ellos.

Estaba atento a Léi YǒngHuā y le realizaba preguntas interesantes, estaba eufórico por tenerlo cerca de nuevo; también estaba satisfecho con la presencia de LíngZé YúnChuān; en efecto, se habría sentido dichosamente extasiado si hubiera tenido a cada uno de sus estudiantes en su entorno, pero solo tenía a dos de ellos. Y ambos ostentaban de buena salud y administraban buen humor y realización.

— Ese día no comimos —asintió LíngZé YúnChuān.

— ¡También se murieron de hambre, asombroso! —felicitó Piān Níhóng.

Léi YongHua asintió como loco.

— ¡Exacto! ¡Así fue! ¡Tres días estuvimos así!

LíngZé YúnChuān dirigió su mirada a las puertas de ingreso, las que justo se habían abierto y se encontraban al otro lado de donde convivía con los de su categoría. Había estado vigilante de quienes se iban e ingresaban. Cada que veía al oro moviéndose, el observaba, cuidadoso, hacia ese punto.

En esta oportunidad, alcanzó a ver aquello que estuvo esperando desde su llegada al Imperio DǒuMàn.

— Disculpe, General —pronunció, respetuoso—. Parece que la señora LíngZé acaba de llegar acompañada de la señora NíChén. Iré a saludar a mi madre.

Piān Níhóng lo dejó partir. Léi YǒngHuā lo fastidió antes de abandonarlos, haciéndole uno que otro chiste y encargándole su saludo. Le agradaba la señora LíngZé. No obstante, antes de ir a pasar tiempo con la madre de su amigo, se le pasó por la cabeza la idea de aprovechar el momento.

Se acercó al general. Le sonrió y caminó por su lado, rodeándolo.

— ¡General Piān, le quiero presentar a alguien!

— ¿Hablamos de tu hermano? —preguntó, afable—. Te detecto entusiasta.

— No. Me refiero a mi Lao Shi. Quiero presentárselo. Conocerá a la otra persona que lleva corrigiéndome desde pequeño.